Verla así

* * * * * * * * * BAYÁ* * * * * * * * * *

—No es necesario que hagas todo esto...

—Tu jugo —articulo al tomar el vaso y ponérselo en sus manos.

—Sé que debes ir a trabajar.

—Estoy trabajando en mi despacho —contesto serio al empezar a picar un poco más la fruta.

—¿Desde cuándo?

—Un par de días —miento al continuar picando la fruta sin si quiera detenerme a mirarla.

—¿Por qué lo haces?

—Porque eres la madre de mi hijo.

—Pero yo ya dije que no iba a...

—Sé lo que dijiste —la interrumpo muy serio.

—¿Entonces?

—Entonces espero que... no lo hagas —expreso sincero, al tiempo en que, sin desearlo, exhalo con pesadez.

—De verdad... ¿te importa? —cuestiona dudosa; y yo decido observarla fijamente.

—También es mi hijo. Claro que me importa —sentencio firme; y ella parece apenarse un poco.

—Será mejor que ya vayas a tu despacho. Eres un hombre muy ocupado, no puedes estar perdiendo tu tiempo conmigo. Yo termino de comer.

—NO. Yo quiero cerciorarme de que comas todo lo que el médico te ha dicho.

—Voy a terminar todo.

—Me quedaré.

—Ve a hacer tus cosas. En serio... —toma los cubiertos con los que estaba picando la fruta—, voy a comer todo. Termino de picar la fruta y como todo lo que está aquí, que cada vez parece ser más —señala sorprendida; y yo quiero sonreír por el gesto que acababa de hacer, pero me contengo y solo me sigo mostrando serio para no incomodarla, ya que, desde que salió del hospital, no había mostrado gesto alguno que no sea de... tristeza.

—Voy a quedarme.

—Eres mucho más terco de lo que pensé.

—Debes tomar tus vitaminas. No podemos olvidar eso —preciso al ponerme de pie e ir hasta el organizador en el que estaban estas.

—No me gustan.

—Debes tomarlas —pronuncio muy serio al volver a mi lugar y tomar asiento—. Toma...

—Ya dije que yo no...

—Por favor —le pido al mirarla fijamente a sus ojos; y ella se queda viéndome por muchos segundos, mas no digo nada.

—Está bien... —contesta finalmente al tomar las vitaminas y llevárselas a su boca.

—Gracias...

—Eso no significa que yo quiera seguir con...

—LO SÉ. No quiero hablar de eso ahora.

—Bueno, está bien.

—Termina tu desayuno.

—Ve a trabajar ya.

—Deja de insistir. No me marcharé hasta que hayas terminado de desayunar.

—Quiero estar sola.

—No te dejaré sola. Pasas mucho tiempo sola.

—¿No me digas? ¿Las niñeras ya te fueron con el chisme? —cuestiona algo fastidiada al mirarme con una de sus cejas arqueadas.

La verdad era que ninguna de las "niñeras", como ella las llamaba, me habían dicho eso, sino que yo escuchaba sus gritos ordenando que todas salieran de su habitación y la dejaran sola. Ante ello, no me quedó más remedio que ordenar que hicieran lo que ella les pidiera. 

Necesitaba estar tranquila, el médico fue enfático en eso, así que no iba a contrariarla en nada. Aunque lo que no me gustaba era escucharla llorar por las noches.

—Me di cuenta de eso en estos días.

—No debería sorprenderme que me tengas vigilada —señala con molestia; y yo me detengo a pensar antes de hablar.

—No has ido a visitar a tu abuela desde hace dos días —comento para cambiar de tema y no terminar discutiendo.

—Lo sé. ¿Puedo ir hoy?

—Sabes que no debes pedirme permiso para ir a algún lado, solo... debes dejar que seguridad te acompañe.

—Es eso lo que no me gusta, ¿sabes? —me dice de pronto, al mirarme con los ojos vidriosos—. Toda mi vida, aunque pobre, he sido libre de salir a donde quiera sin la necesidad de que siete hombres estén vigilándome a todo lugar que vaya.

—Sé que resulta difícil acostumbrarse, pero... es por tu seguridad.

—¿Habrá día en el que pueda volver a salir como antes? —pregunta de pronto, en un muy inaudible susurro.

Pero la pregunta era más para ella misma que... para mí.

—Tu seguridad siempre será prioridad —es lo único que me limito a responder.

—Pues no me gusta —señala triste al suspirar pesadamente; y aquello, extrañamente, me causa una rara sensación de tristeza en mi interior.

—Es por tu seguridad —enfatizo algo apenado.

—Bueno..., ya veo que no puedo hacer nada en razón a eso.

—¿Irás a ver a tu abuela hoy?

—Sí por favor.

—Ya sabes que no tienes que pedir permiso.

—Vale, está bien.

—Eso sí. No puedes quedarte más de dos horas. Sabes que tienes que descansar.

—¿Podría quedarme más tiempo? Puedo descansar en la cama de la habitación contigua.

—Podrías quedarte, pero me informaron que te quedas atendiendo a tu abuela, aun cuando tiene personal que se encarga de eso.

—Prometo solo estar sentada o durmiendo, pero, por favor, déjame quedarme, al menos, tres horas.

—¿De verdad prometes no hacer sobre esfuerzos?

—Te doy mi palabra.

—Bien..., en ese caso, puedes estar de regreso a las cinco.

—¿Lo dices en serio?

—Solo si no te sobre esfuerzas atendiéndola. Tú también debes descansar —señalo muy serio; y ella esboza una muy suave sonrisa.

—Gracias —articula; y puedo sentir mucha sinceridad en aquella palabra que acababa de salir de su... boca.

—Termina tu desayuno.

—Claro —contesta un poquito más animada; y eso, aunque quiera negarlo, me hace sentir bien.

Yo me quedo observándola unos minutos más cómo desayunaba, hasta que decido dejarla sola para que se bañase, vistiese y saliera a visitar a su abuela.

—Señor, buen día, su desayuno ya está en el comedor.

—Solo quiero una taza de café en mi despacho.

—Como ordene, señor —responde mi mayordomo.

—Necesito que hoy acompañe a la señora a la casa de su abuela. 

—Sí, señor. Como ordene.

—Bien...

—Bueno, entonces ya le llevo su café a su despacho.

—¿Sabes qué? Olvídalo. Voy a salir.

—¿Ordeno que preparen su auto?

—No, yo voy al garaje —contesto serio y después, me voy.

Llego a mi auto, me subo en él y comienzo a conducir. Luego de unas horas, llego a mi destino.

—Señor Bayá... —me reconoce un hombre de seguridad, al tiempo en que me abre la puerta.

—¿DÓNDE ESTÁ?

—Señor Bayá.

—¿DÓNDE ESTÁ?

—Le avisaré a la señora —contesta al tomar un teléfono.

—¿DÓNDE ESTÁ? —exijo; y el hombre tiembla al soltar el teléfono—. Lo dejaré entrar sin anunciarlo, señor, pero solo será por esta v...

—¿DÓNDE ESTÁ?

—Sígame por favor —responde; y empieza a caminar.

Sigo al hombre hasta que llego al piso 3 de su residencia e ingreso a un salón.

—Me acaban de informar que llegaste hace unos segundos.

—RETÍRENSE —rodeno a su gente, pero ellos se muestran dudosos.

—HAGAN LO QUE LES PIDE —ordena ella; y los hombres obedecen—. Hola, cariño —saluda al venir hacia mí y querer enredar sus brazos alrededor de mi cuello, pero la aparto bruscamente—. Pero... ¡¿qué te pasa?! —se queja.

—¿QUÉ LE DIJISTE?

—¿Qué? ¿De qué me estás hablando?

—NO ME QUIERAS VER LA CARA DE TONTO PORQUE TE PUEDE PESAR —amenazo al acercarme a ella y tomar sus hombros para arrinconarla contra la pared (lo cual la hace sonreír).

—Cariño..., no sabía que venías a jugar —articula seductora.

—NO DIGAS TONTERÍAS. ¿QUÉ LE DIJISTE?

—¿Qué dije de qué? —interroga inocente.

—¿QUÉ LE DIJISTE A MI ESPOSA? ¡QUÉ LE CONTASTE! —exijo impaciente; y ella se molesta.

—¡¿Por qué te preocupa tanto esa mujercita?! ¡¿Acaso no recuerdas que, en menos de un año, no será más que una extraña para todos?! ¡Una extraña que cayó a ti por casualidad! Pero no te preocupes, cariño. Estos meses pasarán muy rápido y nosotros volveremos a estar juntos —concluye al querer besarme, pero no lo permito.

—¡ALÉJATE DE ELLA!

—¡¿POR QUÉ DICES ESO?! 

—¡NO SÉ CÓMO LO HAS HECHO, PERO TENGO EL PRESENTIMIENTO DE QUE HAS SIDO TÚ QUIEN LE HA DICHO COSAS QUE NO DEBERÍA!

—SI HE SIDO YO, ¡¿QUÉ?!

—SI HAS SIDO TÚ...

—¡TOTAL! —me interrumpe—. Ella se enteraría de lo nuestro algún día —agrega más que relajada, lo cual me molesta— Ella, de cualquier manera, se enteraría que la única mujer a la cual has amado, Y SIGUES AMANDO, soy yo. ¿Acaso no es por eso que nos casaremos tan pronto se termine la farsa con tu actual esposa —sonríe burlona—? No entiendo cómo es que llegaste a elegirla como esposa, si ni siquiera es un poquito parecida a mí

—¡CLARO QUE NO! ¡NO ES PARECIDA A TI!

—Lo sé; es terrible. Pero tranquilo, mi amor...

—¡ALÉJATE! ¡NO ME TOQUES!

—¡POR QUÉ TE MOLESTAS! —increpa nuevamente.

—NO TE VUELVAS A ACERCAR A ELLA

—¿POR QUÉ LA DEFIENDES TANTO?

—PORQUE, AUNQUE NO TE GUSTE Y MÁS ALLÁ DE NUESTRO ACUERDO, ES MI ESPOSA..., ES MI FAMILIA —señalo; y no puedo dejar de pensar en nuestro futuro hijo— Y DEBO PROTEGER A MI FAMILIA —concreto tajante, firme y molesto por tan siquiera verla.

—Tu familia solo por unos meses. Eso no es tan importante.

—TE LO ADVIERTO OTRA VEZ. NO TE VUELVAS A ACERCAR A ELLA ¡NO TE VUELVAS A ACERCAR A ELLA! —exclamo mucho más fuerte, con lo cual logro sobresaltarla.

—¡Deja ya de dramatizar por una simple mujer poca cosa que no vale la... AAUUU, SUÉLTAME!

—¡A MÍ MUJER, AL RESPETAS! ¡¿OÍSTE?! —pregunto furioso al tomar sus muñecas y arrinconarla con mucha más fuerza contra la pared—. ¡¿ME HAS OÍDO?!

—¡ES UNA POCA COSA!

—¡DEJA DE INSULTARLA!

—¡¿POR QUÉ?!

—¡PORQUE ES MI ESPOSA! ¡YA TE LO DIJE! —acerco mi rostro al suyo y la miro fijamente y muy furioso—. Porque es mi esposa y más vale que te alejes de ella si no quieres que me vea en la penosa necesidad de desaparecerte, pero antes..., antes me divertiría un poco viéndote sufrir —amenazo muy firme y divertido—. Ahora sí..., adiós... amor —articulo burlón y, sin más, la suelto bruscamente para empezar a salir de ese lugar

—¡TÚ NO TE QUEDARÁS CON ELLA! ¡TÚ ME AMAS A MÍ! ¡NO PUEDES HACERME ESTO! ¡NOS CASAREMOS EN MESES! ¡ME PERTENECES! —pronuncia muy segura y, ante sus últimas palabras, decido regresar, tomarla por su cuello y volver a arrinconarla—. TÚ... me perteneces 

—REPÍTELO OTRA VEZ...

—Me perteneces.

—ÓYELO BIEN PORQUE NO LO PIENSO REPETIR.

—Me perteneces.

—La única mujer a la que ahora pertenezco es a mi esposa..., Merlí Fernand de Fisterra...

—¿Fisterra? Pero si ella ni siquiera sabe tu verdadero nombre..., Maxi... —aprieto más fuerte su cuello.

—NO TE VUELVAS A ACERCAR A ELLA. ¡¿ENTENDISTE?!

—Ah... —me golpea para que la soltara. 

—¡¿Entendiste?!

—Por... por fa... por... fa vor —suplica y la suelto.

—Espero que te haya quedado muy claro —concreto; y después, salgo por completo del lugar.

*******En la oficina*********

—Entonces, quieres que ese bebé nazca —precisa Ramsés; y yo asiento con mi cabeza al tiempo en que tomo mi copa de whiskey y bebo de ella.

—Sí. Eso quiero.

—Pero Merlí está dispuesta a detener el embarazo.

—Exactamente, pero no pienso permitirlo, Ramsés. —sentencio muy seguro, pero noto una extraña actitud de mi amigo—. ¿Qué pasa, Ramsés? Pareciese que... no te gustó lo que acabo de decir —señalo al fruncir mi ceño.

—No quiero que me malinterpretes, Bayá. Pero, en este momento, tal y como está la situación, no sé qué tan conveniente sea que tengas un hijo.

—DE QUÉ ESTÁS HABLANDO, RAMSÉS —cuestiono muy serio y notablemente fastidiado.

—No me gustaría estar diciéndote esto, Bayá; sin embargo, debes pensarlo dos veces como mínimo.

—Pensar dos veces, ¿QUÉ?

—Pensar dos veces en si tenerlo o no...

—¿Qué estás hablando, Ramsés? yo quiero tener a mi hijo.

—Y a mí me gustaría tener un sobrino, pero... debes analizar un poco más todo lo que está sucediendo. No quiero decir esto, pero no parece ser el moemnto, Bayá.

—¿Por qué lo dices? —increpo muy serio.

—Lo digo por las tensiones que se han estado incrementando en estas últimas semanas. 

—Podemos controlarlas.

—Sí, lo sé, Bayá; sin embargo, el hecho de que tengas un hijo..., podría llegar a complicar mucho la situación.

—¿CÓMO ASÍ?

—Por lo que me has contado, puedo deducir que Danaí sigue interesada en ti.

—NO DIGAS TONTERÍAS, RAMSÉS.

—No estoy diciendo tonterías, Bayá, pero como sea. Aunque Danaí esté o no interesada en ti, ella ha adquirido mucho poder y sigue ganando territorio.

—Eso lo sé, pero no deja de ser alguien sin importancia.

—No la subestimes, Bayá. No hay peor enemigo que una mujer despechada.

—Ya basta, Ramsés.

—Bueno, como te decía, ella ha ganado mucho terreno y pronto, nosotros también abarcaremos más conflictos si lo que pretendemos es quedarnos con el poder y control total del territorio.

—Explícate.

—Bayá, antes de Merlí, no tenías punto débil alguno. Ahora, ya saben que tienes esposa y, no es por nada, pero eso ha sido noticia en el mundo de nuestros negocios. Lo bueno es que muy pocos saben quién es.

—Y quiero que siga siendo así.

—Pero, Bayá, ahora... con un hijo, la cosa se complica demasiado.

—Ramsés

—Escúchame, Bayá —me interrumpe serio—. Un hijo significa debilidad pura. Estoy seguro de que nos entregarías por tu hijo y eso está bien; es lo correcto; es tu hijo, lo más importante de la familia, el futuro heredero de nuestra mafia. No obstante, ahora, entre tanto conflicto, no será más que nuestro punto débil y estoy seguro de que nuestros enemigos no perderán oportunidad alguna para doblegarte..., para... doblegarnos, Bayá.

—Entiendo tu punto, Ramsés.

—Te lo agradezco

—Pero, aun así, yo no pienso dejar que Merlí detenga ese embarazo. Yo quiero a mi hijo y... YO ME ENCARGARÉ DE QUE NADA LE PASE A ÉL Y A MI ESPOSA, ASÍ COMO TAMPOCO A NUESTRA FAMILIA —concluyo tajante al mirarlo fijamente a los ojos.

—Eso quiere decir que abogarás por tenerlo.

—Sí, eso quiero. QUIERO A MI HIJO.

—Bueno... —suspira pesadamente—, en tal caso, solo nos queda prepararnos para lo que se viene, lo cual, TE VOY ADELANTANDO, no será nada fácil... Y MENOS CON UN HEREDERO EN CAMINO.

—Lo sé, pero confío en toda la familia.

—Eso ni lo dudes —responde mi amigo al ponerse de pie; y yo hago lo mismo—. ¿A dónde vas? —me pregunta.

—A mí casa —respondo al tomar mi saco y ponérmelo—. Merlí ya debe estar por llegar.

—¿Dónde está ella?

—Con su abuela.

—Creí que estaba de descanso.

—De eso se trata, pero... no se siente bien el a casa, así que...

—¿Sigue muy molesta?

—Peor que eso...

—¿Qué puede ser peor que eso?

—Está triste...

—¿Y qué hay con ello? —inquiere curioso al mirarme con los ojos ligeramente entrecerrados.

—Que no me gusta verla así —concluyo muy serio y después, sigo mi camino para no quedarme viendo la cara de asombro que había puesto mi mejor amigo, mi hermano..., Ramsés.

Evelyn Zap

Muy importante. Se me está acusando de plagio. Bien, como expliqué anteriormente, esta historia la publiqué EL AÑO PASADO en otro lugar. La novela perteneció a un concurso en el cual a muchos autores se nos otorgó esquemas para escribir la historia a nuestra manera, pero siguiendo cierta línea. Si encuentran una parecida, ES MUY PROBABLE que ese autor haya participado también. YO NO COPIO. No tengo la necesidad de hacerlo. TODAS mis historias son originales (incluso esta que, a diferencia de los esquemas, tomará otro rumbo distinto, ya que se me ocurrieron muchas ideas locas en el camino). Quería aclarar esto desde ya. No quiero malentendidos después. Gracias a miles por leerme. Que tengan un bonito inicio de semana. PD: Mis fieles lectoras, que me siguen por todas partes ;) pueden dar fe de lo que comunico.

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