El silencio es sepulcral y asfixiante, como si estuviera en medio de la nada. Escucho el sonido de mi respiración, el roce de mis largas uñas contra lo que parecer ser tela de seda, tan suave y relajante. Sin embargo, cuando los recuerdos de la desgracia vuelven a mí golpeando como un bumerán, exhalo con fuerza y abro los ojos de inmediato. El techo, de una madera bastante oscura, es lo primero que veo seguido de un elegante dosel que está sobre la cama, pero las cortinas permanecen recogidas, sumiendo la habitación en oscuridad.
Me siento sobre las sábanas, finalizando mi recorrido visual sobre unos elegantes zapatos negros de charol, continúo subiendo la mirada y me encuentro con unas largas piernas enfundadas en un pantalón clásico negro y un pecho firme cubierto con una camisa de lino blanco. Tiene brazos fuertes y grandes manos con dedos alargados y pálidos. De repente, mi corazón late deprisa anunciando algo que no logro comprender, me dice mucho y a la vez nada, es un mar de emociones confusas. Aprieto las sábanas con fuerza, experimentando la necesidad de ver el rostro de aquel hombre que estoy segura tiene su mirada clavada en mí, puedo sentirlo. No logro evitarlo y levanto la vista, temerosa y contrariada por tan abrumadoras emociones, mis ojos reparan en dos azules tan claros como el hermoso cielo y tan penetrantes y enigmáticos como nada que haya visto jamás. Observo sin reparos su quijada marcada, labios carnosos y rojos, nariz perfecta, cejas pobladas y arqueadas, cabello rubio y largo que cae en mechones sobre su frente, sienes y hombros, aportando mucho más misterio e imponencia a su presencia. Su piel es muy pálida como la nieve.
Me llevo una mano a la boca, evidenciando mi sorpresa, la sorpresa de tener frente a mí al hombre que aparece en la mayoría de mis sueños y pesadillas, en escenarios bastante antiguos y anticuados comparado a lo que es el mundo hoy en día. No puede ser posible tener sueños con alguien que nunca se le ha visto, que se supone es un ideal que crea tu mente o inconsciente, que se supone es una nimia y estúpida pesadilla.
Acomodo el vestido blanco sedoso y ajustado que me llega por encima de las rodillas, dejando bastante piel descubierta. Torpemente avanzo hacia la puerta, pero a una velocidad inverosímil el hombre se interpone, provocando que jadee aterrada. Sus manos heladas se posan sobre cada una de mis mejillas y tirito un poco al sentir aquel frío sobre mi piel, dejándome desconcertada. Clava su mirada en mis ojos y continúa estudiando cada parte de mí, pero aquello me disgusta en gran manera, logrando ponerme de mal humor.
—Estás muy hermosa, mi bella, pero tan diferente a la vez... —Su aliento fresco acaricia mis labios, haciendo que mi corazón se descontrole por diferentes emociones que no identifico.
¿Temor, nervios, ansiedad, confusión, sorpresa o enojo? No sé ni lo que siento.
—No vuelvas a ponerme una mano encima, por favor. —Es lo único que logro decir.
Exhalo con dificultad, cerrando los ojos y tranquilizando a mi corazón, ese que ya no soporta más el dolor que me causa el toque de alguna persona. Quito sus manos de mi rostro y me echo hacia atrás, observando su gélida mirada y expresión neutral que me causa curiosidad. ¿Cómo saber si está enojado o confundido?
—¿Qué dices? —Se acerca de nuevo, con una mirada entristecida y cargada de un dolor que no comprendo—. Mi estrella, yo...
—No te acerques. —Levanto la mano en señal de advertencia y su cuerpo esbelto se detiene—. No te conozco, no sé quién eres. Tengo una condición que no me permite ser tocada por los demás, espero que lo comprendas... ¿Quieres decirme por qué estoy aquí? —Humedezco mis labios y echo mi largo cabello negro hacia un lado.
El hombre niega con la cabeza, como no aceptando lo que ve en mí, como si yo no fuera lo que él esperaba.
—Te salvé la vida, me llamaste y fui a tu rescate. Nos comunicamos entre pensamientos, ¿lo recuerdas?
De repente los recuerdos de la sangre escurriendo de mis brazos me vienen a la mente. Niego entre sollozos, no aceptando que mi única salida haya sido sido frustrada por alguien que no me conoce, que no sabe que el escape a mis demonios es la muerte, no sabe que solo así podré descansar y encontrar paz.
—Así que siempre fuiste tú. Pensé que esa voz solo era producto de mi imaginación, o de mis extraños dones. —Cierro los ojos, agachándome sobre la acolchada alfombra oscura.
—Siempre fui yo, mi estrella. ¿Qué te sucede? Deberías recordarme, es que... no lo entiendo.
Roza mi cabello con los dedos, lo que me llena aún más de temor.
—No soy tu estrella, no soy esa Electra que buscas, mi nombre es Opal Moldoveanu y viví en Nueva York casi toda mi vida. —Levanto la mirada y me encuentro con sus profundos ojos azules casi atravesar los míos—. Si bien pedí tu ayuda y te agradezco que hayas venido cuando pensé que a nadie le importaba, pero tenías que dejarme morir, era lo mejor, lo arruinaste.
Rompo en llanto, sintiendo más sufrimiento, más frustración y desazón dentro de mí.
—Cálmate mi bella... ¿Quieres que vuelva después?
Lo veo enderezarse y yo también lo hago, pero me he vuelto furiosa porque sus manos no parecen querer dejar de rozar mi rostro. ¿Quién se cree para tratarme así, quién se cree para tomarse estas atribuciones conmigo cuando le dije que no es cómodo que me toquen?
—No sabes mantener tus manos quietas, te dije que no vuelvas a tocarme... Y no, no quiero verte de nuevo. ¡Vete! —grito y luego tomo una gran bocanada de aire para recuperar mis fatigados pulmones, después de tan horrible arrebato.El hombre me mira furioso, sus ojos parecen centellear en ira. Aprieta fuertemente los puños, como tratando de mantener el control que está a punto de perder.—Tú... —Me señala con el dedo, su entrecejo se frunce cada vez más, mostrando un hombre muy distinto al de hace unos minutos atrás.—Kylian... Debes salir, vamos. —Un hombre pelinegro entra a la habitación, interviniendo. Su voz profunda hace eco en el lugar.Es un poco bajo que el otro, pero aún así, igual de corpulento y apuesto. Observo mejor al pelinegro, recordando que él también aparecía en mis sueños, al igual que Kylian. ¿Qué significa todo esto?, no logro entender.—Velkan, no te metas en esto. —Se cruza de brazos y clava de nuevo sus ojos en mí—. Creo que es bruja y ha robado el cuerpo de El
KYLIANLa observo mientras duerme; tan cálida, hermosa y más hermosa de lo que fue en un principio. Sus bellos párpados lucen hinchados de tanto llanto y rebeldía, de tanto dolor que aparenta guardar en su alma.Odio verla aquí frente a mí y no poder besar sus dulces labios, porque en realidad su cuerpo tiene la esencia de mi amada. Pero esta es una nueva oportunidad para ella, un nuevo ciclo que se le concedió a su alma para enderezar el camino y no repetir los errores de su anterior vida, esa que perdió por mi maldita culpa. Prácticamente esta Electra es otra persona.Sin embargo, no puedo odiar a esta chiquilla altanera y lastimada. Siento que haciéndole mal me hago más daño a mí mismo, porque el destino decidió que fuera mi alma gemela en todas sus vidas como humana. Electra regresó en un nuevo cuerpo y con un nuevo propósito, y no quiero que muera de nuevo en horribles circunstancias. Voy a retenerla a mi lado aunque no quiera y evitar que los brujos de fuego se salgan con la suy
Doy una vuelta sobre la cama, experimentando un ligero cosquilleo en el estómago. Voy hacia la ventana que también está cerrada con seguro y pongo mi mano sobre el cristal helado, observo los árboles de pino salpicados de nieve. El cielo está nublado, como cuando se aproxima una gran tormenta. Desde los días que he permanecido aquí encerrada, el clima siempre está igual, no cambia.—Me han sacado de una cárcel, para traerme a otra... —susurro contra el vidrio y el vapor de mi aliento hace que se ponga borroso.Recuerdo cuánto me gustaba hacer eso. Cuando era una niña escribía mi nombre y luego lo borraba para repetirlo una y otra vez.Me giro exaltada y con el corazón latiendo fuerte. Gabriel se acerca a mí a paso rápido y deposita un beso en mi mejilla, para después regresar rápidamente a su posición inicial. Un suspiro bastante sonoro se me escapa. Aquello me ha tomado por sorpresa, pero no me ha hecho sentir incómoda. No comprendo por qué él si puede acercarse y hasta sentir su bes
Cierro los ojos y empuño las manos, reprimiendo un sollozo. Sus palabras me hieren y duelen. No entiendo el porqué de tantas emociones cuando lo he vuelto a ver. Levanto la cabeza y le sostengo la mirada, para después salir por la puerta e irme corriendo hacia no sé dónde. Cuando ya estoy muy lejos de allí, me detengo y observo el inmenso salón de paredes rústicas. Los objetos son clásicos y elegantes, pero con una apariencia de épocas antiguas. La luz es tenue, solo las pequeñas llamas de las velas rojas aportan un poco de claridad. Miro hacia arriba y noto que el techo es extremadamente alto y alrededor del salón hay diez escaleras anchas que llevan a la segunda planta, hacia diferentes caminos. Avanzo debido a la poca luz, no logro apreciar si hay adornos u otros objetos pequeños.Veo hacia el lugar donde parece que el sonido del viento hace eco, es una especie de túnel. Me encamino hacia allí, a paso lento, con cautela. Aprieto mi pulcro vestido blanco, como infundiéndome valor y
Luego de un momento, Gabriel me lleva hacia la habitación y ceno junto a él, quien me mira con atención y no come nada, como lo ha hecho estos últimos días. Después me desea una buena noche y se marcha. De nuevo me quedo sola, con mis pensamientos arbitrarios y confusos.De un momento a otro, mi vista se nubla y tengo una extraña visión del futuro, es una imagen que pasa fugazmente, pero que me deja comprender la advertencia: he visto a diez personas haciendo fuego con sus manos, también sostenían una especie de látigos con los cuales me ahorcaban y encendían mi cuerpo en llamas. Destruían a todos aquí. Me levanto de la cama y salgo de la habitación, casi tropezando con mis pies. No quiero que de nuevo se repita, no cuando de nuevo tengo la posibilidad de evitar una tragedia. Después no quiero sentirme morir cuando me reproche a mí misma que no hice nada por cambiarlo.—¡Gabriel! ¡Gabriel! —Lo llamo a gritos, pero una mano helada me cubre la boca y aprisiona mi cuello con su fuerte an
Prácticamente todo el alboroto acabó. Solo vinieron cuatro enemigos, Kylian y Velkan acabaron con ellos rápidamente, no les fue tan complicado.De repente, siento un sacudón en el cuerpo.—¿Qué haces? ¡Bájame! —intento dar patadas a Kylian, pero la velocidad con la que nos movemos, me marea y provoca náuseas.—¿Podrías quedarte quieta por un segundo? —reprocha.Me deja sobre una gran cama con sábanas negras. En realidad todo aquí es oscuro y casi tétrico. ¿Será su habitación?—¿Por qué me trajiste aquí? —Lo interpelo con bastante amargura.—Porque debo protegerte. —Desvía la mirada hacia la gran y gruesa puerta de color caoba—. Porque eres una carga que debo llevar, si te pasa algo yo... sufriría por alguien que no amo.Lo miro de mala gana y me cruzo de brazos.—Eres un idiota... —susurro con ira.¡Lo odio!—Cuida esas palabras. —Se gira y toma mi barbilla con rudeza, para luego soltarme.—Te odio. —Le planto cara y digo todo lo que en realidad no siento, como casi siempre.Ríe con s
—¿Qué voy a hacer contigo? —susurra entre dientes.Aquello me deja sin palabras, solo consigo desviar la mirada hacia su torso desnudo y ancho, con pectorales marcados, brazos musculosos y demasiado fuertes. No continúo bajando la mirada, no me atrevo.Y pensar que anoche, este hombre tan perfecto me ha hecho sentir una mujer real y viva. Me ha hecho gemir y llorar de placer. —Pues... —Lo miro a los ojos y acomodo las sábanas sobre mi cuerpo—. ¿Cómo voy a saberlo yo, si tú no lo sabes?Desvío la mirada, un tanto intimidada por su presencia. —Ahora no quiero dejar esta cama... Yo jamás estuve de esta forma con Electra, y ahora tú has... —parece luchar con sus pensamientos—, lo has cambiado todo.Habla con tanta rabia y meláncolía, como si me odiara. Mis ojos se humedecen. ¿Por qué estoy llorando? De nuevo me lastiman sus palabras y no quisiera que fuera así. Me levanto hecha una furia y busco mi vestido, me lo pongo lo más rápido que puedo. Luego de un corto momento, levanto la vista
Trato de disimular mi malestar y desconcierto, pero me es imposible. —¿Y qué tiene de malo? Te atraigo, y aunque lo niegues siempre estás pensado en mí o molesto conmigo por causa de cómo soy y las cosas que digo o hago. Pero está bien, concuerdo contigo... No puedo decir que me siento usada, porque yo me entregué y ofrecí también, él solo fue débil antes mis insinuaciones de las que ahora no estoy segura de haber hecho. No era yo anoche, la Opal que siempre he creído ser, no habría llegado a esos extremos.—Esto es tuyo. —Saca un collar de su bolsillo y me lo tiende.—Gracias. —Lo tomo y observo por algunos segundos.Me parece conocido. La cadena es igual a cualquier otra que haya visto, a excepción del dije, el cual es una esmeralda verde y preciosa. Parece brillar sobre mi mano y de repente siento un extraño cosquilleo entre las manos mientras la sostengo. Me pregunto el porqué Kylian me lo ha dado.—Ahora márchate...Su voz me saca de mis pensamientos y de inmediato me marcho de