Libro #2 de la serie "Citas con el destino" Mi vida era perfecta en Italia. Tenía un buen trabajo, amigos y vivía en un mundo al que deseé pertenecer desde que tengo uso de razón, inmersa entre telas, modelos y pasarelas. Era un sueño hecho realidad, hasta que mi madre llegó de imprevisto con un mensaje alto y claro, de parte de mi abuelo: debía volver a los Estados Unidos y contraer matrimonio con uno de los proveedores de la empresa familiar, para ampliar el rubro y poder heredar en vida dicha empresa. Cuando, por presión de mis padres, obedecí al llamado de mi abuelo, logré anteponer mis propias condiciones y tras mucho buscar, encontré al candidato perfecto que podría ayudarme a salir airosa de las expectativas familiares. Mi mundo se derrumbó, cuando el día de mi matrimonio, me dejan plantada en el altar. Desesperada, me escondí de mi familia en un cuarto de la iglesia, donde me encontré con quien me salvaría de una vida miserable al lado del hombre que mi abuelo escogió para mí. No sé si fue el destino o qué, pero sus palabras refiriéndose a nuestro encuentro fueron: “no lo llames casualidad” _________________________________ Diseño de portada por Andrea Paz. Se prohíbe cualquier copia parcial o total de la obra. Registro oficial es SafeCreative 2402156935591. Todos los derechos reservados para Andrea Paz PS.
Leer más━═ Maya ═━ Me miro en el espejo del tocador, ajustando los últimos detalles de mi atuendo. Es increíble cómo ha cambiado mi vida desde la última vez que estuve en Milán. Regresé a Estados Unidos llena de miedos, obligada a enfrentar a mi abuelo que quería que me casara con un hombre al que ni siquiera conocía. Recuerdo las noches de insomnio y la ansiedad que me consumía. En ese entonces, inicié una relación pactada con Justin Turner, un hombre con quien tenía muchas cosas en común, pero con quien no había conexión verdadera. Fue esa relación la que me llevó a conocer a Joshua, el hombre que ahora es el centro de mi universo y el padre de nuestro precioso hijo de cinco años, Ian. Mientras termino de maquillarme, escucho los pequeños pasos apresurados de Ian. Mi corazón se llena de ternura al ver su carita iluminada de emoción. —¡Mami, mami! —grita, corriendo hacia mí—. ¡Vamos, vamos! ¡Quiero ver Milán y volar en el avión grande como dijo el tío Cory! —Tranquilo, mi amor. Ya
━═ Joshua ═━La señora Taylor, nuestra vecina en Norwich, solía repetir una frase que ahora cobra sentido para mí: "El tiempo vuela cuando te diviertes, pero se arrastra cuando sufres". Cada vez que llegábamos a casa con Tyler y Owen después de una tarde llena de juegos y risas, al regresar de la escuela, ella nos recordaba esas palabras una y otra vez. Hoy, casi un mes después de habernos mudado a nuestro nuevo hogar, comprendo la profundidad de sus palabras.Es curioso cómo la vida puede dar giros inesperados, llevándonos por caminos que nunca imaginamos recorrer. Hace unas semanas, me encontraba en una encrucijada, luchando entre mi felicidad y la de Maya al ceder a las presiones externas. Recuerdo claramente cómo me sentí cuando tuve que alejarme de ella, obedeciendo las órdenes del señor Weiss. Fue como si una parte de mí se desgarrara, dejándome vacío y sin rumbo. Pero ahora, al mirar atrás, me doy cuenta de que aquellos momentos de dolor y confusión fueron la prueba tangible de
━═ Maya ═━Con Flavia, esta semana ha sido un torbellino de actividades y emociones. Nos reunimos a desayunar como lo habíamos acordado, y después de eso, nos regalamos un día de spa que me renovó completamente las energías, lleno de masajes relajantes y conversaciones. Ese día terminamos de consentirnos dándonos un festín en el restaurant de Renato, quien se sorprendió al ver a Flavia junto a mí y más aún, saber sobre mi embarazo.Al día siguiente, visitamos las instalaciones de Éclat Couture, y aunque no lo dijo directamente, pude notar un entusiasmo en Flavia, quizás, considerando mudarse aquí en el futuro. La presenté con Rachel, quien quedó encantada con mi mejor amiga, e insistió en que me tomara el tiempo que quisiera, sin presiones. Cuando le comenté sobre mi embarazo, quedó tan impactada como el día en que le confesé sobre mi matrimonio con Joshua, y con mayor razón, recalcó que no había prisa por mi regreso.El jueves decidimos recorrer la ciudad, mostrarle los lugares que ya
━═ Maya ═━Despierto de golpe, sintiendo una oleada de náuseas que me revuelven el estómago. Apenas puedo abrir los ojos cuando ya estoy corriendo hacia el baño. Esta rutina matutina se ha vuelto mi nueva normalidad. Apenas llego a tiempo antes de que mi estómago se vacíe en la taza del inodoro. Joshua, como siempre, está a mi lado en un instante, sosteniéndome el cabello y frotando mi espalda con movimientos suaves y reconfortantes.—Lo siento, tesoro —murmuro entre arcadas—. No quería despertarte tan temprano. —Él se inclina y deposita un beso en mi hombro, sus palabras cálidas contrarrestando mi sensación de culpa.—No te preocupes, amor. Ya tenía que levantarme para ir a trabajar. Además, prefiero estar aquí contigo.Termino de vomitar y me lavo los dientes, sintiendo la amargura residual en la garganta. Joshua me ayuda a levantarme y me lleva de vuelta a la cama, donde nos recostamos juntos por unos minutos más. Aprecio estos momentos de calma antes de que comience el ajetreo del
━═ Joshua ═━Termino de secar mi cuerpo y me pongo el pantalón del pijama, mientras los recuerdos del día regresan a mí en suaves destellos. El día fue una completa locura, pero una llena de satisfacción. Los padres de Maya y nuestros amigos se marcharon hace unos minutos, después de pasar todo el día montando muebles y organizando cada rincón del apartamento. Aunque aún faltan algunos detalles para darle más personalidad a nuestro espacio, puedo decir que, a pesar de mi reticencia inicial, ya empiezo a sentirlo como nuestro hogar.Al finalizar el día, la llegada de mis suegros con la cena fue el broche de oro. Trajeron una deliciosa comida italiana que compartimos entre risas y anécdotas, donde Flavia fue el centro de atención, haciéndonos reír con su chispeante personalidad. Fue maravilloso ver cómo todos se mostraban tan emocionados, al igual que nosotros, al transformar un apartamento vacío en un hogar lleno de risas y amor.Me recuesto sobre nuestra nueva cama, disfrutando del sil
━═ Maya ═━Al llegar al apartamento de nuestros amigos, una oleada de recuerdos me invade. Este lugar tiene una importancia especial en nuestra relación, es donde Joshua y yo realmente comenzamos nuestra relación, compartiendo momentos íntimos y dejando que nuestros sentimientos se profundizaran. A medida que entro, revivo vívidamente las veces que hicimos el amor en cada rincón, y no puedo evitar sentir un calor que sube por mi cuerpo. Joshua, siempre perceptivo, me lanza una mirada cómplice y sonríe, sabiendo exactamente en qué estoy pensando.—¡Maya, Joshua! —exclama Cory, abrazándonos con entusiasmo—. ¡Felicidades por el nuevo apartamento! Me alegra saber que todo va bien con tus padres, Maya —agrega esto último, solo para que yo lo escuche.—Gracias, Cory. Todo ha sido un poco abrumador, pero estamos felices —respondo, devolviendo el abrazo con cariño.Owen, por su parte, aunque nos felicita con un breve abrazo y algunas palabras cálidas, su incomodidad con la llegada de Flavia es
━═ Joshua ═━Aquí estamos, de pie frente al edificio donde se encuentra el apartamento que los padres de Maya nos regalaron, y no puedo evitar sentirme abrumado por la magnitud del gesto. Nos encontramos en Yorkville, en pleno corazón de la ciudad de Nueva York, y el edificio se alza imponente frente a nosotros. Con un bonito antejardín y una vista preciosa, su fachada de grandes pilares blancos y grandes ventanales reflejando la luz del sol de la tarde, nos dan la bienvenida.Después de presentarnos con el conserje, subimos por el elevador los veinte pisos que nos separan del que será nuestro nuevo hogar. Puedo imaginar a Maya emocionada por la idea de decorarlo y convertirlo en nuestro propio santuario.Al llegar a nuestro piso, Maya se ve radiante, emocionada de mostrarme cada rincón de este nuevo hogar que ahora compartiremos juntos. A medida que entramos al apartamento, me quedo impresionado por lo amplio y bonito que es. La luz natural inunda cada habitación, y puedo imaginar nue
━═ Maya ═━Estacionamos el auto frente a la casa de mis padres, y mientras comenzamos a bajar las cosas de la cajuela, somos recibidos por Lina, que debe haber estado pendiente de nuestra llegada al haberle avisado a mi madre hace media hora atrás. Su rostro se ilumina al vernos y se apresura a ayudarnos con el equipaje. Detrás de ella, aparece mi madre, con una sonrisa radiante que ilumina todo el jardín.—¡Bienvenidos a casa, chicos! —exclama mamá, abrazándonos uno a uno con efusividad—. ¿Cómo estuvo el viaje? ¿Lo pasaron bien? —Sonrío y respondo a la pregunta de mi madre con entusiasmo.—El viaje fue genial, mamá. Tuvimos una experiencia increíble en el campamento y estamos emocionados de estar de vuelta —digo, tratando de desviar la atención de cualquier incomodidad que Joshua pueda sentir.—Me alegro de verte, Flavia. No nos vemos desde…—Desde que se trajo a mi amiga de un ala, hace más de un año —le recuerda Flavia sin rodeos, interrumpiéndola.—Lo sé, lo sé… —responde mi madre
━═ Joshua ═━El tiempo ha pasado volando desde que llegamos al campamento. Los días han estado llenos de trabajo duro, risas y momentos inolvidables. Los techos están arreglados, y, aunque nuestros cuerpos están cansados, nuestros corazones están rebosantes de alegría y gratitud, llenos de un profundo sentido de satisfacción por haber contribuido, junto con mis amigos y Maya, a mejorar la vida de las familias en esta villa de veteranos.Hoy es el último día de campamento, y las familias junto con “Rebuilding Together” han organizado un asado para despedir y agradecer a todos los voluntarios que han participado este año. Mientras disfrutamos de la rica comida, el Padre Hannibal pronuncia un emotivo discurso, expresando su agradecimiento a todos los que han dedicado su tiempo y esfuerzo para hacer de este campamento un éxito.De repente, en medio de las palabras del Padre, Maya y Flavia se levantan excusándose con que necesitan ir al baño. Debo confesar que, estas últimas semanas, mi esp