Inicio / Hombre lobo / LA HIJA DEL ALFA Y EL CAZADOR / Capítulo 7: La voz del amor
Capítulo 7: La voz del amor

El amanecer bañó el bosque con tonos dorados, la mañana se veía igual que ayer, pero para mí, el mundo había cambiado. 

La noche en la cabaña con él había marcado un antes y un después en mi vida. Me sentía más viva, como una flor que acaba de abrir sus pétalos al sol, me sentía feliz. 

Pero también más vulnerable. Las palabras del cazador resonaban en mi cabeza . 

Su recuerdo palpitaba en todo mi ser, hubiera deseado que las horas fueran eternas y poder disfrutar del calor de su cuerpo junto al mío y despertar junto a él. 

Pero debía volver a la aldea antes de que alguien notara mi ausencia. Mi corazón latía con  fuerza, temerosa de que mi secreto se reflejara en mi rostro. 

Me miré en el río, buscando alguna señal de cambio en mí, pero solo vi a la misma Lyra… o eso quería creer.

Con una sonrisa recordé su nombre, Eirik. 

— ¡No puedo creer que lo hiciera! Ahora, le pertenezco.

Esa idea era una mezcla de euforia y temor,  de alegría y tristeza a la vez. Como Eirik me lo había dicho, amarlo también significaba peligro. Y al convertirme en su mujer había aceptado ese peligro.

Antes de llegar a mi tienda debía borrar el rastro de Eirik en mí,  sumergiéndome en el agua fría del lago con mis manos lavé mi piel y mi cabello. No debía quedar rastro de que estuve con él. 

Al salir del lago el viento me envolvió llevándose la humedad de mi cuerpo, jugando con mi cabello como lo hacía mi madre,  quedó seco y desordenado. Suspiré con lágrimas en los ojos.

— Gracias mamá.  Hoy te  siento más cerca que nunca.

El sol estaba por salir, debía correr o notarían mi ausencia.  Tomando mi forma de loba corrí entre los árboles, y el sendero secreto de mamá y yo me llevó hasta mi tienda. 

Rápidamente me cambié el vestido y para evitar el aroma de Eirik en él,  lo cubrí con el perfume de mamá. 

Justo cuando peinaba mis cabellos abrió la puerta de mi tienda mi prometido. 

— Vengo por ti. Iremos de caza, tu padre quiere que nos acompañes.

— ¿Mi padre o tú?

Mis ojos lo veían con disgusto. Había entrado a mi tienda sin pedir permiso, mi padre siempre se anunciaba antes de entrar.

— Lyra, vamos a casarnos,  deberíamos pasar tiempo juntos.

— ¿Cazando?

— Sí…. — Serás mi mujer y eso es lo que hago, cazar y patrullar. Tú….

—- Yo soy la hija del líder de la manada,  por si lo olvidas mi deber va más allá de cazar y patrullar,  esa es tarea de los guerreros. 

Mi actitud era desafiante,  creí que eso lo alejaría molesto,  pero eso en lugar de ofenderle lo hizo sonreír y decir:

— Por eso me gustas Lyra, tu actitud difícil me parece fascinante.  No sabes cuanto deseo ser tu dueño.

En su mirada vi deseo, un deseo salvaje, su mirada  no se parecía a la de Eirik,  el deseo ardiente que vi en su mirada me llevó al amor, el deseo que veía en mi prometido me causaba temor.

Cómo si el peso de la responsabilidad me obligara a aceptar lo que no deseaba. Algo me decía que esa mañana de caza, era un ardid para quedarse a solas conmigo y tomarme por mujer.

Podía sentir su cuerpo arder,  mis sentidos me alertaban de sus intenciones.  

— Esta mañana estaré con las ancianas,  necesitan más material para las cestas, guiaré a las lobas jóvenes y traeré lo que ellas necesitan y frutos frescos.  

Mi respuesta fue determinante,  al igual que mi mirada.

— Tu padre fue el de la idea Lyra, no creo que esté de acuerdo en que te niegues a obedecer. 

—- Ya te di mi respuesta,  no iré.

Inclinando su cabeza asintió y se fue. Una sensación de peligro se sintió en el aire.

Pensé que papá vendría furioso a reprocharme no haber ido con los guerreros o al menos con mi prometido,  pero no lo hizo.

 El día transcurrió como de costumbre, pero sentía las miradas sobre mí. Mi padre parecía más observador, como si sospechara algo.

—Pareces distraída,  Lyra —dijo mi padre. Su tono era neutro, pero había una tensión en su voz.

—Solo estoy cansada —respondí, evitando su mirada.

Él no dijo nada, pero podía sentir que no estaba convencido. Para evitar que me preguntara qué me pasaba pase toda la tarde y noche con las lobas, lo más lejos que pudiera de mi padre y mi prometido. 

Esa noche, el cazador volvió a visitarme, no en persona, sino en mis sueños. Su voz profunda me susurraba:

— Te extraño Lyra, ven a mí, que muero por amarte otra vez.

Desperté con un sobresalto. Mi corazón martillaba en mi pecho. Sabía que estaba jugando con fuego, pero no podía detenerme.

El bosque me llamó nuevamente, y, como una marioneta, seguí el susurro del viento hasta el claro. Allí estaba él, esperándome con una intensidad que me dejó sin aliento.

—Lyra. —dijo, su voz grave y su mirada me empujaban a él,  con una fuerza irresistible. 

—Eirik —dije, sintiendo un nudo en mi estómago bajo el hechizo de su mirada. 

— Temí que no escucharas mi voz llamándote. Que no quisieras venir. 

—No puedo alejarme de ti, aunque lo intente.  —susurré, con lágrimas llenando mis ojos.

Me tomó entre sus brazos, y todos mis temores se desvanecieron.

Estaba en sus brazos a la luz de la luna nueva,  sus rayos plateados nos envolvían.

No podía ir con él a la cabaña,  debía regresar pronto a mi tienda,  mi padre me había observado con curiosidad, creí que nada había cambiado en mí,  pero si lo había hecho.

No era la misma. Le pertenecía a un hombre,  a un humano que me llamaba al amor y todo en mí suplicaba por sentirlo. Me unía a Eirik un incontrolable deseo de amar.

Le robamos a la noche unos instantes, nuestros labios se unieron en besos candentes,  en caricias furtivas y palabras de amor. 

Hicimos la promesa de protegernos el uno al otro, de cuidar de nuestro amor. Una promesa que selló la luna y que el viento guardó en su bóveda. 

Éramos dos amantes se veían a los ojos y se prometían amor profundo. A sabiendas que nuestro amor era un amor prohibido. 

— Te he amado en lo secreto Lyra,  te he visto desde las sombras y añorado tenerte en mis brazos al menos una vez.

— Esto, Lyra, es un sueño hecho realidad,  mi destino eres tú, amarte y protegerte es mi meta, ser tuyo, mi mayor deseo.

Mi corazón latía en mi pecho con frenesí, ese guapo cazador del que hablaban las lobas ancianas era el hombre del que me había enamorado,  al que le pertenecía como mujer. Mi corazón era suyo, mis pensamientos y mi cuerpo.

Lo amaba, y esa noche lo entendí completamente,  Eirik y yo estábamos unidos por una cadena irrompible llamada amor.  Por eso podía escuchar su voz llamándome desde el bosque,  mi alma no podía resistir a su llamado, porque era suya, y él mío. 

Cliffhanger

La luna nos abrazó con sus rayos mientras mi cuerpo disfrutaba del calor de Eirik,  no deseaba dejarlo, pero si quería protegerlo de mi manada debía irme. Borrar su olor de mí,  aunque mi alma estaba impregnada del aroma del cuerpo de él. 

Me había enamorado de un cazador,  de un hombre odiado por mi manada, pero no había podido evitarlo.  

Eirik era la fuerza que me arrastraba a un mar intenso,  a una pasión desmedida y a la dulce brisa del amor. ¿Cómo podría estar mal sentir algo como  esto? ¿Era pecado amar así?

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP