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Capítulo 4: Sombras bajo la luna

La madrugada era fría y silenciosa, como si el bosque contuviera el aliento. El cielo estaba despejado, y la luna llena iluminaba el camino entre los árboles con un resplandor plateado. Algo dentro de mí me empujaba a salir una vez más. Era una fuerza inexplicable, un llamado que no podía ignorar.

Debía salir de mi tienda antes de que el sol saliera,  encontrarme con los primeros rayos volviendo a mi tienda,  ni mi padre ni el vigía podían darse cuenta de mi ausencia. 

Mi madre y yo solíamos escaparnos al claro del bosque por un sendero secreto, era nuestro tiempo juntas, nadie más que mamá y yo.

Caminé descalza para que no me escucharan,  el frío de la tierra bajo mis pies trajo a mi memoria la voz de mi madre decir:

— Ponte pronto los zapatos Lyra, o te dará catarro y tu padre nos descubrirá.

Su risa pícara era música para mí. Mamá era mi mejor amiga. 

Mientras caminaba, mi respiración se entrecortaba con cada paso que me acercaba al claro donde lo había visto por primera vez. No podía explicar por qué, pero sabía que lo encontraría allí.

Al llegar, el viento pareció detenerse. Todo estaba en calma, como si el bosque mismo estuviera esperando algo. De pronto, una figura emergió de entre las sombras. Era él.

Esta vez, la capucha que cubría su rostro había desaparecido, revelando unos ojos oscuros y profundos que parecían mirar más allá de mi alma. Su cabello, corto y perfectamente peinado y una leve sombra de barba marcaba su mandíbula fuerte.

—Volviste —dijo con voz grave, cargada de una calma inquietante.

No sabía si responder o correr. Pero mis pies se quedaron clavados en el suelo, incapaces de moverse.

—¿Quién eres realmente? —mi voz apenas fue un susurro, pero suficiente para romper el silencio.

Él dio un paso hacia mí, y la luz de la luna iluminó su rostro.

—Soy alguien que camina entre dos mundos —respondió, su tono enigmático.

—No entiendo.

—Lo harás. Pero primero, debes enfrentar lo que hay dentro de ti.

—¿Por qué me sigues? —pregunté, mi corazón latiendo con fuerza.

—Porque tú también me has estado buscando, Lyra. No con tus pasos, sino con tu alma.

Sus palabras me dejaron sin aliento. ¿Cómo podía saberlo? Era cierto que algo en mí lo buscaba, pero no entendía por qué.

—Eres una loba, pero también una bellísima mujer—continuó él—. Lo que llevas dentro de ti es más fuerte de lo que imaginas, pero para despertar ese poder, debes aceptar lo que eres.

—¿Qué soy? —pregunté, mi voz temblando.

Él dio otro paso, y la distancia entre nosotros se desvaneció. Pude sentir el calor que emanaba de su cuerpo, y su aroma, una mezcla de madera y tierra húmeda, me envolvió.

—Eres mi destino—dijo, su mirada fija en la mía—. Eres la unión de dos mundos. Debes decidir si aceptas ese destino Lyra o si prefieres huir de él.

Mi respiración se detuvo. Era como si el tiempo hubiera dejado de existir, como si todo lo que importara en ese momento fueran sus palabras y la conexión inexplicable que sentía hacia él.

—No sé si estoy lista para decidir —admití.

Él alzó una mano, rozando suavemente mi mejilla. Su toque era cálido, casi reconfortante.

—La luna te guiará, Lyra. Cuando llegue el momento, sabrás qué hacer.

Su dedo rozó mis labios como si jugara con ellos, sus ojos miraban mi boca con deseo. Un deseo que quemaba mis entrañas. 

Antes de que pudiera decir algo más, se alejó lentamente, desapareciendo entre las sombras del bosque como si nunca hubiera estado allí.

Me quedé sola en el claro, con el corazón acelerado y la mente llena de preguntas. Pero una cosa era segura: este encuentro había cambiado algo dentro de mí.

Él había dejado una semilla en mi corazón.  Una semilla que crecería y me llevaría nuevamente a él. 

Miré hacia la luna, buscando respuestas, y dije con angustia:

— Mamá,  dime que debo hacer. 

Cliffhanger 

Tenía miedo de aceptar las emociones que me causaba ese hombre.  Tenía miedo de seguir mi corazón y traicionar a mi manada. 

Pero quería saber qué significaba lo que me había dicho. ¿Cómo podría ser yo su destino?  Era imposible que yo pudiera unir  nuestros mundos.  Él era un humano,  un cazador, yo la hija del Alfa,  la idea de que existiera algo entre nosotros era imposible.  ¿O no?

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