Me di un baño que necesitaba con urgencia. Lo más destacado, y lo que más felicidad me dio, fue el jabón. Para mi sorpresa, olía increíblemente bien. Ahora entiendo por qué el leñador olía tan bien. Aunque lamentablemente, lavar mi cabello con jabón seguramente lo dejaría seco y sin vida, pero al menos estaría limpio. Después de gastar varias cubetas de agua, al fin logré quitarme la peste, y mi cabello rojo volvió a tener algo de vida.
Me envolví en un pedazo de tela y salí del baño. En la habitación estaba la madre del leñador, sosteniendo un vestido en las manos. Me acerqué a ella con una sonrisa.
—Gracias por todo lo que está haciendo por mí, de verdad se lo agradezco muchísimo —le dije.
Ella me entregó el vestido y asintió con la cabeza.
—Era de mi hija. Creo que te quedará muy bien —me dijo.
Miré el vestido, era precioso. Me encantaba.
—En Halloween me disfracé de la reina victoria, me fascinan estos vestidos —le comenté con entusiasmo.
Ella sonrió levemente y asintió de nuevo.
—¿El leñador donde esta? —pregunté con curiosidad.
Ella frunció el ceño, como si no entendiera.
—Lo siento, es que no sé cómo se llama su hijo, y parece un leñador—aclaré rápidamente.
Ella asintió y me dio una ligera sonrisa.
—Se llama Viggo —me dijo.
Asentí con la cabeza. Viggo. Me gustaba ese nombre. Era fuerte y le quedaba perfecto.
—Te dejo para que te cambies. Viggo vendrá por ti en un momento, vamos a cenar y te presentaré a mi familia —me dijo antes de girarse para salir de la habitación. La detuve suavemente agarrando su brazo, y ella me miró de nuevo.
—Viggo me dijo que usted podría regresarme a mi tiempo. No quiero menospreciar el suyo, pero tengo un trabajo, mis padres... una vida. Y no quiero perderla —le dije, con sinceridad.
—De eso hablaremos en la cena. Ahora vístete —me respondió con calma antes de salir.
Asentí y me puse el vestido con rapidez. Me hice una trenza y me senté en la cama, que estaba, honestamente, jodidamente dura. ¿Cómo demonios dormía esta gente en algo así? Mi quiropráctico va a ganar mucho dinero cuando regrese.
Al rato, sonó la puerta. Me levanté y la abrí. Allí estaba Viggo, con una camisa y su habitual expresión de chico malo, cabello suelto, un mechón estaba detrás de su oreja.
—Te queda mejor el cabello atado —le dije, embobada mientras lo miraba más de lo debido.
Él alzó una ceja, sin decir nada. Su mirada ahora se veía mucho mas fría, era como si el solo verme le molestara.
—Vamos, nos están esperando —dijo con su tono serio.
Salí de la habitación y lo seguí. Su espalda era enorme, y él también. Yo mido uno setenta y cinco, así que no soy baja, pero apenas le llegaba a la barbilla.
Al llegar al comedor, me quedé impresionada por las personas que estaban allí. Todos eran increíblemente hermosos. La chica parecía una modelo, con su largo cabello negro y unos preciosos ojos azules. El hombre en la cabecera de la mesa, a pesar de su edad, también era muy atractivo. Mi mirada se desvió hacia otro chico, que era bastante parecido a Viggo. También era guapo, pero le faltaba algo para llegar a ser tan sexy como su hermano.
—Hola, ¿cómo están? Soy Renee, un gusto —los saludé con una sonrisa.
Viggo me llevó hasta mi asiento, y me senté de inmediato. Él tomó su lugar a mi lado, con la mirada fija en su madre. Yo tamborileé los dedos sobre la mesa, sintiendo la incomodidad del ambiente.
—¿Qué hacen para divertirse aquí? —pregunté, intentando sonar entusiasta.
La chica se rio un poco.
—Yo también me lo pregunto —comentó la chica, mirándome con una ligera sonrisa que me hizo sentir un poco más relajada.
—Soy Helene, por cierto. —me dijo— este es mi padre, Eirik, creo que ya conoces a mi madre, Tiana, y este es mi hermano mayor, Kieran. Y bueno, Viggo, que está a tu lado —me explicó ella con naturalidad.
Todos tenían nombres bonitos, como sacados de una saga épica.
—¿Es cierto que vienes del tiempo de mi madre? —preguntó Helene, con curiosidad.
Miré de inmediato a la señora Tiana. Ese era un dato que había omitido por completo. De repente, sentí un nudo en el estómago. Si ella seguía aquí, tal vez era porque no había podido regresar a su propio tiempo. ¿Acaso me esperaba el mismo destino?
—¿Eso es verdad? —pregunté—. Si se supone que vas a ayudarme, ¿por qué sigues aquí?
Ella no me respondió. Un silencio incómodo llenó la sala.
—sí, vengo de otro tiempo, y sigo aquí, porque me enamore— me dijo.
—¿pero puede llevar de vuelta a mi tiempo no? —le pregunte.
Ella se quedó en silencio, el miedo y la incertidumbre me abrumaron. Me levanté bruscamente de la silla y salí corriendo del comedor, ignorando los gritos de Viggo que resonaban tras de mí.
—¡Detente! —escuché su voz, grave y firme, pero no hice caso.
Corrí sin parar, sin un rumbo claro, solo quería alejarme de todo. Mis pies me llevaron hasta un establo cercano, donde me escondí, sentándome en el suelo y cubriendo mi rostro con las manos. Las lágrimas seguían cayendo, mientras me sumía en el miedo de estar atrapada en este lugar para siempre. Yo no estaba dispuesta a renunciar a las cosas que con tanto esfuerzo he conseguido, no pienso renunciar a mis padres, me niego a quedarme en este lugar horrible.
Los pasos fuertes y decididos de Viggo se acercaron. Sabía que era él, pero no levanté la cabeza. No tenía la energía para enfrentarle.
—¿acaso estas loca? —me pregunto furioso.
—vete quiero estar sola— le dije en medio de mi llanto.
—deberías estar agradecida de haber terminado aquí y no en un lugar peor, ¿o prefieres estar en esa cueva? — me pregunto en tono frio.
Levanté la mirada, mis ojos enrojecidos por el llanto se encontraron con los suyos. Se veía serio, su mirada fría, se veía aun mas aterradora. Me puse de pie, acercándome lentamente a él. Viggo retrocedió un par de pasos, hasta que su espalda se apoyó contra las tablas del establo.
—¿Qué beneficios tiene estar aquí? —le pregunté.
Él no respondió de inmediato. En cambio, su mano acarició suavemente mi mejilla, y sus dedos rozaron mis labios con delicadeza. Sentí que mi respiración se detenía por un instante. Era una conexión que nunca había experimentado antes. Con él, un hombre al que apenas conocía, sentía una necesidad primitiva, una urgencia que nunca había sentido por nadie.
Me acerqué más, buscando su cercanía, y él inclinó su cabeza, rozando su nariz contra mi cuello. Su aliento cálido golpeando mi piel, despertando sensaciones que me recorrieron todo el cuerpo. Sin pensarlo, su lengua húmeda pasó por mi garganta, provocando un gemido involuntario que escapó de mis labios.
Necesitaba a este hombre más de lo que necesitaba respirar. Lo deseaba de tan mala manera, quería meterlo bajo mi piel, dios estaba tan urgida por sentirlo más cerca, por perderme en su toque. Era como si cada segundo sin su contacto fuera un tormento. Necesitaba que me tocara en lugares que nadie había tocado, sentirlo en cada rincón de mi piel, en lo más profundo de mi ser.
Tomé su mano y la puse entre mis piernas. El simple roce era tan satisfactoriamente electrizante, que un cosquilleo delicioso recorrió todo mi cuerpo. Su boca chupaba mi cuello, sentí cómo sus dientes rozaban mi piel, encendiendo una chispa que me quemaba desde adentro.
—Fóllame —le supliqué con urgencia, ni yo podía reconocerme en este momento.
Pero entonces, sus caricias cesaron. Me empujó lejos, y lo miré, desconcertada. El rechazo me golpeó como una bofetada. ¿Acaso había hecho algo malo?
—Lo siento... yo no soy así —me disculpé, acercándome de nuevo, esperando que volviera a mí.
Pero Viggo se alejó, escapando como si mi toque lo quemara, como si yo fuese una peste. Me quedé allí, con la mente en blanco. ¿Tan repulsiva me encontraba?
Corrí tras él, pero al salir del establo, todo lo que encontré fue oscuridad. De repente, estaba en aquella cueva otra vez. Miré de un lado a otro, desesperada, pero no podía encontrar una salida. Mi respiración comenzó a descontrolarse, el pánico me invadió por completo. Me agaché, haciéndome un ovillo, abrazándome, cerré los ojos con fuerza. Podía escuchar lamentos, jadeas, podía escucharlos hablar."¡Dame lo que me pertenece!", gritó una voz macabra. El sonido resonó en mi mente, helado, despiadado. Grité con todas mis fuerzas, intentando escapar del miedo que me envolvía. Pero no había salida, el terror era total, asfixiante. Abrí los ojos y miré.A lo lejos, vi una figura que se acercaba lentamente. En la oscuridad que me rodeaba, distinguí el rojo de su cabello y el verde intenso de sus ojos. Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Aquello que venía hacia mí era más retorcido y malvado que aquellas cosas monstruosas que me perseguían, podía sentir lo podrido y malvado de aq
Después de cenar, volví a la habitación. Me senté en la cama y, perdida, miré a la nada. Ya era de noche, y aunque me costara aceptarlo, huir de aquí sería un suicidio. Viggo tenía razón, haber terminado en este lugar fue lo mejor que me pudo pasar, al menos por ahora. A pesar de lo extraño que todo se sentía, estaba a salvo... o eso quería creer.Me quité el vestido y lo dejé a un lado, quedándome con una bata blanca. Me acosté en la cama, buscando acomodo, pero era imposible. La cama era dura, casi como dormir en el suelo. Cerré los ojos, intentando conciliar el sueño, pero cada pequeño ruido me parecía ensordecedor. Me desesperaba.Empecé a respirar lentamente, tratando de relajarme, contando hasta que el sueño finalmente comenzó a arrastrarme. Pero justo cuando estaba a punto de quedarme dormida, escuché algo... un sonido parecido a latidos. Abrí los ojos de golpe y miré a mi alrededor. La habitación estaba demasiado oscura, excepto por una luz que parpadeaba bajo la puerta. Se mo
No había pegado el ojo en toda la noche. La pierna de Renee se subió sobre mí, aplastando mi polla, y con cada pequeño movimiento que hacía, mi cuerpo reaccionaba al instante, sin darme tregua. Aún no me había corrido, porque tengo un buen autocontrol, pero si seguía así, no aguantaría mucho más. Mi mente se inundaba de una sola cosa: follarla. Quitar esa pierna que me presionaba, abrirla de par en par y exponer su coño frente a mí. Mi boca deseaba más que nada hundirse en su centro, metiendo la lengua lo más profundo posible, lamiendo cada rincón hasta sentir su sabor, hasta que quede completamente satisfecho, y ella exhausta bajo mi cuerpo.Un jadeo suave escapó de los labios de Renee. La miré, y ella abrió los ojos lentamente, sus labios curvándose en esa sonrisa que siempre me desarmaba. Esa maldita sonrisa.—Buenos días, leñador, soñé contigo —dijo con una expresión traviesa, provocativa, mientras sus ojos recorrían mi cuerpo, alimentando el fuego que ardía en mí.Aparté su piern
Días después.Después de lo que pasó, ella me ignoró por completo, como si yo no existiera. Pasaba junto a mí sin detenerse, y al principio no me molestó, pero ahora hervía de rabia. Más aún al verla junto a mi hermano, que le sonreía todo el tiempo. No sé si era la indiferencia lo que me volvía loco, o el hecho de que pudiera estar disfrutando de la compañía de otro. Mi hermano, para colmo.Hoy, algunos líderes habían llegado. Mi padre había enviado mensajes sobre lo ocurrido, claro, omitiendo lo de ella, aunque en algún momento la verdad tendría que revelarse. No había forma de escapar de ese destino, tarde o temprano, todo saldría a la luz.Me masajeé el cuello. Llevaba varios días sin dormir bien y me sentía agotado.—¿Estás bien? —preguntó mi padre con una expresión de preocupación.—Sí, solo estoy un poco cansado —intenté sonar convincente.Él asintió, pero su preocupación seguía allí, y eso me incomodaba. Yo había jurado no darle problemas, había decidido ser perfecto en todo l
Helene no dejaba de mirarme mientras sonreía, claramente divirtiéndose con alguna loca idea sobre lo que pasaba entre su pesado hermano y yo, pero la realidad era que no pasaba nada, el me evitaba como la peste, y eso, me molestaba, sabía que le gustaba.—No me gusta tu hermano Viggo. De hecho, me parece más lindo tu otro hermano —le dejé claro, intentando desviar cualquier malentendido.Su sonrisa se amplió aún más. Era obvio que no me creía. ¿A quién quería engañar? Se me notaba a leguas cuánto me gustaba Viggo. Él era un dios andante: cuerpo de modelo de ropa interior y rostro de hombre que sabes que te partirá el corazón. Pero no me importaba. Que me partiera todo lo que quisiera y yo sería feliz.—¿Estás segura? Lo miras mucho, y no es por ser chismosa, pero hace dias te vi entrar a su habitación y no volviste a salir —me dijo.Me quedé helada, intentando mirar a otro lado, pero sentía su mirada fija en mi nuca, quemándome.—No hicimos nada, solo quería algo de compañía para dorm
Llevé a Renee a mi habitación y la senté en la cama. La miré por un muy largo tiempo, tenía muchas preguntas. Verla caminar hacia esa cosa me estaba volviendo loco.—¿Puedes dejar de mirarme? —me preguntó mientras lloraba.—¿Qué carajo estabas pensando? —le grité.Ella abrió los ojos como platos y lloró mucho más.—Perdón —me dijo.¿Perdón? ¿De verdad cree que con pedirme perdón iba a cambiar algo? Agarré su brazo con fuerza, levantandola. ella lloró aún más, golpeando mi brazo para que la soltara.—¡Me haces daño! —me gritó con desesperación.La lancé a la cama y la miré con odio. Muy en el fondo sabía que ella estaba actuando, que todo esto lo hacía para manipularme, como una vez lo hizo con mi padre.—Habla, o voy a matarte —le advertí.Nunca me había sentido tan furioso en mi vida, pero ella sacaba lo peor de mí. Renee se levantó de la cama y me enfrentó, ahora furiosa.—¡Mátame entonces! —me gritó.Levanté la mano para golpearla, pero me detuve. Ella me miraba con tanto terror qu
Entré a la casa agitada, con el corazón latiendo con fuerza y las manos temblando. Lo que acababa de pasar era una completa locura. ¿Cómo demonios había revivido a ese animal? Me mordisqueé la uña mientras caminaba hacia mi habitación, tratando de calmar todos los pensamientos y preguntas que me atormentaban. Al llegar a la puerta, ahí estaba Viggo, con esa expresión sombría que lo acompañaba siempre.Puse los ojos en blanco y lo miré mal. Lo empujé a un lado sin decir nada, abriendo la puerta y entrando, intentando ignorar su presencia.—¿Dónde estabas? —preguntó desde detrás de mí, su voz dura y molesta. Me giré de inmediato, lo enfrenté, y no me sorprendió ver el enfado en su rostro. Siempre estaba enojado.—Estaba follando con tu hermano —le solté sin pensarlo, esperando ver algo más que su eterna ira.Su reacción fue inmediata. Empezó a caminar hacia mí con una intensidad que me hizo retroceder hasta que mi espalda se estrelló contra la pared. Me quedé sin escape, atrapada entre
La mano de Viggo se cerró en mi muñeca y empezó a arrastrarme con él. Yo aún estaba en shock, pero no pude evitar echarle un vistazo a sus muy lindas y bien formadas nalgas. ¡Por todos los dioses! Sacudí la cabeza, reprendiéndome, ni en momentos como estos podía dejar mi calentura a un lado. ¿Qué me estaba pasando? ¿Acaso estaba perdiendo la poca cordura que me quedaba?Viggo me metió a una habitación y me miró de arriba a abajo, sus ojos clavándose en mí con una intensidad que me hizo tragar saliva.—Quítate el vestido —me pidió con una seriedad que me dejó en blanco.Abrí la boca, lista para decir algo, pero la cerré de inmediato. ¿De verdad quería hacerlo aquí? ¡Ahora! Mi cerebro explotaba en confusión, y antes de que pudiera procesarlo, él me lanzó una mirada fulminante. Se giró rápidamente y empezó a revolver entre sus cosas. Cuando se volvió hacia mí, me lanzó un conjunto de ropa que aterrizó sobre mi cara.—Necesito que corras, y con ese vestido no llegarás ni a la puerta —dijo