Capítulo 2

—Puedes quitar esa cara, por favor—manifestó Alistair mientras me ofrecía su mano para bajar del auto, pero por primera vez desde que nos casamos, lo ignore. Estaba destrozada no solo por la forma en como me había tratado, sino que mi corazón, mis ilusiones, mi amor lo había aplastado como si fuera nada. Baje del otro lado mientras las cámaras apuntaban la inusual escena entre los dos.

Ahora entendía que todas esas atenciones que tenía para mí, en realidad siempre las solía hacer cuando había alguien cerca observándonos o fotografiándonos, pero nunca lo hizo con sinceridad, pero... ¿Por qué? ¿Que tenía esa mujer que yo no tuviera?

Camine hasta llegar al lado de Alistair, quien mantuvo una sonrisa en todo momento a pesar de mi desplante. El muy hipócrita debía seguir fingiendo ante las cámaras mientras este matrimonio durara y por lo que había escuchado, solo tenía que soportarme un año y ese tiempo finalmente había pasado. ¿Qué iba a ser de mí?

Tome el brazo de Alistair quizás por instinto o para dejar de escuchar sus quejas porque sabía que una vez en el interior, tendría que ver a mi padre, quien seguía siendo, a pesar de todo el CEO de la compañía gracias a que me había entregado a su jefe por esposa, pero mi tiempo con él ya había terminado y me pregunte si él también sería despedido una vez que Alistair se deshiciera de mí. Ambos entramos al hotel donde se llevaría a cabo el evento, donde todo el mundo esperaba vernos como siempre, juntos en una mentira que él se había encargado de crear y que incluso yo me había tragado. ¡No podía creerlo!

—Sonríe—murmuro cuando llegamos a las escaleras del salón y todo el mundo comenzó a aplaudirnos o al menos a él porque yo solo era su esposa, ese había sido mi papel y este año había aprendido a jugarlo muy bien.

Intente hacerlo, juro que lo hice, pero después de lo que había visto, luego de sentir que había despertado de una pesadilla, sentía que mi vida ya no tenía exactamente un propósito o sentido para sonreír.

Cuando llegamos al final de las escaleras, mi padre estaba ahí esperándonos como el lamebotas que era y enseguida se puso a su servicio presentándole algunas personas importantes, sobre todo políticos y también algunos inversionistas que estaban interesados en su empresa, así que en cierto momento me soltó del brazo y me ignoro por completo. Claro que esta particular escena ya la había repetido muchas otras veces, aunque yo asumía que se alejaba de mí por qué se trataba de trabajo, no porque yo fuera una carga o una molestia para él, pero ahora sabia la verdad y me dolía mucho saber que le había dado mi corazón y mi amor al hombre equivocado.

Durante la presentación del nuevo sistema de seguridad que la empresa de Alistair iba a comenzar a vender, yo me dedique a beber martini tras martini, yo odiaba el alcohol, pero era una ocasión especial. Nadie lo sabia, pero yo celebraba mi divorcio y quizás qué de nuevo, estaba en riesgo de quedar en la calle sin nada y lo peor de todo es que, a causa de mi matrimonio yo no había podido terminar la universidad, aunque lo único bueno de todo esto es que ya había pagado todos semestres de mi universidad por adelantado, solo eso había hecho por mi el desgraciado, pero a estas alturas no sabia si podría terminarla ya qué para sobrevivir necesitaba ponerme a trabajar porque no pensaba poner un solo pie y mi cara de estúpida en la casa de mi padre.

Entre cada sorbo, levantaba mi copa para celebrar esas noche en que me quedaba despierta para esperar a Alistair, aunque seguramente estaba con esa perra. Los viajes qué duraban semanas a los que seguramente la llevaba y por supuesto, las supuestas cenas de negocios en donde siempre llegaba con un ligero aroma a perfume de mujer, aunque claro, estando completamente idiotizada no me había dado cuenta de que él ya tenía a alguien más y solo para cuidar de su imagen de esposo ante el público y también ante su familia, debía mantenerme feliz e ignorante de lo que eran sus verdaderas intenciones conmigo. Este último año yo solamente había sido un adorno en su casa y pronto sería libre.

Sintiéndome ligeramente mareada me digne a mirar mi entorno, después de todo seguía siendo la esposa del famoso empresario Alistair Crown y seguramente ni él ni mi padre soportarían verme en tal condición. Ebria.

Había muchas personas en el sitio, mujeres y hombres que miraban atentos a mi esposo, quien con una sonrisa cálida, los deslumbraba, pero yo ya no soportaba escuchar su voz, así que decidí salir afuera, al Jardín donde pudiera dejar de pensar en lo que me atormentaba, porque después de todo no podía hacer nada para cambiar mi destino; sin embargo, mientras caminaba no vi mi camino ni quien venía de frente a mi y supongo que yo era así de insignificante qué esa persona, no se percató de mi presencia y termino empujandome.

En mi caída, se me resbaló de la mano el Martíni y la copa choco rápidamente contra el suelo haciéndose pedazos, pero antes de caer sobre los vidrios esparcidos por el suelo, alguien me tomo de la cintura para evitar que terminará cortandome y al volver la mirada para ver quien había sido mi salvador. Me encontré con los ojos más azules qué en mi vida había visto, pero esos ojos no eran exactamente extraños para mi, yo los conocía bastante bien, quizás no en persona, pero si lo había visto en revistas y televisión, aunque la verdad es que yo no había tenido una buena opinión de él gracias a mi esposo, quien lo odiaba con mucha más intensidad de lo que seguramente me odiaba a mi por tener que ser su esposa. El hombre que me sostenía era Edmond Leblanc, el peor enemigo de Alistair.

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