77
La oficina de casa olía a madera encerada y menta. Un contraste asqueroso con el tufo a miedo y sangre que emanaba de Pietro. Estaba ahí, encorvado en la silla frente a mí, llorando como un niño. Las lágrimas le resbalaban por la barbilla, mezclándose con el sudor y la sangre. Patético.

Apreté los puños bajo el escritorio, las uñas clavándose en mis palmas. ¿De verdad este era el hombre por el que alguna vez me desesperé? Ni siquiera su sufrimiento me causaba placer. Solo asco. Qué imbécil fui al dejar que alguien como él me pisoteara.

—¿No dirás nada? —le pregunté.

Levantó la cabeza y me miró.

—¿Dónde la llevaste? —preguntó con voz ronca.

Puse los ojos en blanco.

—Cuando me des lo que necesito, tal vez te lo diga —aseguré.

Pietro me sostuvo la mirada. En sus ojos vi la desesperación y el dolor que lo consumían.

—Cambiemos de tema. Sé que sabes lo que soy —dije, arrastrando cada palabra lentamente—. Y también sé que eres la mano derecha de Gabriele.

Sus ojos, rojos e hinchados
Continue lendo no Buenovela
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Digitalize o código para ler no App