Pataleé en aquella espesa sustancia en la que estaba sumergida. Abrí la boca para gritar, pero ese líquido inundó mi garganta, obligándome a tragarlo. Con esfuerzo, logré salir a flote. Estaba dentro de un pequeño pozo. Exhausta, salí gateando, y mi estómago comenzó a retorcerse. Vomité hasta vaciarlo por completo.
Miré a mi alrededor. Me encontraba en una especie de cueva, iluminada apenas por algunas antorchas. Había visto demasiadas películas de terror como para no reconocer lo que era: la guarida de un asesino en serie. Pero lo peor no era eso... lo peor era que yo sería la siguiente.
Me puse de pie, pero al intentar dar un paso, resbalé, golpeándome con fuerza. Chillé por el dolor y el asco que me invadió al caer sobre mi propio vómito, pero no podía detenerme en eso.
Con otro esfuerzo, me levanté de nuevo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Al tocarme, me di cuenta de que estaba desnuda. ¿Qué me habían hecho? Muchos pensamientos invadieron mi mente, pero decidí no pensar de más, ahora lo importante era salir de aquí.
Escuché ruidos, voces cercanas. Empecé a caminar con cautela, siguiendo esos sonidos. Tal vez fueran más personas secuestradas por ese monstruo, como yo. A lo lejos, una pequeña luz se hacía visible. Aceleré el paso, pero me detuve en seco. Delante de mí, pude ver muchas de esas cosas... follando con mujeres y lo peor no era eso, lo peor era que parecía que ellas lo disfrutaban. El terror me invadió de pies a cabeza. ¿Y si esa cosa también me había violado? Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Solo imaginar que esa criatura me había tocado de esa forma me producía náuseas.
Me di la vuelta para regresar, pero me topé de frente con el monstruo. Me miraba fijamente. Retrocedí unos pasos, temblando por completo.
Grité con todas mis fuerzas, lo empujé a un lado y salí corriendo. No iba a quedarme para descubrir qué planeaba hacer conmigo. Corrí hasta ver la salida, la luz del sol me recibió, y sonreí al sentirme fuera de ese lugar horrible.
Miré en todas direcciones, pero todo se veía igual: solo vegetación.
—¡Auxilio!— grité con todas mis fuerzas, pero lo único que se escuchaba era el canto de las aves.Empecé a caminar. Necesitaba alejarme de esa m*****a cueva y de esa asquerosa criatura. Si mi destino era morir, lo haría luchando. Levanté una rama del suelo. No era mucho, pero estaba segura de que podría sacarle un ojo con eso si lo necesitaba.
El ruido de ramas rompiéndose me puso en alerta. Miré hacia atrás, y allí estaba esa cosa, persiguiéndome. Tiré la rama y volví a correr, sin dejar de mirar hacia atrás. De repente, me estrellé contra algo duro y caí de espaldas. Al levantar la mirada, vi frente a mí... a Thor, con su cabello largo y rubio. Me miraba con sus brillantes ojos azules.
—Ayúdame —le supliqué, desesperada.
Thor miró hacia arriba, sacó una enorme espada y, con un rápido movimiento, decapitó al monstruo. Su cabeza cayó entre mis piernas, su sangre negra manchando mi cuerpo.
Aparté la cabeza de un empujón y me levanté de un salto. Detrás de mí, el cuerpo decapitado de la criatura yacía inerte.
—Quiero vomitar —murmuré, sintiendo las náuseas regresar.Respiré profundamente varias veces, intentando calmarme.
—¿Quién eres? —me preguntó Thor, con una voz profunda y rasposa.
Me di la vuelta para presentarme y agradecerle, pero la punta de su espada estaba a escasos centímetros de mi cuello.
—¿Yo? Eh... soy Renee. Esa cosa me secuestró. Si tienes un celular o un teléfono que me puedas prestar, te lo agradecería mucho. Necesito llamar a mis padres —le dije, mientras las lágrimas empezaban a brotar nuevamente.Thor frunció el ceño, me miró de arriba abajo y, finalmente, guardó su espada.
—¿No eres de aquí, cierto? —me preguntó con su expresión seria y una mirada que parecía atravesarme.
Yo negué con la cabeza, sintiendo que mi garganta se cerraba cada vez más. Lo miré de arriba a abajo, notando por primera vez los detalles de su vestimenta. Parecía… antigua, como algo sacado de una película medieval. Una risa nerviosa se me escapó. Tal vez todo esto era una broma. Sí, seguro que Camil me estaba haciendo esta broma por cómo la había tratado últimamente. Siempre supe que un día me devolvería los malos momentos, pero esto… esto ya era demasiado.
—Camil, lo siento —dije, elevando la voz—. No volveré a tratarte mal, pero ya no es divertido.
Thor me miró aún más serio, su ceño fruncido profundizando las sombras en su rostro.
—¿Estás loca? ¿Con quién carajo hablas? —me preguntó con una dureza que me hizo estremecer.
—¿Esto no es una broma? —le pregunté, sintiendo cómo mi voz se quebraba por la mezcla de miedo y confusión. Todo mi cuerpo se sentía fuera de lugar, como si el mundo se hubiera desplazado bajo mis pies, y no sabía si podía confiar en lo que veía. Tenía tanto miedo que apenas podía pensar.
—¿Crees que eso parece una broma? —me replicó, señalando el cuerpo decapitado del monstruo a nuestros pies. La cabeza todavía estaba cerca, y su sangre negra seguía formando charcos.
Negué con la cabeza, sintiendo una oleada de desesperación. De repente, las lágrimas empezaron a caer sin control, silenciosas al principio, pero luego comenzaron a brotar más rápido. Mi respiración se aceleraba y ya no sabía qué hacer, ni qué decir. Lo único que quería en ese momento era estar con mi mamá. Necesitaba su abrazo más que nunca, su consuelo, como si ella pudiera salvarme de todo esto, como cuando era niña y ella era mi refugio en medio de las pesadillas.
Thor me miró sin expresión por unos segundos, su postura tensa, como si intentara entenderme. Entonces, rompió el silencio con una pregunta que me hizo congelar.
—¿Dónde estaba? —preguntó, su voz baja pero firme.
Sorbi mi nariz, intentando controlar las lágrimas, y señalé con mano temblorosa hacia la dirección donde estaba la cueva. O al menos, donde recordaba que estaba. Sin previo aviso, Thor me agarró del brazo con fuerza.
—Llévame allí —me ordenó.
Negué rápidamente con la cabeza. No había forma en el mundo de que regresara a ese lugar, no después de lo que había visto. Era tonta, pero no una suicida.
—No, allí hay muchas más de esas cosas. Ni loca vuelvo —dije, tratando de liberar mi brazo, pero su agarre solo se hizo más fuerte.
Thor me acercó tanto que nuestras narices casi se tocaron. Pude sentir su aliento cálido contra mi piel, y sus ojos azules, intensos, parecían no aceptar un "no" por respuesta. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, tan rápido que pensé que podría desmayarme en cualquier momento. Tragando saliva, parpadeé varias veces, intentando calmarme, pero la cercanía de su presencia me ponía aún más nerviosa. Era como si una tormenta se desatara dentro de mí.
—Está bien —dije finalmente.
Thor me soltó, y yo empecé a caminar de nuevo, con los nervios a flor de piel. Mis pies me llevaban de regreso a ese lugar. Pero cuando llegué al lugar donde se suponía que estaba la cueva... no había nada.
El suelo estaba cubierto de hierba, como si la cueva nunca hubiera existido. Sentí cómo la desesperación crecía en mi interior, una presión en el pecho que me hacía difícil respirar.
—Te juro que aquí había una cueva —le dije. Mis ojos se llenaron de lágrimas de nuevo.
Cuando lo volteé a ver, podía notar cuan furioso estaba. Me mordí el labio inferior con fuerza, tratando de mantener la calma, pero sentía que estaba al borde del colapso.
Le di una pequeña sonrisa, pero él no me la devolvió. Simplemente me miró, aún más furioso. Con cuidado, me acerqué, creyendo que, según mi lógica, si lo hacía podría calmarlo.—te juro que había una cueva justo aquí, Sali de ella, tal vez desapareció, o que se yo, pero no estoy loca, si lo piensas un poco, tal vez es un lugar mágico que cambia de lugar —dije con una sonrisa aún más brillante, intentando romper la tensión. Pero él no parecía nada feliz con mi respuesta.—Camina, y no hagas ningún ruido —me advirtió, con la voz gélida—. No quiero tener que sacarte la lengua.Retrocedí un par de pasos, mi mirada vagando de un lado a otro, buscando una salida.—Si te atreves a huir y te alcanzo, te cortaré las piernas —su amenaza era como un golpe seco, directo, que me congeló.—No te conozco, y discúlpame, pero pareces un leñador con varios cadáveres a tus espaldas. Honestamente, no quiero ser la siguiente en tu lista, yo no puedo salir de un problema para meterme en otro —le respondí c
Entramos al recibidor de la casa. Él sostenía la cabeza mientras seguía caminando sin detenerse. Observé el lugar con curiosidad: era… vintage, pero dentro de lo que cabía, estaba bien para la época en la que me encontraba, o eso me imaginaba.—Sígueme —gritó, sin ni siquiera mirarme.Puse los ojos en blanco y corrí tras él. Caminamos un poco más hasta detenernos frente a una habitación. Abrió la puerta y entró, y yo lo seguí. Dentro había una mujer rodeada de amuletos extraños, lo que me hizo pensar en un altar de brujería. Sentí un escalofrío recorrerme la espalda.La mujer se giró hacia nosotros, y su belleza me sorprendió. Sus ojos azules eran profundos y cautivadores, pero su mirada sobre mí se sintió invasiva, como si me analizara. Luego miró al leñador, y finalmente a la cabeza que ahora estaba en sus manos. Sus ojos se agrandaron con sorpresa.—¿De dónde has sacado eso? —preguntó, acercándose al leñador.El me miro a mi de inmediato.—Madre, esta cosa la estaba persiguiendo, y
Me di un baño que necesitaba con urgencia. Lo más destacado, y lo que más felicidad me dio, fue el jabón. Para mi sorpresa, olía increíblemente bien. Ahora entiendo por qué el leñador olía tan bien. Aunque lamentablemente, lavar mi cabello con jabón seguramente lo dejaría seco y sin vida, pero al menos estaría limpio. Después de gastar varias cubetas de agua, al fin logré quitarme la peste, y mi cabello rojo volvió a tener algo de vida.Me envolví en un pedazo de tela y salí del baño. En la habitación estaba la madre del leñador, sosteniendo un vestido en las manos. Me acerqué a ella con una sonrisa.—Gracias por todo lo que está haciendo por mí, de verdad se lo agradezco muchísimo —le dije.Ella me entregó el vestido y asintió con la cabeza.—Era de mi hija. Creo que te quedará muy bien —me dijo.Miré el vestido, era precioso. Me encantaba.—En Halloween me disfracé de la reina victoria, me fascinan estos vestidos —le comenté con entusiasmo.Ella sonrió levemente y asintió de nuevo.
Corrí tras él, pero al salir del establo, todo lo que encontré fue oscuridad. De repente, estaba en aquella cueva otra vez. Miré de un lado a otro, desesperada, pero no podía encontrar una salida. Mi respiración comenzó a descontrolarse, el pánico me invadió por completo. Me agaché, haciéndome un ovillo, abrazándome, cerré los ojos con fuerza. Podía escuchar lamentos, jadeas, podía escucharlos hablar."¡Dame lo que me pertenece!", gritó una voz macabra. El sonido resonó en mi mente, helado, despiadado. Grité con todas mis fuerzas, intentando escapar del miedo que me envolvía. Pero no había salida, el terror era total, asfixiante. Abrí los ojos y miré.A lo lejos, vi una figura que se acercaba lentamente. En la oscuridad que me rodeaba, distinguí el rojo de su cabello y el verde intenso de sus ojos. Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Aquello que venía hacia mí era más retorcido y malvado que aquellas cosas monstruosas que me perseguían, podía sentir lo podrido y malvado de aq
Después de cenar, volví a la habitación. Me senté en la cama y, perdida, miré a la nada. Ya era de noche, y aunque me costara aceptarlo, huir de aquí sería un suicidio. Viggo tenía razón, haber terminado en este lugar fue lo mejor que me pudo pasar, al menos por ahora. A pesar de lo extraño que todo se sentía, estaba a salvo... o eso quería creer.Me quité el vestido y lo dejé a un lado, quedándome con una bata blanca. Me acosté en la cama, buscando acomodo, pero era imposible. La cama era dura, casi como dormir en el suelo. Cerré los ojos, intentando conciliar el sueño, pero cada pequeño ruido me parecía ensordecedor. Me desesperaba.Empecé a respirar lentamente, tratando de relajarme, contando hasta que el sueño finalmente comenzó a arrastrarme. Pero justo cuando estaba a punto de quedarme dormida, escuché algo... un sonido parecido a latidos. Abrí los ojos de golpe y miré a mi alrededor. La habitación estaba demasiado oscura, excepto por una luz que parpadeaba bajo la puerta. Se mo
No había pegado el ojo en toda la noche. La pierna de Renee se subió sobre mí, aplastando mi polla, y con cada pequeño movimiento que hacía, mi cuerpo reaccionaba al instante, sin darme tregua. Aún no me había corrido, porque tengo un buen autocontrol, pero si seguía así, no aguantaría mucho más. Mi mente se inundaba de una sola cosa: follarla. Quitar esa pierna que me presionaba, abrirla de par en par y exponer su coño frente a mí. Mi boca deseaba más que nada hundirse en su centro, metiendo la lengua lo más profundo posible, lamiendo cada rincón hasta sentir su sabor, hasta que quede completamente satisfecho, y ella exhausta bajo mi cuerpo.Un jadeo suave escapó de los labios de Renee. La miré, y ella abrió los ojos lentamente, sus labios curvándose en esa sonrisa que siempre me desarmaba. Esa maldita sonrisa.—Buenos días, leñador, soñé contigo —dijo con una expresión traviesa, provocativa, mientras sus ojos recorrían mi cuerpo, alimentando el fuego que ardía en mí.Aparté su piern
Días después.Después de lo que pasó, ella me ignoró por completo, como si yo no existiera. Pasaba junto a mí sin detenerse, y al principio no me molestó, pero ahora hervía de rabia. Más aún al verla junto a mi hermano, que le sonreía todo el tiempo. No sé si era la indiferencia lo que me volvía loco, o el hecho de que pudiera estar disfrutando de la compañía de otro. Mi hermano, para colmo.Hoy, algunos líderes habían llegado. Mi padre había enviado mensajes sobre lo ocurrido, claro, omitiendo lo de ella, aunque en algún momento la verdad tendría que revelarse. No había forma de escapar de ese destino, tarde o temprano, todo saldría a la luz.Me masajeé el cuello. Llevaba varios días sin dormir bien y me sentía agotado.—¿Estás bien? —preguntó mi padre con una expresión de preocupación.—Sí, solo estoy un poco cansado —intenté sonar convincente.Él asintió, pero su preocupación seguía allí, y eso me incomodaba. Yo había jurado no darle problemas, había decidido ser perfecto en todo l
Helene no dejaba de mirarme mientras sonreía, claramente divirtiéndose con alguna loca idea sobre lo que pasaba entre su pesado hermano y yo, pero la realidad era que no pasaba nada, el me evitaba como la peste, y eso, me molestaba, sabía que le gustaba.—No me gusta tu hermano Viggo. De hecho, me parece más lindo tu otro hermano —le dejé claro, intentando desviar cualquier malentendido.Su sonrisa se amplió aún más. Era obvio que no me creía. ¿A quién quería engañar? Se me notaba a leguas cuánto me gustaba Viggo. Él era un dios andante: cuerpo de modelo de ropa interior y rostro de hombre que sabes que te partirá el corazón. Pero no me importaba. Que me partiera todo lo que quisiera y yo sería feliz.—¿Estás segura? Lo miras mucho, y no es por ser chismosa, pero hace dias te vi entrar a su habitación y no volviste a salir —me dijo.Me quedé helada, intentando mirar a otro lado, pero sentía su mirada fija en mi nuca, quemándome.—No hicimos nada, solo quería algo de compañía para dorm