32

Después de hablar con Carlo, salí. Alessandro estaba afuera, apoyado contra el coche, con la mirada fija en algún punto indefinido. Me acerqué lentamente, y entonces lo vi: los moretones en su rostro, que se veían realmente espantosos. ¿Qué le había ocurrido?

—¿Qué te pasó? —pregunté, alarmada.

Él no contestó. Solo abrió la puerta del coche, un gesto seco, casi automático. Entré, aunque algo en su silencio me hacía sentir un nudo en el estómago.

—¿A dónde fue Giorgio? —insistí, tratando de mantener la calma.

Nada. Ni una palabra. Sacudí la cabeza frustrada, busqué mi celular y le marqué a Giorgio. Pero no contestó.

Alessandro arrancó, y el rugido del motor resonó fuerte. Respiré hondo, obligándome a calmarme, aunque la incertidumbre comenzaba a consumir cada fibra de mi ser. Tenía un mal presentimiento.

El celular vibró en mi mano, sobresaltándome. Pietro. Dudé. Contesté después de que insistiera varias veces.

—Tu amante me partió un brazo, pero esto no quedará así. Dile que me las va
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App