Solo era un arreglo matrimonial, Adeline, lo sabia, pero aun así se enamoró de su esposo Alistair creyendo qué en algún momento él correspondería sus sentimientos. Todo cambio cuando encontro a su esposo con otra mujer, en la habitación de su propio hogar, eso le destrozó el corazón. No huyó como debió hacerlo porque no tenia adonde ir, pero cuando el enemigo de Alastair. Edmon Leblanc le propone divorciarse y casarse con él, para vengarse de su esposo, ella acepta sin saber lo peligroso que podrían ser los besos de EdmondLeblanc.
Leer másMe quedé en silencio mientras trataba de formular las palabras correctas ante mi terrible situación y claro, el silencio en el auto era abrumador y que decir de su colonia, la cual estaba encerrada conmigo.Apenas podía concebir qué él y yo estuviéramos en el mismo auto, aunque algunas semanas atrás, cuando estaba idiotizada por Alistair, yo técnicamente maldecida su nombre solo para quedar bien con él.Claro que me sentía sumamente avergonzada de ese pasado, el cual esperaba que él nunca supiera, pero yo sí lo sabía y lo tenía muy en cuenta en ese momento—Tengo un departamento en el cual puedes quedarte hasta que nos casemos—soltó de pronto como si estuviera leyendo mis pensamientos y cuando gire la vista hacia él, claro, instintivamente, me percate de que él mantenía la mirada fija en el camino.—¿Un departamento?— pronuncié sintiéndome, más que nada, aliviada y un tanto desconcertada.—Bueno, si no te molesta quedarte ahí por un tiempo o si lo prefieres puede ir donde gustes siemp
—¡Hey!—bramó Alistair tomándome por el brazo para detener mi andar y al hacerlo el tirante de mi bolso quedo técnicamente colgando cerca de mi muñeca ante el movimiento tan brusco.De pronto estaba mirando a Alistair mientras Edmond me sostenía de la mano. La escena era inaudita, pero al menos, había logrado causar la impresión que deseaba qué Alistair sintiera.—¿Qué diablos te pasa?—vocifero Edmond al ver que Alistair seguía siendo el mismo imbecil insensible. No le había importado qué su acto me hubiese lastimado el hombro de no tener el suficiente cuidado.—¿A mi? ¿Qué pasa con ustedes dos?—nos miro como si no fuéramos más que basura en su camino—¿De pronto son los mejores amigos?¿O es que acaso te gusta recoger mis migajas?Era obvio que Alistair buscaba provocarlo, pero Edmond y yo no teníamos una relación tan fuerte como para que palabras tan hirientes como esa le efactaran, así que solo soltó una pequeña risa mientras soltaba mi mano para acercarse a Alistair y seguramente él
Tenía 10 minutos de retraso, pero a pesar de ello no me preocupe. Alistair odiaba que llegáramos tarde a algún evento, así que en esta última ocasión como su esposa no me importo. Llegue con calma al ayuntamiento y todavía me detuve a preguntar cuál era la oficina a la cual debía acudir, ya que el lugar era enorme y claro, había muchas oficinas en las cuales podía perderme y este día era sumamente especial.Al llegar, vi a mi futuro exesposo parado con su abogado frente a la oficina, con los brazos cruzados y con el ceño fruncido, obviamente molesto por retardo, pero al momento de verme llegar, su mirada viajo por todo mi cuerpo. Mi vestido había tenido el efecto que esperaba, aunque cuando su abogado le hablo para preguntarle si yo era la mujer de la que deseaba separarse, la expresión de asombro desapareció de su rostro.—Bonita hora de llegar—me reclamo con cierto sarcasmo y molestia cuando me aproxime a él—¿Y tu abogado?Mire alrededor y por supuesto no vi a Edmond por ningún lado
Estaba en mi oficina, una habitación que Alistair había destinado para mi uso personal, al principio de nuestro matrimonio había pensado que aquel obsequio era una forma de decir que estaba interesado en mí, pero después de descubrir sus engaños, me di cuenta de que me la había dado para que no tuviera que verme la cara cuando él estaba en casa.Había pasado un día entero desde mi cita con Edmond Leblanc y nadie se había percatado de ello, al menos en casa Y Alistair hasta el momento no había hecho el más mínimo esfuerzo por buscarme, ni siquiera para solucionar el asunto del divorcio.Estaba sentada leyendo una de las tantas revistas que yo misma había comprado, una revista que tenía un artículo sobre Alistair en la que alguna vez me había parecido atractivo, la había comprado porque durante esa entrevista le habían preguntado sobre nuestro matrimonio y él había respondido tantas cosas sobre mí que me parecieron encantadoras, ahora sabia que todas sus palabras eran mentiras. De pron
—Espero que no te ofendas, solo estoy tratando de protegerme, por si hace falta—menciono y entonces comprendí a lo que se estaba refiriendo. Al igual que yo aún desconfiaba de él, Edmond Leblanc tampoco confiaba plenamente en mí, así que solo estaba asegurándose de que después de nuestro supuesto matrimonio no fuese a aprovecharme de la situación y quizás exigirle una buena pensión monetaria.—En lo absoluto—me animé a decir para hacerle saber que bien podía hacerme una entrevista como si este fuese un trabajo al que estuviera aplicando porque lo único que buscaba de Edmond Leblanc era mi ansiada venganza—solo dime donde debo firmar.Edmond frunció un poco el ceño, quizás porque no esperaba mi respuesta sin siquiera leer lo que estaba frente a mí.—Entiendo que no te importe el asunto legal, pero quiero dejar las cosas en claro, además, hay una recompensa para ti cuando todo esto termine— dijo con una amplia sonrisa y por supuesto sus palabras me dejaron atónita.—¿Cómo que una recomp
Edmond me había enviado la ubicación, el día y la hora donde debíamos vernos. Me había arreglado, no más de lo normal para que nadie sospechara de mí, es decir, luego de estar encerrada varios días bebiendo y sin ocuparme de mi higiene personal, seguro alguien se haría preguntas del porqué, de la noche a la mañana, mi tristeza y mi mal humor habían desaparecido y en vez de ello, me sentía motivada y sobre todo, con mucha energía.Había tomado un taxi para que Alistair no supiera de mis movimientos, así fue como llegue a un lujoso club campestre fuera de la ciudad. Aquel lugar no era precisamente un sitio común donde cualquier mortal podía llegar y pagar una membresía, sino que se trataba de un sitio donde los miembros podían acceder únicamente por invitación. Edmond había sido bastante inteligente al invitarme justo en ese lugar, ya que por ser él, miembro del club, Alistair, no había podido entrar.Aún recordaba las palabras de Alistair cuando alguien le mencionaba este sitio. Casi l
No tenía nada que perder, así que tome la tarjeta y llame al número que el mismo Edmond Leblanc me había proporcionado, espere dos tonos diciéndome a mí misma que si al tercero no respondía, ya no insistiría en ello y continuaría con mi vida, pero... ¡Oh sorpresa!—Leblanc—respondió con un tono de voz singular que me hizo cerrar los ojos por un momento para tratar de guardar la calma porque por un momento estuvo a poco mojarme las bragas.—¿Qué tal?— intenté sonar casual, aunque claramente estaba muy nerviosa por hablar de nuevo con él en tan poco tiempo, pero quizás lo que me apenaba era que, al hablar, mi voz sonaba un tanto ebria—¿Te acuerdas de mí?No respondió, al menos no los primeros segundos, luego escuche una especie de gemido.—¿Debería?—expreso, esta vez con un tono un tanto serio y quizás hasta severo, seguramente no hablaba con muchas mujeres, pero había sido muy astuto al hablar conmigo antes.Solté un suspiro un tanto hastiada de esta situación, en primer lugar porque
Dude si debía entrar o no al ascensor con él, no exactamente por la rivalidad qué Edmond tenía con Alistar, sino por la extraña e inusual propuesta qué me había hecho en el jardín.Mire de reojo hacia atrás, quizás lo hice instintivamente, creyendo qué tal vez podría irme, por otro lado, pero en ese momento vi a Alistar caminar en mi dirección y claro que yo aún no estaba preparada para escucharlo hablar, así que sin dudarlo dos veces, entre junto a Edmond Leblanc mientras veía como Alistair acostaba la distancia qué había entre los dos.—¿¡Qué diablos te sucede!?—bramó sin percatarse de la presencia de su antiguo enemigo y cuando lo hizo ya era muy tarde para arrepentirse de sus palabras—¿Edmond? ¿Tú que haces aquí?Se ajustó su traje y aparento qué las palabras llenas de desdén qué me había dirigido había sido tan solo una ilusión.—¿Así que aún no dejas las malas costumbres, Crown?—era obvio que por el tono qué Edmond había transmitido, se estaba burlando del infantil y caprichoso
—Haz tu pregunta— lo incité, pero no sin antes mirar de reojo a nuestro alrededor solo para cerciorarme de que no había oídos chismosos atentos a nuestra conversación.—¿Cómo fue que terminaste casada con un tipo como él?—cuestiono y vi que en sus labios se formaba una sutil sonrisa, de hecho, me pareció genuinamente interesado en saberlo, tal vez por todas las pistas que le había dado sobre el estado de nuestro matrimonio.—Con lo que he dicho sobre él. ¿Crees que estaría a su lado por voluntad?— dije sin dar muchos detalles, esperando que mi respuesta fuera suficiente para que entendiera el trasfondo que había entre los dos— podría explicártelo, pero supongo que no lo entenderías.Me di la vuelta dispuesta a irme, pero él me tomó de la mano con una sutil gentileza que le hizo girar de la impresión.—Lo entiendo, pero la verdadera pregunta es ¿Por qué lo has tolerado?—Porque no tengo a donde ir—me sincere y aparte mi mano de la suya, el taco de su piel contra la mía fue un duro golp