El aire todavía estaba impregnado del eco de los cánticos de Naya y del pueblo, como si aún la misma noche susurrara las bendiciones del nacimiento de nuestro hijo. Espíritus ancestrales jugaban con las hojas de los árboles cerrando círculos en el aire.Las llamas de la fogata en el centro de la aldea brillaban con una luz más tenue, con cálido calor que envolvía a todos en un sentimiento maternal. Mi corazón ardía con un fuego nuevo, uno que no se apagaría jamás.Acuné a mi pequeño contra mi pecho, sintiendo el calor de su diminuto cuerpo contra mi piel. Su fragancia era la de la tierra después de la lluvia, con un matiz suave de noche estrellada y la esencia misma de la luna. Eirik no podía apartar la vista de su pequeño, fascinado por el milagro de la vida y el amor que nos había unido para dar vida a algo tan hermoso. El pequeño pecho de mi cachorro subía y bajaba con cada respiración, y su manita s
El sol comenzaba a esconderse detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados, la tarde era hermosa en especial con la calma y la paz que se respiraba en la aldea que ahora era nuestro hogar.Cuando mi pequeño despertó de su siesta, sus ojos aún somnolientos pronto se llenaron de curiosidad, como si cada rincón del mundo estuviera invitándolo a descubrir algo nuevo. Sus risas espontáneas, eran una melodía que llenaba mi corazón. El viento cálido y apacible se colaba por las ventanas abiertas de la cabaña, acariciando la piel de mi hijo mientras jugaba en el suelo.Era un niño aún pequeño, pero su energía parecía tan inagotable como la misma luz del mismo sol. Yo estaba en la cocina, preparando la cena para la noche, cuando lo escuché. La risa inconfundible de mi hijo, mientras se alzaba en el aire.Lo seguí con la mirada hacia la ventana completamente sorprendida. Mi pequeño estaba en jardín con una
La noche había caído por completo, y el claro se sumió en una oscuridad densa, interrumpida solo por la luz plateada de la luna llena. El aire frío cortaba como un cuchillo, pero mi hijo, ahora en su forma salvaje, parecía no notar el cambio. Sus ojos dorados brillaban con la inocencia de un niño que juega, pero también con la intensidad de una criatura que ya no era completamente humana.Eirik y yo nos manteníamos en silencio, mirando a nuestro hijo con un miedo latente que se había instalado en nuestros corazones desde hacía varias semanas desde que nuestro pequeño se transformaba en un hermoso lobo.Pero con su transformación algo nos punzaba el corazón. Algo no estaba bien, y lo sabíamos. No solo por lo que pasaba con nuestro hijo, sino por la sensación que nos invadía, esa sensación de que estábamos siendo observados, acechados por algo oscuro, algo del pasado que nunca habíamos dejado atrás.Fue entonces cuando una noch
Estábamos dentro de un domo mágico, ocultos de un peligro que podíamos ver y sentir aunque ellos no.Mi padre con un grupo de lobos, incluyendo a mi ex prometido, al que abandoné por amor a un humano. Había pasado mucho tiempo sintiéndome segura entre personas maravillosas, la aldea de Naya había sido nuestro hogar, pero ahora no podíamos volver allá. El miedo heló mis huesos cuando mi padre en forma de lobo con sus dientes manchados de sangre olfateaba el suelo cerca del domo.— Estuvieron aquí, puedo oler su aroma, pero parece perderse. – dijo mi padre, sus ojos rojos y llenos de furia salvaje me hacían olvidar el lobo qué un día llamé con amor: Padre.Ahora era un depredador despiadado en busca de su presa, mi hijo.Mi pequeño Aldan mostró sus dientes y gruñó. Él podía ver a mi padre y a los otros lobos desde dentro del domo mágico, sin comprender que por fortuna ellos no podían verlo ni escucharlo
Mis uñas se enterraban con la fuerza de las raíces de un pino, mi cuerpo entero estaba en versión ataque, tan tenso que mis ligamentos parecían estar a punto de romperse. La oscuridad del bosque se espesaba aún más, envolviendo todo a nuestro alrededor como un manto oscuro y denso, haciendo difícil respirar. No era solo el peligro inminente lo que nos helaba la sangre, sino la sensación de que algo más grande que nosotros acechaba, esperando el momento oportuno para atacar.Eirik y yo permanecíamos en silencio, observando cada sombra, cada movimiento, atentos a cualquier signo de peligro. Aldan, refugía en sus brazos, temblando levemente, su pequeño cuerpo presionando contra el de su padre como un ancla en medio de la tormenta.De repente, el aire se cargó de una tensión indescriptible. Un fuerte aullido rasgó el manto del silencio de la noche, haciendo que mis orejas se alzaran automáticamente y mis garras se clavaran
El aire del bosque olía a tierra mojada, a sangre seca y a ceniza. Cada paso que dábamos se hundía en el lodo fresco, dejando una huella pesada, como si la tierra misma intentara retenernos. Las ramas bajas arañaban mi piernas desnudas tras la transformación, pero no tenía tiempo de cubrirme ni de detenerme. Eirik me había dado su chaqueta pero no cubría todo mi cuerpo.Mientras que Eirik con Aldan envuelto en una capa raída lo envolvía con tanto cariño, como a su mayor tesoro. Él se movía delante de mí, rápido, decidido, sin mirar atrás.La luna, antes testigo de nuestra desgracia, se escondía ahora tras nubarrones cargados de lágrimas amargas, como si anunciara lo que se avecinaba. Cada sombra parecía un susurro, cada crujido bajo nuestros pies era una advertencia. Nuestros nuestros sentían el peso del temor.Corríamos, tan rápido como nuestros pies nos lo permitían. Hacia dónde, no lo sabíamos, sólo corríamos.
La noche no acababa nunca.Corríamos sin descanso, siguiendo rastros casi invisibles, hojas pisadas, ramas rotas, pequeñas señales que quizás ni siquiera eran suyas. El aire estaba denso, tan cargado de humedad y sombras que costaba respirar. La niebla se aferraba a nuestra piel como un mal presagio, como un velo que quería cegarnos.—Tiene que haber ido por aquí… —dijo Eirik por quinta vez, su voz salió quebrada de su garganta por la desesperación. Pero yo ya no lo escuchaba.No de verdad.Algo dentro de mí había empezado a apagarse desde que Aldan desapareció entre las sombras. Sentía un vacío dentro de mí cómo un pozo sin fondo que se había abierto en mi pecho. El miedo era ácido en mi garganta, el dolor un grillete que me arrastraba a un abismo.Y, sin embargo, no podía detenerme.No iba a detenerme, él era mi cachorro, aunque ya no era
Eirik estaba mal herido, debíamos ayudarlo, mi corazón se desangraba de angustia al verlo. Kael y todos los demás se habían como nubes grises después de una tormenta. De repente mi cachorro hizo un movimiento con su mano y un ser mítico apareció. Al principio me pareció una figura abstracta en medio de la niebla hasta que tomó forma de un caballo negro, tan negro como la noche. Bajamos del árbol y con todas mis fuerzas subí a Eirik en el caballo, una vez él estuvo sobre él, su cuerpo débil cayó de frente, abrazándose al cuello del caballo.— No te preocupes mamá, papá estará bien. – me dijo Aldan y desapareció como la niebla. Estaba tan cansada, pero no podía rendirme, debía llevar a Eirik a la aldea de Naya, a nuestra cabaña, ese era el único lugar seguro en el que podía pensar en ese instante. El caballo empezó a caminar como si silueta a donde ir, y yo solo pude