El viento se arremolinaba a nuestro alrededor, trayendo consigo el olor de la tierra húmeda y la sangre derramada. El bosque estaba en silencio, expectante, como si los mismos árboles contuvieran la respiración ante lo que estaba por ocurrir.Mi padre estaba frente a mí, imponente, con su pelaje plateado brillando bajo la luz de la luna. Su mirada era un abismo dorado, una orden silenciosa, una sentencia inquebrantable."Me perteneces."Su voz resonó dentro de mi mente, su vínculo con la manada aún era una cadena que tiraba de mí con fuerza.Eirik, herido, se tambaleaba para mantenerse en pie. La sangre corría por su frente, su aliento era pesado, pero sus ojos… Sus ojos azules, intensos, estaban fijos en mí.—Lyra… —su voz era un susurro entrecortado, pero lleno de determinación—. No dejes que decida por ti.Un gruñido sordo salió de la garganta de mi padre.—Tú no entiendes nada, humano. Ella no tiene elecció
El bosque se cerraba tras nosotros, las sombras de la manada aún resonaban en la distancia, pero el viento traía consigo un susurro diferente. Algo antiguo, algo protector.Corríamos, mi respiración entrecortada mezclándose con la de Eirik, quien apenas lograba mantenerse en pie. Su sangre manchaba la tierra a cada paso, pero no se detenía. No podíamos detenernos.Fue entonces cuando la vi.Una luz tenue, flotando entre los árboles.No era el reflejo de la luna ni el brillo de algún fuego lejano. Era algo más. Algo vivo.Eirik también la vio y, sin necesidad de palabras, seguimos su resplandor.La luz se movía con suavidad, como una danza etérea entre las sombras del bosque. Iluminaba el camino justo lo suficiente para evitar raíces traicioneras o ramas afiladas. Sentía su calor en mi piel, un calor que no provenía del fuego, sino de algo más profundo. Algo familiar."Corre, Lyra..."La voz era un
La paz que encontramos en la aldea era algo que no podíamos comprender del todo. Todo parecía perfecto, como si el mundo entero hubiera dado un paso atrás para dejarnos respirar sin miedo, sin dolor. Eirik y yo nos adaptamos a la rutina del pueblo, entre las noches de historias junto a la fogata y los días tranquilos que pasábamos reparando nuestras fuerzas. Pero había algo en el aire, algo en mí, no podía explicar qué, pero me decía que aún había algo por descubrir.Un día, mientras me encontraba en la cabaña ayudando con algunas tareas, Naya se acercó a mí. Su mirada era profunda, sabia. A veces, sentía como si ella pudiera ver más allá de mi piel, leer mis pensamientos, mis miedos y mis secretos. Y en ese instante, lo supe. Algo dentro de mí había cambiado, algo que no entendía.— El espíritu de sus madres los trajo hasta aquí… Las palabras de la chamán resonaron en mi mente mientras caminaba por el sendero que llevaba a
Había escuchado muchas cosas en mi vida, cosas buenas que me habían hecho soñar con un futuro lleno de esperanza, y otras que me hacían temer y ver sombras y oscuridad frente a mí. Aún tenía muchas lagunas en mis recuerdos sin respuestas, pero en este momento de mi vida era una loba feliz. Iba a tener un cachorro del hombre que amaba con todo mi ser. Una vida que crecía y se movía en mi vientre recordándome a cada minuto su existencia Sentía que el destino de nuestro hijo ya estaba escrito en las estrellas, y que nada ni nadie podría cambiar lo que había sido predestinado para él y para nosotros.Todo lo que habíamos vivido Eirik y yo, cada paso que habíamos dado, nos había traído a este preciso instante, a este círculo de protección y sabiduría que nos envolvía con ternura, amor y seguridad. Esta noche la luna llena brillaba sobre nosotros con una intensidad cegadora, como si la naturaleza misma estuviera celebran
El aire se volvió espeso, vibrante, como si el universo se alineara con nosotros. Mi cuerpo entero se tensó con un estremecimiento profundo, un llamado ancestral resonaba en mis huesos y en mi alma. Mi naturaleza lycan llenaba mi ser envolviéndome en una luz interna difícil de ignorar. Estaba segura de que algo importante estaba por suceder. Algo que cambiaría nuestras vidas para siempre.Mi vientre se contrajo con una fuerza abrumadora. Un dolor intenso recorrió mi columna vertebral y bajó hasta mi vientre, como si la luna misma estuviera reclamando la vida que crecía en mi interior. Jadeé, sosteniéndome del brazo de Eirik, sintiendo cómo el mundo a mi alrededor se distorsionaba.Los espíritus seguían allí, sus ojos brillaban como estrellas atrapadas en la tierra. Sus murmullos eran como un canto que llenaba la noche con promesas de protección y destino. La madre de Eirik extendió su mano etérea y un cálido resplandor envo
El aire todavía estaba impregnado del eco de los cánticos de Naya y del pueblo, como si aún la misma noche susurrara las bendiciones del nacimiento de nuestro hijo. Espíritus ancestrales jugaban con las hojas de los árboles cerrando círculos en el aire.Las llamas de la fogata en el centro de la aldea brillaban con una luz más tenue, con cálido calor que envolvía a todos en un sentimiento maternal. Mi corazón ardía con un fuego nuevo, uno que no se apagaría jamás.Acuné a mi pequeño contra mi pecho, sintiendo el calor de su diminuto cuerpo contra mi piel. Su fragancia era la de la tierra después de la lluvia, con un matiz suave de noche estrellada y la esencia misma de la luna. Eirik no podía apartar la vista de su pequeño, fascinado por el milagro de la vida y el amor que nos había unido para dar vida a algo tan hermoso. El pequeño pecho de mi cachorro subía y bajaba con cada respiración, y su manita s
El sol comenzaba a esconderse detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados, la tarde era hermosa en especial con la calma y la paz que se respiraba en la aldea que ahora era nuestro hogar.Cuando mi pequeño despertó de su siesta, sus ojos aún somnolientos pronto se llenaron de curiosidad, como si cada rincón del mundo estuviera invitándolo a descubrir algo nuevo. Sus risas espontáneas, eran una melodía que llenaba mi corazón. El viento cálido y apacible se colaba por las ventanas abiertas de la cabaña, acariciando la piel de mi hijo mientras jugaba en el suelo.Era un niño aún pequeño, pero su energía parecía tan inagotable como la misma luz del mismo sol. Yo estaba en la cocina, preparando la cena para la noche, cuando lo escuché. La risa inconfundible de mi hijo, mientras se alzaba en el aire.Lo seguí con la mirada hacia la ventana completamente sorprendida. Mi pequeño estaba en jardín con una
La noche había caído por completo, y el claro se sumió en una oscuridad densa, interrumpida solo por la luz plateada de la luna llena. El aire frío cortaba como un cuchillo, pero mi hijo, ahora en su forma salvaje, parecía no notar el cambio. Sus ojos dorados brillaban con la inocencia de un niño que juega, pero también con la intensidad de una criatura que ya no era completamente humana.Eirik y yo nos manteníamos en silencio, mirando a nuestro hijo con un miedo latente que se había instalado en nuestros corazones desde hacía varias semanas desde que nuestro pequeño se transformaba en un hermoso lobo.Pero con su transformación algo nos punzaba el corazón. Algo no estaba bien, y lo sabíamos. No solo por lo que pasaba con nuestro hijo, sino por la sensación que nos invadía, esa sensación de que estábamos siendo observados, acechados por algo oscuro, algo del pasado que nunca habíamos dejado atrás.Fue entonces cuando una noch