27 de Diciembre.
Alvarito había tenido una mala noche. La salida de sus dos primeros dientecitos lo tenían muy molesto y eso además de dolor le había producido fiebre. Lourdes, su madre, estaba agotada y Esmeralda dispuesta a ayudarla así no se lo hubiese pedido. Lourdes había llorado al darle el pecho a su hijo. En un intento de aliviar su dolor, el pequeño, la había mordido varias veces. Ella anhelaba amamantarlo y necesitaba hacerlo porque no podía pagar la leche de fórmula. Esmeralda lloró mientras se duchaba para ir más despejada a trabajar. No podía ver a su hermana sufrir, de ninguna manera. Ella aún no superaba el amor que sentía por el fallecido padre de sus hijos y además no podía pagar por estar mejor junto a los niños. Dylan iba a la escuela y comprar sus útiles era caro, los pañales de Álvaro eran demasiado costosos también. Maldijo su pobreza y las limitaciones a las que estaban sometidos. -M*****a sea esta vida- Esmeralda repitió una y otra vez Casi sin haber dormido, Esmeralda llegó a la empresa Gilmore. Aún creía que sería despedida, pero nuevamente pasó lo opuesto. Ella llegó a su puesto de trabajo e hizo su labor mecánicamente. Ver números no era difícil, lo complicado era no sucumbir al cansancio y dormirse en la hora de descanso. Un superior, debió morderse la lengua para no criticar su falta de respeto por quedarse dormida en la jornada laboral. La habría tratado de holgazana de haber podido, pero de haberlo hecho el sería despedido. Kenton fue inflexible, Esmeralda sería vigilada pero no sería reprendida ni maltratada por ningún empleado. -Starling, lleva esto a la oficina del señor Gilmore- Con frialdad unas pocas hojas fueron depositadas sobre su escritorio Avergonzada se levantó de su puesto y caminó al ascensor. Nunca había dormido en el trabajo, pero su amado sobrino la había agotado físicamente. Al llegar al último piso hizo el intento de darle los papeles a la secretaria. -Ni se te ocurra. No perderé mi empleo por tu insubordinación. Sabes el camino- La señorita Ferguson la miraba sumamente enojada Kenton Gilmore había gritado hasta para obtener su café esa mañana. Quien debiera ir a su oficina salía de allí temblando. La secretaria sospechaba que Esmeralda tenía algo que ver con el malestar de su jefe y la odiaba por eso. -Pase- Kenton gruñó y maldijo antes de autorizar el pase y cambió su expresión al tener en frente a la causante de su malhumor -Le traje estos papeles. ¿Necesita algo más?- Lo miró cansada -Siéntate Esmeralda- De pésimo humor lo hizo. Aquella silla era tan cómoda, si no tuviese frente a ella al tirano podría dormirse sin mucho esfuerzo -¿Necesita más informes que no revisará?- Él tomó los papeles y los metió a la trituradora haciéndola enrojecer de rabia- ¿Para que me mandó a llamar si eso hará con lo que debo traerle? -Sabes bien que necesito una excusa para verte- Explicó con voz suave- No quiero que nadie hable mal de ti por malinterpretar lo que sucede entre los dos -¿Qué sucede entre los dos exactamente?- Ella elevó la voz. Estaba demasiado cansada ese día para tener que lidiar con imaginaciones de su jefe -Tenemos algo pendiente desde Navidad. Puedes resistirte, pero sabes que lo deseas tanto como yo- Kenton mostró una sonrisa de comercial y la miró con deseo Esmeralda podía no tener experiencia con los hombres, pero mentiría si no creyera poder leerlos. Ellos eran básicos y simples. Su jefe podría tener experiencia dentro de los confines de un cuarto y sin ropa, con lo mujeriego que era cualquiera lo deducía, pero fuera de allí para tratar a una mujer era un completo imbécil. -¿Lo que tenemos pendiente se soluciona en una habitación de hotel? A eso se refiere. Muy bien puede pedirle a su chofer que lo lleve a un hotel y soñar con ese momento. Métaselo en la cabeza, usted no me interesa- Se puso de pie y caminó con paso decidido a la puerta -¿Eso es porque supuestamente eres lesbiana?- Kenton la sujetó por el brazo impidiéndole marchar "Cómo vuelan las noticias" dedujo Esmeralda. Decicida iba a continuar su mentira para quitarse de la mente de su jefe, así se fuera al infierno por mentirosa. -No es de suponer. Lo soy- Se sorprendió de la firmeza en su voz y de como lo miró a los ojos con absoluta seriedad. Reprimió la sonrisa y el triunfo que le produjo verlo tan desconcertado y continuó- El único placer de venir hasta aquí es el de ver al objeto de mi deseo -¿Quien es el afortunado?- Estaba desconcertado y aún más alterado -La señorita Ferguson, estoy loca por su secretaria. Le pido guarde mi secreto, aún es muy pronto para confesarle mis sentimientos- Suspiró como las actrices que fingían amar al protagonista en las novelas que amaba su hermana -Tienes que estar bromeando. Ella no es lesbiana. Dime cuánto quieres y te lo daré- Asegurando la puerta para impedir que ella se marchara, buscó su chequera y escribió un cheque para ella Esmeralda estaba harta de su jefe. Aquel día no podía soportarlo un minuto más. No quería que su perfecta actuación se fuera a la basura y corría el riesgo de gritarle sus cuatro verdades a ese infeliz. De mala gana miró el cheque que él le entregaba y se sorprendió genuinamente al ver la cifra. Cien mil dólares. -Puedes conservarlo si te vas de aquí conmigo. Una noche y será tuyo- Kenton se acercó demasiado, sintiendo la fragancia dulce de Esmeralda. Su deseo solo había aumentado por ello Esmeralda rompió ese cheque. Lo partió en dos y repitió el proceso con las dos partes. -No, gracias. Volveré a trabajar. Ya lo sabe señor, si me necesita por algún papel con gusto se lo traigo- Abrió la puerta aprovechando el momento de estupefacción de Kenton y salió Por las cámaras de seguridad, él la miró salir más de una vez, repitiendo la grabación sorprendido. Se sintió tan enojado cuando vió que ella le sonreía a su secretaria. La señorita Ferguson no comprendía que mosca le había picado a Esmeralda, pero respondió su gesto con desdén e indiferencia. Kenton se sentía enojado. Su ego estaba profundamente herido y aún tenía los trozos de aquel cheque como prueba del peor rechazo de su vida. Si Esmeralda lo había sorprendido en la suite del hotel en la noche navideña, lo que acababa de hacer minutos atrás era infinitamente peor.A Esmeralda el sueño y el cansancio que sentía por haber pasado parte de la noche en vela al cuidado de su sobrino, parecía haberla abandonado. Jamás había sentido una descarga mas grande de adrenalina que la que había experimentado en el despacho de su jefe minutos atrás. Casi que podía reírse de la confusión del señor Gilmore cuando le confesó estar locamente enamorada de la señorita Ferguson. Si el supiera que no sabía ni el nombre de esa antipática secretaria tal vez le haría la vida de cuadritos, pero él no tenía por qué enterarse. Kenton caminaba como un león enjaulado, de nuevo, intentando disipar su mal genio. ¡No podía creerlo! A la mujer que deseaba llevarse a la cama le gustaba su secretaria. Él había dormido con ella y, aunque guapa, no era muy encantadora. ¿Qué podía tener de especial? -¡Ferguson!- Gritó con más fuerza de la debida haciendo que la pobre secretaria tirara el lapicero al suelo y él teclado del computador. Le había dado un susto de muerte Acomodando
Para Esmeralda su agotamiento había pasado a ser un tema del pasado. Al llegar al apartamento que compartía con su hermana y sobrinos, ella debía mostrarse renovada y feliz. ¿Importaba estar agotada? No lo hacía. Lourdes había perdido al hombre que amaba y estar intentando criar a dos hijos sola no era tarea fácil. Esmeralda sabía cuánto su hermana sufría, pero ¿Acaso ella no lo hacía también? Por momentos habia notado sus ojos llorosos y enrojecidos mientras miraba a los niños y a la foto del padre de ellos. -¿Pedimos pizza?- Preguntó Esmeralda intentando animar a su hermana y sobrino mayor El pequeño de siete años no era muy consciente de lo que ocurría, mucho menos de lo difícil que era para su madre estar atenta a sus necesidades cuando no podía con su alma. Su tía Esmeralda lo era todo en los momentos donde se sentía ignorado por su madre. Esmeralda escuchaba los lamentos de su sobrino, mientras veía a su hermana sumida en la tristeza mirando con añoranza la imagen dond
Kenton miraba los papeles que descansaban en su escritorio sin verlos realmente. Había intentado leer uno de ellos varias veces, pero estaba desconcentrado. Él rememoraba lo ocurrido con Esmeralda. -¿Revisaste la propuesta?- El vicepresidente había esperado por varios minutos, pero Kenton no lo había notado -No te escuché llegar. Estaba pensando- Contestó apartando los papeles -Eso me queda más que claro. Ya la revisé yo y evalué pros y contras. ¿Tiene algo que ver la señorita Starling en tu momentánea estupidez?- Se burló sabiendo la respuesta -La besé y la lastimé. Le di dinero, pero aún sigue sin aceptar lo que le ofrezco- Con frustración y desespero manifestó la realidad -¿Cómo es eso de que la lastimaste? ¿De que manera?- El solamente había roto algunos corazones, pero jamás había lastimado físicamente a nadie -La mordí con más fuerza de la que quise y le di dinero por eso. ¿Crees que sea suficiente para invitarla a salir? Es decir, si ella comprende que le pagaré
Esmeralda volvió a casa. Tener que negarse a la cena no había resultado difícil, pero presentía que su jefe no se daría por vencido tan fácilmente. ¿Por qué no volvía con su querida vampiro y la dejaba en paz? Ella ni siquiera lo había besado ni lo había mirado como las empleadas que suspiraban por él. -¿Cómo te fue hoy?- Lourdes le preguntó preocupada con el presentimiento de que algo malo estaba ocurriendo -No fue un mal día. Lo normal, números y más números- Restó importancia para no preocuparla Esmeralda notó que había una fotografía más en la pared y sonrió con tristeza. Lourdes seguía aferrada al recuerdo de su ex. Él había sido un buen hombre en toda la extensión de la palabra y en verdad había amado a su hermana. En aquella fotografía podía notar el amor entre los dos, pero a diferencia del amor que habían tenido sus padres, el de ellos era sano. -Trabajas mucho y te estás esforzando aún más, pero no pareces feliz- Lourdes la hizo volver al presente y alejarse así de los
Esmeralda volvió a la empresa y lo hizo con la certeza de que sería despedida finalmente por rechazar de todas formas a su insistente jefe. Antes de dar por terminada su jornada laboral, Kenton mandó a llamar a su esquiva empleada, pero por primera vez no solicitó un informe que justificara su visita a la presidencia. Esmeralda llegó y sin esperar ser anunciada entró a la oficina. Kenton no estaba en su escritorio, sino que había ido a la oficina de vicepresidencia para firmar unos papeles. Cuando la puerta fue abierta ella esperó encontrarse con su jefe, pero nada la sorprendería más que oir la voz de su sobrino. -¿Tia? Wow que pasada, ¿Aquí trabajas?- El niño empezó a mirar cada lugar y se sentó en la cómoda silla giratoria de Kenton -No, ¿Que haces aquí? Esta es la oficina de mi jefe y se molestará mucho si te ve aquí- La puerta fue abierta y Esmeralda se puso de pie -Hola Esmeralda, ¿Quien eres tu?- Miró al niño ocupando su silla con cierta molestia -¿Quién es usted?-
Esmeralda esperaba, de mala gana, sentada en aquel sofá la llegada de su sobrino traidor y de su manipulador jefe. Cuando llegaron, Dylan sostenía en sus manos un automóvil a control remoto de gran tamaño y también llevaba un obsequio para Alvarito. Kenton llevaba la comida y una sonrisa que pretendía ser angelical. -Gracias, pero no debió tomarse tantas molestias- Lourdes agradeció aquel gesto hacia sus hijos notando la emoción de Dylan -No es para tanto. Lo hice con placer y agradezco la invitación- Él demostró sus modales con excesiva cortesía y cordialidad causando infinita molestia en Esmeralda que sabía bien las intenciones ocultas -Vayan a lavarse las manos mientras yo preparo todo- Lourdes comenzó a buscar platos, vasos y demás -Por aquí- Esmeralda guió a su jefe al baño. Dylan se lavó primero las manos y fue junto a su madre dejándolos solos Kenton pretendió ser caballero haciendo un ademán para que Esmeralda entrara primero, pero cuando ella estaba poniéndose
NARRADOR Kenton fue a comprar helado con Dylan y en el trayecto le hizo algunas preguntas al pequeño que se veía encantado por la experiencia de pasear en coche. -¿Te gustan mucho los helados?- Apartó y ayudó al niño con el cinturón de seguridad -Si, pero mamá no puede comprarme y la tía lo hace cuando puede- Dijo con tristeza Kenton volvió a pensar por qué Esmeralda se negaba a la posibilidad que le estaba ofreciendo. Así le ofreciera cien mil dólares, le ayudaría demasiado. -Tengo una idea. Cómo no se que helados les gustan y tú no lo recuerdas llevaremos muchos- Le guiño el ojo a Dylan -Pero yo si recuerdo- Dijo confundido -Eres muy inteligente y se que lo recuerdas. Solamente diremos que lo olvidaste para llevar muchos diferentes y que tengas muchos helados para cuando no puedan comprarte- Dylan sonrió encantado y empezó a observar los distintos sabores -¿Puedo escoger los que yo quiera?- Preguntó sin poderselo creer -Si, los que quieras. No olvides llevar
Kenton se encontraba en su oficina recordando los labios de Esmeralda. Había disfrutado besarla así ella no le correspondiera. El juego del gato y el ratón le estaba excitando más de la cuenta. -Cuando sonríes podría ser el fin del mundo- el vicepresidente entró a la oficina agotado y se encontró con su amigo muy feliz -Cené en casa de Esmeralda anoche- Aquello causó sorpresa -¿Te invitó a su casa? No me lo creo- Kenton resopló y llamó al secretario para pedir café -No lo hizo, su sobrino me invitó como agradecimiento. Ese niño podrá acercarme a su sabrosa tía, estoy seguro- Su amigo lo miró sabiendo que había perdido la poca cordura que conservaba después del rechazo navideño -Estoy seguro de que Esmeralda ahora te odia un poco más. Estás actuando mal, deberías dejarla en paz. Hay millones de mujeres, búscate otra y déjala tranquila- Aconsejó con sabiduría -No haré eso. Seguiré viendo a su sobrino y visitando su apartamento. Aunque hay un novio o enamorado por ahí y