Capítulo XXXIII

Marisa se quedó perpleja. ¿Un guardaespaldas?

-Me contrató Leonidas Kantis -aclaró el hombre.

En aquel momento, llegó Stavros, que detuvo su Mercedes junto al todoterreno.

-Oficiales, Jake -dijo a modo de saludo. Luego tomó la mano de Marisa y se la llevó a los labios-. Marisa .

-La señorita Lannier acaba de llegar -dijo el guardaespaldas.

-¿Te importaría explicarme por qué necesito un guardaespaldas? -preguntó Marisa .

Leonidas la miró un momento y luego se volvió hacia los oficiales.

-¿Hace falta que nos quedemos?

-Necesitaremos una declaración suya mañana, pero de momento pueden irse.

-¿Te importa hacerte cargo del todoterreno, Jake?

-Ya he avisado al taller.

-Gracias.

Leonidas condujo a Marisa hasta su coche y la ayudó a entrar. Luego ocupó su asiento tras el volante.

-Más vale que empieces a darme algunas respuestas -dijo ella con el ceño fruncido.

-Estoy seguro de que eres lo suficientemente lista como para haber sacado tus propias conclusiones. Sospechábamos que Angelie había
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