Estaba en mi oficina, una habitación que Alistair había destinado para mi uso personal, al principio de nuestro matrimonio había pensado que aquel obsequio era una forma de decir que estaba interesado en mí, pero después de descubrir sus engaños, me di cuenta de que me la había dado para que no tuviera que verme la cara cuando él estaba en casa.Había pasado un día entero desde mi cita con Edmond Leblanc y nadie se había percatado de ello, al menos en casa Y Alistair hasta el momento no había hecho el más mínimo esfuerzo por buscarme, ni siquiera para solucionar el asunto del divorcio.Estaba sentada leyendo una de las tantas revistas que yo misma había comprado, una revista que tenía un artículo sobre Alistair en la que alguna vez me había parecido atractivo, la había comprado porque durante esa entrevista le habían preguntado sobre nuestro matrimonio y él había respondido tantas cosas sobre mí que me parecieron encantadoras, ahora sabia que todas sus palabras eran mentiras. De pron
Tenía 10 minutos de retraso, pero a pesar de ello no me preocupe. Alistair odiaba que llegáramos tarde a algún evento, así que en esta última ocasión como su esposa no me importo. Llegue con calma al ayuntamiento y todavía me detuve a preguntar cuál era la oficina a la cual debía acudir, ya que el lugar era enorme y claro, había muchas oficinas en las cuales podía perderme y este día era sumamente especial.Al llegar, vi a mi futuro exesposo parado con su abogado frente a la oficina, con los brazos cruzados y con el ceño fruncido, obviamente molesto por retardo, pero al momento de verme llegar, su mirada viajo por todo mi cuerpo. Mi vestido había tenido el efecto que esperaba, aunque cuando su abogado le hablo para preguntarle si yo era la mujer de la que deseaba separarse, la expresión de asombro desapareció de su rostro.—Bonita hora de llegar—me reclamo con cierto sarcasmo y molestia cuando me aproxime a él—¿Y tu abogado?Mire alrededor y por supuesto no vi a Edmond por ningún lado
—¡Hey!—bramó Alistair tomándome por el brazo para detener mi andar y al hacerlo el tirante de mi bolso quedo técnicamente colgando cerca de mi muñeca ante el movimiento tan brusco.De pronto estaba mirando a Alistair mientras Edmond me sostenía de la mano. La escena era inaudita, pero al menos, había logrado causar la impresión que deseaba qué Alistair sintiera.—¿Qué diablos te pasa?—vocifero Edmond al ver que Alistair seguía siendo el mismo imbecil insensible. No le había importado qué su acto me hubiese lastimado el hombro de no tener el suficiente cuidado.—¿A mi? ¿Qué pasa con ustedes dos?—nos miro como si no fuéramos más que basura en su camino—¿De pronto son los mejores amigos?¿O es que acaso te gusta recoger mis migajas?Era obvio que Alistair buscaba provocarlo, pero Edmond y yo no teníamos una relación tan fuerte como para que palabras tan hirientes como esa le efactaran, así que solo soltó una pequeña risa mientras soltaba mi mano para acercarse a Alistair y seguramente él
Me quedé en silencio mientras trataba de formular las palabras correctas ante mi terrible situación y claro, el silencio en el auto era abrumador y que decir de su colonia, la cual estaba encerrada conmigo.Apenas podía concebir qué él y yo estuviéramos en el mismo auto, aunque algunas semanas atrás, cuando estaba idiotizada por Alistair, yo técnicamente maldecida su nombre solo para quedar bien con él.Claro que me sentía sumamente avergonzada de ese pasado, el cual esperaba que él nunca supiera, pero yo sí lo sabía y lo tenía muy en cuenta en ese momento—Tengo un departamento en el cual puedes quedarte hasta que nos casemos—soltó de pronto como si estuviera leyendo mis pensamientos y cuando gire la vista hacia él, claro, instintivamente, me percate de que él mantenía la mirada fija en el camino.—¿Un departamento?— pronuncié sintiéndome, más que nada, aliviada y un tanto desconcertada.—Bueno, si no te molesta quedarte ahí por un tiempo o si lo prefieres puede ir donde gustes siemp
Mi nombre es Adeline Loyd, aunque hoy en día me conocen con el apellido Crown. Adeline Crown. Debería sentirme feliz o al menos eso es lo que me han dicho, que yo entre miles de mujeres, me case con Alastair Crown, el famoso millonario, que revolucionó la era digital, pero detrás de mi matrimonio, de los lujos y las joyas, esto es una mentira. Desde pequeña, yo siempre supe que era diferente y no exactamente porque me sintiera una extraña en mi cuerpo o algo parecido, sino que las personas a mi alrededor me hacían sentir así. Sobre todo mi padre. Mi padre trabajaba como CEO en una empresa de seguros desde que tengo uso de razón y mi madre, bueno, ella era la amada hija de una prominente familia. Ambos se amaban o eso me cuentan ya qué mi madre falleció cuando yo nací y su muerte selló mi destino.Mi padre me rechazo culpandome por la muerte de mi madre, me dejo al cuidado de varias niñeras qué a lo largo de mi vida se hicieron cargo de mi, pero en cuanto a mi familia, estaba sola.
Era nuestro aniversario. Iba de camino a casa, había estado toda la mañana de compras buscando el regalo indicado porque tenía algo que decirle a Alistair. Estaba enamorada de él. El día de la boda, al verlo quedé un tanto fascinada por su atractivo, pero lo que logro qué mi corazón latiera desenfrenadamente fue qué él no me pidió que cumpliera mis obligaciones maritales, era su esposa, claro, pero había decidido respetarme y desde aquel día habíamos empezado a llevarnos bien. Por primera vez en mucho tiempo me sentía bien, me sentía libre y por supuesto enamorada de sus atenciones. Viviendo en casa de mi padre, había vivido angustiada de que él decidiera no pagar mi universidad y me echara a la calle por ser una inútil, pero estado con Alistair, eso ya no era ningún problema para mí, lo tenía todo. Ya qué era un día especial, quería decírselo y quizás tal vez comenzar a tener una relación con él, después de todo estábamos casados y el papel de esposa ya me lo sabía muy bien, así q
—Puedes quitar esa cara, por favor—manifestó Alistair mientras me ofrecía su mano para bajar del auto, pero por primera vez desde que nos casamos, lo ignore. Estaba destrozada no solo por la forma en como me había tratado, sino que mi corazón, mis ilusiones, mi amor lo había aplastado como si fuera nada. Baje del otro lado mientras las cámaras apuntaban la inusual escena entre los dos.Ahora entendía que todas esas atenciones que tenía para mí, en realidad siempre las solía hacer cuando había alguien cerca observándonos o fotografiándonos, pero nunca lo hizo con sinceridad, pero... ¿Por qué? ¿Que tenía esa mujer que yo no tuviera? Camine hasta llegar al lado de Alistair, quien mantuvo una sonrisa en todo momento a pesar de mi desplante. El muy hipócrita debía seguir fingiendo ante las cámaras mientras este matrimonio durara y por lo que había escuchado, solo tenía que soportarme un año y ese tiempo finalmente había pasado. ¿Qué iba a ser de mí?Tome el brazo de Alistair quizás por in
Habían sido las rabietas de mi esposo, por quien yo creía, casi fielmente qué Edmond Leblanc, era quizás, la persona más terrible del mundo, pero después de ver la terrible verdad de Alistair y descubrir qué era un maldito mentiroso, ya no sabía que pensar de él, aunque por la manera en como me miraba y sostenía mi cuerpo, lo primero que pensé fue qué era encantador. Nuestras miradas no se separaron en los siguientes tres segundos, quizás porque yo seguía preguntándome qué clase de hombre era él y porque Alistair lo odiaba tanto. —Disculpa, no te vi—dijo con una voz profunda y varonil, una voz qué iba acorde con su cuerpo, alto y por lo poco que dejaba ver su traje, musculoso. Estuve a poco de suspirar, pero me contuve porque recordé que estábamos en un lugar público. —Yo tampoco te vi, disculpa—me atreví a decir sintiéndome como una adolescente, nerviosa y sin saber qué decir o hacer en un caso así porque se suponía qué por ser la persona que Alistair más odiaba, yo también debía