INTERCAMBIO DE SECRETARIOS

A Esmeralda el sueño y el cansancio que sentía por haber pasado parte de la noche en vela al cuidado de su sobrino, parecía haberla abandonado. Jamás había sentido una descarga mas grande de adrenalina que la que había experimentado en el despacho de su jefe minutos atrás. Casi que podía reírse de la confusión del señor Gilmore cuando le confesó estar locamente enamorada de la señorita Ferguson. Si el supiera que no sabía ni el nombre de esa antipática secretaria tal vez le haría la vida de cuadritos, pero él no tenía por qué enterarse.

Kenton caminaba como un león enjaulado, de nuevo, intentando disipar su mal genio. ¡No podía creerlo! A la mujer que deseaba llevarse a la cama le gustaba su secretaria. Él había dormido con ella y, aunque guapa, no era muy encantadora. ¿Qué podía tener de especial?

-¡Ferguson!- Gritó con más fuerza de la debida haciendo que la pobre secretaria tirara el lapicero al suelo y él teclado del computador. Le había dado un susto de muerte

Acomodando el teclado en su sitio, la secretaria dejó los lápices desparramados en el suelo y corrió a la oficina del CEO. El humor que él tenía esos días no le permitía hacerlo esperar ni medio minuto.

-Dígame señor, ¿En qué puedo ayudarlo?- Se sentía intimidada y aunque conocía los grandes placeres que él podría causar en una mujer, después de dos días terribles solo buscaba mantenerse lejos por su paz mental

-Cierre la puerta y tome asiento- Sintió miedo. El CEO estaba demasiado molesto y por algún motivo desconocido, para ella, la acababa de convertir en la víctima de lo que estaba ocurriendo

Kenton la miró con detenimiento y eso le quitaba el aliento. Estaba demasiado asustada, aquella mirada no era halagadora ni muchísimo menos.

-Esto lo preguntaré una vez. ¿Es usted lesbiana?- La señorita Ferguson lo miró preguntándose que diablos estaba ocurriendo. Jamás le habían interesado las mujeres y la noche que había compartido con quién tenía tantas dudas debería de haberlo aclarado

-No soy lesbiana ni tampoco bisexual señor- Aclaró con un deje de humillación que no pasó inadvertido para Kenton

-¿Qué relación tiene con la señorita Starling?- Preguntó con voz dura y la secretaria estuvo a punto de reír por lo bizarra que era esa situación

-Nada. Ni una amistad ni me interesa cambiar eso. No es una persona grata para mi- Dijo con sinceridad pensando que Esmeralda tenía mucho que ver en ese interrogatorio tan... extraño

Kenton estaba tan furioso que apenas podía hablar sin gruñir ni apretar sus dientes de furia entre palabras.

-No trabajarás más aquí- Aseveró y la señorita Ferguson se puso de pie de un salto, temblando y a punto de llorar

Ella tenía una vida además del trabajo. Haber estado íntimamente una noche con su jefe fue producto del despecho. Su ex era un inservible que la había traicionado y solo buscaba sentir que ella no era el problema cuando la había llamado frígida. ¿Por qué no aprovechar la oportunidad de estar con un guapo millonario una sola vez? Las probabilidades de que él le hiciera la vida imposible eran nulas, al igual que las de acabar enamorada. Trasladando todo a su actual situación se sintió perdida. Su vida distaba mucho de ser perfecta.

-¿Por qué me está despidiendo?- Se atrevió a cuestionar totalmente afectada- No hice nada incorrecto y me desempeñé bien en este empleo aunque usted haya resultado terrible en más ocasiones de las que quiero recordar

Kenton la observó disipando un poco su mal humor. Ella estaba teniendo un ataque de sinceridad y no mentía en cuanto a Esmeralda Starling, ni tampoco en su inconformidad por el trato recibido.

-No la estoy despidiendo, Ferguson. Mantendrá su salario y también puesto, pero no como mi secretaria. Intercambiarás puesto con el secretario de vicepresidencia- Él no recordaba ni el nombre de ese hombre, pero era eficiente y discreto

-Gracias señor. Es la mejor noticia que recibí en el mes- Salió de la oficina feliz y fue directamente a levantar los lápices y luego a guardar sus cosas para intercambiar puesto

No trabajar con Kenton directamente, era una bendición para la pobre secretaria. Era guapo pero terrible. Su temperamento volátil y odioso en demasía. Creía que no podría soportarse ni a él mismo y después de la fiesta previa a Navidad algo le había ocurrido que lo había convertido en un ser más temible que en estado natural.

Cómo era de esperarse, el vicepresidente junto a su secretario llegaron a pedir una explicación. La señorita Ferguson había comenzado a instalarse en su nuevo puesto rebosante de felicidad. El secretario, Jonathan Cooper, desorientado se había comenzado a instalar en el nuevo puesto que dudaba que fuera un ascenso debido a los rumores.

-¿Por qué me enviaste a Ferguson? Podrías habérmelo dicho. Tuve una reunión y no tenía a mi secretario ni tampoco a Ferguson familiarizada con mi agenda. ¿En qué estás pensando?- Recriminó manteniendo la calma con dificultad

-Necesito un secretario. Tenía que quitar a Ferguson- Fue a servirse un whisky

-Hoy estás más explicativo de lo normal. Qué bendición- Con sarcasmo respondió y fue a servirse un whisky doble

-Esmeralda Starling es lesbiana y quiso coquetear con mi secretaria. Es natural que si planeo concretar con ella, tenga que quitar del medio a esa mujer que provoca distracciones innecesarias- El vicepresidente lo intentó, pero no pudo mantener su seriedad. Ver en ese estado a Kenton era sumamente divertido

-A ella ahora le gustará Jonathan o se inventará amor por los ceniceros. No le interesas tu, no es lesbiana. Te lo dije- Explicó con calma su punto de vista y Kenton lo escuchó con atención

-Le ofrecí un cheque y lo rompió. Me confirmó que es lesbiana y que mi secretaria la tenía loca. ¿Lo entiendes?- El vicepresidente se ahogó con el whisky por la risa

-El que está loco eres tu por ella. Alguna mujer podría rechazarte, tal como a cualquier hombre. ¿No has rechazado tu a algunas? Bueno, es una dosis de karma- Rió

-Ella será quien ruegue después. Ya lo verás- Aseguró con una sonrisa maliciosa

El vicepresidente solo pensó "Ajá, cuéntame más". No le creía ni una palabra. Con la resistencia que Esmeralda estaba demostrando tener, una vez que Kenton se diera gusto no le sería suficiente. Guardó silencio sabiendo que había llegado la mujer que haría sentar cabeza a su amigo, al menos por un tiempo.

-¿Cómo harás para convencerla? Se te agotan las opciones, ¿No lo crees?- Hizo una pausa- El dinero, tu atractivo y tu fama de seductor empedernido no han funcionado con ella. Deberías rendirte, te lo digo

Kenton debía considerar eso. No lo había pensado. Normalmente sonreírle a una mujer haría que tuviera una noche ajetreada en un cuarto de hotel. Había algunas que preferían varios piropos. Las más sencillas no esperaban palabras, solo una compensación importante a modo de joyas, ropa o un cheque.

-No tengo idea de que haré, pero ella será mía de una manera o de otra. Cuando le sonreí como tantas veces ha funcionado, ella me miró con desconfianza. Acercarme demasiado no la alteró como esperaba. Mis palabras tampoco ayudaron. Está empeñada en que es lesbiana y le gusta Ferguson, que mujer tan desesperante- El vicepresidente volvió a reír. La empleada de contabilidad le agradaba demasiado

-Deberías dejarla en paz y aceptar la derrota. El ego que ella con su desprecio bajó, seguramente lo elevará otra. Nada terminará bien entre Esmeralda y tú, lo presiento. Deberías escucharme, ¿Cuántas veces una corazonada mía falló? Te lo advierto- La seriedad de su amigo hizo que Kenton tuviera una mala sensación, pero decidió ignorarla

-Lo único que puede terminar mal, sería que le doliera el cuerpo a la mañana siguiente. Es todo- Él estaba decidido a seguir adelante así le dieran mil razones para no hacerlo

-No me digas después que no te lo advertí, Kenton. En tu situación yo tiraría la toalla y me retiraría sin hacer ruido- Aconsejó, pero tenía claro que su amigo era un caso perdido

-Porque eres un cobarde, yo no lo soy. Esmeralda será mía y luego seré yo quien la rechace- Sonrió con maldad

El vicepresidente comprendió allí que Kenton deseaba a Esmeralda, aunque también estaba buscando vengarse por su rechazo. Definitivamente estaba convencido, nada saldría bien.

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