Gianina, una madre soltera en apuros, en busca un mejor pasar económico, accede a cas y a embaraz de un hombre mayor, a través de inseminación artificial. Sin embargo, no espera que este fallezca y le deje una gran fortuna en banco, ni mucho menos imagina que, en verdad, está otro hombre, por culpa que la clínica inseminación había cometido un grave error durante procedimiento. Adri es un hombre apuesto y elegante, uno los hombres más reconocidos del mundo de la moda, es un diseñador a quien todo el mundo lo ha considerado , por no haber mantenido pareja por más que un par semanas y no haber presentado ninguna manera formal. Presa la desesperación porque su madre no crea eso de él, decide que se casará con una mujer a la cual le ha alquilado vientre. Lo que no espera, es que esa mujer una completa desconocida, una mujer que ni siquiera él escogió. Sin embargo, pese a lo inesperado de este encuentro y a las desventuras que ambos deberán vivir, ¿serán capaces de enamor uno del otro, o todos los obstás los llevará por diferentes caminos?
Leer másDos meses después de la propuesta. El sol caía con fuerza sobre la playa, haciendo que la arena blanca brillara bajo los pies descalzos de la familia Messina. El sonido de las olas rompiendo en la orilla creaba una sinfonía suave, y la brisa marina acariciaba los rostros bronceados de Adriano, Gianina y los niños. Era un día perfecto. Después de meses de tormentas internas, traiciones que habían dejado cicatrices profundas y un dolor que parecía imposible de superar, la calma había llegado, y con ella, la paz, permitiéndoles aquel viaje de ensueño en familia.Adriano y Gianina caminaban juntos por la orilla, con las manos entrelazadas, mientras los cuatrillizos, que estaban a poco de cumplir los dos años, corrían más adelante, persiguiéndose unos a otros con risas desbordantes de alegría. Francesco, como siempre más reflexivo, caminaba a una distancia prudente, observando con una sonrisa tranquila cómo sus hermanos jugaban en la arena. A pocos metros, Claudio y Johana se encontraban
La noche ya había caído, bañando la ciudad con un brillo dorado bajo las luces de las calles. En la mansión Messina, todo estaba en calma. Después de meses y meses de caos, traiciones y luchas, Adriano y Gianina finalmente podían disfrutar de un momento de paz y tranquilidad. Habían trabajado sumamente duro para salvar a la familia y, posteriormente, la empresa, y, a pesar de que la presión nunca desaparecía del todo, esa noche era diferente: era una noche para relajarse.Adriano en ese momento se encontraba en la terraza, mirando el cielo estrellado con una copa de vino en la mano, reflexionando sobre todo lo que habían vivido. Sentía el peso de los últimos meses sobre sus hombros, pero, ahora, por primera vez en mucho tiempo, en su mente había algo más que preocupación; había esperanza.En ese instante, Gianina apareció detrás de él, envuelta en un grueso chal, y se acercó en silencio, colocándose junto de Adriano, quien le sonrió antes de acercarla a él con un abrazo protector.—¿E
Un mes después. El sol se alzaba lentamente, proyectando un suave resplandor sobre los edificios que delineaban el horizonte. En el corazón de la ciudad, la sede central de la petrolera Messina se alzaba con su imponente fachada de cristal, reflejando modernidad a la par que los años de historia y el legado familiar que sostenía. Sin embargo, entre sus paredes, el ambiente era tenso. Había pasado un mes desde el juicio de Antonio, Sarah y Alessio, y, después de tanto tiempo de traiciones, manipulaciones y conflictos, la familia Messina había logrado dejar atrás los fantasmas del pasado. Pero salvar la empresa, que había quedado seriamente afectada por la corrupción y el escándalo, era otra tarea monumental.Adriano, de pie frente a la ventana de su oficina, miraba el incesante tráfico de la ciudad con el ceño fruncido y las manos cruzadas a sus espaldas. Sus pensamientos iban y venían, pero había una sola cuestión que dominaba su mente: la salvación de la empresa que su padre le habí
La sala del tribunal estaba abarrotada, y el incesante murmullo de los medios y de los curiosos llenaba el aire.El juicio de Antonio Rossi, Alessio Lazzari y Sarah Rossi se había convertido en un espectáculo mediático, atrayendo la atención de todo el país. Las cámaras enfocaban cada detalle mientras Adriano y Gianina caminaban en silencio hacia sus asientos en la primera fila. La tensión en sus cuerpos era más que evidente; las sombras de los eventos recientes pesaban sobre ellos con el peso de mil yunques.El rostro de Adriano estaba marcado por el cansancio, la ira y el alivio, una mezcla de emociones encontradas, mientras enfrentaba al hecho de que en ese mismo lugar, el ex mejor amigo de su padre y aquellos que alguna vez habían estado cerca de la familia, de una manera u otra, recibirían su condena. A su lado, Gianina lo acompañaba con una serenidad que ocultaba su propio dolor. Aunque lo peor ya había pasado, sabían que aquel juicio sería el cierre definitivo de un ciclo que le
—Tiene más sentido del que crees, querido agente —murmuró Antonio, mirando como si pudiera ver a su antiguo amigo—. Adriano siempre fue el hijo perfecto, el preferido de Messina, y nunca tuvo que sufrir lo que yo sufrí por culpa de su padre. Él me quitó todo lo que tenía, la empresa que mi padre había construido, todo lo que nos pertenecía. Por eso yo quería asegurarme de que Adriano sintiera lo que era perder lo que más te importa.Adriano, al otro lado del vidrio, inspiró profundamente y entrecerró los ojos intentando contener la rabia y la furia que crecían en su interior. Sabía que lo que estaba por escuchar en los próximos minutos no era algo fácil de procesar, pero aun así no podía marcharse. Quería oír hasta la última palabra de Antonio Rossi.Antonio inspiró profundo, como si disfrutara con todo aquello.El agente se puso de pie y comenzó a caminar por la sala.—¿Por qué, Rossi? ¿Por qué hacer algo tan cruel?Antonio volvió a reír con una risa vacía. Era evidente que la pregun
La atmósfera en la sala de interrogatorios era densa, casi asfixiante. Antonio Rossi estaba allí, con las muñecas esposadas sobre la mesa de metal. La luz fría destacaba las sombras en su demacrado rostro, pero sus ojos mantenían un brillo calculador.Había confesado ya parte de su plan, pero quedaban cabos sueltos, oscuros, que los agentes necesitaban atar. A través del espejo de dos vías, Adriano y Gianina observaban aquella escena, sintiendo el peso de la verdad aproximándose como una tormenta.—Sabemos que el secuestro de Francesco fue tu último acto, antes de que te atrapáramos —dijo un agente de barba recortada, inclinándose hacia Antonio—, pero todavía hay algo que no encaja. Habla de Sarah —pidió, con un tono mucho más firme—. Sabemos que ella estuvo involucrada. ¿Qué motivó a tu hija a hacer algo tan cruel? ¿Por qué Gianina? Ella y Sarah eran amigas, ¿no?Adriano se tensó de inmediato ante aquellos interrogantes por parte de la policía. Sabía que algo oscuro estaba por salir
Una vez Antonio, Alessio y Sarah fueron capturados por los agentes de la policía federal, Johana se acercó a Claudio con los ojos brillando con una mezcla de cansancio y alivio. Durante un par de segundos se miraron en silencio, sin necesidad de decir nada.—¿Estás bien? —preguntó ella con suavidad, con un ligero temblor en su voz.Claudio la miró con los ojos cargados de emociones contradictorias. Asintió, aunque no estaba seguro de si realmente se sentía bien. Habían atrapado a Antonio y a sus cómplices, pero no sentía la sensación de victoria como había imaginado que haría.—Lo logramos —repuso, finalmente, aunque el tono de su voz era más reflexivo que triunfal—. Pero no estoy seguro de qué ganamos.Johana sonrió de lado, colocando suavemente una mano sobre el hombro de Claudio y le dio un leve apretón.—Has salvado a tu familia —le recordó—. Y eso es lo más importaste. Salvaste a los que amas.Claudio suspiró y asintió con lentitud, asimilando sus palabras.—Sí, tienes razón —res
La tarde comenzaba a teñir el horizonte de un tono rojizo, anunciando la noche, mientras la operación se ponía en marcha.Claudio Messina, junto a Johana y un equipo de la policía federal (Polizia di Stato) de encubierto, se movían por los alrededores del escondite de Antonio Rossi, en completo silencio, conscientes de que no tenían margen de error.Mientras que, en el otro extremo de la ciudad, Adriano y Gianina permanecían en la mansión, protegiendo a los niños, quienes creían que podrían ser el potencial blanco de la venganza de Rossi, si Claudio, Johana y la policía no lograban detenerlo.Gianina, con los brazos cruzados sobre su pecho y una grave expresión en su rostro, observaba el jardín a través del enorme ventanal de la sala, mientras los niños jugaban en la sala contigua, ajenos a la tormenta que los rodeaba.Ella podía sentir el peso del peligro sobre sus hombros, pero también la necesidad de ser el pilar fuerte que mantenía todo en pie.Adriano se encontraba sentado cerca
Adriano inspiró profundamente y soltó el aire con lentitud, mientras sus ojos se encontraban con los de Gianina, y, por un momento, el peso que sentía sobre los hombros pareció disminuir, al menos, un poco. Era un breve consuelo, pero suficiente como para que pudiera centrarse en lo verdaderamente importante.—Claudio —dijo, entonces, con un tono más sereno—, confío en ti y lo sabes. Pero tenemos que asegurarnos que no haya fallos en el plan. Si algo sale mal…Claudio asintió, comprendiéndolo sin necesidad de que terminara la frase.—Tranquilo, he pensado en eso. Y no estamos solos. Tengo un par de personas de confianza que están dispuestas a ayudarnos y estarán listas para cuando demos la señal. Sin embargo, necesito que tú y Gianina se ocupen de mantener a salvo a los niños. Déjennos a Johana y a mí manejar el resto.Johana intervino, en apoyo de las palabras de Claudio.—Ya he hablado con algunos conocidos de confianza, contactos que he hecho en estos años. Ellos también estarán li