—Haz tu pregunta— lo incité, pero no sin antes mirar de reojo a nuestro alrededor solo para cerciorarme de que no había oídos chismosos atentos a nuestra conversación.
—¿Cómo fue que terminaste casada con un tipo como él?—cuestiono y vi que en sus labios se formaba una sutil sonrisa, de hecho, me pareció genuinamente interesado en saberlo, tal vez por todas las pistas que le había dado sobre el estado de nuestro matrimonio. —Con lo que he dicho sobre él. ¿Crees que estaría a su lado por voluntad?— dije sin dar muchos detalles, esperando que mi respuesta fuera suficiente para que entendiera el trasfondo que había entre los dos— podría explicártelo, pero supongo que no lo entenderías. Me di la vuelta dispuesta a irme, pero él me tomó de la mano con una sutil gentileza que le hizo girar de la impresión. —Lo entiendo, pero la verdadera pregunta es ¿Por qué lo has tolerado? —Porque no tengo a donde ir—me sincere y aparte mi mano de la suya, el taco de su piel contra la mía fue un duro golpe contra alguien que no había tenido ningún contacto con un hombre en mucho tiempo, así que mi corazón se agitó de sobre manera. —Déjalo—dijo mientras caminaba de vuelta a la fiesta—acepta el divorcio y conviértete en mi esposa. Sus palabras me hicieron ruborizar y al mismo tiempo, me sentí extraña ante las tonterías que acaba de decir, era claro que no le iba a creer porque ¿De qué le serviría tenerme? No respondí, pero lo que sí hice fue huir de ahí y caminar lo más pronto posible al interior del evento para perderme entre la gente, esperando no tener que encontrármelo de nuevo, porque cabía la posibilidad de que pudiera caer en esa tentación. —¿Qué diablos haces?— alguien oprimió mi mano con fuerza y me jalo. Al momento de ver de quién se trataba, vi a mi madrastra dirigirme la peor mirada que jamás había visto en mi vida desde que la conocía. Verla por supuesto me sorprendió porque ella rara vez se presentaba en ese tipo de eventos a no ser que así lo requiera Alistair, pero en esas pocas ocasiones, al menos mi esposo me lo había avisado con días de anticipación, quizás para saber como debía tratarla porque ambos sabíamos que mi madrastra no era una mujer que se pudiera tratar como una persona civilizada, de hecho, había sido ella quien técnicamente había conseguido que mi padre conservara su empleo gracias a que me había ofrecido como esposa, así que algo malo debía estar ocurriendo para que ella estuviera ahí. Me arrastro entre la gente hasta llegar a un lugar más privado, justo la zona donde los empleados del lugar, guardaban los abrigos de la gente que se había presentado al evento. —¿Qué sucede?— exprese al ver a mi padre cruzado de brazos en ese sitio, aguardando, quizás, a que yo llegara y claro que al escucharme, su rostro palideció y mostró una expresión sería y algo desconcertante. —Tenemos que hablar—dijo con voz seria, pero al mismo tiempo un tanto preocupante. —¿Por qué diablos no nos dijiste que ese tipo planeaba divorciarte de ti?—reclamo Kassandra con desdén y entonces, al verlos reunidos ahí a los dos, supe que Alistair seguramente ya les habría comunicado su deseo de separarse de mí, quizás para que se abstuvieran a las consecuencias de lo que había hecho esta misma tarde, pero no me arrepentía de nada, es más, estaba aliviada de que todo esto terminara porque quizás, de seguir en mi estúpida nube de amor, habría terminado humillándome a mí misma, rogándole que no me dejara y no exactamente porque sin él, quedaría técnicamente en la ruina, sino porque estaba enamorada de él. —No lo sabía— mentí o al menos dije una media mentira porque hasta el momento lo que sabía sobre mi divorcio había sido únicamente porque Alistair se lo había dicho a su amante, no a mí. —Ese imbecil ya le dio un ultimatum a tu padre para que renuncie o de lo contrario va a despedirlo sin ningún tipo de remuneración—detallo Kassandra como si yo pudiera hacer algo para poder ayudarlo. —¿Porqué me están diciendo esto a mi?—proteste—¿Creen que yo tengo algún tipo de influencia sobre él cuando fueron ustedes los que me obligaron a hacer este teatro? —Mira niña, no me faltes el respeto... —¡Kassandra!—levanto la voz mi padre por primera vez hacia su muy amada mujer—¡Aquí no! Qué no ves que este no es el lugar para tratar este asunto. —Bien—replicó ella cruzando se de brazos—salgamos ahora y vayamos a casa a discutir este asunto como familia. —¡Yo no voy a ir a ninguna parte con ustedes! —les advertí dando un paso hacia atrás lejos de ellos—ya lo hicieron una vez y no pienso volver a caer en su juego para que vuelvan a manipularme porque no pienso rogarle a ese hombre solo para que mi padre conserve su empleo. —Si no lo haces... —¿Si no hace que?—escuche la voz de Alistair detrás de mi y por primera vez sentí miedo de que él hubiera escuchado nuestra conversación. Liego de ver su verdadera actitud y que era un maldito mentiroso y caprichoso, prefería no tenerlo cerca de mi Kassandra se quedo callada y cuando ninguno de los dos se atrevió a decir algo, fui yo quien rompió el silencio entre nosotros. —Quiero irme, me siento cansada—me excuse e incluso estaba pensando que de rehusar se, aun así me iría, porque no tolerará otro minuto rodeada de gente que solo quería aprovecharse de mi. —Iré contigo, hay cosas que tengo que discutir—manifestó y al ver lo rápido qué pretendía deshacerse de mi, asentí con la cabeza viendo que no tenia exactamente otra alternativa Caminé sin importarme qué Alistair tuviese qué detenerse para despedirse de alguien, creí que al final de cuenta, nos veríamos en el auto y yo tendría tiempo para pensar que podria hacer de mi vida, una vez que me revelará sus planes, pero mientras caminaba hacia el ascensor, me encontré con esa mirada qué me había hecho suspirar hacia una minutos atrás.Dude si debía entrar o no al ascensor con él, no exactamente por la rivalidad qué Edmond tenía con Alistar, sino por la extraña e inusual propuesta qué me había hecho en el jardín.Mire de reojo hacia atrás, quizás lo hice instintivamente, creyendo qué tal vez podría irme, por otro lado, pero en ese momento vi a Alistar caminar en mi dirección y claro que yo aún no estaba preparada para escucharlo hablar, así que sin dudarlo dos veces, entre junto a Edmond Leblanc mientras veía como Alistair acostaba la distancia qué había entre los dos.—¿¡Qué diablos te sucede!?—bramó sin percatarse de la presencia de su antiguo enemigo y cuando lo hizo ya era muy tarde para arrepentirse de sus palabras—¿Edmond? ¿Tú que haces aquí?Se ajustó su traje y aparento qué las palabras llenas de desdén qué me había dirigido había sido tan solo una ilusión.—¿Así que aún no dejas las malas costumbres, Crown?—era obvio que por el tono qué Edmond había transmitido, se estaba burlando del infantil y caprichoso
No tenía nada que perder, así que tome la tarjeta y llame al número que el mismo Edmond Leblanc me había proporcionado, espere dos tonos diciéndome a mí misma que si al tercero no respondía, ya no insistiría en ello y continuaría con mi vida, pero... ¡Oh sorpresa!—Leblanc—respondió con un tono de voz singular que me hizo cerrar los ojos por un momento para tratar de guardar la calma porque por un momento estuvo a poco mojarme las bragas.—¿Qué tal?— intenté sonar casual, aunque claramente estaba muy nerviosa por hablar de nuevo con él en tan poco tiempo, pero quizás lo que me apenaba era que, al hablar, mi voz sonaba un tanto ebria—¿Te acuerdas de mí?No respondió, al menos no los primeros segundos, luego escuche una especie de gemido.—¿Debería?—expreso, esta vez con un tono un tanto serio y quizás hasta severo, seguramente no hablaba con muchas mujeres, pero había sido muy astuto al hablar conmigo antes.Solté un suspiro un tanto hastiada de esta situación, en primer lugar porque
Edmond me había enviado la ubicación, el día y la hora donde debíamos vernos. Me había arreglado, no más de lo normal para que nadie sospechara de mí, es decir, luego de estar encerrada varios días bebiendo y sin ocuparme de mi higiene personal, seguro alguien se haría preguntas del porqué, de la noche a la mañana, mi tristeza y mi mal humor habían desaparecido y en vez de ello, me sentía motivada y sobre todo, con mucha energía.Había tomado un taxi para que Alistair no supiera de mis movimientos, así fue como llegue a un lujoso club campestre fuera de la ciudad. Aquel lugar no era precisamente un sitio común donde cualquier mortal podía llegar y pagar una membresía, sino que se trataba de un sitio donde los miembros podían acceder únicamente por invitación. Edmond había sido bastante inteligente al invitarme justo en ese lugar, ya que por ser él, miembro del club, Alistair, no había podido entrar.Aún recordaba las palabras de Alistair cuando alguien le mencionaba este sitio. Casi l
—Espero que no te ofendas, solo estoy tratando de protegerme, por si hace falta—menciono y entonces comprendí a lo que se estaba refiriendo. Al igual que yo aún desconfiaba de él, Edmond Leblanc tampoco confiaba plenamente en mí, así que solo estaba asegurándose de que después de nuestro supuesto matrimonio no fuese a aprovecharme de la situación y quizás exigirle una buena pensión monetaria.—En lo absoluto—me animé a decir para hacerle saber que bien podía hacerme una entrevista como si este fuese un trabajo al que estuviera aplicando porque lo único que buscaba de Edmond Leblanc era mi ansiada venganza—solo dime donde debo firmar.Edmond frunció un poco el ceño, quizás porque no esperaba mi respuesta sin siquiera leer lo que estaba frente a mí.—Entiendo que no te importe el asunto legal, pero quiero dejar las cosas en claro, además, hay una recompensa para ti cuando todo esto termine— dijo con una amplia sonrisa y por supuesto sus palabras me dejaron atónita.—¿Cómo que una recomp
Estaba en mi oficina, una habitación que Alistair había destinado para mi uso personal, al principio de nuestro matrimonio había pensado que aquel obsequio era una forma de decir que estaba interesado en mí, pero después de descubrir sus engaños, me di cuenta de que me la había dado para que no tuviera que verme la cara cuando él estaba en casa.Había pasado un día entero desde mi cita con Edmond Leblanc y nadie se había percatado de ello, al menos en casa Y Alistair hasta el momento no había hecho el más mínimo esfuerzo por buscarme, ni siquiera para solucionar el asunto del divorcio.Estaba sentada leyendo una de las tantas revistas que yo misma había comprado, una revista que tenía un artículo sobre Alistair en la que alguna vez me había parecido atractivo, la había comprado porque durante esa entrevista le habían preguntado sobre nuestro matrimonio y él había respondido tantas cosas sobre mí que me parecieron encantadoras, ahora sabia que todas sus palabras eran mentiras. De pron
Tenía 10 minutos de retraso, pero a pesar de ello no me preocupe. Alistair odiaba que llegáramos tarde a algún evento, así que en esta última ocasión como su esposa no me importo. Llegue con calma al ayuntamiento y todavía me detuve a preguntar cuál era la oficina a la cual debía acudir, ya que el lugar era enorme y claro, había muchas oficinas en las cuales podía perderme y este día era sumamente especial.Al llegar, vi a mi futuro exesposo parado con su abogado frente a la oficina, con los brazos cruzados y con el ceño fruncido, obviamente molesto por retardo, pero al momento de verme llegar, su mirada viajo por todo mi cuerpo. Mi vestido había tenido el efecto que esperaba, aunque cuando su abogado le hablo para preguntarle si yo era la mujer de la que deseaba separarse, la expresión de asombro desapareció de su rostro.—Bonita hora de llegar—me reclamo con cierto sarcasmo y molestia cuando me aproxime a él—¿Y tu abogado?Mire alrededor y por supuesto no vi a Edmond por ningún lado
—¡Hey!—bramó Alistair tomándome por el brazo para detener mi andar y al hacerlo el tirante de mi bolso quedo técnicamente colgando cerca de mi muñeca ante el movimiento tan brusco.De pronto estaba mirando a Alistair mientras Edmond me sostenía de la mano. La escena era inaudita, pero al menos, había logrado causar la impresión que deseaba qué Alistair sintiera.—¿Qué diablos te pasa?—vocifero Edmond al ver que Alistair seguía siendo el mismo imbecil insensible. No le había importado qué su acto me hubiese lastimado el hombro de no tener el suficiente cuidado.—¿A mi? ¿Qué pasa con ustedes dos?—nos miro como si no fuéramos más que basura en su camino—¿De pronto son los mejores amigos?¿O es que acaso te gusta recoger mis migajas?Era obvio que Alistair buscaba provocarlo, pero Edmond y yo no teníamos una relación tan fuerte como para que palabras tan hirientes como esa le efactaran, así que solo soltó una pequeña risa mientras soltaba mi mano para acercarse a Alistair y seguramente él
Me quedé en silencio mientras trataba de formular las palabras correctas ante mi terrible situación y claro, el silencio en el auto era abrumador y que decir de su colonia, la cual estaba encerrada conmigo.Apenas podía concebir qué él y yo estuviéramos en el mismo auto, aunque algunas semanas atrás, cuando estaba idiotizada por Alistair, yo técnicamente maldecida su nombre solo para quedar bien con él.Claro que me sentía sumamente avergonzada de ese pasado, el cual esperaba que él nunca supiera, pero yo sí lo sabía y lo tenía muy en cuenta en ese momento—Tengo un departamento en el cual puedes quedarte hasta que nos casemos—soltó de pronto como si estuviera leyendo mis pensamientos y cuando gire la vista hacia él, claro, instintivamente, me percate de que él mantenía la mirada fija en el camino.—¿Un departamento?— pronuncié sintiéndome, más que nada, aliviada y un tanto desconcertada.—Bueno, si no te molesta quedarte ahí por un tiempo o si lo prefieres puede ir donde gustes siemp