Capítulo 7 —No sabíamos quienes éramosNarrador:Desireé necesitaba hablar con alguien, tenía que desahogarse, estaba a punto de colapsar, así que cogió su movil, y llamó a la única persona en el planeta que la podía entender.Margot contestó casi de inmediato.—¿Sobreviviste?Desirée se dejó caer en el sillón, con el teléfono pegado a la oreja y una presión en el pecho que no había podido quitarse desde la noche anterior.—No sé si quiero haberlo hecho.—¿Fue tan horrible?Silencio. Solo se oía su respiración agitada. Finalmente, Desirée habló.—Era él.—¿Quién?—Él, Margot. El de la discoteca, Daniel.Margot tardó un par de segundos en procesarlo.—¿Qué quieres decir con que “era él”? ¿Te lo cruzaste en la boda?—No me lo crucé… Estaba en el altar.—¿Qué?Desirée cerró los ojos. No podía repetirlo sin sentir que algo en su cuerpo se contraía.—Cédric. Ese es su verdadero nombre. Se casó con mi madre.Un silencio brutal. Solo el zumbido de la línea.—¿Estás... estás hablando en serio
Capítulo 8 —No quiero tu perdónNarrador:Y sin embargo, la tensión los unía más que la distancia.—¿Te molesta que me quede? —preguntó él, sin moverse.Desirée sostuvo su mirada.—Haz lo que quieras. Pero si cruzas esa línea… —Se acercó un poco más. Apenas un suspiro los separaba. —No habrá marcha atrás —susurró.Cédric no dijo nada. Y tampoco se fue.El aire entre ellos se volvió más espeso con cada segundo. Ella no retrocedía. Él no se movía. Era como si el mundo se hubiera cerrado en ese pequeño espacio entre sus bocas. Apenas respiraban. Desirée lo miraba con el mentón en alto, desafiante, pero sus pupilas delataban lo que pasaba por dentro. Cédric lo sabía, lo sentía.—Vas a arrepentirte —dijo ella, con la voz baja y tensa —Si me tocas, no voy a perdonarte después.Él inclinó la cabeza. Sus labios estaban a punto de rozarla.—No quiero tu perdón.Y entonces la besó. No hubo preámbulo, no hubo suavidad. Fue un choque brutal de bocas, de rabia y deseo comprimidos durante días. El
Capítulo 9 —UberNarrador:El sonido de las llaves girando en la puerta fue suave, casi imperceptible, pero Desirée no lo escuchó. Seguía allí, sentada en el suelo, con las rodillas recogidas contra el pecho y los brazos enredados alrededor de ellas. El rostro hundido, los hombros sacudidos por un llanto que no podía frenar.La puerta se abrió con lentitud, y la abuela entró con una bolsa liviana en una mano y el bolso colgado del antebrazo. Cerró con cuidado, como siempre hacía, pero al dar dos pasos dentro de la casa, se detuvo en seco.—¿Desirée? —La voz de la anciana no sonó alarmada, pero sí inquieta. Dejó todo a un lado, avanzó hasta la sala y entonces la vio: su nieta, en el suelo, temblando como una ni*ña. —¡Dios mío, mi pequeña! —exclamó, corriendo hacia ella. Se agachó con dificultad y la envolvió entre sus brazos sin pedir permiso. La sujetó fuerte, con firmeza, y acarició su espalda como si pudiera calmar el terremoto que había en su interior. Desirée no dijo nada. Solo se
Capítulo 10 —Fija, intensa y ardiente.Narrador:La abuela dejó el teléfono con calma sobre la mesa. Luego fue a la cocina, puso agua a calentar y comenzó a preparar un té como si nada hubiera pasado. Cuando Desirée regresó con la maleta en mano, ella ya tenía una taza lista.—Toma algo caliente antes de irte. El coche ya viene en camino. —Desirée tomó la taza sin sospechar nada. Bebió en silencio, con el corazón todavía temblando. Minutos después, cuando escuchó el claxon afuera, se acercó a la ventana. Un coche ne*gro la esperaba frente a la casa. La abuela le sonrió. —No te preocupes. Ya está todo listo.Desirée la abrazó fuerte antes de salir. Bajó los escalones con la maleta en una mano, el abrigo colgando del antebrazo y el pecho apretado como si algo invisible la empujara desde adentro. La noche estaba fresca, silenciosa. El coche ne*gro la esperaba junto a la entrada, con las luces encendidas y el motor roncando, como si llevara años ahí. No miró al conductor, no quiso, no le
Capítulo 11 —Sin despedirseNarrador:Y un segundo después, se lanzó sobre él. Lo besó como si fuera una condena, omo si lo odiara, como si lo necesitara tanto que ya no pudiera soportarlo un segundo más. Las bocas se chocaron con furia, con rabia. Los dientes se rozaron. Las lenguas se buscaron con desesperación. No había dulzura, no había delicadeza, solo fuego puro.Cédric la sujetó por la cintura con violencia, la alzó unos centímetros y la empujó contra el lateral del coche. El metal vibró con el impacto. El aire entre ellos era una tormenta.Desirée jadeó cuando sus labios se separaron por un instante, lo miró a los ojos, desafiante, y le mordió el labio inferior con fuerza.—Cállate —le dijo, con la voz ronca —Y fóllame como si supieras que después de esto ya no hay vuelta atrás, como si me tuvieras que arrancar de tu sistema… como si este fuera el último mal*dito cuerpo que vas a tocar.Cédric no dudó. Le subió la camiseta de un tirón, bajó el pantalón por las caderas, y sus m
Capítulo 12 —Nos mentimosNarrador:DESIRÉEEl apartamento la envolvió con su oscuridad habitual. No encendió ni una sola luz.Cerró la puerta con lentitud, como si al hacerlo pudiera ponerle un cierre también a todo lo que acababa de pasar. Pero no. El temblor seguía ahí, latiendo debajo de la piel.Dejó la maleta junto a la entrada, como si pesara toneladas. Caminó descalza hasta el sofá, con la ropa arrugada, la chaqueta a medio caer y los labios partidos... de tanto besarlo, de tanto desearlo, de tanto rendirse.Se dejó caer sin fuerzas, como si el aire mismo se hubiera evaporado. Se abrazó las piernas, apoyó la frente sobre las rodillas, cerró los ojos y respiró hondo.Pero todo estaba ahí. Su olor, sus manos, tan firmes, tan desesperadas, su boca, devorándola contra el auto, como si el tiempo no existiera. Como si nadie más importara.Y entonces, como un golpe, el recuerdo volvió; el del camino, el del coche detenido a un lado de la carretera vacía. La forma en que él salió sin
Capítulo 13 —Fundación DuvalNarrador:El sonido de sus tacones resonaba con firmeza sobre el mármol pulido del estudio. Desirée avanzaba con la espalda recta, el rostro sereno y esa elegancia natural que nadie podía imitar… aunque por dentro cargara una tormenta.Había pasado solo una semana, pero sentía que llevaba años fuera de ese lugar.Al cruzar la puerta de su oficina, lo primero que hizo fue cerrarla con cuidado. Soltó un suspiro largo, se quitó el abrigo oscuro y lo dejó colgado en el perchero. Luego depositó el bolso en la butaca auxiliar y se dejó caer en su sillón de trabajo como si todo el peso del mundo se le hubiera venido encima.Se hundió en el respaldo, cerró los ojos por un instante y se llevó una mano a la frente. No iba a llorar, no allí, no otra vez.La puerta se abrió sin previo aviso, y Margot entró con ese aire insolente y encantador que solo ella podía llevar con naturalidad.—Mira quién ha regresado de las profundidades del infierno —dijo, apoyándose en el m
Capítulo 14 —RespuestasNarrador:El pasillo principal de la Fundación Duval estaba en silencio, salvo por el eco distante de pasos. Cédric cerró la puerta de su oficina con lentitud y, al girar, la vio. Colette estaba sentada en uno de los sillones del vestíbulo privado. Impecable como siempre, pero con la mirada perdida y la mano aún apoyada sobre el móvil, como si acabara de colgar. El gesto de su rostro no era habitual, no en ella. Cédric se acercó con cautela.—¿Todo bien?Colette levantó la mirada despacio. Sus labios ensayaron una sonrisa, pero ni siquiera se molestó en fingirla del todo.—He tenido una conversación desagradable —respondió —Nada grave. Solo agotadora.—¿Con alguien de la fundación? —preguntó él, sentándose a su lado.—No. Con mi hija Desirée. —Eso bastó para que se le helara la sangre en las venas, pero Cédric se mantuvo en silencio unos segundos. No preguntó más, solo la observó. —Ella cree que he cometido un error al ponerte al frente de esto —añadió Colette,