Tiro el bolígrafo en el escritorio y me pongo de pie con un resoplido de frustración pura y dura, miro por la ventana para ver si lanzarme de aquí sería suficiente para matarme o quería vivo conectado a las máquinas de un hospital.
—Sí, esa es la solución, Lorenzo…
—¿Hablando solo? —la voz de Isabella me hace girar rápido y no puedo evitar sonreír al verla allí.
—¡Isabella! —camino hacia ella para darle un abrazo, pero ella me detiene estirando su mano, no me queda más remedio que estrecharla, pero aun así estoy contento—. ¿Qué haces aquí?
—Vengo a hacer mi trabajo —la veo con un atuendo formal y se ve preciosa, se ve como una mujer de mundo, va con el cabello recogido en una coleta alta y lleva unas gafas de sol que la hacen ver más adulta y misteriosa.
—No llamaste… no tengo nada listo.
—No te preocupes, ya me puse de acuerdo con tu asistente, pero ella no está allí afuera y no sé dónde instalarme.
—Envié a la señora Elena a otro departamento, ven…
Le indico que salga de la oficina y nos vamos juntos a una de las oficinas más amplias e iluminadas que hay aquí, ella entra sonriendo con sobriedad, intenta quitarse los lentes, pero se arrepiente y camina a la ventana.
Deja su portafolios en una de las sillas y se dedica a admirar la vista, sólo hay edificios alrededor, pero ella parece disfrutarlo.
—Haré que te envíen todos los archivos aquí, Elena hoy te pertenece, así que si necesitas algo pídeselo con confianza.
—Agustín me dijo lo mismo cuando fui la semana pasada —sonríe ella y siento que mi corazón salta dentro de mi pecho—. Gracias.
—Bueno… te dejo trabajar tranquila, si quieres algo de mí, ya sabes dónde estoy.
Me quedo allí unos segundos más antes de caminar a la puerta, porque no quiero irme. Estar con ella así, cerca, en el mismo espacio me vuelve loco. Al salir le digo a la señora Elena que ha llegado Isabella, así que ella se encarga de manejar todo el traslado de documentos.
—Y la próxima vez, avíseme que ha quedado con ella.
—Lo siento… pero ella no me dijo que sería hoy, sino que pasado mañana, por eso no le avisé.
—De todas maneras, para el futuro me informa de todo. Ofrézcale algo de beber o comer, no la deje sola, por hoy es la asistente de ella.
—Sí, señor.
Me pierdo en la oficina en mi trabajo, un poco más tranquilo y contento de tenerla allí, tan cerca de mí. La hora se me pasa hasta el almuerzo, pido que me lleven a la oficina y salgo para ver a la señora Elena.
—¿La señorita Martínez pidió comida o saldrá? —le pregunto mirando hacia la puerta de su oficina.
—Ni lo uno ni lo otro, no sé si está enferma o está triste, la vi hace un rato sin los lentes de sol y se notaba que estuvo llorando —miro a la mujer sorprendido y luego tomo el rumbo hacia la oficina para verla.
Cuando lo hago, ella está de espalda a la puerta hablando por teléfono.
—Sí, mamá… esta es la última noche que me quedo en el hotel… no, ese idiota me dejó toda la cuenta a mí, tendré que gastar más de la mitad de mis ahorros por algo que él dijo que pagaría. No, lo encontré en su habitación con la mujer… sí, mañana en la mañana me iré contigo, espero que a la señora Cavalcanti no le moleste, sólo serán unos días. Yo también te amo, mami.
La veo dejar el teléfono en la mesa sin voltearse, saca un paquete de pañuelos de su cartera y se limpia la nariz sin ninguna vergüenza. Camino hacia ella, me paro a su lado, pero no se da cuenta de mi presencia hasta que le hablo.
—¿Isabella? —le digo con suavidad, ella se voltea para que no la vea, pero yo giro la silla mientras me arrodilla frente a ella—. ¿Qué te pasó para que estés así?
—Nada…
—No me mientas, escuché la conversación con tu madre y sé que él te hizo algo.
—Chismoso —intenta ponerse de pie, pero no se lo permito.
—Dime, puede que ya seas una mujer adulta, independiente, capaz de romperle la nariz a un tipo con un solo movimiento, pero yo todavía puedo defender tu honor —ella sonríe y rueda los ojos—. Dime lo que te hizo ese infeliz.
—Me engañó, lo encontré en su habitación con una mujer, haciendo lo que ya sabes —hace un puchero, se cubre el rostro y para mí vuelve a ser la niña que una vez encontré llorando porque sus compañeras la molestaban.
La abrazo sin que me importe si eso le gusta o no, pero en lugar de que me empuje, que es lo que esperaba, se aferra a mí, entierra su rostro en mi cuello y llora con todo el sentimiento que tiene dentro.
Yo sólo le acaricio la espalda, de vez en cuando le digo palabras de consuelo en italiano, como cuando mi padre me las decía a mí de pequeño y ahora de adulto. Ella se separa un poco, se ríe y se limpia las lágrimas.
—Gracias, hacer esto me hace sentir mejor.
—Ahora, quiero que me digas algo, ¿cómo es eso de que él estaba en su cuarto? ¿Y eso de que tú debes pagar?
—A ver… nos quedamos en cuartos separados, porque yo no quería compartir, es muy desordenado y yo soy muy organizada. Además, no habíamos llegado a esa intimidad en Cambridge, no iba a tenerla aquí en Chile.
«Él quiso quedarse en ese hotel, es de buena situación económica y podía permitírselo, pero como le dije que era un hijo de puta, maldito, infeliz, mentiroso… se ofendió. Hace un rato me llamó para decirme que se iba y que yo debía pagar la cuenta.
—¿Sabes en qué vuelo?
—No, me imagino a alguno que salga por la tarde… no me interesa, Lorenzo. Sólo quiero que se largue lejos de mí, que nunca más me cruce con él en mi vida e irme al hotel para pagar la bendita cuenta.
—¿Lo amabas?
—No, pero la traición duele, ¿no crees?
Asiento y me pongo de pie para sentarme a su lado, ella se limpia las lágrimas más tranquila, suspira cerrando sus ojos y vuelve a los papeles.
—Oye, ¿no vas a comer?
—No quiero, si lo hago terminaré vomitando del coraje que traigo y es mejor que no.
—Bien… yo estaré en mi oficina, si necesitas algo sólo búscame.
—Gracias… y lamento que no pudieras defenderme esta vez, supongo que tendrás que viajar a Cambridge si quieres darle su merecido.
Me encojo de hombros y salgo de allí con una sonrisa siniestra. Saco mi teléfono de mi bolsillo, busco al señor Russo y le marco.
—¡Lorenzo! Que gusto saber de ti, ¿cómo estás?
—Con ganas de matar a alguien… Alex me contó del pasado de su hermana y por eso lo llamo.
—¿A ver? Cuéntame, tal vez pueda entusiasmarme —le cuento lo que pasó y lo que quiero. Se ríe de una manera bastante tétrica y me dice—. Déjame llamarla, ella puede averiguar el vuelo y seguro que se le ocurrirá algo muy oscuro.
—Por favor, cuénteme lo que decida.
—Te sugiero que veas las noticias nacionales desde ahora.
Me cuelga, sonrío satisfecho y me entierro en mi oficina, en donde pongo las noticias desde mi ordenador. Me como mi almuerzo muy contento, mientras hago una llamada al hotel dejando instrucciones muy claras.
Un rato después las noticias anuncian un extra, expando la pantalla y veo con satisfacción una primera plana del idiota ese saliendo del aeropuerto esposado por la policía de investigaciones.
«—El ciudadano inglés fue detenido luego de que una llamada anónima alertara acerca de un artefacto explosivo en su equipaje. El vuelo debió ser retrasado para hacer la revisión de los detalles, algo que molestó al individuo y terminó siendo detenido por agresiones a personal del aeropuerto y de la policía…»
Sonrío satisfecho de lo que ha pasado, actuaron rápido, sin decirme nada.
Isabella aparece en la oficina con unos papeles, sonriendo feliz y yo me pongo de pie, comenzamos a revisar sus consultas, la llevo al archivo y desde la computadora de Elena le doy acceso a todo lo que necesite.
—Te felicito. A pesar de lo que pensaba de ti, resultaste ser el más ordenado de todos…
—Las apariencias engañan, no crees —nos vemos a los ojos y sé que quiero besarla, pero acaba de terminar con su novio y si lo hago, me matará.
Su teléfono suena, lo contesta y frunce el ceño.
—Sí, lo conozco. No, no es mi novio, terminamos esta mañana cuando lo encontré con otra mujer en el hotel. Sí, puedo decir eso mismo en la prefectura, adiós —corta la llamada, mira la pantalla y luego sonríe—. Definitivamente existe el karma… al idiota lo detuvieron, debo ir a declarar de dónde lo conozco.
—¿Responderás por él?
—¡Claro que no! Sólo quiero que quede constancia de que no somos nada.
—Te llevo.
Así me aseguro que no se meta en problemas por culpa de ese tarado, recogemos nuestras cosas y nos vamos de allí.
Horas más tarde, sale con una carcajada, yo sólo me admiro de lo inteligente que es. Lo que dijo es suficiente para que lo saquen del país casi como delincuente y su expediente aquí quedará manchado. Nos subimos al auto de regreso y nos vamos al hotel.
—Gracias, al menos por ahora se salvó mi dignidad, ahora me toca poner la cara aquí.
—Me cuentas cómo te va y si necesitas ayuda, mañana puedo ayudarte.
—Fabio lo hará, pero gracias, nos vemos la próxima semana.
Se baja y la veo entrar con esa sonrisa que esperé todo el día, al menos está más tranquila y eso para mí ya es mucha ganancia. Me voy sabiendo que el karma siguió atacando al inglesito idiota, porque simplemente moví mis influencias e hice justicia.
Su tarjeta de crédito estaba registrada y de esa es que se hizo el cobro de la estadía en el hotel.
—Con mi chica no, estúpido…
No estoy tranquilo, siento que algo está pasando con Isabella y eso no me ha dejado concentrarme en toda la mañana.«Claro que está pasando, está con Fabio y ya sabes cómo es tu hermano», le hago caso a mi consciencia y decido que es momento de llamarla. Se demora en responder, pero al menos lo hace.—Hola, Isabella, ¿cómo estás?—Muy… ocupada —me responde jadeando y doy un respingo en mi asiento. Salto de allí y salgo de la oficina mientras sigo hablando con ella.—¿Ah sí? ¿Y qué haces? ¿Ejercicio?—No… estoy tratando de cerrar una maleta, pero no hay caso.—¿Y Fabio no te ayuda?—No ha llegado —la oigo suspirar—, lo estuve llamando, pero no me responde, lo malo es que tengo menos de una hora para dejar el cuarto y esto es lo único que me falta.—Yo voy.—Pero…—Yo voy, es más, ya estoy caminando al ascensor —mentira, estoy a punto de llegar al primer piso.—Gracias. Te espero entonces.Debo admitir que estaba pensando algo muy distinto de lo que estaba pasando en realidad, pero al m
Estamos terminando una reunión de coordinación con Agustín y Ángello en las inmediaciones de Cavalcanti Moda, lo cierto es que nuestros números son excelentes y lo que tenemos programado para el futuro es estupendo.—Lorenzo, en verdad cada vez me sorprendo más —Agustín deja una carpeta en la mesa y sonríe satisfecho—. Cuando dijiste que tú te harías cargo de esta empresa, no creí que duraras tanto ni mucho menos que lo hicieras tan bien.—Lo más importante es que pides consejo —dice Ángello con una amplia sonrisa.—Yo no estudié para esto, pero me gusta.—¿Y tu talento? —me pregunta Ángello preocupado.—Escondido de momento, en mi departamento, quién sabe si alguna vez haré alguna exposición. Pero no crean que por llevar la empresa no hago lo que me gusta, es una de las exigencias de mi madre.Los dos se ríen y me dicen que así es ella, preocupada de todos, marcando el orden y alentando a todos a que hagan lo que aman, no lo que piensan es lo mejor para los demás. Es cierto que yo es
Con las ganas de verla, pero seguro de que ella no quiere verme, llamo a la casa para saber si está y mi madre me dice que ha salido con Helen.—Iré a verlos entonces, necesito ayuda con algo y quiero buscar algo que se me quedó en mi cuarto.—Le diré a tu padre, estará contento.Corto la llamada, dejo salir un suspiro y decido ir ahora, para tratar de estar lo menos posible. Parece tonto, porque es la casa de mis padres, pero no voy a incomodar a Isabella si no quiere verme.Durante el trayecto trato de recordar un regalo que tengo guardado en su caja original, espero que mi madre no mandara a ordenar y guardar mis cosas, como lo hizo con Alex, porque eso me tomará mucho más tiempo del que tengo previsto para sacarlo.Al llegar entro a la casa y mi padre se acerca a darme un fuerte abrazo. Me quedo allí unos segundos porque estar entre sus brazos es una de las cosas que ahora más valoro, porque él mismo ha perdido a su padre y veo lo mucho que le hace faltan esos abrazos.Veinticuatr
Estoy sentado frente a mi escritorio con un documento en frente, revisando algunas de las nuevas propuestas para los diseños de varios de los insumos. Estamos evaluando la posibilidad de incorporar dentro de nuestro catálogo productos con materiales un poco más económicos y sencillos para aquellos que realizan manualidades más simples.De esta manera podríamos captar a aquellos clientes que no requieren de elementos tan elaborados y de magnífica calidad como los que hemos realizado hasta ahora.Mi cabeza está apoyada en mi mano libre y en mi boca, jugueteo con un lápiz de grafito. Sí, realmente estoy aburrido, quisiera estar en casa, pintando aquí el cuadro que se me ha venido a la mente y cuyo boceto está en mi tablet, pero no puedo sacarme del trabajo porque estamos en una etapa de mejoramiento e innovación crítica.—¿Estoy en la oficina de Insumos Manterola o en la escuela? —levanto la mirada y frente a mí veo parada a Isabella. Me pongo de pie como si tuviese un resorte de la sill
Alguna vez mi padre me enseñó que muchas veces, cuando queremos un lienzo más grande, tenemos que hacerlo nosotros mismos. Lo que no sabía es que esa enseñanza me serviría no sólo para mis pinturas, sino que también para mi vida.Pero por ahora lo estoy usando de manera literal.Me aparto del marco que acabo de crear y veo satisfecho que los bordes han quedado perfectos, alineados y listos para colocar la tela. Tengo una idea en la cabeza y para eso necesito un lienzo grande que no encontraré en las tiendas a menos que las pida y el traslado será un problema, por lo que he confeccionado uno de dos metros de ancho por tres metros de largo.Me siento satisfecho, he logrado todo esto durante la mañana de mi sábado. Pero ahora mismo estoy sintiendo un poco de hambre, así que decido ponerme de pie, ir a cambiarme, darme una buena ducha y salir a comer afuera.Tengo en mente el restaurante donde nuestros padres nos llevaban cuando éramos pequeños, se me hace bastante especial y decido ir al
Melike me mira con los ojos abiertos, sin poder creer lo que acabo de hacer, mientras que yo la miro con mi sonrisa de satisfacción porque sé que le he dado un golpe bajo y el estoy dejando claro que esta vez no me voy a dejar manipular ni mucho menos voy a dejar que ella vuelva a jugar conmigo.—¿Qué demonios estás haciendo? —me dice con los dientes apretados.—Estoy haciendo lo que cualquier hombre decente debería hacer —le respondo sin apartar el teléfono de mi oído, porque sé que él está escuchando—. Ya jugaste con los dos hace ocho años y no te voy a permitir que vuelvas a hacerlo. Yo ya no soy joven y no estoy para estarme recuperando de las idioteces que mujeres como tú dejan en mi vida.—Señor Castelli —me dice Serkam—, ¿mi esposa está frente a usted?—Sí, así es. Se ha aparecido en un restaurante donde viene almorzar tranquilamente y solo. La verdad, no sé si me está siguiendo o si fue una casualidad. Sin embargo, me dijo que salió a comer porque usted no está en la ciudad y
Luego de la conversación con mi hermano, me he sentido un poco más relajado en cuanto a la situación con Isabella. Al menos sé que por parte de él no hay peligro de que mi chica pueda enamorarse porque él ha desistido completamente de intentarlo.Sin embargo, todavía quedan muchos hombres por ahí que podrían intentar conquistarla, muchos de ellos mejor que yo.Es viernes, he salido temprano de la empresa y voy de regreso a mi departamento para distraerme un poco, he decidido comprar una pizza en el camino, algunas gaseosas y otras cosas más. Pretendo no salir en todo el fin de semana porque estoy preparando lo que será un hito en mi vida.El otro día en una conversación con mi padre, le conté que tenía intenciones de probar con una exposición, pero que no estaba muy seguro. Él me respondió que no cometiera los mismos errores que ellos. Mi madre se tardó mucho tiempo en hacer una exposición, me motivó a que, si ya la tenía avanzada, que sólo lo hiciera.Por supuesto que desde entonces
Veo la hora en mi reloj y ordeno todos los documentos que mantengo en el escritorio. Dejo cada uno en sus respectivas carpetas y salgo de allí dejándole instrucciones a la señora Elena antes de irme. Salgo con prisa porque hoy es la presentación del avance de la nueva colección de Cavalcanti Moda y como una tradición que se mantiene, toda la familia deberá estar presente.A la mitad del trayecto recibo la llamada de mi padre.—¿Hijo, ya vienes en camino?—Sí, me retrasé un poco, estaba entretenido con unos documentos y no vi la hora.—Bueno, ven con cuidado. Sólo faltan tú y Luca.—Creo que en unos quince minutos estaré por ahí.Cortamos la llamada y, de pronto en la radio comienza a sonar una canción que es bastante antigua, pero demasiado hermosa. En la medida que Jon Secada comienza a cantar Angel, pienso en cómo esa letra se ajusta un poco a lo que siento.—Puede ser que te haya olvidado… pero tu luz nunca se fue de mi vida.Minutos más tarde cruzo las puertas del edificio de Cava