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Capítulo 3: En la penumbra

El amanecer llegó lentamente, pintando el cielo con tonos dorados y rosados. Aún con los ojos cerrados, podía sentir el calor del sol sobre mi rostro, como si intentara sacarme del abismo de mis pensamientos. No había descansado bien. Las preguntas sobre el cazador y la sensación de ser observada me habían acompañado durante toda la noche, como una sombra persistente.

Me levanté antes de que alguien de la manada notara mi ausencia. Era un ritual que había perfeccionado a lo largo de los años: escabullirme antes de que las miradas inquisitivas y los reproches comenzaran.

 Mi padre siempre decía que un líder debe estar presente, pero ¿cómo podía liderar cuando ni siquiera sabía quién era yo realmente?

El bosque me recibió con el mismo silencio expectante de la noche anterior. El aire estaba cargado de una extraña energía, como si los árboles susurraran secretos entre sus ramas. Mi piel se estremeció al recordar lo que sentí: esa presencia desconocida, esa conexión que me había atado al suelo sin dejarme huir.

Esta vez no me detendría. Seguiría mis instintos hasta el final.

Caminé hacia el lugar donde había sentido la mirada, cada paso más firme que el anterior. El bosque parecía más vivo que nunca, cada sonido amplificado, cada sombra más profunda. Me detuve al llegar a un claro, donde los rayos del sol atravesaban las copas de los árboles, formando haces de luz que bailaban sobre la hierba.

Mis cabellos se movían al compás del viento, mi vestido blanco y mis brazos desnudos sentían sus caricias juguetonas. 

El cielo no podía verse más hermoso esa mañana,  por un instante recordé la risa de mi madre,  cuando me traía a jugar a ese claro del bosque.  Sentí una nostalgia que me hizo suspirar. 

Pero no estaba allí para recordar a mi madre,  había venido para encontrar respuestas. 

Mirando a mi alrededor, lo vi.

Era una figura alta, envuelta en un manto oscuro que se movía ligeramente con el viento. Estaba de pie al borde del claro, su rostro parcialmente cubierto por una capucha, pero podía sentir sus ojos fijos en mí.

— Finalmente, apareces,” murmuré, mi voz más fuerte de lo que esperaba.

El hombre no respondió de inmediato. Su presencia era imponente, pero no sentí miedo. Había algo en él que me llamaba, como si nuestras almas estuvieran conectadas de alguna manera que no podía comprender.

— ¿Quién eres?” pregunté, dando un paso hacia él.

Él inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera evaluándome. Su voz, profunda y calmada, resonó en el claro.

— Alguien que conoce el peso de cargar con un destino que no eligió.”

Sus palabras me atravesaron como una flecha. ¿Cómo podía saberlo? ¿Cómo podía entender lo que sentía cuando ni siquiera yo podía explicarlo?

— ¿Eres el cazador del que todos hablan?”

El hombre soltó una leve risa, un sonido que parecía mezclarse con el susurro del viento.

— Soy muchas cosas, Lyra. Pero, por ahora, soy sólo alguien que te observa desde las sombras, esperando ver si tienes el valor de enfrentarte a lo que realmente eres.”

Mi nombre en sus labios fue como un hechizo que encendió algo dentro de mí. Una mezcla de desafío y curiosidad se apoderó de mis sentidos.

— ¿Qué quieres de mí?”

— No se trata de lo que yo quiera. Se trata de lo que tú deseas. Lo sabrás pronto, pero para eso necesitas recordar quién eres en realidad.”

Antes de que pudiera responder, dio un paso atrás y desapareció entre las sombras del bosque. Corrí hacia el lugar donde había estado, pero no quedaba rastro alguno de él, sólo un leve aroma a madera y tierra húmeda que persistía en el aire.

Regresé a la manada con más preguntas que respuestas, pero algo en mi interior había cambiado. Sus palabras resonaban en mi mente: “Recuerda quién eres en realidad.”

No sabía qué significaban, pero estaba decidida a averiguarlo.

Al llegar, mi padre me esperaba con el ceño fruncido. — ¿Dónde has estado, Lyra?”

— En el bosque, papá, salí a dar un paseo” respondí.

— ¿Un paseo?  Eso fue muy imprudente Lyra. Sabes que no debes salir sola,” dijo con un tono severo. — La seguridad de la manada depende de ti.”

— Solo fue un paseo por el bosque, papá,  no me pasó nada malo, estoy de vuelta sin un rasguño ” Mi voz tembló levemente, pero debía parecer segura y despreocupada ante mi padre. 

No podía mentirle, por eso debía evitar una confrontación y sus preguntas que siempre sacaban una confesión de mí.

Sus ojos se suavizaron por un momento, luego suspiró y me dio la espalda, dejando que el silencio llenara el espacio entre nosotros.

De repente otro interesado en mi ausencia apareció.  Mi prometido vino a mí con mirada severa.

— No debes salir sin protección, Lyra. Cuando vayas a alejarte de la manada debes avisarme,  yo iré contigo. 

Su actitud protectora podría hacerme agradado, sino sintiera que lo que desea es controlarme.

— Cómo le dije a papá,  no me pasó nada malo. Así que deja de preocuparte. 

Continúe mi camino hasta donde estaban las lobas ancianas tejiendo canastas,  yo deseaba saber más sobre el cazador,  no había logrado ver su rostro, pero su imponente presencia llenaba mi ser de curiosidad,  quería saber más de él. 

Me quedé con ellas durante horas, para evitar a mi padre y a mi prometido. De paso,  hacia preguntas discretas sobre el cazador,  y escuchaba atentamente lo que ellas decían de él. 

Tal vez eran solo leyendas, cuentos de viejas lobas, o podrían ser verdad.

Esa noche, mientras el bosque susurraba su canción de cuna,  por primera vez en mucho tiempo, sentí que no estaba sola.

Antes de cerrar mis ojos hable con el espíritu de mamá y dije:

— Mamá,  no dejes que mi alma se pierda en las sombras. Ni dejes que ponga en peligro a la manada por buscar respuestas sobre el cazador. 

Cerrando mis ojos, antes de quedarme dormida pensé: ¿Cómo pudo saber lo que estaba pensando? ¿Es un adivino, o tiene poderes ocultos? ¿Quién es realmente ese hombre?

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