La noche que Stavros se quedó a dormir en el apartamento fue todo un éxito. Disfrutó viendo todos los artilugios electrónicos que tenía Stavros, cenó bien y, cuando Marisa le dijo que era hora de acostarse, no protestó.-¿Sin problemas? -preguntó Leonidas cuando Marisa volvió a sentarse junto a él en el sofá.-Ninguno.-Es obvio que tu sobrino te adora.-Y yo a él -respondió Marisa mientras se recostaba contra Stavros.El día que descubrió que Leonidas era el hermano de Cris había sido uno de los peores de su vida. Sin embargo, en aquellos momentos no quería ni imaginar pasar un día sin él.-Mi madre nos ha invitado a comer mañana.Marisa imaginó una nueva sesión de enfrentamiento con las matriarcas Kantis y miró a Stavros, que aguardaba su respuesta, expectante.-Será pan comido -dijo con una sonrisa.Y, para su sorpresa, así fue. Sofía se mostró muy cariñosa con ella, e incluso Milena logró contenerse durante la comida.No surgió el tema del matrimonio ni se mencionó la boda. Sin du
La tarde fue muy ajetreada. Marisa hizo algunas llamadas, convenció sin dificultad a su hermana para que le echara una mano y pidió salir una hora antes del trabajo.Alice la estaba esperando cuando llegó al apartamento.-Tú ve a ducharte -dijo Alice en cuanto entraron-. Yo me ocupo de la mesa y de calentar la comida.Media hora más tarde, Marisa salió del baño maquillada, peinada y vestida con unos elegantes pantalones negros y una blusa de tirantes de seda.-Estás guapísima -dijo Alice-. Yo ya he acabado y será mejor que me vaya cuanto antes.-Gracias, hermanita -Marisa le dio un sonoro beso-. No lo habría logrado sin ti.Tenía cinco o diez minutos antes de que llegara Stavros. Un rápido vistazo a la mesa en el comedor le reveló que todo estaba en su sitio, incluyendo las velas de la mesa.Cuando oyó el sonido de la llave en la cerradura, respiró profundamente para calmar sus nervios.En cuanto entró, Leonidas se encaminó hacia ella, la rodeó con los brazos por la cintura y la besó
¡Marisa!Una mujer delgada y casi idéntica a Marisa avanzó hacia ella en cuanto salió de la Terminal del aeropuerto de Sydney, y un instante después la abrazaba con entusiasmo.¡Hey! -protestó Marisa con una sonrisa-. Sólo hace cinco meses que no nos vemos.Las dos hermanas eran amigas incondicionales desde muy pequeñas y la muerte de sus padres diez años atrás había reforzado su unión. No existía ni nunca había existido rivalidad entre ellas, y ambas estaban seguras de que nunca la habría.Ambas de poca estatura, pelo castaño claro y ojos marrones oscuros, su parecido era tal, que a veces las tomaban por gemelas.Sin embargo Alice era la mayor de las dos, estaba divorciada y tenía un hijo.Marisa tomó a su hermana por el brazo.Salgamos de aquí.Tras recoger el equipaje se sumaron al intenso tráfico de la ciudad en el coche de Alice.Era magnífico estar de vuelta en el hogar, pensó Marisa , aunque lo cierto era que ella no tenía un hogar como tal. Durante los años anteriores había vi
Alice se inclinó hacia delante en la mesa y apoyó una mano sobre la de su hermana.¿Qué pasó?La evidente preocupación de Alice casi hizo llorar a Marisa, que vivía hacía unas semanas en una especie de montaña rusa emocional. Un minuto estaba bien y al siguiente se desmoronaba.Supongo que el responsable será guapísimo, ¿no? -añadió Alice con una sonrisa traviesa. Sobre todo teniendo en cuenta que ha logrado persuadirte para que dejes atrás tus convicciones respecto a las relaciones sexuales antes del matrimonio.Su imagen surgió de pronto en la mente de Marisa, haciéndole recordar la excitación, el éxtasis que había compartido con él... y su afán por volver a experimentarlo una y otra vez. Había sido una alumna totalmente dispuesta.Es increíble -dijo, consciente del rubor que cubrió sus mejillas.Alice la miró con curiosidad.A pesar de que hablamos casi todas las semanas, no me habías dicho que estabas saliendo con alguien.No estoy saliendo con nadie.Alice entrecerró los ojos.Si
Cuando miro a Stavros, sé que mi vida no valdría nada sin él -dijo Alice-. Es mi luz, mi risa, mi alegría. Supongo que debería reconocer que emocionalmente sería más fácil compartir la responsabilidad con un compañero, pero si lo que quieres es que te confirme que una madre sola puede salir adelante, te lo confirmo sin dudarlo.Lo sé.Alice tomó las manos de su hermana entre las suyas.Estoy segura de que, tomes la decisión que tomes, será la correcta.¿Para mí o para el bebé?, se preguntó Marisa. Aquello era algo que la había mantenido en vela varias noches. Sabía que debía tomar una decisión... y pronto.Si te estás planteando llevar adelante el embarazo, podrías venir a vivir conmigo y seguir con tus estudios en una universidad de por aquí.Los ojos de Marisa se llenaron de lágrimas. El amor incondicional de su hermana no tenía precio.Gracias.¿Pero...?Si elijo seguir adelante, la responsabilidad será sólo mía.Suponía que dirías algo así -Alice tomó distraídamente un poco de té
Eso es exactamente lo que he contado en casa.Bien.Te adorarán. ¿Cómo no iban a hacerlo?Marisa sonrió con esfuerzo. Le habría encantado que Cris la llevara de vuelta a casa de su hermana en aquel mismo momento, pero se contuvo. Aunque le diera pereza el esfuerzo que suponía relacionarse socialmente, Cris era amigo suyo y no quería decepcionarlo.El barrio en que estaba la casa de Cris era uno de los más elegantes y refinados de la ciudad, y la casa ante la que detuvo el coche más habría podido considerarse una mansión que una casa. Para redondear la imagen, el último y opulento modelo creado por Mercedes se hallaba aparcado a la entrada.-Estás impresionada - dijo Cris. Fue más una afirmación que una pregunta.-¿Debería estarlo?La expresión de Cris se volvió impenetrable.-Son sólo cosas. Posesiones materiales que han pasado de una generación a otra como manifestación visual de éxito empresarial.-Algo que odias.-No. Simplemente prefiero no aferrarme a los faldones de la familia -
MlA hizo un esfuerzo sobrehumano por calmarse y conservar la compostura.Leonidas -murmuró.Leonidas era un hombre de unos treinta y cinco años de apariencia sofisticada y con aspecto de estar acostumbrado a todo tipo de sutilezas sociales.Sin embargo, Marisa había captado un destello del hombre que había tras aquella fachada... alguien que había destruido sus elaboradas defensas con una facilidad inusitada. Y lo peor era que ella le había permitido que lo hiciera.De manera que se llamaba Marisa , pensó Stavros. Era la mujer que había logrado obsesionarlo como no lo había hecho ninguna otra. Haber disfrutado de ella aquella inolvidable noche lo había vuelto loco de anhelo.¿Tendría idea de cómo se sintió al despertar y descubrir que ya no estaba a su lado?¿O de sus inútiles esfuerzos posteriores por tratar de localizarla?Había ocasiones en que se preguntaba si lo habría soñado todo, pero lo cierto era que recordaba con detalle su aroma, la delicadeza de su piel bajo sus manos bajo
Marisa habría abofeteado a Leonidas si éste no hubiera ido conduciendo.Hay una parada de taxis en Double Bay. Puedes dejarme ahí.Leonidas apretó el volante con más fuerza de la necesaria. Algo primario se agitó en su interior al pensar que había sido el primer amante de Marisa . Reprimió el deseo que surgió de inmediato. Ya no era un adolescente incapaz de controlarse. Pero aquella mujer tenía la capacidad de poner a prueba su control, cosa que lo irritaba. Los recuerdos que tenía de ella le habían impedido dormir bien muchas noches y lo habían estropeado para cualquier otra mujer con la que pudiera haberse acostado. Y había varias entre las que podía elegir.Pero el recuerdo de Marisa le había impedido disfrutar de ellas.Te llevaré a casa cuando hayamos hablado.No tenemos nada de que hablar.Leonidas se volvió hacia ella.Claro que tenemos cosas de que hablar.¿Sueles insistir en diseccionar lo sucedido con todas las mujeres con que te acuestas?El semáforo cambió y Leonidas pis