Antonella Mancini es la hija menor del poderoso líder de la mafia italiana. Intrépida, rebelde y audaz, Antonella lleva en su sangre el peligro y la pasión que caracterizan a su padre. Sin embargo, sus padres, conscientes de los riesgos del mundo en el que viven, hacen todo lo posible por mantenerla alejada de esa oscuridad. Desde pequeña, Antonella es enviada a un estricto internado de monjas, pero su espíritu indomable siempre encuentra la manera de desobedecer y causar problemas. Tercer libro de la saga “Legado de Sangre”
Leer másANTONELLAApenas estoy procesando todo lo que dijo el anciano árabe. Esto no es una maldita broma, ni nada que se le parezca.Crow en realidad quiere que sea su maldita prometida.¿Pero por qué? ¿Qué gana él con eso?Mi mente comienza a encajar las piezas de este sucio juego que trae entre manos el infeliz Crow. Seguro es porque soy una Mancini.Los jodidos árabes andan atrás de nuestro legado, y supongo que quieren unir imperios, para eso solo es necesario un matrimonio.¡Ni aunque estuviera loca me casaría con mi maldito secuestrador!Que se jodan si creen que yo aceptaré tal estupidez. También sé que mi padre nunca aprobaría alianza con estos malditos árabes, ya que nuestra organización tiene tratado con la otra parte de los musulmanes, los que viene siendo sus rivales.Papá no estaría nada contento si nuestra familia empareja con uno de los enemigos más fuertes.[***]—Te dije que actuaras, no que exageraras —dice de repente cuando nos subimos al auto. No parece molesto, parece di
El vino desciende por mi garganta con un ardor suave pero imponente, no es un sabor desagradable, pero tampoco es algo que disfrute en este momento. No cuando tengo a dos demonios observándome con sus ojos oscuros y calculadores, como si fueran depredadores acechando a su presa, esperando que haga el más mínimo movimiento en falso.El Sheikh me observa con una sonrisa que no alcanzo a descifrar, su copa suspendida en el aire antes de llevarla a sus labios, bebiendo con la calma de alguien que tiene el poder absoluto sobre la habitación. A nuestro alrededor están todos los ojos fijos de los invitados en nosotros, unos parecen admirarnos mientras otros juzgarnos. Es como si esta reunión no fuera nada más que otro espectáculo dentro de su jodida burbuja de lujo y podredumbre.Bajo la copa con lentitud, asegurándome de no mostrar ni un solo signo de duda en mi postura, aunque mi mente trabaja a toda velocidad intentando descifrar qué demonios significa este circo de la familia Maktoum. Po
No, debo mantener mi postura calmada y seguir como si nada. Es mejor que me controle antes de hacer o decir una estupidez que ponga en peligro a mi familia.Sin aviso, Crow rodea mi cintura con su brazo, pegando su cuerpo al mio. Reprimo una maldición que estuvo a casi a nada de escapar de mis labios. Su agarre se intensifica por un breve instante, como queriéndome recordar que no olvide este estúpido juego suyo.Respiro hondo y luego de eso, dejo caer una sonrisa encantadora, la misma que usé cuando crucé la puerta de este jodido sitio, aunque por dentro quiero partirle la cara al bastardo.—Así es, ella es Antonella Mancini, mi prometida —responde con una enorme sonrisa. El Sheikh asiente lentamente, como si estuviera sopesando algo. —La mafia Mancini... la familia más poderosa de Europa.Mi piel se eriza. Es claro que todos saben de nosotros, nuestro nombre asciende por los cielos, pero que un jeque poderoso, hable de esa forma de nuestro legado, me pone algo nerviosa. No porque
Las puertas dobles del salón principal se abren con un sonido pesado, como si anunciaran la entrada de alguien importante. O, en este caso, de alguien que quiere parecer importante.El murmullo de la multitud se apaga ligeramente cuando entramos. No es un silencio total, pero sí una pausa notable. No sé por qué todos nos están observando.Me sigo esforzando en mantener mi expresión serena, con la barbilla en alto y los ojos impasibles. Para nada les daré el placer de verme incómoda.El aire en la sala es espeso, cargado de perfumes caros, tabaco y licor. Las luces doradas reflejan en los antifaces de los invitados, creando sombras que dan un aire aún más siniestro a todo esto. Y aunque la música sigue sonando en el fondo, siento que todo se ralentiza por un momento.El hombre de túnica blanca y antifaz dorado nos guía entre el gentío con la seguridad, como sabiendo cuál es su lugar aquí. Su postura es la de alguien que manda, alguien que se mueve en estos círculos con la facilidad de
Mis músculos se tensan al sentir su toque en mi piel. Su mano es firme e imponente, como si estuviera marcando su dominio sobre mí, como si con ese simple gesto quisiera dejar en claro que no tengo escapatoria.Pero no soy suya.No importa cuántas veces repita esa jodida palabra, no importa cuántas veces intente hacerme creer que ya me tiene en la palma de su mano. Porque no me tiene y nunca me tendrá.—Haz el papel de buena chica esta noche y tal vez te dé un pequeño premio —susurra en mi oído, su aliento cálido rozando mi cuello, enviando una descarga de furia a través de mi columna.Lo odio. Lo odio con cada célula de mi ser. Pero me odio más a mí misma por no poder hacer nada en este maldito momento.Mi mandíbula se aprieta, manteniendo mi rostro impasible.Si este infeliz quiere jugar, está bien. Juguemos entonces.Me esfuerzo por relajar los hombros y suavizar mis facciones, fingiendo una compostura que no siento.A nuestro alrededor, las luces de la entrada brillan como si estu
Mi mandíbula cae mientras mis labios se separan con una mezcla de incredulidad y furia.—¡Estás jodido loco! —escupo. —No voy a participar en ese tipo de disparate estúpido.Él solo se encoge de hombros con indiferencia.—No tienes muchas opciones, piccola. —Me recuerda. —Sabes muy bien lo que está en juego. Con solo tocar la pantalla de mi celular puedo mandar a que exterminen una parte de tu familia. Lo demás ya lo sabes, mi diabla.Extiende su mano para tocarme, pero giro la cabeza antes. Sus dedos apenas rozan la piel de mi mejilla. No intenta alcanzarme; sin embargo, añade lo siguiente.—Es simple lo que tienes que hacer: solo sonreír y actuar muy feliz. Eso es todo.Mentira, eso no es todo. Mi instinto me dice que esto solo hará que las cosas a mi alrededor empeoran.El auto se detiene y alzo la vista para ver el lugar al que llegamos, o más bien el infierno en el que me están metiendo ahora.Una verja dorada y alta está frente a nosotros, rodeada de seguridad. Hay muchas luces
El chico que me escolta viste un traje negro perfectamente entallado, con el cabello peinado hacia atrás como si estuviera preparándose para un evento importante.Y luego está Crow.Ese infeliz siempre se ve peligroso, incluso con una jodida chaqueta de cuero y pantalones oscuros. Pero esta vez, lleva algo distinto, un esmoquin.Con toda su postura y su expresión relajada, pero peligrosa, grita que esta noche es especial, al menos para ellos, porque para mí no significa nada.Sigo sin saber a dónde me llevan, sin saber qué quieren de mí. Todo lo que venga de esa bestia, no es bueno.El aire de la noche me golpea el rostro cuando salimos al exterior. No sé si es por la falta de costumbre o porque realmente he estado tanto tiempo encerrada que hasta el viento me resulta extraño.No alcanzo a ver mucho a mi alrededor, solo luces y la silueta de la mansión detrás de mí. El auto ya estaba esperando en la entrada. El chico abre la puerta trasera y, sin más, me obliga a entrar con un empujón
El silencio que cae entre nosotros es pesado, cargado de algo que no puedo definir. Por un segundo, es como si realmente estuviera considerando mis palabras.Y luego, lo veo.La satisfacción en sus ojos. La curva de su maldita sonrisa ensanchándose. Maldito, infeliz, esto le divierte, y yo soy solo un juguete para su entretenimiento.La arrogancia late en su expresión como si acabara de confirmar exactamente lo que quería. Él sabe que ahora me tiene en sus jodidas manos, y no me refiero al agarre que su mano en mi cuello, esto es peor.—Eso, piccola, —su voz es baja, pero cargada de algo denso y oscuro—. Eso es lo que quería escuchar. Toda mía, incluso tu puto infierno me pertenecerá.Su pulgar se desliza por mi mandíbula con una lentitud casi perezosa, un roce tan sutil como perverso, un gesto tan manipulador que casi me hace perder el control.Pero no le doy el placer de reaccionar. No muestro nada. Porque ahora necesito tiempo. Tiempo para encontrar una forma de salir de esto sin q
Sus dedos se aferran a mi garganta con la precisión de un verdugo, con la presión justa para hacerme sentir que está en control absoluto de mi respiración, de mi resistencia y de cada maldito movimiento que intente hacer. Pero si cree que eso me hará ceder, está más equivocado de lo que jamás podría imaginar.Mis manos se aferran a su muñeca con la fuerza que me queda, no para detenerlo, sino para demostrarle que, a pesar de que me tiene en esta situación, no soy una víctima sumisa ni una muñeca rota que puede moldear a su antojo.Su sonrisa no desaparece en ningún momento, sigue ahí, esculpida con una mezcla de satisfacción y expectación, como si estuviera esperando a ver qué tanto puedo aguantar antes de rendirme por completo.Pero no le daré lo que quiere.—Dime, piccola, ¿seguías actuando como una niñita rebelde?Su voz, tan pausada y letal como un filo de navaja deslizándose por la piel, se clava en mi oído con la intención clara de provocarme, de ver hasta dónde puedo soportar a