¿De quién huyes? Él es mi Salvador, pero también es mi verdugo, mi alma gemela y más que eso. Es mi amor y yo su mortal obsesión, una que fácilmente puede llevarnos al precipicio, al mar escarlata que son sus ojos. Mi perdición lleva su nombre y su manía lleva el mío marcado en su piel: eso me convierte en la obsesión de Kylian Everingham, el rey de los vampiros. Ambos somos la perdición del otro. ¿Acaso es fácil evadir un dulce y amargo peligro?
Leer másVeintidós años despuésKYLIANSigo recordando estos últimos años en los cuales no ha habido ni un solo día que no piense en Opal, que no la dibuje, que no la desee. Nadie me había marcado tanto como ella. Luego de su muerte, prácticamente yo morí también. Estuve en letargo durante dos años, dormido y sin consciencia, sin tener conocimiento de nada a mi alrededor. A partir de ese momento retomé mis responsabilidades, inicié con la crianza de mi hijo Atlas, porque lo amo como un hijo de sangre. Quien iba a pensar que ese terco muchacho me alegraría los días y le daría sentido de nuevo a todo. Es idéntico a su madre, tanto en personalidad como en los rasgos de su rostro un poco delicados.—¿A dónde vas? —Atlas me pregunta. Termino de vestirme y elevo una ceja en su dirección. Me observa con sus ojos azules y esa mirada rebelde. Es un pícaro.—A meditar en el bosque. —Me encojo de hombros. —Ten cuidado, los cazadores andan merodeando... —Se marcha hacia el castillo, pero una doncella se
Abro los ojos despacio, me encuentro en la cabaña. Al ver a mi hijo despierto a mi lado y jugando con sus manitos siento tantas emociones encontradas e inexplicables. Empiezo a llorar como una niña abrazada a él. —Perdóname Atlas... Ni siquiera recordaba tu nombre, mi vida... Lo acuno entre mis brazos, mis sollozos inundan el lugar. A medida que pasan los minutos consigo calma, él se duerme de nuevo plácidamente a mi lado. Es tan pequeñito, su piel blanca y cabello negro contrastan con sus ojos azules y un pequeño rostro con rasgos muy parecidos a los míos. Es mi hijo, no se puede negar y no me canso de mirarlo. Haría todo por él y porque siempre esté seguro. Pero, de repente y como si se tratara del destino, las lamias entran aquí a toda prisa. —A solo un kilómetro se está librando una batalla y quedan pocos. ¡Nos están acabando mi señora! El señor Kylian está luchando casi solo, se encuentra débil. —¿Qué? —Me levanto de inmediato. —Ha perdido mucha sangre, está herido. Roguemos
Tomo asiento al lado del pequeño con dificultad, ya que un fuerte mareo me deja aturdida y tambaleando. Pero por más que cierre los ojos no logro mejorar, sigue empeorando hasta hacerme desvanecer y perder la noción de todo lo que me rodea...—¿Hola? Me levanto del suelo, buscando alguien en este lugar desierto. Solo me acompaña el cielo azul, el viento y la arena. No sé donde me encuentro, ni cómo es que he llegado aquí, porque no lo recuerdo. —Puedo verte al fin... Me giro hacia atrás al escuchar mi propia voz. No, no es solo eso, soy yo misma, pero con un vestido de épocas antiguas y el cabello rojizo recogido en un moño. —Supongo que tú debes ser... la Opal que Kylian buscaba en mí, ¿no es así? —inquiero con un tono de voz demasiado hostil para mi gusto. —Lo soy —sonríe de la misma forma que yo—. Pero ya tuve mi tiempo y necesito descansar, encontrarme con mi familia. Frunzo el ceño ante su respuesta. Su expresión parece cansada. —¿Y por qué no lo haces? ¿Qué te detiene? —M
—Paren ya. —Velkan hace acto de presencia, tratando de poner orden. —No, mejor apártate. —Uno de los hombres responde con voz de trueno—. No vamos a permitir que tu hermano avergüence a nuestro Alfa. —Avergonzar... —De repente Kylian habla—. ¿Avergonzar dices? Tu Alfa ha estado cortejando y haciéndole sombra a mi mujer. Me alejo despacio de todos ellos. Hay un ambiente tan denso, hostil. —¿Todo esto es por culpa de esa mujer? —El hombre moreno me mira como si yo fuera algo pequeño e insignificante. Me siento insultada. Y como si Kylian pudiera saber lo que siento, me mira detenidamente y luego aparta la mirada endemoniada hacia el licántropo. —¡Te vas a arrepentir! —Deja el cuerpo de Gabriel a un lado, quien se golpea la cabeza al caer, y se abalanza sobre el moreno. —¡No! —Todos gritan, las voces se unen entre gritos y negaciones. Comienzan a golpearse, vampiros y lobos tratan de defender a los suyos, perdiendo así el control e iniciando una ruda pelea de bandos. Tomo a Gab
—¿Reina? —suelto una rosita nerviosa. Él me mira serio. —Sí. Mañana hay una reunión y voy a presentarte como mi mujer y futura esposa, quiero que nos casemos lo más pronto posible.—¿Qué? Yo... No sé qué decir. —No digas nada. Esto que ha pasado ahora me confirma lo que tu terca boca no me dice. —Se muerde el labio inferior y clava sus ojos escarlatas en los míos—. Me amas, estás perdidamente enamorada.Debo admitir que me ha dejado hipnotizada aquel gesto tan sensual, pero ese no es el punto ahora.—N-no estoy segura —digo aquello poniéndome el vestido. Kylian también se viste rápidamente. Oh cielos... Creo que está muy enojado ahora. —Comprendo —responde con un tono de voz más grave de lo normal. —No, espera... Claro que quiero casarme contigo, pero no sé si sea el momento indicado. Solo, déjame pensarlo un poco mejor. Todo esto todavía es nuevo para mí... —Trato de tocar su mano, pero se aparta. Eso me ha dolido. —¿Es por él, verdad? ¡¿Por ese maldito lobo?! ¡Responde! Su
Su pregunta me toma por sorpresa. —¿Quién te lo dijo? —inquiero con interés. —Yo sé todo lo que ocurre aquí —responde dejando mi rostro y tomando asiento a mi lado. —Solo fui a buscar respuestas a casa de mi tío. Gabriel me llevó porque le insistí, prácticamente... lo obligué. —No lo miro, siento un poco de vergüenza. —¿Y encontraste esas respuestas? —musita en voz baja. Me llevo las manos hacia el rostro. —Sí. Me ha descubierto y ahora me están buscando... También... —Decido no continuar, no estoy segura. Observa mis ojos atento, sé que me pide respuestas. —¿También...? Opal, debes decirme todo lo que sucede. Antes de todo soy el rey, y eso deja mucha responsabilidad sobre mis hombros. Debo mantener el balance. No lo había visto de esa forma. —Lo que sucede es que... Mike es mitad brujo —Se levanta de inmediato—. ¡Espera! Tienes que creerme, lo he visto con mis propios ojos. También me atacó, pero resulta que me volví invisible y logré escapar. Mira, recuperé el collar...—E
Dejo caer la nota y me levanto con una expresión aterrorizada en el rostro. Es la letra perfecta de mi padre y no recuerdo que alguna vez mi tío Mike haya cuidado de mí mientras mis papás estaban lejos. Además, papá era el único que me llamaba pequeña cereza, lo hacía cuando estábamos solos. Nadie más conocía ese apodo, excepto mamá. Jamás había leído esa carta que fue escrita antes de la muerte de mi padre. Mi tío nunca nos dijo nada, casi nunca nos visitaba y poco tiempo más tarde desapareció. Aquel día mis padres venían juntos, pero mamá no pudo subir al auto por su trabajo y papá viajó solo, horas más tarde quedamos incomunicados y luego apareció muerto dentro de su auto totalmente quemado producto de un accidente en circunstancias extrañas. Las autoridades lograron comprobar que se trató de un asesinato disfrazado de suicidio, pero nunca pudieron encontrar al asesino. Hace poco murió mi madre igualmente quemada dentro de nuestra casa, luego de que el incendio se iniciara sin causa
Los ojos de mi tío están sobre los míos, me mira con un odio y furia que jamás había visto en él.—¡¿Qué demonios haces en mi escritorio?! Creo que su mandíbula casi se desencaja.Necesito tener esa carpeta en mi manos, es lo único en lo que pienso ahora. Sus gritos no me amedrentan, porque ya sabía yo que él podría ser esto que veo frente a mí. —Solo curioseaba... —Me paseo por el lugar de manera cautelosa.—Mientes. —Su mirada se vuelve oscura, perversa. De repente se abalanza sobre mí, tratando de arañar mi rostro con sus filosas uñas de brujo. Pero antes que llegue a rozarme un poco la piel de los brazos, doy varios pasos hacia atrás y por accidente caigo de bruces contra el suelo. —¡Maldita mocosa! ¿A dónde se fue? ¡Vengan todos y búsquenla! —grita colérico a sus empleados. ¿Una maldita mocosa? Eso es lo que soy para mi tío. Pues bien, me importa poco si me quiere o no, por mí ahora que se vaya al diablo y se queme en las brazas del puto infierno. Aprovechando esta nueva ha
Bajo con prisa las escalinatas hacia la primera planta. Espero en medio del vacío y silencioso lugar que solo está iluminado por la tenue luz de las velas. Por suerte ya viene Gabriel, por lo que me dirijo hacia él. —Te tardaste. —Lo miro a los ojos, con algo de enojo. —¡Maldición! ¿Qué ha sido eso? —Se pone en guardia. Yo frunzo el ceño al no comprender su comportamiento. —¿Qué? —Me acerco de nuevo. —Deja de bromear, Opal. ¿Dónde estás? Sal ya, no te escondas... —Mira hacia todos los lugares posibles. —¡Pero si estoy frente a ti! ¡Bobo!—Le grito en su expresión de loco, la cual se transforma en una sonriente. —Increíble... Pues bien, ahí tienes tu habilidad principal, eres invisible. Te va a servir mucho de ahora en adelante. Anda, vuelve a la normalidad, tenemos que irnos ya. —Se cruza de brazos. Suspiro rendida. —No sé cómo hacerlo, ni siquiera sabía que me había vuelto invisible. ¿De verdad no me ves, no estarás bromeando? —No. Solo concéntrate, piensa que quieres que te