Inicio / Hombre lobo / LA HIJA DEL ALFA Y EL CAZADOR / Capítulo 11 :El legado del bosque
Capítulo 11 :El legado del bosque

La noche con su manto oscuro lleno de estrellas iluminaba el bosque con destellos plateados y dorados.

Eirik y yo permanecíamos en el claro, envueltos en un silencio que no necesitaba ser roto. Su historia seguía resonando en mi mente, como si cada palabra suya fuera una nota de una sinfonía que aún no entendía del todo.

Eirik era hijo de una loba. Y no cualquier loba, ella le había dado la espalda a su manada por amor a un humano.

Eso, aunque podía entenderlo, no podía imaginar lo difícil que pudo ser para ella tomar esa decisión.

Una loba está ligada a su manada por el poder de la sangre y la lealtad. Pero ella amó más al padre de Eirik que a su esencia lycan.

Me preguntaba si él podía transformarse en lobo o era completamente humano. Esa pregunta rondaba mi cabeza.

— Eirik, tú puedes…

— No. – interrumpió. — Soy un humano como lo era mi padre.

Guardé silencio por unos instantes y luego me giré hacia él, contemplándolo a la luz de la luna. Su mirada reflejaba algo más que humanidad; era como si el bosque mismo viviera en sus ojos.

Él era un enigma para mí, era humano, pero podía sentir con él una conexión muy fuerte, como la que existe entre lobos.

Él pudo leer en mi rostro la pregunta que no me atrevía a hacerle.

— Comparto el legado de mi madre de proteger el bosque y una conexión ancestral con él.

— Pero eres un cazador.

— Si, eso soy.

— Entonces, Eirik, cómo puedes proteger el bosque si cazas a sus criaturas incluso a los lobos…

— A mi alrededor se han tejido cientos de historias, pero no todas son ciertas, Lyra. Llevo el legado de mi madre en la sangre y en mi alma mitad lobo.

—Eirik, ¿qué significa para ti llevar su legado? — interrumpí.

Él suspiró profundamente, como si la respuesta estuviera oculta en los árboles que nos rodeaban.

—Significa que debo proteger lo que ella más amaba: este bosque, sus criaturas... y ahora, a ti, Lyra.

Sus palabras fueron un bálsamo para mi alma, pero también despertaron una inquietud. No podía ignorar el hecho de que mi rastro aún estaba allí, como una invitación para los cazadores que habían jurado exterminar cualquier vestigio de la manada de lobos.

Eirik provenía de la aldea de los cazadores, ellos odiaban a los lobos y en especial a las manadas de nuestro bosque.

Según Eirik su padre enamorado de una loba, oculta en su figura humana, nunca persiguió a los lobos. Pero, su demás familia sí. Eso podría significar un peligro para los dos.

— Lyra, mi amor, sé que tienes muchas preguntas ahora, sobre mi madre y sobre todo lo que has escuchado sobre mí…

— Te prometo que responderé a todas tus preguntas, pero por ahora… Ven conmigo, antes que el sol salga quiero amarte, dejar mi huella en tu piel y que la mía arda sobre la tuya…

— Ese será mi consuelo, ya que por tu seguridad lo mejor es que no nos veamos por unos días.

— Ese será el tiempo adecuado para borrar nuestro rastro de este claro. Tu manada querrá saber de donde vinieron los ciervos y si aún están los lobos que escucharon en estos parajes.

— Mi madre me ayudará a cubrir el rastro, pero tanto tú como yo debemos guardar distancia, si deseamos que nuestro amor esté a salvo y nuestra relación pueda crecer.

Eirik tomó mis manos entre las suyas, sus dedos fuertes y cálidos, como raíces que me anclaban al suelo.

— Te amo, Lyra. Voy a cuidar de ti, te lo prometo. Nunca te dejaré sola y cada noche escucharas mi voz hablándote de amor al oído. El viento será nuestro cómplice en este amor prohibido.

Un beso profundo llenó mi pecho de un intenso calor, estaba dispuesta a seguirlo a donde me llevara.

Sus pies se dirigieron a su lugar sagrado, la cabaña donde había vivido con su madre, ahora ese lugarc era nuestro refugio de amor.

El calor de la chimenea y las mantas suaves recibieron mi cuerpo, mientras las manos de Eirik recorrían mi piel pidiendo amor.

El silencio de la noche se rompió con los sonidos de nuestro amor, que cada día se hacía más fuerte.

Sabía que traicionaba a mi manada al ser la mujer de un hombre, comprendía que erraba al no estar con mi prometido, sino bajo el cuerpo de un cazador, un hombre que se había metido en todo mi ser, convirtiéndose en mi dueño.

— Cada minuto lejos de ti Lyra, mi corazón estará llamándote, suspirando por volver a tenerte en mis brazos.

—Mi corazón también Eirik, sufriré cada segundo que esté lejos de ti.

Con un beso suave pero intenso —me interrumpió, y con una leve sonrisa dijo:

—Estaré cerca de ti aunque no puedas verme. El viento se encargará de susurrarte al oído mi mensaje. El bosque te llamara cuando ya no pueda más estar lejos de ti.

— El espíritu de mi madre te traerá de nuevo a mí.

Cuando nos unimos de nuevo como un solo ser, el viento apagó el fuego de la chimenea, dejando todo a oscuras en la cabaña. Eirik se tenso y yo me asusté.

— ¿Qué sucede, Eirik?

Poniendo su mano en mi boca me abrazó fuerte y susurro:

— Hay algo afuera.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Los árboles susurraban con más fuerza, y el viento traía consigo un murmullo de voces, como si el espíritu de su madre estuviera tratando de advertirnos de algo.

— Cuando el peligro pase, deberás irte, Lyra —dijo Eirik, con una urgencia en su tono que no había escuchado antes—. Mi madre nos avisará cuando el peligro haya pasado.

—¿Y si lo que está afuera no se va? ¿Cómo volveré con mi manada? —pregunté, mi corazón latiendo con fuerza.

—Confía en mí —respondió. — Mi madre se encargará

Guardamos silencio mientras el bosque parecía traer aullidos en el viento, sentía un temor profundo, no tanto por mí sino por Eirik. Si mi padre o mi prometido lo hallaban no dudarían en matarlo.

El sonido del bosque parecía estar cargado de una energía antigua y poderosa. Una energía que envolvía la cabaña protegiendo la vida de Eirik y la mía.

Abrazados bajo las mantas esperábamos la señal del bosque de que todo estaba bien y que ya era seguro para poder volver con mi manada, guardamos silencio.

Hasta nuestra respiración parecía estar atrapada en el silencio y el temor.

Finalmente, todo quedó en calma, un viento suave entró en la cabaña encendiendo de nuevo la chimenea.

En ese momento entendí que estábamos a salvo. Vistiéndonos rápidamente nos preparamos para marcharnos.

Eirik me tomó de la mano y salimos de la cabaña hasta el claro, allí me despediría de Eirik hasta que el bosque me llamara de nuevo a él.

Cuando nos besábamos para decirnos: Hasta pronto, un rayo de luz apareció detrás de nosotros. La sonrisa de Eirik iluminó sus ojos como estrellas.

— Madre… Ella es Lyra —dijo, su voz resonando con respeto—. Ella es de quién te he hablado.

Su pelaje era gris plateado, y sus ojos eran de un dorado hipnótico. La miré fijamente, incapaz de apartar la vista. Entonces, para mi asombro, su forma comenzó a cambiar.

En cuestión de segundos, se transformó en una mujer alta y elegante, con un porte majestuoso y un aire de sabiduría que parecía desafiar al tiempo.

—Eres Lyra, la mujer que ama mi hijo —dijo, su voz suave y una dulce sonrisa en sus labios —. El bosque te ha aceptado, y yo les doy mi aprobación, ahora eres parte de su destino.

— Gracias señora. – dije, inclinando mi cabeza en señal de respeto.

— Tu madre estará orgullosa de saber lo hermosa y valiente en que se ha convertido su hija.

— ¿Mi madre? ¿Usted la conoció?— ¿Cómo?

Mi cabeza estaba llena de preguntas. Quería saber cómo conocía a mi madre y por qué decía eso de ella como si fueran íntimas amigas.

Cliffhanger

Cuando iba a preguntarle el viento cesó de golpe, dejando un silencio abrumador en el claro. Todo parecía haberse detenido, como si el bosque mismo estuviera conteniendo la respiración.

La mujer lobo dio un paso más hacia mí, extendiendo una mano que brillaba con una luz tenue, casi etérea.

—Lyra, un día lo comprenderás todo, pero aún no es el momento —dijo, su tono solemne y cargado de un peso que me hizo estremecer.

Mis ojos buscaron a Eirik, pero él estaba inmóvil, mirando fijamente a su madre.

La mujer lobo me miró directamente a los ojos, y por un instante, fue como si viera a través de mí, como si leyera cada secreto oculto en mi alma.

—Nos volveremos a ver, Lyra. – dijo. Luego miró a Eirik y se despidió de él con una sonrisa, para luego desaparecer en un rayo de luz de luna, tal y como había aparecido.

Yo no entendía nada, me sentía mareada, confundida. ¿Cómo conocía la madre de Eirik a mi madre? Ella nunca me habló de ella. ¿Ellas fueron amigas? ¿Mi madre era también un espíritu? Si mi madre lo era, ¿Cómo podía comunicarme

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP