Luego de cinco años de casada, viviendo un difícil matrimonio, Ofelia Burgos conoce a Rodrigo Santos. Un hombre, que no sólo despierta en ella, una atracción inesperada, sino que la hace caer en el juego de la infidelidad y el placer. A pesar de que en un principio, su relación se ve amenazada por los prejuicios sociales y los severos juzgamientos familiares, la desmedida pasión que Ofelia y Rodrigo sienten, es tan fuerte que los lleva a traspasar los límites y enfrentar cualquier adversidad sólo para lograr estar juntos. Mas, detrás de los bastidores de este intenso romance, Ofelia guarda un doloroso secreto que amenaza con destruirlo todo: nunca podrá convertirse en madre, una realidad que podría destrozar el sueño de Rodrigo de tener hijos propios. ¿Podrá Rodrigo aceptar a Ofelia y el amor que comparten, incluso si eso significa renunciar a su anhelo de ser padre? ¿Podrá Ofelia sacrificar el profundo amor que siente por Rodrigo y dejarlo ir de su lado?
Leer másPOV Ofelia Sonrío levemente y le devuelvo el teléfono a la enfermera, no puedo ocultar mi desconcierto ante la respuesta de Rodrigo. —¿Terminó de llenar la planilla? —Asiento y le devuelvo el portapapeles y el bolígrafo, por suerte él había registrado su número telefónico.— ¿Logró comunicarse con su esposo? —Me pregunta mostrando su interés. —Sí —contesto parcamente— Gracias. —Estaré en el área externa, cualquier cosa que necesite sólo presione el botón. —Señala el dispositivo y se retira, mientras yo me sumerjo en mis dudas. ¿Por qué me trató tan distante, tan diferente? Pienso en ello por algunos segundos y termino aún más decepcionada con la respuesta. Creo que me hice falsas expectativas demasiado rápido considerando que es sólo un desconocido, suspiro con pesar. ¡Vaya que no aprendo!¿Cómo podía pensar que le importaba sólo por un par de eventos aleatorios donde se convirtió en mi héroe y mi salvador? Intento levantarme de la cama, pero mi pie sigue doliendo un
—¡No mamá! Eso no puede ser. —Mi voz sale de mis labios como un leve susurro. Guiado por el remordimiento, dejo la planilla sobre una de las sillas y corro en dirección a las escaleras; a pesar de que ya no tenía sentido el darme prisa, quería sentirme exhausto, derrotado; hacer que aquel instante de dicha que acababa de sentir junto a Ofelia desapareciera de mi corazón y sólo la tristeza con su oscura sombra, me invadiera. ¿Alguna vez se han sentido culpables de ser feliz mientras, alguien a quien amas, sufre? Sí, justo así me sentía. La culpa comenzaba a consumirme como fuego voraz esparciéndose en mi interior y devorándome por dentro.Subo las largas escaleras con prisa, dando pasos agigantados como si cada segundo contara. Mis pies golpean los escalones con un ritmo frenético, saltando de dos en dos con una agilidad que contrasta con mi dolor. Mis manos se aferran a la barandilla impulsándome hacia adelante, como si estuviera tirando de mí mismo hacia el siguiente peldaño. La
POV de Rodrigo Freno intempestivamente, al ver el reflejo de alguien atravesarse de forma inesperada frente a mi coche. El sonido de los neumáticos rechinando sobre el pavimento resuena en mis oídos. Por suerte, alcanzo a detener el auto y evitar a tiempo, un desastreBajo apresuradamente de mi coche. Los nervios se apoderan de mí con rapidez. En mi mente se debaten dos pensamientos: por un lado, he atropellado a alguien, y por el otro, la delicada situación de salud de mi abuelo. ¡Mi viejo se me está muriendo! Me dirijo hacia la parte delantera de mi coche. La incredulidad me invade al ver que es ella. Es la misma mujer que estuvo en mi oficina minutos atrás. Me apresuro a levantarla entre mis brazos, ella permanece inconsciente. Por lo poco que alcanzo a ver, no está sangrando. Aún así, me preocupa que pueda estar lastimada.Con dificultad logro abrir la puerta de mi coche, la siento en el puesto delantero, mientras verifico su pulso y la reviso. —¡Joder! —exclamo al ver que
Abro los ojos y siento como sus labios se posan en los míos y su aliento roba mi aliento. Exasperada por la situación comienzo a lanzar manotazos exigiéndole que se aparte de mí. —¡Suélteme, suélteme! —Comienzo a gritar visiblemente alterada— ¿Qué se supone que hace imbécil? El hombre de uniforme negro me sostiene por las muñecas intentando contener mi ataque. —¿Qué le ocurre, joder? Sólo intento ayudarla. —contesta con severidad haciéndome reaccionar de inmediato. Me incorporo en el sofá de cuero negro, y él se aparta de mí, arregla el cuello de su uniforme de chef y pasa la mano por su cabello. En ese momento alguien toca a la puerta, él se dirige hacia la entrada de la oficina, mueve el picaporte destrabando el seguro interno. Abre ligeramente la puerta como evitando que alguien pueda verme. —En seguida voy Tomás. —dice y cierra la puerta. Coloca una mano en su cadera y con a otra acaricia su mentón con cierta suspicacia.— ¿Puede decirme que hacía en esta área? —¡Eso no
Abro los ojos pesadamente, me siento aturdida, veo una imagen borrosa frente a mí y oigo una voz a lo lejos. —Despierta Ofelia, joder. — dice con preocupación mientras da palmadas en mi rostro.— Despierta. —Pao —susurro. Puedo reconocer por su voz que es mi amiga Paola. —Sí tía. Joder soy yo. Vamos despierta. —Me insiste, mientras golpea suavemente pero con firmeza, mis mejillas.Paola coloca sus brazos debajo de mis axilas, une sus manos en mi abdomen y me arrastra hacia la tina. Aunque intento recordar lo que ha pasado, mi cabeza está embotada, no logró pensar con claridad. Apenas algunas imágenes y sensaciones difusas reaparecen en mi mente.La veo meterse dentro de la tina, se apoya en el borde de la bañera del lado de la pared; vuelve a sostenerme con fuerza enlazando sus manos en mis brazos y haciendo un gran esfuerzo por levantarme. Me siento pesada y desorientada; como puedo, consigo apoyar mis manos en el borde de la bañera para impulsarme un poco, aunque no estoy seg
El cuento de nunca acabar POV de Ofelia Despierto y veo a Felipe a mi lado, él está de espaldas a mí. Extiendo mi brazo para tomar el teléfono que reposa sobre la mesa de noche. Verifico la fecha, mi temperatura y la hora. Son las 7:00 de la mañana. Es el momento perfecto para seducirlo y tener sexo. Sí, eso dije. ¡Tener sexo! De un tiempo para acá, sólo tenemos sexo, sólo eso. Sé que para muchos suena un tanto bizarro decirlo de esa manera, sobre todo cuando apenas llevamos un par de años casados y como diría mi amiga Paola, “son los mejores años para disfrutar del matrimonio”. Quisiera por primera vez estar de acuerdo con ella, pero no puedo hacerlo. No han sido para mí, los dos mejores años, casi podría decir que mi felicidad junto a él, duró algunos meses. Pero de eso hablaré más adelante. Me incorporo cuidadosamente para no despertarlo. Me quito la bata de encajes quedando totalmente desnuda, me acuesto nuevamente y me escabullo entre las sábanas. Lo rodeó con mi braz