Luego de cinco años de casada, viviendo un difícil matrimonio, Ofelia Burgos conoce a Rodrigo Santos. Un hombre, que no sólo despierta en ella, una atracción inesperada, sino que la hace caer en el juego de la infidelidad y el placer. A pesar de que en un principio, su relación se ve amenazada por los prejuicios sociales y los severos juzgamientos familiares, la desmedida pasión que Ofelia y Rodrigo sienten, es tan fuerte que los lleva a traspasar los límites y enfrentar cualquier adversidad sólo para lograr estar juntos. Mas, detrás de los bastidores de este intenso romance, Ofelia guarda un doloroso secreto que amenaza con destruirlo todo: nunca podrá convertirse en madre, una realidad que podría destrozar el sueño de Rodrigo de tener hijos propios. ¿Podrá Rodrigo aceptar a Ofelia y el amor que comparten, incluso si eso significa renunciar a su anhelo de ser padre? ¿Podrá Ofelia sacrificar el profundo amor que siente por Rodrigo y dejarlo ir de su lado?
Leer másPOV Rodrigo Entro a mi habitación luego de acompañar a mi madre hasta su recámara y de darle instrucciones a la empleada de servicio para que se ocupe en atender a Amanda y facilitarle todo lo que ella esté necesitando. —Lleve el equipaje a la habitación de huéspedes y si necesita algo, por favor ocúpate de servirle, Carmen. —Sí, señor. Como usted ordene. Imagino su cara de asombro cuando Carmen la llevó hasta la habitación de huéspedes. Quizás Amanda pensó que se quedaría conmigo, en mi habitación, como otras tantas veces. Pero lamentablemente esta vez se equivocó. Espero que con eso haya entendido que lo nuestro no va más. Quizás piensen que soy frío y cruel, pero sólo yo sé lo que yo viví junto a ella. Tres años atrás…Cuando conocí a Amanda, yo me encontraba en uno de los momentos más importantes de mi vida: estaba siendo evaluado por el director de uno de los institutos gastronómicos más renombrados de España, la Academia Gourmet, y de esa evaluación dependía mi cert
Durante mi adolescencia nunca tuve inconvenientes con mi período; no sólo tuve mi primera menstruación a los doce años, sino que jamás tuve excesivos sangrados o sentí dolores de vientre. No. Podría decir que todo estaba bien dentro de mí. Fue por ello, que la mañana que Felipe me pidió ir al médico luego de insistirle para “hacerme” un chequeo ginecológico, decidió llevarme a una lujosa clínica; la misma donde su ex esposa tuvo a sus dos hijos. Esa mañana, luego de desayunar, salimos en su coche rumbo a la clínica. Sin aparecer en la lista de espera, entramos directamente al consultorio del Dr Canales. ¡Es Felipe Robles y siempre consigue lo que desea! ¿no?. Entramos al consultorio del amable y agradable doctor. —Puedes ir a cambiarte, mi amor. —Me sugirió Felipe, yo me encargo de darle la información al doctor. —dijo y me dio un guiño. Yo asentí y le obedecí. El control que Felipe tenía sobre mí, era tal, que en algún momento llegué a creer –lo juro– que todo lo hacía por mi
Dicen que el perfil de un narcisista suele ser bastante evidente. ¿Pero evidente para quien? Me pregunto. Cuando conocí a Felipe, era el hombre perfecto, no veía en él defecto alguno. Era un hombre atento, cariñoso, gracioso y sensual, muy sensual. Sin embargo, como les he comentado, de un tiempo para acá, él es otro. Si fuese parte del grupo que apoya las teorías de la conspiración, creería que un extraterrestre se ha disfrazado de Felipe.Levantó el rostro lentamente para verlo. Él me muestra una sonrisa leve acompañada de una mirada que desde mi perspectiva, parece tierna. —Siento lo que ocurrió hoy, mi amor —dice y me obsequia un hermoso ramo de rosas amarillas, en señal de disculpas. En ese momento, no sé cómo reaccionar, ni que decirle. Sigo confundida sobre lo que debo hacer ante aquel supuesto acto de arrepentimiento de mi marido. —¿Me disculpas? —dice acercándose a mí, poniendo en mis manos el ramo de rosas. Como es de esperarse, asiento y lo tomo de forma inconsci
POV Ofelia Abro los ojos, miro todo a mi alrededor, estoy sola en mi habitación. Debí quedarme dormida luego de…Me incorporo lentamente en la cama, todo mi cuerpo duele, duele de tristeza, de indignación, de vergüenza. Veo hacia el reloj despertador, son poco más de las nueves. ¿Cuándo acabará este día? Todo parece ralentizado, como si las cosas estuviesen ocurriendo en cámara lenta y el tiempo no transcurriese. Me pregunto a dónde estará metido Felipe. Mas, mi pregunta no se debe a que realmente me importe que no esté en casa, no. Sólo me preocupa pensar que puede entrar a la habitación con intenciones de lastimarme nuevamente. Con lentitud y adolorida, me levanto de la cama, dejando todo hecho un desastre. Me dirijo al baño, necesito quitarme de encima sus besos lascivos, sus caricias soeces, sus fluidos. Entro a la bañera, enciendo el hidromasaje para relajar mis músculos mientras con la esponja limpio mi cuerpo como quien limpia a un animal herido; siento que mi piel que
En el momento en que me dispongo a regresar al salón principal y hablar con la amiga de Ofelia, veo a Amanda saliendo hasta el estacionamiento y dirigiéndose hacia mi coche. En un movimiento impulsivo dejo la cartera de Ofelia debajo del asiento.—Vine a buscarte, Aline desea verte —Se adelanta a decirme antes de que la interrogue sobre su asedio.—Sí, ya iba de regreso —Le respondo y cierro la puerta trasera del vehículo.—¿Te sucede algo? —cuestiona— Te veo como ansioso desde que llegué.—Un poco preocupado, tengo que ocuparme de todas las cosas de mi abuelo. —contesto un tanto evasivo.—Sé que podrás hacerlo, Rodrigo —Se aproxima y me rodea con sus brazos por segunda vez. Con suavidad pero a la vez con firmeza retiro sus brazos de encima de mis hombros. Realmente me incomodaba su afán de demostrarme afecto.—Gracias Amanda. Pero no quisiera confusiones entre nosotros. —afirmo— Creo que todo quedó claro en nuestra última conversación.—Rodrigo sólo estoy siendo comprensiva contigo.
POV Rodrigo Entramos al salón principal. Amanda se acerca a mi madre, quien al verla se quiebra nuevamente. —Mandy viniste, hija —Mi madre intenta ponerse de pie para recibirla. —No tienes que levantarte Aline. —dice en tono afable colocando su mano en el hombro de mi madre. Luego toma asiento y la rodea con sus brazos.— Estoy aquí para apoyarte en lo que necesites —comenta y luego levanta el rostro mirándome como si esperase algún gesto de aprobación. Mi madre frota y cubre con sus manos la suya. Amanda y ella, siempre se la han llevado muy bien. Si hubiese seguido con mi sueño de casarme con Amanda, ambas estarían postuladas a un gran premio, y de seguro terminarían siendo las ganadoras de un record Guiness como nuera y suegra del año. Es por ello, que sé que si me ausento por algunos minutos, mi madre estará encantada de disfrutar de su compañía. —Ya regreso madre, debo darle algunas instrucciones al administrador. —Hijo deberías quedarte con Mandy, sería descortés de
—Suéltame, Felipe. —grito adolorida por aquel segundo tirón. Su mirada oscura provoca escalofríos en mi cuerpo.De forma violenta, me suelta del cabello, luego me sujeta del brazo obligándome a salir de la tina.—Sal de allí. —Me ordena.Obedezco más por verme obligada que por voluntad propia, mi cuerpo destila agua. Él me mira de forma extraña, como si buscase algo diferente en mí, luego sonríe de forma malévola.—Nadie más se interesaría en ti —esgrime.— Eres tan simple y aburrida que aún no entiendo porque me casé contigo.—Ya por favor, deja de herirme de esa manera —Le ruego con voz ahogada mientras, cubro mis pechos con mi antebrazo.—No me das órdenes, zorra. —Me sujeta por ambos brazos y me sacude con fuerza.— Puedo hacer contigo lo que me dé la gana.Me saca a empujones del baño, llevándome de regreso hasta la habitación. En un movimiento brusco me lanza sobre la cama, se arroja sobre mí y comienza a besarme a la fuerza. El olor a alcohol que expide y transpira, es nauseabund
POV OfeliaNo puede ser cierto lo que estoy viendo. ¡Se está besando con otra mujer acabando de hacerlo conmigo! No sé que me enoja más, si el hecho de que esté con otra o que me haya dejado con las ganas.¡Es un vil traidor, y yo con mis bragas húmedas!El rostro de Paola de asombro y su mirada compasiva al ver mi desconcierto, me llevan a ver la realidad en la que estoy. En ese momento, él ingresa con la pelirrubia al salón principal mientras, yo me recuesto ligeramente de la pared. —¿Estás bien? —Me pregunta. —Me duele un poco el pie. —Me excuso.— ¿Podrías pedirme un uber? —¿Te irás? —cuestiona. —Sí, debo descansar. —Vale, ya te pido un taxi. —dice, hurgando dentro de su cartera, saca el móvil y continúa revisando en su interior. —¿Qué buscas? —Le pregunto. —Las llaves del apartamento. —contesta, sacando el manojo de llaves y sacudiéndolas — Las he encontrado. —No es necesario, Pao. —suspiro— Creo que es mejor que regrese a casa. —Pero no me habías dicho que
Sus ojos claros, color ámbar me miran fijamente, mientras la ayudo a incorporarse con suavidad. Ella se sostiene de mis hombros hasta que su cuerpo se empareja con el mío. Una especie de campo magnético nos rodea, como si quisiéramos quedarnos así el resto del tiempo, de nuestras vidas. Repentinamente, ella aparta mis manos de su cintura con repulsión y su mirada cambia, de cálida a fría. —¡Suéltame! —Me ordena y puedo sentir en el tono de su voz una abrumadora firmeza. —Sólo quería ayudarte a levantarte. —argumento. —Llevas varias horas, desde que nos conocimos, siendo un accidente en mi vida. Por tu culpa, tengo mi pie lastimado y ahora me lanzas al piso sólo porque se te antojó entrar al baño de damas. —increpa. Escuchar aquellas palabras saliendo de sus labios, me hacen enojar. Si algo no soporto son las injusticias, y ella lo estaba siendo en ese momento. —No pienso permitir que me hables de ese modo —digo apartándome de forma abrupta, ella me observa con sus grandes