La luz de la luna bañaba el claro, convirtiendo cada hoja en un espejo plateado. Eirik estaba allí, esperándome como siempre, con esa mirada que parecía verlo todo. La hebra de mi capa colgaba de sus dedos, un recordatorio de lo cerca que había estado del desastre.—Eirik… —mi voz se quebró al pronunciar su nombre.Él alzó la vista, y en sus ojos no vi reproche, sino algo más profundo, algo que me desarmó por completo.Yo había estado preocupada de cubrir su rastro, y nunca pensé en el mío. Los dos habíamos estado en el claro, nos habíamos amado allí, él había borrado su aroma, no había quedado una huella de su presencia en el lugar.Pero a mí se me había escapado un detalle. Mi olfato había fallado dejando un rastro inconfundible de mi presencia en ese lugar.Me había puesto en peligro y a él también. —Lo siento —susurré, incapaz de sostener su mirada.—No tienes porqué disculparte, Lyra. Lo qu
La noche con su manto oscuro lleno de estrellas iluminaba el bosque con destellos plateados y dorados. Eirik y yo permanecíamos en el claro, envueltos en un silencio que no necesitaba ser roto. Su historia seguía resonando en mi mente, como si cada palabra suya fuera una nota de una sinfonía que aún no entendía del todo.Eirik era hijo de una loba. Y no cualquier loba, ella le había dado la espalda a su manada por amor a un humano. Eso, aunque podía entenderlo, no podía imaginar lo difícil que pudo ser para ella tomar esa decisión. Una loba está ligada a su manada por el poder de la sangre y la lealtad. Pero ella amó más al padre de Eirik que a su esencia lycan. Me preguntaba si él podía transformarse en lobo o era completamente humano. Esa pregunta rondaba mi cabeza.— Eirik, tú puedes…— No. – interrumpió. — Soy un humano como lo era mi padre. Guardé silencio por unos instantes y luego me giré
El regreso a mi manada fue silencioso, pero mi mente era un torbellino de preguntas. Las palabras de la madre de Eirik no dejaban de resonar en mi cabeza: "Tu madre estaría orgullosa de ti." ¿Cómo la conocía? ¿Qué relación existió entre ellas? ¿Había más secretos ocultos?Eirik me había prometido que respondería a mis preguntas. Tenía tantas preguntas que necesitaba ordenar en mi cabeza.Y para empezar a aclarar mis pensamientos, averiguaria qué sabía mi padre. Cuando mamá murió no hubo explicaciones, solo dolor y silencio. Mi mente estaba perdida entre los recuerdos y el dolor de su ausencia, y bajo la autoridad de mi padre no tenía derecho a hacer preguntas ni a hablar de lo sucedido.Había estado callada durante mucho tiempo, dispuesta a aceptar lo que dijera mi padre, él era el Alfa y nadie podía contradecir una de sus órdenes. Cuando llegué a mi tienda, el aire parecía distinto, como si algo invisible me acechara
El viento helado atravesaba mi tienda, y el sonido de las hojas agitándose en los árboles parecía susurrarme secretos que no lograba descifrar. La sensación de que alguien, o algo, me observaba desde afuera era ineludible. Me aferré con fuerza a las mantas, tratando de calmar mi respiración, pero no podía ignorarlo: el peso invisible seguía ahí, aplastándome el pecho.Escuché de nuevo los pasos. Ligeros, insistentes. Rodeaban mi tienda con movimientos lentos, calculados, acercándose y alejándose como si jugaran con mi paciencia. Cerré los ojos, deseando que desaparecieran, pero entonces un crujido más fuerte me hizo incorporarme de golpe.El corazón me latía con fuerza mientras caminaba hacia la entrada. Moví con cuidado la cortina de piel que servía de puerta y miré hacia afuera. Todo estaba oscuro. Demasiado oscuro. El bosque, siempre vivo con sus sonidos nocturnos, ahora parecía contener la respiración.—¿Eirik? —susurré, a
Deseaba que Eirik me abrazara y hallar refugio en sus brazos, pero algo no estaba bien, lo que veía era tan real como imposible. ¿Cómo podría Eirik cruzar el muro de vigilancia de los guerreros? Aunque su madre pudiera ayudarlo, no me parecía sensato que viniera a mi aldea arriesgándose y poniéndome en peligro a mí también. Él se detuvo, como si pudiera sentir mi duda.—¿Qué pasa, Lyra? Soy yo.Quería creerle. Necesitaba hacerlo. Pero algo dentro de mí, una voz pequeña y persistente, me gritaba que nada era lo que parecía. El viento volvió a soplar, y esta vez trajo un susurro que me heló la sangre.—No confíes...Mi garganta se cerró. Miré a Eirik, intentando encontrar una respuesta en su rostro, pero no pude evitar dar un paso atrás.—Si eres tú, dime algo que solo tú sabrías —dije con un hilo de voz.Frunció el ceño, herido por mi desconfianza.—¿Qué estás diciendo, Lyra? Estás actuando raro.
El claro estaba bañado por la luz plateada de la luna. Cada hoja, cada rama, parecía brillar con un resplandor etéreo, como si el bosque entero supiera que algo importante estaba por suceder. Mi corazón latía con fuerza mientras me acercaba al lugar donde había compartido momentos maravillosos con Eirik.Me detuve bajo el gran roble que nos había visto reír y soñar. Cerré los ojos por un instante, aspirando el aroma de la noche, sintiendo cómo el perfume de mi madre se mezclaba con el aire fresco.Un susurro suave me alertó.—Lyra.Mi cuerpo se tensó, pero al girarme, allí estaba él. Eirik emergió de entre la penumbra, sus ojos brillando con la intensidad de un océano profundo bajo la luna. Vestía una túnica oscura, un mechón de su cabello caía sobre su frente. Era obvio que mi mensaje lo había tomado por sorpresa, pero no dijo nada; sus pasos lo llevaron directo hacia mí.—Lo recibí —dijo, su voz suave pe
Había tantas preguntas en mi cabeza que no sabía por cuál empezar, Eirik estaba frente a mí observandome nervioso. Su tensión era tan palpable que mi cuerpo la podía sentir como una fuerza invisible.La brisa comenzó a cambiar. Una corriente más fría y pesada se filtró entre los árboles, haciendo que las ramas crujieran como si el bosque entero estuviera conteniendo el aliento.No podía entender que sucedía para que el viento se revelara de esa manera, pero Eirik me había prometido ayudarme a entender, y yo urgía por respuestas a las muchas preguntas que atormentaban mi espíritu. El viento sopló con tanta fuerza, como si quisiera alejarme de ese lugar o evitar que escuchara algo que pudiera herirme. Eirik me sostuvo con fuerza, como si temiera que el viento me arrancara de sus brazos. Su mirada, siempre tan serena, ahora estaba marcada por una mezcla de inquietud y determinación.—Antes de responder cualquier pregunta —dijo c
La noche se sentía más pesada de lo habitual, como si el bosque estuviera envolviéndome en una capa de sombras y susurros. Las palabras de Eirik resonaban en mi mente con una fuerza implacable: “El bosque recuerda. Y protege a aquellos que aún son dignos de su confianza”.Esa misma frase me atormentaba. Algo dentro de mí, quizá la misma curiosidad que Eirik me había pedido contener, crecía con una intensidad que no podía controlar. Tenía que saber más, aunque sabía que estaba caminando en terreno peligroso.Eirik había sido claro: debía esperar. Pero esperar nunca había sido mi fuerte, y la intriga que había despertado en mí era insoportable. No podía seguir ignorando los susurros del viento ni las verdades que parecían bailar a mi alrededor sin revelarse por completo.Había una loba en nuestra manada que podía tener respuestas. Alma, la loba más vieja, cuyo nombre llevaba el peso de generaciones. Ella era la guardiana de las historias, la m