—Puedes quitar esa cara, por favor—manifestó Alistair mientras me ofrecía su mano para bajar del auto, pero por primera vez desde que nos casamos, lo ignore. Estaba destrozada no solo por la forma en como me había tratado, sino que mi corazón, mis ilusiones, mi amor lo había aplastado como si fuera nada. Baje del otro lado mientras las cámaras apuntaban la inusual escena entre los dos.
Ahora entendía que todas esas atenciones que tenía para mí, en realidad siempre las solía hacer cuando había alguien cerca observándonos o fotografiándonos, pero nunca lo hizo con sinceridad, pero... ¿Por qué? ¿Que tenía esa mujer que yo no tuviera? Camine hasta llegar al lado de Alistair, quien mantuvo una sonrisa en todo momento a pesar de mi desplante. El muy hipócrita debía seguir fingiendo ante las cámaras mientras este matrimonio durara y por lo que había escuchado, solo tenía que soportarme un año y ese tiempo finalmente había pasado. ¿Qué iba a ser de mí? Tome el brazo de Alistair quizás por instinto o para dejar de escuchar sus quejas porque sabía que una vez en el interior, tendría que ver a mi padre, quien seguía siendo, a pesar de todo el CEO de la compañía gracias a que me había entregado a su jefe por esposa, pero mi tiempo con él ya había terminado y me pregunte si él también sería despedido una vez que Alistair se deshiciera de mí. Ambos entramos al hotel donde se llevaría a cabo el evento, donde todo el mundo esperaba vernos como siempre, juntos en una mentira que él se había encargado de crear y que incluso yo me había tragado. ¡No podía creerlo! —Sonríe—murmuro cuando llegamos a las escaleras del salón y todo el mundo comenzó a aplaudirnos o al menos a él porque yo solo era su esposa, ese había sido mi papel y este año había aprendido a jugarlo muy bien. Intente hacerlo, juro que lo hice, pero después de lo que había visto, luego de sentir que había despertado de una pesadilla, sentía que mi vida ya no tenía exactamente un propósito o sentido para sonreír. Cuando llegamos al final de las escaleras, mi padre estaba ahí esperándonos como el lamebotas que era y enseguida se puso a su servicio presentándole algunas personas importantes, sobre todo políticos y también algunos inversionistas que estaban interesados en su empresa, así que en cierto momento me soltó del brazo y me ignoro por completo. Claro que esta particular escena ya la había repetido muchas otras veces, aunque yo asumía que se alejaba de mí por qué se trataba de trabajo, no porque yo fuera una carga o una molestia para él, pero ahora sabia la verdad y me dolía mucho saber que le había dado mi corazón y mi amor al hombre equivocado. Durante la presentación del nuevo sistema de seguridad que la empresa de Alistair iba a comenzar a vender, yo me dedique a beber martini tras martini, yo odiaba el alcohol, pero era una ocasión especial. Nadie lo sabia, pero yo celebraba mi divorcio y quizás qué de nuevo, estaba en riesgo de quedar en la calle sin nada y lo peor de todo es que, a causa de mi matrimonio yo no había podido terminar la universidad, aunque lo único bueno de todo esto es que ya había pagado todos semestres de mi universidad por adelantado, solo eso había hecho por mi el desgraciado, pero a estas alturas no sabia si podría terminarla ya qué para sobrevivir necesitaba ponerme a trabajar porque no pensaba poner un solo pie y mi cara de estúpida en la casa de mi padre. Entre cada sorbo, levantaba mi copa para celebrar esas noche en que me quedaba despierta para esperar a Alistair, aunque seguramente estaba con esa perra. Los viajes qué duraban semanas a los que seguramente la llevaba y por supuesto, las supuestas cenas de negocios en donde siempre llegaba con un ligero aroma a perfume de mujer, aunque claro, estando completamente idiotizada no me había dado cuenta de que él ya tenía a alguien más y solo para cuidar de su imagen de esposo ante el público y también ante su familia, debía mantenerme feliz e ignorante de lo que eran sus verdaderas intenciones conmigo. Este último año yo solamente había sido un adorno en su casa y pronto sería libre. Sintiéndome ligeramente mareada me digne a mirar mi entorno, después de todo seguía siendo la esposa del famoso empresario Alistair Crown y seguramente ni él ni mi padre soportarían verme en tal condición. Ebria. Había muchas personas en el sitio, mujeres y hombres que miraban atentos a mi esposo, quien con una sonrisa cálida, los deslumbraba, pero yo ya no soportaba escuchar su voz, así que decidí salir afuera, al Jardín donde pudiera dejar de pensar en lo que me atormentaba, porque después de todo no podía hacer nada para cambiar mi destino; sin embargo, mientras caminaba no vi mi camino ni quien venía de frente a mi y supongo que yo era así de insignificante qué esa persona, no se percató de mi presencia y termino empujandome. En mi caída, se me resbaló de la mano el Martíni y la copa choco rápidamente contra el suelo haciéndose pedazos, pero antes de caer sobre los vidrios esparcidos por el suelo, alguien me tomo de la cintura para evitar que terminará cortandome y al volver la mirada para ver quien había sido mi salvador. Me encontré con los ojos más azules qué en mi vida había visto, pero esos ojos no eran exactamente extraños para mi, yo los conocía bastante bien, quizás no en persona, pero si lo había visto en revistas y televisión, aunque la verdad es que yo no había tenido una buena opinión de él gracias a mi esposo, quien lo odiaba con mucha más intensidad de lo que seguramente me odiaba a mi por tener que ser su esposa. El hombre que me sostenía era Edmond Leblanc, el peor enemigo de Alistair.Habían sido las rabietas de mi esposo, por quien yo creía, casi fielmente qué Edmond Leblanc, era quizás, la persona más terrible del mundo, pero después de ver la terrible verdad de Alistair y descubrir qué era un maldito mentiroso, ya no sabía que pensar de él, aunque por la manera en como me miraba y sostenía mi cuerpo, lo primero que pensé fue qué era encantador. Nuestras miradas no se separaron en los siguientes tres segundos, quizás porque yo seguía preguntándome qué clase de hombre era él y porque Alistair lo odiaba tanto. —Disculpa, no te vi—dijo con una voz profunda y varonil, una voz qué iba acorde con su cuerpo, alto y por lo poco que dejaba ver su traje, musculoso. Estuve a poco de suspirar, pero me contuve porque recordé que estábamos en un lugar público. —Yo tampoco te vi, disculpa—me atreví a decir sintiéndome como una adolescente, nerviosa y sin saber qué decir o hacer en un caso así porque se suponía qué por ser la persona que Alistair más odiaba, yo también debía
—Haz tu pregunta— lo incité, pero no sin antes mirar de reojo a nuestro alrededor solo para cerciorarme de que no había oídos chismosos atentos a nuestra conversación.—¿Cómo fue que terminaste casada con un tipo como él?—cuestiono y vi que en sus labios se formaba una sutil sonrisa, de hecho, me pareció genuinamente interesado en saberlo, tal vez por todas las pistas que le había dado sobre el estado de nuestro matrimonio.—Con lo que he dicho sobre él. ¿Crees que estaría a su lado por voluntad?— dije sin dar muchos detalles, esperando que mi respuesta fuera suficiente para que entendiera el trasfondo que había entre los dos— podría explicártelo, pero supongo que no lo entenderías.Me di la vuelta dispuesta a irme, pero él me tomó de la mano con una sutil gentileza que le hizo girar de la impresión.—Lo entiendo, pero la verdadera pregunta es ¿Por qué lo has tolerado?—Porque no tengo a donde ir—me sincere y aparte mi mano de la suya, el taco de su piel contra la mía fue un duro golp
Dude si debía entrar o no al ascensor con él, no exactamente por la rivalidad qué Edmond tenía con Alistar, sino por la extraña e inusual propuesta qué me había hecho en el jardín.Mire de reojo hacia atrás, quizás lo hice instintivamente, creyendo qué tal vez podría irme, por otro lado, pero en ese momento vi a Alistar caminar en mi dirección y claro que yo aún no estaba preparada para escucharlo hablar, así que sin dudarlo dos veces, entre junto a Edmond Leblanc mientras veía como Alistair acostaba la distancia qué había entre los dos.—¿¡Qué diablos te sucede!?—bramó sin percatarse de la presencia de su antiguo enemigo y cuando lo hizo ya era muy tarde para arrepentirse de sus palabras—¿Edmond? ¿Tú que haces aquí?Se ajustó su traje y aparento qué las palabras llenas de desdén qué me había dirigido había sido tan solo una ilusión.—¿Así que aún no dejas las malas costumbres, Crown?—era obvio que por el tono qué Edmond había transmitido, se estaba burlando del infantil y caprichoso
No tenía nada que perder, así que tome la tarjeta y llame al número que el mismo Edmond Leblanc me había proporcionado, espere dos tonos diciéndome a mí misma que si al tercero no respondía, ya no insistiría en ello y continuaría con mi vida, pero... ¡Oh sorpresa!—Leblanc—respondió con un tono de voz singular que me hizo cerrar los ojos por un momento para tratar de guardar la calma porque por un momento estuvo a poco mojarme las bragas.—¿Qué tal?— intenté sonar casual, aunque claramente estaba muy nerviosa por hablar de nuevo con él en tan poco tiempo, pero quizás lo que me apenaba era que, al hablar, mi voz sonaba un tanto ebria—¿Te acuerdas de mí?No respondió, al menos no los primeros segundos, luego escuche una especie de gemido.—¿Debería?—expreso, esta vez con un tono un tanto serio y quizás hasta severo, seguramente no hablaba con muchas mujeres, pero había sido muy astuto al hablar conmigo antes.Solté un suspiro un tanto hastiada de esta situación, en primer lugar porque
Mi nombre es Adeline Loyd, aunque hoy en día me conocen con el apellido Crown. Adeline Crown. Debería sentirme feliz o al menos eso es lo que me han dicho, que yo entre miles de mujeres, me case con Alastair Crown, el famoso millonario, que revolucionó la era digital, pero detrás de mi matrimonio, de los lujos y las joyas, esto es una mentira. Desde pequeña, yo siempre supe que era diferente y no exactamente porque me sintiera una extraña en mi cuerpo o algo parecido, sino que las personas a mi alrededor me hacían sentir así. Sobre todo mi padre. Mi padre trabajaba como CEO en una empresa de seguros desde que tengo uso de razón y mi madre, bueno, ella era la amada hija de una prominente familia. Ambos se amaban o eso me cuentan ya qué mi madre falleció cuando yo nací y su muerte selló mi destino.Mi padre me rechazo culpandome por la muerte de mi madre, me dejo al cuidado de varias niñeras qué a lo largo de mi vida se hicieron cargo de mi, pero en cuanto a mi familia, estaba sola.
Era nuestro aniversario. Iba de camino a casa, había estado toda la mañana de compras buscando el regalo indicado porque tenía algo que decirle a Alistair. Estaba enamorada de él. El día de la boda, al verlo quedé un tanto fascinada por su atractivo, pero lo que logro qué mi corazón latiera desenfrenadamente fue qué él no me pidió que cumpliera mis obligaciones maritales, era su esposa, claro, pero había decidido respetarme y desde aquel día habíamos empezado a llevarnos bien. Por primera vez en mucho tiempo me sentía bien, me sentía libre y por supuesto enamorada de sus atenciones. Viviendo en casa de mi padre, había vivido angustiada de que él decidiera no pagar mi universidad y me echara a la calle por ser una inútil, pero estado con Alistair, eso ya no era ningún problema para mí, lo tenía todo. Ya qué era un día especial, quería decírselo y quizás tal vez comenzar a tener una relación con él, después de todo estábamos casados y el papel de esposa ya me lo sabía muy bien, así q