El viento susurraba entre los árboles, como si conociera el secreto que mi corazón guardaba. Había vuelto a la aldea antes del amanecer, pero la inquietud no me dejaba descansar. Las miradas de mi padre y mi prometido parecían perforar mi alma, como si pudieran ver a través de mí, como si supieran.Pasé la mañana con las ancianas, preparando cestas y recolectando hierbas. Mi mente, sin embargo, estaba lejos, en el claro del bosque donde Eirik y yo nos habíamos prometido amor eterno. Pero algo me perturbaba: ¿Qué pasaría si mi padre o mi prometido se enteraran de Eirik?El temor acechaba mis pensamientos, no podía perder a Eirik, tampoco a mi manada.Mi alma se dividía entre el amor y el deber.Al caer la tarde, mi padre me llamó a su tienda.—Lyra, siéntate —dijo con un tono grave que me heló la sangre.Me senté frente a él, intentando ocultar mi nerviosismo.—He notado que últimamente estás distraída, incluso esq
El bosque despertaba con el sol apenas acariciando las copas de los árboles. Mi padre lideraba el grupo, con su figura imponente y su mirada firme. Cada paso resonaba en el suelo cubierto de hojas secas. Los guerreros caminaban en silencio, atentos a cada sonido, a cada movimiento. Yo, en cambio, sentía el peso de sus miradas. Mi prometido estaba cerca, demasiado cerca, y su presencia me inquietaba.—Hoy, Lyra, demostrarás que estás lista para ser mi sucesora —dijo mi padre sin mirarme.Asentí, pero mis pensamientos estaban lejos, con Eirik. ¿Había logrado ocultarse en el lugar sagrado? ¿Había borrado todas las huellas?Mi corazón latía con la preocupación de que hallaran su rastro.Nos adentramos más en el bosque, siguiendo un rastro fresco. Mi corazón latía con fuerza cada vez que alguno de los guerreros olfateaba el aire. Temía que, en cualquier momento, alguien detectara algo más que el rastro de una presa.Mi prometido
La luz de la luna bañaba el claro, convirtiendo cada hoja en un espejo plateado. Eirik estaba allí, esperándome como siempre, con esa mirada que parecía verlo todo. La hebra de mi capa colgaba de sus dedos, un recordatorio de lo cerca que había estado del desastre.—Eirik… —mi voz se quebró al pronunciar su nombre.Él alzó la vista, y en sus ojos no vi reproche, sino algo más profundo, algo que me desarmó por completo.Yo había estado preocupada de cubrir su rastro, y nunca pensé en el mío. Los dos habíamos estado en el claro, nos habíamos amado allí, él había borrado su aroma, no había quedado una huella de su presencia en el lugar.Pero a mí se me había escapado un detalle. Mi olfato había fallado dejando un rastro inconfundible de mi presencia en ese lugar.Me había puesto en peligro y a él también. —Lo siento —susurré, incapaz de sostener su mirada.—No tienes porqué disculparte, Lyra. Lo qu
La noche con su manto oscuro lleno de estrellas iluminaba el bosque con destellos plateados y dorados. Eirik y yo permanecíamos en el claro, envueltos en un silencio que no necesitaba ser roto. Su historia seguía resonando en mi mente, como si cada palabra suya fuera una nota de una sinfonía que aún no entendía del todo.Eirik era hijo de una loba. Y no cualquier loba, ella le había dado la espalda a su manada por amor a un humano. Eso, aunque podía entenderlo, no podía imaginar lo difícil que pudo ser para ella tomar esa decisión. Una loba está ligada a su manada por el poder de la sangre y la lealtad. Pero ella amó más al padre de Eirik que a su esencia lycan. Me preguntaba si él podía transformarse en lobo o era completamente humano. Esa pregunta rondaba mi cabeza.— Eirik, tú puedes…— No. – interrumpió. — Soy un humano como lo era mi padre. Guardé silencio por unos instantes y luego me giré
Soy Lyra, la hija del Alfa Kaelen, y mi vida siempre ha estado marcada por las expectativas que pesan sobre mí, por las reglas que la manada impone, y por el destino que mi padre ha trazado para mí desde el momento en que nací. Tengo 21 años, lo suficientemente mayor para ser la futura esposa de un guerrero de la manada, lo suficientemente joven para seguir siendo su hija, pero nunca lo suficiente para ser yo misma.Mis ojos no brillan por amor, ni por deseo. Brillan por obedecer. El hombre con el que estoy comprometida es un guerrero fuerte y respetable, pero mi corazón no late por él. Sus gestos me parecen un recordatorio constante de lo que se espera de mí: ser una figura de poder, una líder, una mujer cuya vida gira en torno a la manada, que debe servir y no preguntar.Me miran como si fuera una joya, preciosa, de gran valor, pero atrapada en una caja de cristal. Y a veces, cuando las reglas se vuelven demasiado pesadas, me pregunto si esta es la
No puedo sacarme la imagen del hombre que las lobas murmuran. Mientras camino por el bosque, lejos de las miradas de la manada, mis pensamientos se desvían hacia esa figura que no puedo dejar de imaginar. El cazador. El ser al que todos temen, pero que, de alguna manera, atrae mi curiosidad de una forma que ni yo misma puedo entender.Las ramas crujen bajo mis pies mientras avanzo entre los árboles. Me he alejado lo suficiente de la manada, y la oscuridad me envuelve como una manta protectora. El aire es fresco, con un toque de humedad que llena mis pulmones, pero mi mente sigue nublada por la historia que escuché.Los ecos del viento me hacen pensar que tal vez sea solo una leyenda. Tal vez las lobas estaban sólo bromeando o exagerando, como siempre lo hacen. Pero en el fondo de mi ser, sé que hay algo real en sus palabras. Algo que me hace sentir viva de una manera que nunca antes había experimentado.Mis pasos se detienen. El aire se vuelve denso,
El amanecer llegó lentamente, pintando el cielo con tonos dorados y rosados. Aún con los ojos cerrados, podía sentir el calor del sol sobre mi rostro, como si intentara sacarme del abismo de mis pensamientos. No había descansado bien. Las preguntas sobre el cazador y la sensación de ser observada me habían acompañado durante toda la noche, como una sombra persistente.Me levanté antes de que alguien de la manada notara mi ausencia. Era un ritual que había perfeccionado a lo largo de los años: escabullirme antes de que las miradas inquisitivas y los reproches comenzaran. Mi padre siempre decía que un líder debe estar presente, pero ¿cómo podía liderar cuando ni siquiera sabía quién era yo realmente?El bosque me recibió con el mismo silencio expectante de la noche anterior. El aire estaba cargado de una extraña energía, como si los árboles susurraran secretos entre sus ramas. Mi piel se estremeció al recordar lo que sentí: esa presencia desc
La madrugada era fría y silenciosa, como si el bosque contuviera el aliento. El cielo estaba despejado, y la luna llena iluminaba el camino entre los árboles con un resplandor plateado. Algo dentro de mí me empujaba a salir una vez más. Era una fuerza inexplicable, un llamado que no podía ignorar.Debía salir de mi tienda antes de que el sol saliera, encontrarme con los primeros rayos volviendo a mi tienda, ni mi padre ni el vigía podían darse cuenta de mi ausencia. Mi madre y yo solíamos escaparnos al claro del bosque por un sendero secreto, era nuestro tiempo juntas, nadie más que mamá y yo.Caminé descalza para que no me escucharan, el frío de la tierra bajo mis pies trajo a mi memoria la voz de mi madre decir:— Ponte pronto los zapatos Lyra, o te dará catarro y tu padre nos descubrirá.Su risa pícara era música para mí. Mamá era mi mejor amiga. Mientras caminaba, mi respiración se entrecortaba con cada paso qu