Cuando su ex le dice que peleará la custodia de su hijo, Clarissa se encuentra entre la espada y la pared. Ella, una escritora fracasada y solterona; su ex, un excelente abogado con la esposa perfecta. Clarissa decide entonces combatir fuego con fuego y en los anuncios del periódico de su ciudad escribe "Madre soltera busca marido" y a su vida llega el misterioso y arrogante Emanuel Aldenar que acepta el trato para convertirse en su esposo falso. Huyendo de todo lo que lo persigue, Emanuel decide esconderse de la mejor manera, ¿Quién lo buscaría como padre y esposo en un barrio bajo de la ciudad? su plan: seguirle la corriente a Clarissa mientras logra recuperar toda su fortuna, Su obstáculo: las caderas perfectas de la muchacha que lo llevarán a un abismo sin fin. ¿Será capaz Clarissa de ganar la custodia de su hijo sin que sus sentimientos por Emanuel interfieran? ¿o los secretos que guarda el hombre los consumirán a todos, incluso a su amor?
Leer másAna sintió el frío metal del arma contra su cien y el cuerpo se le llenó de adrenalina. Frente a ella Maxwell estaba sangrando de un hombro y le apuntaba, pero Albán estaba tras ella, era imposible que pudiera apuntarle. — Si no es para mí no es para nadie — repitió el policía y Ana cerró los ojos, ¿Así sería el fin de su vida? Muerta por el hombre que creyó haber amado alguna vez frene al hombre que sí amaba en realidad. Abrió los ojos, todo parecía estar sucediendo en cámara lenta y cundo vio en la expresión de Maxwell ese terror mesclado con miedo y rabia se sintió terriblemente culpable, ella le había traído dolor a su vida y no se perdonaría por eso. — Lo siento — le dijo Ana al científico, sonó a una despedida por siempre y él negó con la cabeza — lamento haberte traído dolor a tu vida. — No digas eso, Ana, tu no trajiste dolor a mi vida, todo lo contrario, me diste una razón más para querer vivir — los ojos de Ana se llenaron de lágrimas, no podía terminar así. — ¡Ya cállen
Maxwell apretó con fuerza la herida en la pierna de su hermano y Ernesto lanzó un quejido fuerte. — Debo parar la hemorragia — le dijo él, aunque lo cierto era que no tenía tanta y al parecer la bala no había hecho mucho daño, pero apretó con fuerza — ¿Cómo se te ocurrió hacer eso? ¿Estás loco? — pero Eduardo lo miró desafiante. — Ana me convenció, parecía muy segura de saber lo que hacía, me dijo que conocía a ese hombre y que logaría escapar — Maxwell miró a su tío Johan que estaba de pie muy serio a su lado, tenía el entrecejo apretado y se lograban ver un par de arrugas alrededor de sus ojos — Maxwell mirarme — le pidió su hermano y cuando el científico lo miró el joven tenía los ojos brillosos — ¿Acaso no crees que era más importante traer a Emanuel a casa? — pero Maxwell tomó le tomó uno de los brazos y lo apoyó en su propia herida. — ¿Y lo trajiste? — él no contestó — fueron unos ingenuos, tú y Ana, al pensar que ese hombre iba a hacer un trato, por lo que sabemos nunca en su
Mientras la camioneta avanzaba por las calles vacías Ana sintió que el nudo en el estómago le impedía respirar con facilidad. Las manos le sudaban y las piernas le temblaban, y el ambiente tenso dentro el auto no hacían más que complicar su inestable cordura. — Lo siento — dijo Ernesto después de un rato y Ana negó con la cabeza. — No es momento — le dijo, pero el muchacho negó tambien. — Creo que es el momento, lo que piensas hacer es una locura. — Es lo que tengo que hacer, no permitiré que Albán le toque un solo pelo a Emanuel — Ernesto se quedó callado otro rato. — Yo no sabía, ese hombre me manipuló, pensé que eras una trepadora oportunista, eso me hizo creer él, y ahora te estoy ayudando a entregarte, esto solo hará que Maxwell me odie más. — Max no te odia… — ¿No? ¿y todo lo que me dijo esa vez que peleamos? — Ana se quedó pensando un momento. — Entiendo tu miedo a que él caiga de nuevo una es depresión como la última vez, pero tambien lo entiendo a él, te fuiste de casa
Ana esperó a que cayera la noche, se abrazó al cuerpo de Maxwell con fuerza mientras el hombre esperaba al lado del teléfono una llamada que Ana sabía no iba a llegar.— Franco llegará mañana en la tarde, hay que esperar hasta ese momento — dijo Luis que estaba sentado con su esposo justo en frente. Durante todo el día los tres hombres intentaron poner la denuncia del secuestro de Emanuel, pero siempre era el mismo resultado. Lo más lejos que llegaron fue que en una ocasión la operadora fingió tomar la denuncia, las demás solamente cortaban la llamada.— Es increíble que tenga tanto poder — murmuró Johan y Ana negó.— Albán no tiene poder, poder tienen los políticos con los que trabaja, él solo es un lame suelas — Maxwell estaba muy silencioso y Ana le apretó la mano — me iré a la cama — le dijo — necesito descansar para pensar con claridad — Maxwell la miró con nostalgia, ella sabía que el hombre quería que se quedara a su lado, pero ella no podía hacer eso.Le dio un muy fuerte ab
Ana sintió que estaba cayendo en un vacío, como si la hubieran empujado por el borde de un edificio y estuviera a punto de chocar contra el suelo. La cara muy pálida de Maxwell cuando abrió la puerta y el rostro golpeado de Johan de inmediato le dieron el peor de los presentimientos.Cuando el rubio le contó lo sucedido la embargó una rabia tan grande que golpeó con el puño y cuando le sangraron los nudillos Maxwell la agarró desde atrás.— No es justo — dijo ella y volteó, el hombre la abrazó con fuerza, su corazón latía desbocado como el de un caballo al galope — Albán es un monstruo, ¿Cómo pudo hacer eso? — Maxwell la apartó para mirarla a la cara.— Él dijo que sabías donde encontrarlo, Ana, ¿Dónde está? — Ana lo pensó por un momento, pero, si el hombre no estaba en su casa no tenía la menor idea, así que negó y las lágrimas no le permitieron ver.— Lo siento, esto es mi culpa, yo lo traje a sus vidas — Maxwell la sacudió por los hombros.— ¿Cómo se te ocurre decir eso? No es tu c
La casa se había llenado de hombres, y Ana no pudo evitar sentirse incómoda. Luis y Johan habían contratado un guardaespaldas para cada uno y el de Ana era un hombre alto, de gesto huraño que parecía estar siempre de mal genio y cuando ella le ofreció limonada la rechazó decentemente. Johan estaba terminando de vestir a Emanuel, abrochándole los botones de la camisa hasta bien arriba de la garganta y el niño le pidió ayuda con una mirada a Ana que se rio. — ¿Estás seguro que irás tú? — le preguntó Ana y Johan asintió. — Es mejor que te quedes en casa, no es seguir para ti salir, yo llevo a Emanuel a la escuela para que presente la maqueta — Ana asintió, se sentó en la mesa y comprobó que el perfecto sistema solar que había hecho con el niño estuviera en perfecto estado antes de que salieran de casa. Johan empacó todo lo que Ana le entregó para que llevara, un trabajo escrito para la profesora de idiomas, otro de unas planas de caligrafía para el profesor de artes y tambien el cuade
Albán se recostó en el marco de la puerta, el joven que estaba sentado frente al escritorio parecía temblar y él se lo quedó mirando fijamente.— No señor — dijo, de verdad la voz le temblaba — no he logrado encontrar la dirección de la casa del científico, solo el laboratorio donde trabaja, lo he intentado, pero de verdad no he podido — Albán dejó escapar el aliento y tuvo que aguantarse las ganas de golpearlo en la cabeza con fuerza.— Eres un put0 hacker, si no puedes encontrar una simple dirección entonces para qué sirves — el joven palideció.— Hackeé la universidad, pero no tienen registros de donde viven sus empleados, si tan solo pudiera tener su apellido o un segundo nombre…— Ya te dije que no tengo put4 idea — le dijo Albán en voz alta y el joven dio un salto — quiero que encuentres a ese hombre a como dé lugar, o tendrás que irte a vender arepas a a la esquina con la put4 de tu madre — el joven miró de nuevo a la pantalla y luego parpadeó.— Señor, ¿Ese niño que parece en
— ¿De qué están hablando? — preguntó Maxwell con evidente malgenio y tomó los sobres frente a él y los observó.— Como escuchaste — continuó el tío Johan. Emilio nos contó lo que está pasando y no permitiremos por ningún motivo que les pase algo.— Los abogados de Transportes Imperio están trabajando en el caso — les contó Luis — pero el hombre está bien protegido, no existen antecedentes y sus archivos de la policía están borrados casi desde que empezó su carrera —Maxwell dejó los sobres sobre la mesa y se puso de pie para caminar por la sala.Ana tomó los papeles, en efecto, eran sus pasaportes y ella se preguntó como conseguirían toda su información.— No podemos irnos — dijo Maxwell y continuó caminando por la sala de un lado para otro — ¿Cuánto tiempo? — Luis ladeó la cabeza.— El suficiente como para que logremos encontrar como detener a ese monstruo — pero Maxwell se veía entre asustado y enojado y eso la asustó a ella.Emanuel se acercó a Ana al ver a su padre así y ella lo ca
Ana había preparado la mejor cena que se pudo inventar, nunca se había sentido tan nerviosa como esa noche y esperó no haberle transmitido esos nervios al sabor de la comida. Maxwell le había insistido que encargaran la cena, pero ella insistió más en que quería hacerla ella, quería darla una buena impresión a los tíos de él. Una duda grande se instauró en su pecho, ¿Y si la pareja veía a advertirle a Maxwell que Ana no era buena para él? ¿O a echarle en cara que ella lo había metido en todo ese lío? Maxwell se vistió, bañó a Emanuel y lo vistió con la ropa bonita que tenía el niño el fondo del armario y Ana no tuvo más alternativa que ponerse el vestido más lindo que tenía que ya estaba un poco desteñido y ajado. Hizo una nota mental para comprarse un poco de ropa con el sueldo que Maxwell le estaba pagando y cuando salió a la sala papá e hijo tenían todo bien organizado. — ¿Hace mucho no los ves? — le preguntó ella y se sentó nerviosa en una silla junto a la mesa. — Como un año,