Sinopsis | La Hija de mi Esposa Durante su despedida de soltero, el doctor Cédric Lafay, una eminencia en neurocirugía, tiene una noche de se*xo anónimo con una mujer que lo marca más de lo que está dispuesto a admitir. Nombres falsos. Cuerpos que se buscan. Y un pacto tácito de no volver a verse jamás. Pero el destino no respeta acuerdos. Días después, Cédric se casa con una mujer poderosa, mayor que él, que le abre las puertas a un imperio médico… y al pasado más oscuro que alguien puede arrastrar. Charlotte Marin, viuda, enferma, y recién salida de prisión tras una condena que aún divide versiones: algunos dicen que mató a su esposo... otros prefieren no hablar. En la boda, Desirée Duval aparece solo por compromiso. Fiscal penal, hija de Charlotte, y la misma mujer que él desnudó sin saber quién era. El reencuentro estalla como dinamita: prohibido, explosivo y condenadamente inevitable. Cuando una cláusula olvidada la obliga a compartir la presidencia de la Fundación Duval con el esposo de su madre, ambos quedan atrapados en una guerra silenciosa entre lo que desean y lo que no pueden permitirse. Porque hay errores que no se corrigen. Hay cuerpos que no se olvidan. Y hay secretos que jamás deberían salir a la luz.
Leer másCapítulo 50 —No va a pasar nadaNarrador:El tan esperado viernes, al fin llegó. El reloj sobre la cómoda marcaba las 19:47. Desirée cerró la cremallera del bolso con un movimiento rápido y lo dejó sobre la cama. Se quedó unos segundos de pie, en silencio, con los brazos cruzados, mirando la maleta como si tuviera que convencerse, una vez más, de que esto realmente estaba por pasar. Respiró hondo.Nada en ella gritaba entusiasmo, ni curiosidad. Solo esa mezcla de incomodidad, rabia reprimida y control emocional. Se había prometido que no iba a temblar. Que no iba a mostrarse débil. Que podía hacer esto y salir ilesa.El móvil vibró sobre la mesa de noche. Ella lo miró de reojo, sin apurarse. Lo tomó, desbloqueó la pantalla, y leyó el mensaje que acababa de llegar:#Idiota para Desirée“Estoy saliendo. Te envío la ubicación. Te espero allí. No demores, la comida se enfría.”Desirée soltó una exhalación lenta, apenas un suspiro. No sabía si quería reír o lanzar el teléfono contra la pare
Capítulo 49 —Un error que vas a recordarNarrador:Cédric se inclinó ligeramente hacia adelante, los dedos rodeando su taza ya fría, sin apartar los ojos de ella.—Pasaré a buscarte el viernes. A las veinte horas.Desirée parpadeó despacio. No fue sorpresa lo que mostró su rostro, sino molestia contenida.—No —respondió, con la voz más baja, más afilada —Prefiero ir en mi coche. Manejando yo. Me envías la ubicación y listo.Cédric mantuvo el silencio unos segundos. La observó con atención, como si cada palabra que salía de su boca fuera una pieza más en un juego que ambos entendían demasiado bien.—¿No confías en mí?—Desconfío de todos —contestó, sin vacilar —Pero especialmente de los hombres que ponen condiciones para firmar documentos legales. Tu pones tu condición, yo la mia, me gusta tener autonomía de movimiento.Él asintió apenas, sin ironía. Bajó la mirada hacia la taza, luego volvió a alzarla con total calma.—Está bien. Te enviaré la dirección.—PerfectoElla asintió con un l
Capítulo 48 —Con una condicionNarrador:Desirée bajó lentamente la vista hacia el documento. Sus ojos se posaron justo donde él tenía el dedo detenido, en ese espacio en blanco que hablaba más fuerte que cualquier palabra.Soltó un suspiro, uno largo, cargado de frustración y resignación. No por el papel. No por él. Sino por lo inevitable.—Voy a matarte, Margot —murmuró, apenas audible, con los labios tensos y el orgullo tambaleando.No lo miró de inmediato. Se quedó ahí, con la vista clavada en la hoja, como si ese nombre ausente fuera una confesión forzada que le arrancaba el control que tanto se había esforzado por sostener.Y Cédric, frente a ella, no dijo nada.Porque no necesitaba decirlo. Ya lo había hecho.—Ok —dijo Desirée, respirando hondo mientras tomaba una pluma del portalápices sobre el escritorio —No es para tanto. —Le extendió el bolígrafo por encima del documento con un gesto seco, casi desafiante. —Firma y termina con el drama —añadió, sin ocultar el fastidio en la
Capítulo 47 —Mi firmaNarrador:Cédric se puso de pie con un movimiento repentino, como si todo lo que había estado reprimiendo hasta ese momento finalmente se hubiera roto por dentro. Tomó la carpeta con firmeza, con un gesto seco, y caminó hacia la puerta sin decir una palabra.Adrien lo observó en silencio durante un segundo, luego se enderezó un poco en su asiento.—¿A dónde vas? —preguntó, sin ocultar la tensión en la voz.Cédric no se detuvo. Ni siquiera giró la cabeza. Mantuvo la mirada fija en el pasillo al otro lado de la puerta.—A buscar respuestas —dijo simplemente.Y salió, dejando atrás la oficina, el silencio, y la única certeza que le quedaba: no podía seguir esperando mientras la perdía en silencio.Cédric caminó con paso firme por el pasillo, sin saludar a nadie, con la carpeta bajo el brazo como si fuera un escudo y una condena al mismo tiempo. La reconocía de memoria: esa puerta, el número grabado en la placa, el sonido amortiguado de las voces dentro.Se detuvo fre
Capítulo 45 —Así de simpleNarrador:Cédric apenas había llegado a su oficina cuando la secretaria lo interceptó en el pasillo, con una carpeta en la mano y expresión neutra.—Buenos días, doctor Lafay. Esto acaba de llegar. Me dijeron que requiere su firma cuanto antes.Él la tomó sin demasiada atención, pensando que sería otro de los tantos documentos rutinarios que se acumulaban día a día. Caminó hasta su escritorio, dejó la carpeta sobre la mesa, aún de pie y abrió la primera página.Tardó exactamente dos segundos en comprender de qué se trataba.El encabezado era claro. “Poder de representación legal otorgado por la doctora Desirée Duval a favor de la señora Charlotte Lafay…”El resto de las palabras se le empezó a borrar. Leyó de nuevo. Esta vez más lento. Con el ceño fruncido y los dedos apretando con fuerza los márgenes del documento.Lo hojeó hasta el final. Estaban todas las firmas: la de Desirée, la de Charlotte… y la de Margot como testigo legal. Solo faltaba la suya.Lo s
Capítulo 45 —Finalizar la licenciaNarrador:Margot entró en la oficina de Desirée como lo hacía siempre: sin golpear, con paso firme y el gesto alerta, como si fuera a rescatarla de algo. Pero esta vez se detuvo en seco al verla con esa expresión.Estaba sentada con la espalda recta, la mirada fija en la ventana, los dedos entrelazados sobre el escritorio. No había papeles abiertos, ni correo pendiente. Solo silencio. Y una decisión que ya no pesaba: se había vuelto concreta.—¿Pasa algo? —preguntó Margot, acercándose despacio.Desirée giró la cabeza hacia ella. Sus ojos no estaban llorosos, pero sí distintos. Serenos. Claros. Determinados.—Me voy.Margot frunció el ceño.—¿De aquí?—De todo esto —asintió ella, sin rodeos —De la Fundación. De esta ciudad. De esta historia que nunca quise protagonizar.Margot la observó en silencio unos segundos. No intentó frenarla. No la juzgó.—¿Estás segura?—Más que nunca.—¿Y qué vas a hacer?—Volver a mi ciudad, a mi vida, a mi trabajo como fi
Capítulo 44 —Hueles a culpaNarrador:Cédric se dejó caer en el sillón como si llevara el peso del mundo encima. Apoyó los codos sobre las rodillas, hundió el rostro entre las manos y no dijo nada durante un largo rato. Adrien, desde la barra del minibar, preparó un café sin preguntar, como si supiera que eso era lo único que podía ofrecerle sin presionarlo.—¿Margot? —preguntó Cédric, sin levantar la cabeza.—Se fue temprano —respondió Adrien, dejando la taza sobre la mesa frente a él —Dijo que debía regresar con Desirée.Cédric soltó una risa amarga.—Sabe más de lo que aparenta.—Mucho más. —Silencio. Adrien se sentó frente a él. Lo observó con atención, como si evaluara a un paciente que se niega a admitir la gravedad de sus heridas. —¿Vas a decirme qué ocurrió anoche? ¿O tengo que arrancártelo como si fuera una bala?Cédric levantó la mirada por fin. Tenía los ojos enrojecidos, pero secos.—Estuve con ella.Adrien no se sorprendió. Solo asintió una vez, con lentitud.—¿Y?—Y fue
Capítulo 43 —Yo quise esa noche.Narrador:La luz entraba tenue por la ventana de la cocina. Esa claridad grisácea de las mañanas en que el cuerpo pesa más que los pensamientos. Desirée estaba sentada en la mesa, con una taza de café entre las manos, el pijama arrugado, el cabello recogido de cualquier forma. Tenía los ojos hinchados, pero secos. Había llorado todo lo que podía llorarse la noche anterior. Ahora solo quedaba ese vacío espeso que se instalaba detrás del esternón.La casa estaba en silencio. La abuela se había quedado a dormir en casa de Charlotte, por lo que ella había tenido el privilegio de romperse sola, sin testigos, sin preguntas. La cocina olía a café fresco y tostadas, pero todo le sabía a nada.Estaba por llevarse el primer bocado a la boca cuando escuchó la puerta de entrada abrirse y cerrarse con un clic suave. No hizo falta ver para saber quién era.Margot apareció en la cocina un segundo después. Despeinada, con el maquillaje corrido, los tacones en una mano
Capítulo 42 —De rodillasNarrador:El silencio se había instalado con fuerza en la habitación. No era incómodo, pero sí denso, inevitable. Las sábanas aún estaban desordenadas, con el olor del se*xo flotando en el aire y el eco de sus cuerpos aún vibrando en la piel.Desirée estaba acostada de lado, con la mirada fija en la pared. Cédric seguía junto a ella, sin tocarla, respirando despacio.Después de un rato, él rompió el silencio con voz baja:—Tengo que volver.Ella no se giró.—Haz lo que quieras.—Si desaparezco demasiado tiempo… lo notarán.—Eso es lo de menos —dijo, apenas moviendo los labios.Cédric se incorporó con lentitud. Buscó su ropa en el suelo, se vistió en silencio. No había prisa en sus movimientos, pero tampoco dudas. Cuando terminó de abotonarse la camisa, se sentó en el borde de la cama, junto a ella.—Mírame. —Desirée no se movió. —Por favor, Desriée —insistió, sin dureza. Ella giró el rostro, lentamente, y lo miró a los ojos. No había reproche en su expresión. S