* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *
—¿Qué es lo que acabas de decir?
—¡Lo que escuchaste! ¡¿O estás sordo?!
—¡DEJA DE GRITAR!
—¡DEJA DE HACERLO TÚ PRIMERO! ¡YA... YA… YA ESTOY CANSADA DE ESCUCHARTE! ¡AHORA TE TOCA ESCUCHARME TÚ A MÍ!
—¡¿DÓNDE CARAJOS HAS ESTADO TODOS ESTOS DÍAS?! ¡¿POR QUÉ ACABAS DE DECIR ESO?! ¡TE HE ESTADO BUSCANDO EN TODO LUGAR, HASTA POR DEBAJO DE LAS PIEDRAS!
—¡DEJA DE EXAGERAR Y YA... ay dios —susurra de pronto, al cerrar sus ojos y llevar una de sus manos hasta su frente
—¿Qué... qué pasa? —cuestiono preocupado al acercarme a ella
—Ni se te ocurra tocarme. No quiero que me pongas un solo dedo encima.
—Llamaré al médico.
—TÚ NO LLAMARÁS A NADIE..., estoy bien, solo muy colérica. ESTOY CANSADA —precisa al mirarme fijamente y recomponer su postura (al parecer. ya estaba bien).
—Yo también estoy cansado. Pero necesito saber de dónde sacaste lo que acabas de decir.
—Ese no es asunto tuyo, lo importante es que lo sé. Además, ¿qué te preocupa tanto? Yo tengo bien claras las cosas. TÚ Y YO NOS SEPARAREMOS EN UN AÑO..., bueno, en lo que queda del año.
—Quiero saber de dónde sacaste esa información.
—TÚ ME LA DISTE.
—NO ESTOY HABLANDO DE NUESTRO TRATO, HABLO DE LO QUE ME DIJISTE, HACE INSTANTES.
—¿Qué? ¿Sobre lo de tu flamante ex novia? ¿Sobre el verdadero amor de tu vida? La mujer con la que verdaderamente deseaste casarte, pero que no sé qué paso ahí que no lo lograste y que por eso me tomaste a mí como un reemplazo, al cual desecharás en menos de un año.
—Pero de qué estás hablando. ¿QUIÉN TE DIJO TODO ESO? —exijo.
—¡DEJA DE GRITARME! ¡YA NO LO SOPORTO! ¡ME DUELE LA CABEZA!
—¡NECESITO SABER QUIÉN TE LO DIJO!
—¡ESE NO ES ASUNTO TUYO! ¡YA TE LO DIJE!
—¡JODER! ¡¿ME QUIERES VOLVER LOCO, MUJER?!
—¡MUJER DE CONTRATO! —aclara; y eso logra molestarme.
—¡MUJER AL FIN DE CUENTAS! —preciso al acercarme y tomar sus manos.
—¡SUÉLTAME! ¡NO QUIERO QUE ME TOQUES!
—¿QUIÉN TE LO DIJO? ¡HABLA!
—¡ESO QUÉ IMPORTA! ¡TÚ Y YO YA LO SABÍAMOS! ¡PERO ME SORPRENDE QUE ME RECLAMES DE DECIRLE A ALGUIEN LA VERDAD CUANDO TÚ ANDAS CONTÁNDOSELO A TODO EL MUNDO! ¡Y HACIENDO PLANES PARA CUANDO YO ME VAYA!
—¡¿QUIÉN TE LO DIJO?! ¡¿AHORA DE QUÉ ESTÁS HABLANDO?!
—¡SUÉLTAME! ¡YA NO QUIERO ESTAR AQUÍ!
—¡PUES ESO NO ME IMPORTA! —digo muy fuerte; y ella se queda en silencio y mirándome muy fijamente.
—Sí..., ya sé que no te importa —murmura al mirarme con cierta decepción; y aquello no me había gustado.
No me había gustado que me mirara así..., decepcionada de mí.
—Está bien... —pronuncio de pronto al soltarla— está bien..., pero necesito que me digas quién te ha dicho todo eso. Necesito saberlo.
—¿Para qué? Ese no es asunto tuyo.
—POR FAVOR, no quiero discutir. Un día sales y no vuelves hasta dentro de casi dos semanas. TE HE BUSCADO EN MUCHAS PARTES Y NO TE HE ENCONTRADO. TU ABUELA HA ESTADO PREGUNTANDO POR TI.
—¿Cómo está ella?
—¿Ahora sí te importa? —pregunto irónico, con lo cual me gano una fuerte bofetada de su parte.
—MI ABUELA ES MI VIDA. NO TE PERMITO QUE PONGAS EN TELA DE JUICIO MI AMOR POR ELLA.
—Pues si tanto te importaba, hubieras ido a verla.
—¿Crees que no lo he hecho?
—¿QUÉ ESTÁS DICIENDO? ¿DÓNDE ESTABAS? —increpo molesto al volver a tomar sus muñecas.
—Pregunta lo que quieras, JAMÁS TE LO DIRÉ. NO DIRÉ NADA DE LO QUE ME PASÓ. NO TIENES DERECHO ALGUNO DE SABERLO.
—TE EQUIVOCAS. TE CASASTE CONMIGO. TENEMOS UN TRATO.
—SÍ, tenemos un trato, pero en ninguno de los puntos de tu estúpido contrato mencionaba que debía quedarme encerrada, durante un año, haciendo lo que tú quisieras. Soy libre y puedo hacer lo que se me pegue la regalada gana.
—¡YA BASTA! ¡SILENCIO!
—¡YA BASTA TÚ! ¡ESTOY CANSADA! DE VERDAD LO ESTOY.
—¡PUES NO LO PARECE!
—¡POR FAVOR, YA! ¡SILENCIO! ¡DEJA DE GRITAR! ¡ME ESTÁ REVENTANDO LA CABEZA!
—Llamaré al médico.
—¡NO! ¡TÚ NO HARÁS NADA DE ESO!
—NO ESTÁ EN DISCUSIÓN.
—TE EQUIVOCAS, SI LO ESTÁS. YO NO QUIERO UN MÉDICO, SOLO NECESITO DESCANSAR DE TANTOS GRITOS —señala cuando de pronto empieza a caminar escaleras arriba.
—¿A DÓNDE VAS? REGRESA AQUÍ, AÚN NO HEMOS TERMINADO DE HABLAR.
—YO YA LO HICE —contesta fastidiada.
—¡REGRESA AQUÍ HE DICHO! —exclamo al seguirla.
—¡DÉJAME EN PAZ!
—¡REGRESA AQUÍ, YA PARA CON TU JUEGO INFANTIL!
—¡¿Juego infantil?! ¡¿Juego infantil?! —increpa furiosa al girarse a verme—. ¿En serio crees que esto es un juego infantil! ¡Carajo! ¡Está en discusión mi libertad! ¡CREES QUE ESTO ES UN JUEGO INFANTIL PARA MÍ?
—¡TÚ LIBERTAD NUNCA HA ESTADO EN DISCUSIÓN!
—¡SÍ, ESO ES CIERTO! PORQUE TÚ YA LO TENÍAS TODO RESUELTO: ¡DEJARME ENCERRADA Y SALIR SOLO CUANDO TÚ QUISIERAS!
—¡ESO ES MENTIRA! ¡SALES A VER A TU ABUELA!
—¡PERO ES PORQUE CONSEGUÍ TU MALDITO PERMISO! DE OTRO MODO, ¡NO ME HABRÍAS DEJADO Y ME MANTENDRÍAS ENCERRADA, AL IGUAL QUE LOS PRIMEROS DÍAS! —reclama; y debía aceptar que eso era verdad.
Había sido un patán.
—Si me lo habrías pedido desde un inicio, te habría dejado.
—¡MENTIRA! ¡NO MIENTAS! ¡NO LO HABRÍAS HECHO! —señala muy firme y, aunque no me gustaras, ella tenía razón—. ¡¿LO VES?! ¡POR ESO GUARDAS SILENCIO!
—Solo quiero saber por qué mencionaste a una ex novia —digo más tranquilo, pero eso parece molestarla mucho.
—¿Te importa mucho saber eso? —interroga de pronto como... triste, loc ual me sorprende bastante viniendo de sí.
—¿Quién te lo dijo? —pregunto muy serio, mientras ella se queda observándome muy fijamente.
Luego, respira profundamente, cierra sus ojos, suspira y... los vuelve a abrir.
—No voy a decirte eso, ya no tiene sentido. De hecho, nada lo tiene.
—¿Qué estás diciendo ahora? No te entiendo —señalo algo exasperado y ansioso.
—Por favor, vete. Quiero estar tranquila. Mejor dicho, ya déjame ir a mi habitación.
—No puedes hacer eso.
—POR FAVOR.
—TE HAS DESAPARECIDO POR DOS SEMANAS, NO HE SABIDO DÓNDE ESTABAS Y POR QUÉ TE FUISTE. LUEGO, REGRESAS COMO SI NADA HUBIESE PASADO Y EMPIEZAS A DECIRME ESTÁS COSAS. ¿CÓMO QUIERES QUE ME ENCUENTRE?
—ACTÚAS COMO SI TE IMPORTARA.
—¡NO ACTÚO! ¡ME IMPORTAS! —grito sin pensar; y ella se queda perpleja por lo que yo acababa de decir.
Mientras tanto, yo me sentí algo incómodo por su mirada y también por haber sido capaz de pronunciar esas palabras en un momento de cólera.
—ME IMPORTAS PORQUE ERES MI ESPOSA..., así solo sea un trato —preciso muy serio; y ella vuelve a mostrar aquella mirada de tristeza, pero sobre todo de decepción que me había regalado anteriormente—. Di algo...
—Ya no quiero pelear —susurra de pronto, muy tranquila.
—Yo tampoco. Solo te pido que respondas mis preguntas.
—No haré eso.
—¡JODER, MUJER! —reniego frustrado
—Por favor, deja de gritar. Ya no quiero seguir peleando contigo, lo digo muy en serio.
—RESPONDE; es lo único que te pido.
—Dejemos de discutir. Ya no quiero seguir haciéndolo, no pue.., ya no quiero seguir haciéndolo.
—CONTESTA. ¿DÓNDE HAS ESTADO?
—Baja la voz...
—¿Dónde has estado? —cuestiono impaciente y también fastidiado por que no quisiera hablar directamente.
—Estoy cansada...
—POR FAVOR, RESPONDE... ¿dónde has estado?
—Ya no quiero seguir con lo mismo.
—¿QUÉ DICES?
—Ya no quiero seguir con lo mismo. Ya no quiero que sigamos con lo mismo. Ya no deseo más esto. Solo quiero claridad... —musita al verme fijamente.
—¿A qué te refieres? —inquiero algo adusto—. ¿De qué estás hablando?
—A que ya estoy cansada de todo esto...
—¿Qué?
—De las discusiones, de tus gritos..., de los míos..., estoy cansada de estar viviendo así..., siento que ya no lo soporto más.
—¿QUÉ DICES?
—Ya no puedo más, quiero arreglarlo...
—¿QUÉ?
—Necesito decirte algo —pronuncia muy seria al mirarme—. Ya no soporto más, solo quiero tranquilidad —señala al tiempo en que empieza a llorar.
Eso me preocupaba, las palabras que pronunciaba me preocupaba...
«¿Está cansada?, ¿Solo quiere tranquilidad?», repaso sus palabras en silencio.
«¿Acaso piensa dar por terminado el matrimonio?».
«NO, ELLA NO PUEDE HACER ESO», sentencio muy seguro en silencio.
«NO LO VOY A PERMITIR».
—Debemos hablar de algo muy importante.
—NO...
—Te pido que me escuches y no me interrumpas.
—¡SILENCIO! ¡SUBE A TU HABITACIÓN DE UNA VEZ!
—NO. Yo tengo que hablar contigo.
—HABLAREMOS MAÑANA. YA NO HOY —determino al darme media vuelta y empezar a bajar las escaleras que había subido.
—¡DETENTE! —exclama al sujetar uno de mis brazos.
—¡¿NO QUE ESTABAS CANSADA?!
—Eso puede esperar. Necesito hablar contigo.
—NO TENGO TIEMPO. ¡VE A TU HABITACIÓN Y HABLAMOS MAÑANA!
—¡NO OBEDECERÉ! ¡DEBO HABLAR CONTIGO!
—¡¿DE QUÉ?!
—¡DE ALGO MUY IMPORTANTE! ¡PERO NECESITO QUE DEJES DE GRITARME!
—¡VE A TU HABITACIÓN!
—¡NO LO HARÉ HASTA QUE ME ESCUCHES!
—VE A TU HABITACIÓN...
—NO —refuta muy firme.
—JODER ¡QUE VAYAS A TU HABITACIÓN! —pronuncio furioso al tomar uno de sus brazos y empezar a llevarla hasta su recámara.
—¡SUÉLTAME! —forcejea—. ¡TÚ Y YO DEBEMOS HABLAR!
—¡PUES NO QUIERO HABLAR! ¡YA NO! ¡AHORA VUELVE A TU HABITACIÓN!
—¡NO QUIERO SUÉLTAME!
—¡COMPÓRTATE Y SIGUE SUBIENDO!
—¡SUÉLTAME!
—¡SUBE!
—¡MI BRAZO! ¡LO LASTIMAS!
—¡SUBE TRANQUILA!
—¡DEBEMOS HABLAR!
—¡HABLAREMOS MAÑANA! ¡SIGUE SUBIENDO!
—¡SUÉLTAME!
—¡SUBE!
—¡SUÉLTAME!
—DEJA DE FORCEJEAR —preciso al sujetar mejor su brazo.
—¡NO QUIERO! —responde al volver a soltarse un poco.
—¡YA DEJA DE HACER ESO!
—¡NO QUIERO! ¡SUÉLTAME! —grita muy fuerte y, de un momento a otro, no siento su brazo—. ¡BAYÁAA...! —la escucho gritar; y me giro rápidamente para verla cayendo por las escaleras.
—¡MERLIIIIII!
¡Aquí les dejo el capítulo de fin de semana! ¡Nos leemos el lunes para saber qué más sucede en la historia de Merlí y Bayá! ¡Lindo fin de semana y leo sus comentarios y reseñas sobre el capítulo! Las y los amo... PD: No olviden recomendar la historia por favor :') Sean embajadores de ella <3
* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *—¡Señor! ¡No la mueva! —exclama mi mayordomo al impedirme tocarla.—¡Merlí! —grito desesperado al ver que había quedado inconsciente.—¡Llamen a emergencias! ¡Rápido!—¡Merlí! ¡SUÉLTEME! —ordeno al liberarme de su agarre de forma brusca.—Señor, no la mueva.—Merlí, Merlí, Merlí, por favor, abre los ojos —suplico desesperado al tomar su mano—. ¡Una ambulancia! ¡Rápido! —grito nervioso al notar que no reaccionaba.—Ya llamaron, señor...—Merlí..—¡Llamen al señor Ramsés! —demanda mi mayordomo.—¡Que traigan una de nuestras ambulancias! —ordeno en un grito—. Si hay uno de nuestros doctores, ¡tráigalos ahora!—Señor, debemos esperar la del hospital más cercano. Nuestros médicos no están en la propiedad en este momento.—¡¿DÓNDE CARAJOS SE HAN METIDO?!—Señor, están en el punto rojo!—¡JODER! —reniego desesperado—. ¡QUE VENGA YA LA M*****A AMBULANCIA DEL HOSPITAL ENTONCES!—Están en camino, señor—¡No la toque! —advierto a mi mayordomo cuando se ha
* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *—No es necesario que hagas todo esto...—Tu jugo —articulo al tomar el vaso y ponérselo en sus manos.—Sé que debes ir a trabajar.—Estoy trabajando en mi despacho —contesto serio al empezar a picar un poco más la fruta.—¿Desde cuándo?—Un par de días —miento al continuar picando la fruta sin si quiera detenerme a mirarla.—¿Por qué lo haces?—Porque eres la madre de mi hijo.—Pero yo ya dije que no iba a...—Sé lo que dijiste —la interrumpo muy serio.—¿Entonces?—Entonces espero que... no lo hagas —expreso sincero, al tiempo en que, sin desearlo, exhalo con pesadez.—De verdad... ¿te importa? —cuestiona dudosa; y yo decido observarla fijamente.—También es mi hijo. Claro que me importa —sentencio firme; y ella parece apenarse un poco.—Será mejor que ya vayas a tu despacho. Eres un hombre muy ocupado, no puedes estar perdiendo tu tiempo conmigo. Yo termino de comer.—NO. Yo quiero cerciorarme de que comas todo lo que el médico te ha dicho.—
* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *—Pues esa es mi única observación —dice el médico al mirarnos con atención (sobre todo a mí)—. Todo influye en el buen desarrollo de la pequeña criatura que se está formando en su interior, señora Costantini —precisa el médico al desviar su mirada a mi esposa—. Debe... o mejor dicho, DEBEN —nos mira a los dos nuevamente— hacer todo lo necesario para que su ánimo, señora Costantini, cambie —señala con la mayor sutileza posible—. Tal vez, un viaje o hacer lo que usted más desee puede ayudar.—Un viaje o lo que a ella le guste —repito como tratando de anotar ello en mi memoria.—Sí, señor. Su esposa debe mejorar anímicamente. Como ya dije, todo afecta en un embarazo y el estado de ánimo no es la excepción.—Sí doctor..., comprendemos —respondo muy serio; y el médico sonríe amable al tiempo en que asiente con su cabeza.—Bueno, yo me retiro. Eso era todo lo que debía decir. Bueno, señora Costantini, por favor, cuídese mucho —le dice al darle la man
* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * *—Debes tener cuidado —me dice al ayudarme a sentarme sobre el césped, bajo un frondoso árbol.—Descuida, estoy bien.—El médico dijo que no podías hacer mucho esfuerzo.—Sí, pero tampoco dijo que no podía hacer algo sola —señalo divertida; y él sonríe.—Tienes una bonita sonrisa —digo de pronto, sin temor; y él se queda mirándome muy atento.—Gra... gracias —señala algo incrédulo; y yo vuelvo a sonreír por ello.—Siéntate, ven —le pido al dar golpecitos a un lado de mí.—Sí..., claro... ¿No prefieres que pongamos la manta y sentarnos ahí?—No. Me gusta esto..., sentarme directamente en el césped... ah —suspiro al cerrar mis ojos y sentir la suave brisa batir en mi rostro— delicioso aire fresco.—Sí...—¿Por qué no me habías contado de este lugar antes?—Bueno... porque no te despegabas del jardín de amapolas —parece bromear; y yo río por ello.—Gracias por traerme aquí. Me encantan estos lugares. La naturaleza es lo mejor de la vida —señalo al
* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *—¿QUÉ ES LO QUE SUCEDE? —pregunto al entrar a su despacho, antes de qu uno de sus sirvientes me anunciara.—Siéntate —ordena al señalar una de las sillas frente a su escritorio.—¿Qué sucede? —pregunto muy serio al tomar asiento.—SÁNCHEZ —articula con mucha rabia.—¿QUÉ HAY CON SÁNCHEZ? —contesto del mismo modo.—Está preparando un ataque.—¿Cómo lo sabes? —cuestiono muy neutral y algo fastidiado.—Discutimos esta mañana. Nos retamos, Bayá —¿SE PUEDE SABER POR QUÉ CARAJOS HAS HECHO ESO? —interrogo con molestia; y ella me mira fijamente.—Porque empezó a decirme algo de ti y tu familia.—¿ALGO DE QUÉ?—Él dice que... tú traicionaste a tu padre en aquel momento..., ya sabes a loq ue me refiero.—ESO ES MENTIRA —señalo molesto.—LO SÉ, LO SÉ. TE DEFENDÍ Y... me gané un pleito por eso.—HABLARÉ CON SÁNCHEZ.—TÚ NO HARÁS ESO.—TÚ NO ME DAS ÓRDENES, DANAÍ —señalo al ponerme de pie.—Siéntate —dice más calmada—. ¿Algo de tomar?—Whiskey doble —artic
* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * *—Me estás consintiendo mucho... —susurro al abrazarlo y posar mi cabeza sobre su enorme pecho—. Ah... —suspiro...—¿Qué sucede? —Nada —contesto al cerrar mis ojos y sonreír.—No creo eso —musita muy suave mientras lo siento acariciar mis cabellos—. ¿Qué sucede?—Solo disfrutaba de tu perfume —preciso al aspirar su exquisito, varonil y elegante aroma.—A mí también... me fascina el aroma de tus... cabellos —precisa con su serena, pero seductora voz por lo grave y elegante que era.—Gracias pro acompañarme todas las mañanas a mis paseos.—Me gusta pasear contigo... —responde; y yo abro mis ojos, elevo mi mirada hacia él, le sonrío y, finalmente, lo beso.—Te quiero mucho, Bayá —susurro al acariciar una de sus mejillas con una de mis manos.—Yo también te quiero, Merlí —contesta al tomar mi mano con la que acariciaba su mejilla para llevarla hasta sus labios y besarla.—Eres un hombre muy ocupado.—Prometo hacer más tiempo para ti y nuestro hijo
* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * *—Sí, mi amor —le hablo a mi hijo mientras acaricio mi barriga—, ya falta muy poquito para que puedas estar en mis brazos y los de tu padre —señalo al sonreír mientras tomo otra fresa para llevarla a mi boca—. ¿Sabías que antes no me gustaban las fresas? —le pregunto a mi bebé— No, no me gustaban —le contesto sonriente—, pero desde que fue uno de mis antojos por ti, pues... ya no pude dejarlas —señalo muy relajada—. Ah... —suspiro— no sabes cómo quisiera que tu padre estuviese aquí todo el día; sin embargo, sé que no es posible; es un hombre muy ocupado —susurro al seguir acariciando mi vientre—. Pero me prometió que estaría con nosotros a un mes del parto y meses después también. Seremos sus consentidos —señalo divertida; y río—. Yo... —sonrío— jamás imaginé que.... podría amar tanto y... mucho menos a tu padre —menciono con mayor diversión—, pero... me di cuenta de que no es el hombre frío que aparenta ser, sino... es dulce..., es tierno y..
* * * * * * * * * MERLÍ* * * * * * * * * *—¿Te gusta?—Ya basta...—¿Te gustó? ¿Linda no? —cuestiona muy sonriente—. Bayá es tan... guapo y, en esta fotografía sale TAN bien...—Basta, ya basta...—¿Por qué? Si estas fotografías están muy bonitas —menciona muy divertida al verme sufrir—. Mira esta de aquí...—Ya basta, ya no sigas...—Mmm... Y no has visto esta; es mi favorita. El lunar de Maxi es tan sexi...—¡Ya! ¡Basta! —grito muy fuerte al no poder soportar más seguir viendo las fotos.—¡TÚ A MÍ NO ME GRITAS! —exclama al ponerse de pie y abofetearme—- NO ME GRITAS —repite más fuerte—. ¡TÚ NO ESTÁS FRENTE A CUALQUIERA! ¡TÚ ESTÁS FRENTE A LA FUTURA ESPOSA DE MAXIMILIANO FISTERRA! ¡LA VERDADERA MUJER QUE AMA!—Por favor, ya basta —pido al sentir una decepción muy fuerte—. Ya basta —suplico al empezar a llorar muchísimo más y sin temor a contenerme.—Lo sé..., sé cómo has de sentirte, pero no te culpo. Ya ha habido otras ilusas que se enamoraron de Bayá, pero... tú, al igual que las o