Inicio / Hombre lobo / LA HIJA DEL ALFA Y EL CAZADOR / Capítulo 8: Cubre tus huellas
Capítulo 8: Cubre tus huellas

El viento susurraba entre los árboles, como si conociera el secreto que mi corazón guardaba. Había vuelto a la aldea antes del amanecer, pero la inquietud no me dejaba descansar. Las miradas de mi padre y mi prometido parecían perforar mi alma, como si pudieran ver a través de mí, como si supieran.

Pasé la mañana con las ancianas, preparando cestas y recolectando hierbas. Mi mente, sin embargo, estaba lejos, en el claro del bosque donde Eirik y yo nos habíamos prometido amor eterno. Pero algo me perturbaba: ¿Qué pasaría si mi padre o mi prometido se enteraran de Eirik?

El temor acechaba mis pensamientos, no podía perder a Eirik, tampoco a mi manada.

Mi alma se dividía entre el amor y el deber.

Al caer la tarde, mi padre me llamó a su tienda.

—Lyra, siéntate —dijo con un tono grave que me heló la sangre.

Me senté frente a él, intentando ocultar mi nerviosismo.

—He notado que últimamente estás distraída, incluso esquiva. ¿Hay algo que deba saber? —Sus ojos, oscuros como la noche, me escrutaban con intensidad.

—No, padre. Todo está bien —respondí con firmeza, aunque mi corazón latía desbocado.

Él asintió lentamente, pero no parecía convencido. Sus ojos buscaban en los míos la verdad.

En mi interior rogaba:

— Que no vea en mis ojos lo que mi alma oculta. — ¡Mamá ayúdame! — supliqué.

Mirándome fijamente dijo:

—Mañana saldremos de caza. Tú vendrás conmigo. Quiero que hablemos.

—¿De qué? —pregunté, intentando sonar casual.

—De lo que sea que te tiene tan apartada de tus deberes como mi sucesora.

Sentí un nudo en el estómago. Sabía que no tenía opción, debía ir con él y con los guerreros.

Esa noche no pude dormir. La ansiedad me consumía. Decidí ir al claro para ver a Eirik, necesitaba advertirle. Pedirle que se ocultara en el lugar sagrado. No quería que le hicieran daño, que olieran su rastro.

Me deslicé fuera de mi tienda y corrí bajo el manto de la oscuridad, mi forma de loba me permitió avanzar sin ser vista.

Cuando llegué al claro, él estaba allí, esperándome, entre nosotros existía un vínculo tan fuerte que podíamos escuchar el llamado de nuestro amor sin pronunciar una palabra.

—Lyra, te esperaba con ansias —dijo con una sonrisa que iluminó la noche.

—Eirik, vine a advertirte, algo no está bien. Mi padre sospecha, y mañana quiere que vaya con él de caza. Tengo miedo de que descubra nuestro secreto.

— Debes ocultarte en el lugar sagrado, allí estarás seguro, ocultare tu rastro en el claro, me aseguraré de que no encuentren tu aroma.

— Mi amor, Eirik, haz lo que te pido, no soportaría que te lastimaran, mi padre y los guerreros son lobos experimentados, pueden encontrarte si no hago algo para evitarlo.

El temor de perderlo helaba mis huesos, la desesperación en mis palabras era notoria hasta para el mismo bosque.

Él me tomó de las manos, su calor me tranquilizó momentáneamente.

— No te preocupes, amor. No me descubrirán. Haré lo que me pides, me esconderé en nuestro refugio de amor, me abrigaré en las mismas mantas donde nos amamos, aún tienen tu olor, eso será mi consuelo. No voy a perder lo que tenemos Lyra.

— Te amo Eirik. Moriría si ellos te hacen daño.

— No tienes nada que temer Lyra, he vivido en este bosque casi toda mi vida, lo conozco y sé cómo borrar mi rastro, estaré seguro.

Abrazándome con fuerza Eirik buscó calmar mis miedos. Bajo la luna el amor floreció en un beso intenso.

Un beso que llevó a otro más intenso, una caricia que me quitó el aliento.

El bosque quedó en calma como si no quisiera romper el momento que se daba entre nosotros.

La intensidad de nuestro amor fue recibida por un manto de hojas secas, al pie de un árbol legendario nuestra pasión tuvo lugar.

El fuego de sus caricias quemó mi piel, sus besos recorrieron mi piel dejando huellas perennes en todo mi ser.

Debía volver a mi tienda, pero quería disfrutar de cada segundo del amor y la pasión que Eirik derrochaba en mí.

El momento fue tan intenso que el viento tuvo que esconder la voz de mi deseo, hasta que culminó en un:

— ¡Te amo con locura, Lyra!

Su voz gruesa y entrecortada era testimonio de lo que acababa de suceder.

Éramos dos amantes enloquecidos pecando de imprudentes bajo los rayos de la luna. No pudimos evitar caer en ese hechizo, nuestros cuerpos pedían unirse en un solo ser.

Eirik y yo deseábamos lo mismo que el bosque nos invitaba con su atmósfera romántica, la oscuridad se unía con los rayos plateados de la luna para cubrir entre sombras la pasión arrolladora que nos llevó al amor.

— Vuelve mi amor, y no te preocupes por mí, estaré seguro. Yo cubriré mis huellas, nadie podrá encontrarme.

— ¿Estás seguro, Eirik? — pregunté con preocupación en cada sílaba.

— Completamente. Conozco este bosque como la palma de mi mano. Y no es la primer vez que tu manada me busca.

Con un beso suave y su sonrisa que me robaba el aliento se levantó y me tomó de la mano para ayudarme a incorporarme.

Abrazándonos piel a piel me dijo:

— Lo nuestro es un lazo eterno, tú eres mi destino y yo el tuyo, y voy a cuidar de lo nuestro, te lo prometo.

Con un beso selló sus palabras y con una sonrisa asentí.

Cuando regresé a la aldea el sol seguía oculto en el horizonte, como de costumbre borre de mi cuerpo y de mis ropas todo rastro de Eirik. Lo que podía borrar con mis manos, se impregnaba con fuerza en mi corazón.

Muy temprano en la mañana, cuando estaba sujetando mis cabellos, sentí el peligro en el aire. Mi prometido estaba despierto, parado frente a mi tienda.

—¿Estás lista, Lyra? —preguntó con una voz suave.

Salí de la tienda y respondí:

— Sí, estoy lista. —dije, evitando su mirada.

Él dio un paso hacia mí, inclinando su cabeza como si olfateara algo en el aire.

— ¡Hueles delicioso! — Hueles a flores frescas… y a algo más.

Mi corazón se detuvo. Pensé;

— ¿Podría haber percibido el aroma de Eirik en mí?

—No sé de qué hablas. Huelo al mismo perfume de siempre. — dije, sonando despreocupada.

Su sonrisa torcida me puso en alerta.

—Tal vez, o es ese olor de las lobas en…

Su sonrisa torcida ocultaba algo que me puso en alerta, además su frase sin terminar me provocó angustia.

— ¿Podría oler el aroma del placer en mí?

Había sido amada por Eirik de manera intensa esa madrugada, ¿él podría percibir ese aroma en mí?

Sentí temor de que así fuera. Pasé a su lado fingiendo que no me había importado lo que había dicho o sugerido de mi olor.

— Será un día largo… Un día para conocernos mejor. — Nuevamente sentí esa sensación en él.

Su cuerpo ardía, y yo era la razón de eso. Lo que Eirik provocaba en mí, él lo podía sentir, o al menos lo inquietaba, sin comprender porque, él pensaba que salía de mí época de celo.

Eso lo hacía desear estar conmigo. Eso me asustaba. Debía mantenerme lejos de mi prometido, y evitar a toda costa quedarme a solas con él.

No solo Eirik estaba en peligro con la salida de caza de los guerreros y mi padre, también lo estaba yo.

Mi prometido deseaba cazar algo más que una presa en el bosque, él deseaba cazarme a mí.

Me alejé, dejando tras de mí una sombra de amenaza.

Mi amor por Eirik era mi fuerza, y nadie iba a interponerse en lo que había entre él y yo.

Dentro de mí rogaba:

— Mamá, protégelo, no permitas que lo encuentren.

Luego dice para mí misma:

— Espero que hayas hecho lo que dijiste Eirik, y hayas cubierto tus huellas.

Cliffhanger

Mi padre, mi prometido y un grupo de guerreros estaban listos para partir. Yo me uní a ellos, con el corazón dividido.

El bosque, mi refugio, ahora parecía una trampa. ¿Cuánto tiempo podría seguir ocultando mi secreto?

No podría ocultar mi amor por Eirik por siempre. Estaba comprometida ¿Qué sucedería si el líder de los guerreros pedía adelantar la boda?

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP