Capítulo XXXIV

La noche que Stavros se quedó a dormir en el apartamento fue todo un éxito. Disfrutó viendo todos los artilugios electrónicos que tenía Stavros, cenó bien y, cuando Marisa le dijo que era hora de acostarse, no protestó.

-¿Sin problemas? -preguntó Leonidas cuando Marisa volvió a sentarse junto a él en el sofá.

-Ninguno.

-Es obvio que tu sobrino te adora.

-Y yo a él -respondió Marisa mientras se recostaba contra Stavros.

El día que descubrió que Leonidas era el hermano de Cris había sido uno de los peores de su vida. Sin embargo, en aquellos momentos no quería ni imaginar pasar un día sin él.

-Mi madre nos ha invitado a comer mañana.

Marisa imaginó una nueva sesión de enfrentamiento con las matriarcas Kantis y miró a Stavros, que aguardaba su respuesta, expectante.

-Será pan comido -dijo con una sonrisa.

Y, para su sorpresa, así fue. Sofía se mostró muy cariñosa con ella, e incluso Milena logró contenerse durante la comida.

No surgió el tema del matrimonio ni se mencionó la boda. Sin du
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