* * * * * * * * * Merlí * * * * * * * * * *
—Te juro que no le he dicho a nadie —preciso muy triste y asustada.
—¡ESTÁS MINTIENDO! —grita al presionar más mis muñecas contra la cama.
—Por favor, créeme.
—¡ESTÁS MINTIENDO!
—¡NO ES CIERTO!
—¡MENTIRA! ¡EL MATRIMONIO FALSO YA ES CONOCIDO POR LOS DEMÁS!
—¡Yo no he dicho nada!
—¡SILENCIO! ¡SIGUES MINTIENDO! ¡¿QUÉ BUSCABAS EH?!
—¿Qué?
—¡¿QUIERES QUE LO HAGA MÁS REAL DE LO QUE ES?
—¿Qué dices?
—PORQUE COMO MI ESPOSA, SIN TREGUA A DIVORCIARNOS DESPUÉS DE UN AÑO, ¡NO TE DEJARÉ JAMÁS!
—¡¿QUÉ ESTÁS DICIENDO?! ¡¿TE VOLVISTE LOCO O QUÉ?! ¡TÚ NO PUEDES HACER ESO!
—¡TE EQUIVOCAS! ¡CLARO QUE PUEDO! ¡PUEDO NO DEJARTE SALIR DE AQUÍ JAMÁS!
—¡CÁLLATE! ¡MENTIROS! ¡TÚ NO PUEDES HACER ESO! ¡YO SOY UNA MUJER LIBRE!
—¡ERES UNA MUJER CON DEUDA!
—¡YA ME CASÉ CONTIGO!
—¡PERO CONTASTE LA FALSEDAD DE NUESTRO MATRIMONIO! ¡SIGUES ES DEUDA!
—¡NO ES VERDAD!
—¡MIENTES! ¡MIENTES! ¡ES LO ÚNICO QUE SABES HACER! ¡ERES UNA MALAGRADECIDA! ¡YO TE SALVÉ!
—¡CLARO QUE SÍ! ¡ME LO RECUERDAS CADA VEZ QUE PUEDES!
—DEJA DE LEVANTARME LA VOZ!
—¿SI NO QUÉ?! ¡¿TE ENCARGARÁS DE AMENAZARME CON MI ABUELA O MI AMIGA! ¡¿CON SU HIJO?! ¡NO ME SORPRENDERÍA DE TI! ¡ERES UN COMPLETO COBARDE!
—¡¿ESO CREES QUE SOY?!
—¡ESO ES LO QUE ESTOY SEGURA QUE ERES! ¡UN COBARDE! ¡UN MALDITO COBARDE QUE LA ÚNICA MANERA QUE CONOCE DE LOGRAR LAS COSAS ES AMENAZANDO!
—ME ESTÁS COLMANDO...
—¡TÚ YA ME COLMASTE HACE MUCHO TIEMPO!
—¡¿AH SÍ?! ¡¿CREES QUE ERES LA ÚNICA?!
—TAL VEZ, NO LA ÚNICA, ¡PERO SÍ LA MÁS COLMADA!
—¡SILENCIO! ¡NO SABES LO QUE DICES!
—¡CLARO QUE LO SÉ!
—¡NO LO SABES! ¡ACTÚAS SIN PENSAR! ¡TE EXPONES SIN LA NECESIDAD DE HACERLO! ¡Y AHORA LE CUENTAS A CUALQUIERA SOBRE NUESTRO TRATO! ¡YA ALGUIEN LO SABE! ¡¿Y QUIÉN SABE CUÁNTAS PERSONAS MÁS?! ¡SOLO TE PEDÍ DISCRECIÓN Y NO ME LA DISTE! ¡NO SABES LAS CONSECUENCIAS QUE ESTO PODRÍA TRAER! ¡NO ERES CONSCIENTE DE ESO! ¡PERO CLARO! —grita con mayor frustración— ¡¿QUÉ VAS A SABER?! ¡SI LA ÚNICA VÍCTIMA EN TODO ESTO ERES TÚ, ¡¿CIERTO?! —inquiere irónico—. ¡SÍ! ¡YO TE TRAJE AQUÍ! ¡PERO DEBES RECONOCER QUE EL TRATO QUE TE OFRECÍ TE BENEFICIABA DEMASIADO! ¡NI SI QUIERA IBA A TOCARTE! ¡SOLO TENÍAS QUE FINGIR SER UNA M*****A BUENA ESPOSA! ¡NADA MÁS! ¡QUERÍAS TIEMPO PARA HABLAR CON TU ABUELA, LO TUVISTE! ¡QUISISTE TIEMPO PARA TRABAJAR, LO TUVISTE! ¡TE PEDÍ UNA SOLA COSA A CAMBIO Y NO LO HACES! —señala y, cuando termina de decir eso, no puedo evitar sentirme apenada por lo que había dicho.
—¿Por qué es tan importante? —se me ocurre preguntar sin pensar.
—¡Ese no es asunto tuyo!
—Te juro que no se lo dije a nadie —insisto a punto de querer echarme a llorar.
—¡YA DEJA DE MENTIR!
—¡NO LO ESTOY HACIENDO! ¡NO TE ESTOY MINTIENDO! ¡JAMÁS LE HE DICHO A NADIE QUE NUESTRO MATRIMONIO ERA FALSO! ¡¿CÓMO LO HARÍA SI PARO CASI TODO EL DÍA AQUÍ O EN EL HOSPITAL?!
—¡¿AQUÍ O EN EL HOSPITAL?! ¡¿Y QUÉ HICISTE HOY?!
—¡Hoy solo tuve una entrevista de trabajo!
—¡¿Y A QUIÉN CONOCISTE?!
—¡A nadie! ¡Solo a mi jefe! Ya la había conocido ayer explico, pero hoy fue más formal...
—¡BIEN! ¡PRIMER DÍA Y LE CUENTAS TODO A TU JEFA!
—¡Claro que no! —me defiendo—. Ella solo me explicó unas cosas y después solo se fue y me dejó a cargo de... —no termino de completar la frase cuando caigo e cuenta de que... había terminado de identificar mi gran error— Camelia... —musito desconcertada.
—¿Camelia? ¿Quién es ella?
—Yo..., yo no creo que ella...
—Tú no crees que ella ¿QUÉ? ¡¿QUIÉN ES ELLA?! ¡¿QUIÉN ES CAMELIA?!
—¡BASTA! ¡YA NO ME SIGAS GRITANDO! ¡ME PONES MUY NERVIOSA! ADEMÁS, ¡SUÉLTAME! ¡ME ESTÁS LASTIMANDO!
—¡TÚ NO ME DAS ÓRDENES!
—¡SUÉLTAME!
—CAMELIA, ¿EH? —sonríe con ironía— ¡BIEN! ¡SEGURO ESA ES LA DESCONOCIDA A LA QUE LE CONTASTE TODO! —señala con mucha molestia y frustración—. AAAGGGG —reniega mucho más y, des pronto, me suelta y se levanta de la cama—. ¡NO PUEDO CREER QUE ME HAYA CASADO CONTIGO! ¡ERES UNA MUJER MUY...!
—¡YA CÁLLATE! ¡NO MEREZCO QUE ME GRITES!
—¡¿EN SERIO?! ¡ROMPES LA CLÁUSULA MÁS IMPORTANTE DEL CONTRATO Y DICES QUE NO MERECES UN GRITO!
—¡SÍ ES LO QUE HE DICHO! ENTIENDO QUE ME EQUIVOQUÉ, PERO YO NO CREÍ QUE...
—TÚ NO CREÍSTE, ¡¿QUÉ?!
—ELLA...
—¿QUIERES QUE TE DIGA LO QUE NO SUPISTE? ¿ESO QUIERES? TE LO DIRÉ. LO QUE NO SUPISTE SON LAS CONSECUENCIAS QUE TUS ACCIONES E INDISCRECIÓN TRAERÍAN.
—¡¿DE QUÉ ESTÁS HABLANDO?!
—¡DE QUE YA ME CANSÉ DE SER MUY CONDESCENDIENTE CONTIGO! ¡DE AHORA EN ADELANTE, HARÁS TODO LO QUE SE TE ORDENE! ¡EMPEZANDO POR ACABARSE EL TRABAJO Y LAS VISITAS A TU ABUELA! ¡NO SALES DE ESTA CASA!
—¡PUES NO TIENES NINGÚN DERECHO A PROHIBIRME ESO! ¡SOY UNA PERSONA! ¡TENGO DERECHO A MI LIBERTAD!
—¡SÍ, LO SÉ! ¡PERO YO TENGO EL PODER PARA QUITÁRTELA!
—¡NO TE ATREVERÍAS!
—¡TE QUEDARÁS AQUÍ! ¡NO SALDRÁS!
—¡TÚ NO ERES NADIE PARA PROHIBIRME ESO!
—¡CLARO QUE SÍ! ¡SOY TU BENDITO MARIDO! ¡ERES MI BENDITA ESPOSA! ¡Y SE ACABARON LOS PRIVILEGIOS!
—¡PUES TE VOY AVISANDO QUE NO PIENSO ACATARLOS!
—¡PUES ESE ES TU PROBLEMA! ¡SI NO OBEDECES MIS ÓRDENES, QUIEN SUFRIRÁ LAS CONSECUENCIAS NO SERÁS TÚ, SINO QUE DE INMEDIATO DOY LA ORDEN DE QUE SAQUEN A TU ABUELA DEL HOSPITAL Y A MIS HOMBRES HACERLES UNA VISITA A TU AMIGA Y A SU HIJO!
—¡BASTARDO! ¡INFELIZ! —insulto al ir contra él, muy llena de ira por su nueva amenaza—. ¡ERES DE LO PEOR! —grito al golpearlo con mis puños y mis pies.
—¡YA DEJA DE GOLPEARME!
—¡BASTARDO!
—¡ALÉJATE O QUIERES QUE HAGA ALGO MÁS! —amenaza.
—¡NO SABES CUMPLIR TU PALABRA!
—¡TE EQUIVOCAS! ¡MI PALABRA ES SAGRADA! ¡EL TRATO ERA QUE TÚ TE CASARAS CONMIGO Y GUARDARAS EL SECRETO DE NUESTRO FALSO MATRIMONIO Y YO, A CAMBIO, TE DARÍA UNA BUENA SUMA DE DINERO Y DARÍA POR CANCELADA LA DEUDA DE TU PADRE, ASÍ COMO ME HARÍA CARGO DE LOS GASTOS DE HOSPITAL DE TU ABUELA! —detalla— ¡PERO TÚ NO CUMPLISTE CON TU M*****A PARTE! ¡SIGUES EN DEUDA CONMIGO!
—¡ASÍ QUE ESE ES EL ASUNTO! TU M*****A DEUDA —señalo muy molesta y llena de ira—. ¡¿PUES QUÉ CREES? ¡DIME CÓMO TE LA PAGO Y LO HAGO! ¡¿QUÉ QUIERES?! ¡VAMOS, DÍMELO!
—¡YA CÁLLATE! ¡INSOLENTE!
—¡CÁLLATE TÚ! ¡VAMOS! ¡DIME! ¡¿CÓMO QUIERES QUE TE PAGUE! —interrogo furiosa al mirarlo fijamente—. Ah... YA SÉ —digo con la voz agitada, producto de la gran ira— ¡¿qué quieres?! ¡¿ESTO?! —pregunto de pronto y me comienzo a desvestir.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta muy serio y desconcertado.
—¿Qué? ¿No lo ves? —inquiero al terminar de quitarme mi vestido—. Voy a pagar mi deuda
—¡VÍSTETE! YO NO VOY A TOCARTE. NO ME GUSTAS.
—¿AH SÍ? ESO NO FUE LO QUE ME DIJISTE ANOCHE —preciso; y él se sorprende por aquella aclaración—. ¿Qué? ¿No lo recuerdas? —pregunto al mirarlo a sus ojos, los cuales, aunque dijese que no me deseaba, ya habían empezado a recorrer mi cuerpo—. Claro... qué has de recordar si estabas cayéndote de borracho.
—¡SILENCIO!
—¡NO! ¡SILENCIO TÚ! ¡YA ME TIENES CANSADA CON TUS AMENAZAS Y CON TU ESTÚPIDA DEUDA! ¡¿DIME CÓMO PAGO Y LO HAGO?! ¡¿QUIERES DINERO?! ¡PUEDO CONSEGUIRLO?! ¡¿QUIERES MI CUERPO?! ¡PUEDO DÁRTELO! ¡LO ÚNICO QUE QUIERO ESTAR TRANQUILA JODER! ¡SIN DEUDA! ¡SIN UNA SOLA M*****A DEUDA! —exclamo furiosa y, sin más, me acerco a él y envuelvo su cuello con mis brazos para empezar a besarlo; sin embargo, noto que quiere apartarme—. QUÉ, ¿AHORA ME QUIERES ALEJAR?
—¿ES ESTO LO QUE QUIERES?
—SOLO QUIERO PAGAR MI DEUDA —señalo muy seria al mirarlo fijamente a sus ojos; y aquel hace lo mismo—. ACABEMOS CON ESTO YA...
—¿ES LO QUE QUIERES?
—¿TÚ QUÉ CREES?
—QUE TODAS SON IGUALES —señala con molestia y después, me toma entre sus brazos y comienza a besarme de una forma muy demandante, a la cual me costaba mucho seguirle el ritmo—. TODAS SON IGUALES —refunfuña; y no sabía a lo que se refería, pero no me importaba.
Solo quería que esto terminara cuanta antes...
** * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
* * * * * * * * * Bayá * * * * * * * * * *
Termino en ella y empiezo a salir, muy lentamente, de su interior.
«Joder, qué estrecha», pienso al estar afuera por completo y tratando de regular mi respiración, cuando de repente veo rastros de... sangre.
—Pero... ¿qué... qué es...?
«¿Qué es esto?», completo en mi mente, al observar desconcertado la imagen.
—¿Qué... es? —articulo confuso al dirigir mi mirada hacia ella, quien mantenía su mirada perdida en algún punto fijo—. Tú... ¿tú eras...? ¿tú eras...?
No puedo terminar mi pregunta, solo me pongo a pensar en la primera vez que hablé con Rashad sobre ella y el motivo por el cual le parecía un... buen negocio.
«Virgen», pienso muy serio al observarla fijamente.
«Virgen», repito en silencio, sin quitar mi mirada de ella.
—¿Tú eras... vir...
—Por favor... —habla de pronto—, déjame sola —musita extraña.
—Tú...
—Por favor... —agrega al tiempo en que, con sus manos, toma la sábana y empieza a cubrir su cuerpo— quiero estar sola...
—Yo...
—Por favor... —insiste.
—Está bien —contesto neutral al tomar mis boxers, colocármelos y... salir.
** * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
* * * * * * * * * Merlí * * * * * * * * * *
Lo escucho cerrar la puerta y no hago más que encogerme más en la cama y ponerme a pensar en...
—Qué hice... —musito desconcertada— ¿Qué fue lo que hice? —me pregunto confusa al pensar en lo que había pasado.
No sabía... cómo me sentía, pero... sí sabía que... fue algo..., algo..., algo...
—Extraño —articulo lo que pienso—, extraño —repito al recordar el momento, el cual si bien había sido muy poco delicado, tenía que reconocer que... no me había disgustado.
Yo... lo había disfrutado. Sí..., había sido un poco rudo, pero... lo había disfrutado y, al parecer..., él también, aunque...
—No debí haberlo hecho —susurro incrédula—. Dios... no debí haberlo hecho, qué hice —me pregunto confundida, al continuar pensando en la estupidez que había terminado de hacer, producto de un momento lleno de ira y frustración.
Había tenido sexo, por primera vez, y con un hombre con el que nunca me imaginé. Si bien, el haber estado compartiendo tiempo a su lado, durante las mañanas, en nuestros desayunos, y conocerlo un poco más, el darme cuenta de que, en realidad, sí tenía sentido del humor, ya que, aunque trataba de disimular, solía sonreír por lo bajo de mis bobos chistes. Yo... tenía que admitir que, aunque muy insoportable a veces, yo... había empezado a sentir algo por él.
—Pero no hasta el punto de imaginar tener sexo —susurro mucho más confundida—. Dios... qué fue lo hice —me pregunto desconcertada y, sin más, solo cierro mis ojos para continuar pensando en la tontería que acababa de hacer.
Aquí les dejo el capítulo de fin de semana! Por favor, no olviden recomendar "Maximiliano Fisterra" y de dejar sus reseñas; todo ello ayuda a que la novela crezca! ¡Nos leemos el lunes!
* * * * * * * * * Bayá * * * * * * * * * * —Eres un completo imbécil, Bayá —insulta Ramsés; y yo no puedo refutarlo. Era cierto; había sido un completo imbécil. Yo debí ser el que no actuara impulsivamente y detener todo lo que ya había pasado en su momento, pero..., pero no lo había hecho y había sido porque... no quise, no quise parar. El haberla visto expuesta ante mí fue suficiente para que aquel deseo, que no sabía que existía, se apoderara de mí y de mis instintos y... no pensé en más que hacerla mía de todas las formas posibles y sin medir mi rudeza. —Si hubiese sabido que era virgen, yo... —¿Tú qué? ¿Te habrías detenido? —inquiero molesto; y yo guardo silencio, ya que no es lo que habría hecho. Estaba ansioso, estaba deseoso y ella..., dios ella era muy atractiva, así como exasperante y... yo creí que también lo quería. «Carajo, eso no puede estar pasando», me regaño en silencio. —¿Cómo está ella? —No lo sé —contesto extrañamente desanimado—. Me pidió que saliera de su
* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * * —¿La señora? —En su habitación, señor —informa mi mayordomo—. No ha salido en todo el día. Ni siquiera a ver a su abuela —detalla—. Incluso no probado bocado alguno. —¿No ha salido para nada? —Para nada, señor. Creo que e siente un poco mal. Tal vez, sería mejor que el señor llamara a un médico. De hecho, me tomé el atrevimiento de llamar al médico, pero la señora no quiso recibirlo; dijo que se sentía bien, pero que solo deseaba estar sola. Sin embargo, sé que no debería inmiscuirme, señor... —Habla... —La señora me preocupa. Cuando le llevé sus alimentos de la tarde estaba muy pálida. —Está bien. Gracias por avisarme. —¿Desea que llame al médico, señor? —No. Si la señora dice que está bien, será mejor no importunarla con visitas no deseadas —señalo serio, puesto que sabía que, si ella se sentía mal, era muy probable que se debiese a lo que había ocurrido entre nosotros... en su habitación. —Como usted diga, señor. Yo me retiro —prec
* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * * —¿Y cómo te trata él? —pregunta Cassandra mientras estamos en la camioneta de camino al hospital para visitar a mi abuela. —Pues... —pienso de forma involuntaria en cada momento que hemos vivido— es un hombre con un carácter bastante difícil. —¡Uy no! ¡Y contigo! ¡Pues ahora creo que voy entendiendo algo de lo poco que me has dicho! —precisa divertida; y yo sonrío—. Pero venga, dime, ¿qué piensas hacer? —Pues..., en este momento, no tengo más remedio que continuar con el trato y... —alargo al mirarla fijamente— espero que seas muy discreta con lo que te he contado, Cassandra —señalo muy seria. —Merlí, no tienes ni que decírmelo. De mi bica no saldrá ni una sola palabra de loq ue hemos conversado. —Eso espero porque..., después de todo, él y yo tenemos un trato serio. Hasta el momento..., él no ha faltado a ninguno de los puntos. Bueno... —me quedo en silencio al recordar lo que había sucedido, hace ya varios días, en mi habitación. «Aun
* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * * —Merlí... —Dime... —le contesto a Cassandra, mientras continúo tejiendo la bufanda para mi abuela, en la salita de su nueva casa. «Bueno... salota», corrijo en mi mente al ver el tamaño del compartimiento. —Hay algo que no termino de entender del extraño trato que tienen tú y tu esposo. —¿Extraño trato? —Sí, Merlí. Extraño trato. ¿Por qué, si dices que se aman, tuvieron la necesidad de hacer ese trato que especifica sus funciones? —Ah... pues... porque sí; él es así y yo... no le vi nada de malo —contesto nerviosa, al tiempo en que desvío toda mi atención a mi tejido para que mi amiga no descubriera, en mi mirada, la mentira que le dije. Sí, le había mencionado de un trato; sin embargo, no le había contado toda la verdad, sino... una verdad a medias y... disfrazada. Yo sí llegué a sentir la necesidad de compartirle toda la verdad; sin embargo, sabía que nadie podría enterarse de nuestro matrimonio falso, así que me tocó contarle una ve
* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * *—¡Eres una tonta! Definitivamente, no sabes lo que acabas de hacer.—¿AH NO? PUES YO SÍ. ACABO DE PONER EN SU LUGAR A UNA DELIRANTE —preciso muy seria; y ella enfurece.—¿DELIRANTE? ¿En serio crees que estoy delirando? —ríe burlona al mirarme muy fijamente—. Por favor. Tú no conoces a Bayá tanto como yo lo conozco. Nosotros estuvimos juntos desde que teníamos quince años.—Ese no es asunto mío. Lo que Bayá haya hecho con su vida, antes de conocernos, no me compete.—¿En serio? ¿No te has dado cuenta o qué?—¿Darme cuenta de qué?—No eres más que una tonta ilusa que creo que piensa que se quedará donde está por mucho tiempo más...—No estoy entendiendo.—Ya te lo dije, niña. ¿O eres tonta? —A MÍ NO ME INSULTAS.—Bayá te dejará de aquí a un año; es más, solo quedan pocos meses.—Bayá no hará eso —respondo de manera inconsciente, como deseando que aquello fuera verdad.—Por favor, eres mucho más ingenua de lo que pensé.—¿ESO ERA TODO LO QUE TEN
* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * * —¿Qué es lo que acabas de decir? —¡Lo que escuchaste! ¡¿O estás sordo?! —¡DEJA DE GRITAR! —¡DEJA DE HACERLO TÚ PRIMERO! ¡YA... YA… YA ESTOY CANSADA DE ESCUCHARTE! ¡AHORA TE TOCA ESCUCHARME TÚ A MÍ! —¡¿DÓNDE CARAJOS HAS ESTADO TODOS ESTOS DÍAS?! ¡¿POR QUÉ ACABAS DE DECIR ESO?! ¡TE HE ESTADO BUSCANDO EN TODO LUGAR, HASTA POR DEBAJO DE LAS PIEDRAS! —¡DEJA DE EXAGERAR Y YA... ay dios —susurra de pronto, al cerrar sus ojos y llevar una de sus manos hasta su frente —¿Qué... qué pasa? —cuestiono preocupado al acercarme a ella —Ni se te ocurra tocarme. No quiero que me pongas un solo dedo encima. —Llamaré al médico. —TÚ NO LLAMARÁS A NADIE..., estoy bien, solo muy colérica. ESTOY CANSADA —precisa al mirarme fijamente y recomponer su postura (al parecer. ya estaba bien). —Yo también estoy cansado. Pero necesito saber de dónde sacaste lo que acabas de decir. —Ese no es asunto tuyo, lo importante es que lo sé. Además, ¿qué te preocupa tanto? Y
* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *—¡Señor! ¡No la mueva! —exclama mi mayordomo al impedirme tocarla.—¡Merlí! —grito desesperado al ver que había quedado inconsciente.—¡Llamen a emergencias! ¡Rápido!—¡Merlí! ¡SUÉLTEME! —ordeno al liberarme de su agarre de forma brusca.—Señor, no la mueva.—Merlí, Merlí, Merlí, por favor, abre los ojos —suplico desesperado al tomar su mano—. ¡Una ambulancia! ¡Rápido! —grito nervioso al notar que no reaccionaba.—Ya llamaron, señor...—Merlí..—¡Llamen al señor Ramsés! —demanda mi mayordomo.—¡Que traigan una de nuestras ambulancias! —ordeno en un grito—. Si hay uno de nuestros doctores, ¡tráigalos ahora!—Señor, debemos esperar la del hospital más cercano. Nuestros médicos no están en la propiedad en este momento.—¡¿DÓNDE CARAJOS SE HAN METIDO?!—Señor, están en el punto rojo!—¡JODER! —reniego desesperado—. ¡QUE VENGA YA LA M*****A AMBULANCIA DEL HOSPITAL ENTONCES!—Están en camino, señor—¡No la toque! —advierto a mi mayordomo cuando se ha
* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *—No es necesario que hagas todo esto...—Tu jugo —articulo al tomar el vaso y ponérselo en sus manos.—Sé que debes ir a trabajar.—Estoy trabajando en mi despacho —contesto serio al empezar a picar un poco más la fruta.—¿Desde cuándo?—Un par de días —miento al continuar picando la fruta sin si quiera detenerme a mirarla.—¿Por qué lo haces?—Porque eres la madre de mi hijo.—Pero yo ya dije que no iba a...—Sé lo que dijiste —la interrumpo muy serio.—¿Entonces?—Entonces espero que... no lo hagas —expreso sincero, al tiempo en que, sin desearlo, exhalo con pesadez.—De verdad... ¿te importa? —cuestiona dudosa; y yo decido observarla fijamente.—También es mi hijo. Claro que me importa —sentencio firme; y ella parece apenarse un poco.—Será mejor que ya vayas a tu despacho. Eres un hombre muy ocupado, no puedes estar perdiendo tu tiempo conmigo. Yo termino de comer.—NO. Yo quiero cerciorarme de que comas todo lo que el médico te ha dicho.—