Capítulo XXX

Sin embargo, el hecho de trasladarse al apartamento de Leonidas suponía toda una declaración. Tómate las cosas con calma, se dijo al sentir cómo se aceleraban los latidos de su corazón. El hecho de que se fuera a vivir con él no significaba que fueran a casarse. Sería libre para irse cuando quisiera.

-¿Necesitas ayuda?

Marisa se volvió con una sonrisa hacia su hermana.

-Ya he terminado. He dejado algunas cosas en el armario y en el tocador.

-Este siempre será tu cuarto -dijo Alice, y Marisa la abrazó.

-Eres la mejor de las hermanas.

-Lo mismo digo.

-Te llamaré mañana por la tarde -Marisa sonrió traviesamente al añadir-: Así podrás ponerme al tanto de lo que ha pasado con Craig.

-Sí, claro. ¿Acaso crees que va a pasar repentinamente de ser mi jefe a mi mejor amigo?

-No lo subestimes.

Salieron del cuarto cada una con una bolsa y Leonidas se hizo cargo de ambas cuando entraron al cuarto de estar.

Había sido un día estupendo y así se lo hizo saber Marisa a Alice cuando ésta los acompañó a
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