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Capítulo 5: Un susurro en mi alma

La madrugada ya no era silenciosa para mí. Los ecos de aquella conversación con el cazador resonaban en mi mente, repitiéndose una y otra vez.

La luna todavía brillaba, pero su luz ya no me parecía reconfortante, sino inquietante. La semilla que él había dejado en mi corazón crecía, alimentada por cada uno de sus misteriosos gestos y palabras.

Sentí miedo de lo que sentía, así que decidí no volver al claro del bosque. No quería volver a verlo. Aunque, eso no era completamente verdad.

Por las noches antes de cerrar mis ojos recordaba su mirada, y el toque de su dedo sobre mis labios.

Era demasiado inquietante, tanto que me asustada. Nunca me había sentido así. El amor no era parte de mi compromiso matrimonial, mi prometido solo me hablaba para darme órdenes, como si yo fuera parte de su equipo de vigilancia.

Él era un gran guerrero, un lobo fuerte y no era tan feo, pero no lograba sentir esa chispa con él. Al verlo solo sentía el peso de la responsabilidad que se había puesto sobre mí al ser la única hija del Alfa.

Decidí que lo mejor era no volver al bosque, algo que agradó a mi padre, pero que a mí me entristeció.

Pasaron varios días antes de que volviera a cruzarme con el cazadorl. Durante ese tiempo, el peso de sus palabras no hizo más que aumentar. Cada vez que cerraba los ojos, su rostro aparecía ante mí, con esos ojos oscuros que parecían leer mis pensamientos, desnudando mis miedos, mis deseos.

El sol se estaba poniendo cuando decidí regresar al claro. Algo en el aire me decía que era el momento. Como si el bosque mismo me llamara, empujándome hacia él.

Me adentré en la oscuridad del bosque, guiada por una fuerza invisible, hasta llegar al claro donde todo había comenzado. La suave brisa movía las hojas, susurrando promesas que no comprendía del todo.

Al llegar, lo vi. Estaba de pie bajo un árbol, como si ya supiera que lo buscaría. Su figura estaba iluminada por los últimos rayos del sol, creando un contraste con las sombras que se alargaban a su alrededor.

Esta vez, no había capucha que ocultara su rostro, y pude admirar su expresión con más detalle. Sus ojos brillaban con una intensidad que me hizo detenerme.

— Sabía que regresarías —dijo él, su voz cargada de un tono bajo, casi seductor.

No pude evitar un leve suspiro. Algo en su presencia me envolvía, y mi corazón latía con fuerza.

— No entiendo qué quieres de mí —respondí, intentando mantener la compostura. Pero mi voz temblaba.

Él dio un paso hacia mí, sus botas resonando suavemente en el suelo cubierto de hojas secas. Cada movimiento suyo parecía estar coreografiado, como si el tiempo se hubiera detenido a su alrededor.

— Lo que quiero no importa, Lyra. Lo que realmente importa es lo que tú deseas —respondió, acercándose más. Ahora, la distancia entre nosotros era casi inexistente.

Mi respiración se aceleró, y mi cuerpo se tensó, atrapado entre el deseo y el miedo.

— ¿Y qué deseas tú? —le pregunté, aunque mi mente ya sabía la respuesta. La conexión que compartíamos era algo que no podía ignorar.

Él sonrió, un gesto pequeño pero lleno de significado. Su mirada era fija en la mía, como si no pudiera apartarse, como si estuviera esperando que yo diera el siguiente paso.

— Lo que deseo, Lyra, es que entiendas lo que eres. Lo que realmente eres —dijo, sus manos acercándose lentamente a mi rostro.

Súbitamente, el espacio entre nosotros desapareció, y sus dedos tocaron suavemente mi mejilla, como si temiera que cualquier movimiento brusco pudiera romper la magia que había entre nosotros. Su toque era cálido, y sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

— Eres más que una loba, Lyra. Eres un alma que aún no ha descubierto todo su poder —susurró, su aliento cálido acariciando mi rostro.

El mundo alrededor de nosotros parecía desvanecerse, y lo único que existía era él y yo.

Mis pensamientos se nublaron. Sin pensarlo, mi cuerpo respondió a su cercanía, mi respiración entrecortada mientras sus dedos trazaban suavemente los contornos de mi rostro.

— ¿Qué pasa si quiero estar contigo? —pregunté, incapaz de frenar las palabras que salían de mi boca.

Él no respondió de inmediato. Su mirada se suavizó, como si estuviera contemplando la tormenta interna que había provocado en mí.

Finalmente, inclinó la cabeza hacia mí, y el instante se alargó, creando una tensión palpable en el aire.

Entonces, en un movimiento lento pero decidido, sus labios encontraron los míos. La suavidad de su beso me sorprendió, como si estuviera probando mi respuesta, esperando ver si yo también quería ceder a la atracción que había estado creciendo entre nosotros.

El beso fue breve, pero la electricidad que recorrió mi cuerpo fue suficiente para saber que esto no era un simple encuentro. Era algo más profundo, algo que no podía ignorar. Cuando se apartó, sus ojos seguían fijos en los míos, como si buscara algo en mi alma.

— Lo que deseas no es algo sencillo, Lyra. Pero, si realmente quieres este camino, no hay vuelta atrás.

Mi corazón latía con fuerza, y mi mente estaba llena de pensamientos confusos. Sabía lo que quería, pero también sabía lo que estaba en juego. Mi manada, mi deber, mi padre... ¿Podía seguir ese deseo y arriesgarlo todo?

Pero en ese momento, todo lo que podía ver, todo lo que podía sentir, era él.

— Estoy lista —susurré, casi sin darme cuenta.

Él sonrió levemente, como si todo lo que había sucedido hasta ese punto fuera solo una preparación para este momento.

— Entonces, prepárate, Lyra. Este es solo el principio.

Tomándome en sus brazos sus labios se adueñaron de los míos en un beso intenso, profundo. Mi cuerpo tembló al sentir el suyo.

Fue un instante donde mis pensamientos se detuvieron dejando mi mente sumida en un silencio. Mientras mi corazón hablaba con sus latidos frenéticos, y mis manos acariciaban su cabello y sentían a placer sus brazos fuertes.

Suavemente se apartó de mí, su mirada me quemaba, dándome un beso corto dijo:

— Nos veremos esta noche. Te estaré esperando.

Antes de que pudiera decir algo, se desvaneció entre las sombras del bosque, dejándome sola con mis pensamientos y mi corazón acelerado.

Mientras me quedaba allí, la sensación de que había cruzado una línea invisible se apoderó de mí. Un nuevo camino se abría ante mí. Un destino incierto, pero inevitable.

Y mi alma ya lo había aceptado, esto era una relación prohibida, algo que ninguno de mi manada vería con buenos ojos.

Cliffhanger

Ese hombre no era cualquiera, él era un cazador, ¿porque debía confiar en él? ¿Porqué mi corazón se empecinaba en seguir con esto?

Mis temores me pedían detenerme, pero el resto de mí deseaba estar con él. Volví con mi manada pensando en lo que había hecho. Pero no había arrepentimiento dentro de mí. Solo el deseo ardiente de volverlo a ver.

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