Dudo un poco de ir a la cena de despedida para Piero, pero no porque no lo quiera, es mi hermano, es sólo que allí estará Isabella con su novio, al que besa mucho, abraza mucho y se me viene a la mente la manera en que bailó con él.
Esa era la misma manera de bailar que usaban las chicas para seducirme, nunca me pude negar ante una mujer con movimientos de ese tipo.
Y si alguien cree que me relajé con mi día libre… terminé metiéndome en la oficina de todas maneras porque no podía quedarme sin hacer nada imaginando que en alguna habitación del hotel estaría ella con el inglesito idiota haciendo… pues esas cosas que los novios hacen.
—Mejor voy a la cena o mamá es capaz de venir a buscarme.
Y como si fuera brujo, mi madre me llama para decirme que ya falta poco para la cena y sólo falto yo.
—No te creo —le digo tomando mis llaves y salgo del departamento—. Seguro que Pía todavía no llega.
—No, ya está aquí.
—¿Y Alejandra?
—¿Por qué mejor no preguntas por ella? Lorenzo, no soy tonta y reconocí la manera en que viste a Isabella… y ya llegó con el chico ese.
—No te gusta —afirmo porque por su tono de voz es claro que no.
—No, hay algo con él que no me agrada para nada… espero equivocarme, pero lo dudo. Apúrate o voy por ti.
—Estoy en el ascensor, estaré allá en unos veinte minutos.
—Ni creas que te esperaremos, hace hambre y la lasaña a Helen le quedó de maravilla.
Me corta riéndose, sé que lo hace a propósito porque amo la lasaña de Helen, en realidad todo lo que esa mujer cocina, es una experta en deleitar el paladar. Al menos pensar en esas cosas me hacen olvidar lo tonto que me siento.
Esa chica me interesa, de una manera extraña, hasta mi madre se da cuenta, pero tal parece que Isabella no lo hace porque está con ese tipo odioso.
Al llegar a casa, mi madre sale a recibirme, me da un fuerte abrazo y me susurra.
—Dile algo lindo —se separa de mí y me cierra un ojo, me río de su consejo, le doy la mano y entramos.
—¿No se supone que no me esperarías?
—Bueno, tu padre me convenció, se le ocurrió algo.
Al entrar están todos los adultos en la sala, pregunto por mis sobrinos y todos están en el despacho de la casa viendo una película y comiendo esas cosas que a los niños les encanta. Me siento en un espacio que Francesca me hace a su lado, gracia a que Fabián la sienta en su regazo.
Por la puerta aparecen Pía, Aurora e Isabella riéndose mientras cargan pocillos enormes con cosas para picar. Estiro mi brazo para comer, pero Pía me da un manotazo.
—Son para después, ahora cenaremos y luego vendremos a jugar cartas, a papá se le ocurrió una competencia sólo entre las mujeres para saber cuál es la más tramposa de todas.
—Me niego a ser yo —dice mi madre y mi padre la besa mientras se ríe.
—Eres la reina, asúmelo.
Miro a Isabella y le sonrío, pero ella no me mira, sólo se acerca a William, tira de él y van al comedor tomados de la mano, hablando en inglés. Isabella se ríe coqueta y siento que me muero. ¡Dios, es tan extraño verla así!
Trato de sacar de mi mente las mil maneras en que podría matar al inglesito, Agustín me da unos golpecitos en el hombro y Aíne se acerca para decirme bajito.
—En algunas culturas se aceptaba un duelo por la chica, el que ganara se la quedaba, aunque no fuera el hombre que ella hubiese elegido… yo te apoyo a que hagas lo mismo.
Me río por las ocurrencias de esta mujer, es realmente especial para Agustín, dos locos de remate enamorados y formando una familia.
Tomamos nuestros lugares y me doy cuenta que la mesa ha sido extendida, cabemos todos los hijos, además de las mujeres de mis hermanos y mis primos.
Mi madre va cortando las porciones y asignándolas a cada uno, a Fabio le sirve un trozo más pequeño porque sigue molesta por lo del tatuaje, tal vez si todos nos hiciéramos uno ya no estaría tan molesta.
O puede que sí…
Helen se sienta a la mesa con nosotros, porque ya hace mucho que dejó de ser una simple empleada, es ya parte de la familia y otra chica ocupa su lugar en el resto de la casa, ella sólo atiende la cocina porque es algo que la hace sentirse útil, aunque según lo que oí el otro día, Isabella buscará un lugar para vivir las dos juntas.
—Y cuéntanos, William, ¿qué te ha parecido Chile? —le pregunta Fabio y el tarado ese sonríe mirando a Isabella.
—Es magnífico, lo cierto es que me gusta muchísimo y… —y yo me llevo la mente a otro lado. No me interesa saber qué es lo que piensa este idiota del país.
La cena se pasa en hablar un poco de todo, pero me mantengo en silencio. Sólo presto atención a lo que dicen Isabella y Pía, mi hermana está feliz con su academia de baile. Cada uno está feliz con sus cosas y eso me encanta.
Al llegar el postre, nos reímos de Fabio que no recibe su parte, me mira enojado porque sigue pensando que soy el responsable, pero yo no lo mandé a que se hiciera esa cosa. Cada quien se pone de pie para llevar su plato a la cocina, como cuando éramos pequeños y mi madre se emociona.
—Les enseñé bien.
Helen intenta ponerse a lavar, pero mi madre le da un abrazo y la manda a descansar. Isabella se la lleva, diciéndole que ya falta poco para que se jubile y se vayan las dos a conocer el mundo. Me quedo allí sólo para esperarla, necesito hablar con ella y esta es mi mejor oportunidad.
Mientras, me encargo de colocar los platos en el lavavajillas, cuando termino de programar el aparato, Isabella llega a la cocina.
—¿Te dejaron solo?
—No, yo quise hacerlo, los demás tienen su familia y ya hay un par que se quiere ir.
—Imagino que Agustín y Aíne, esos dos no sé cómo lo hacen para no tener más hijos que Pía y Ángello —se ríe, saca un vaso y se sirve agua fría.
—Isabella, quisiera hablar contigo —camino hacia ella, me mira a los ojos y deja el vaso a un lado.
—Pero yo no quiero…
—Por favor, mi padre me dijo que estás molesta conmigo porque no me comuniqué contigo el tiempo que estuviste lejos, pero nunca dejé de estar pendiente de ti, te lo prometo.
—No se nota… —hace una mueca de disgusto y luego hace un chasquido con la lengua—. Vamos afuera, te doy cinco minutos.
Camina delante de mí y me doy cuenta de lo hermosa que está, al salir a la noche fresca el aire me llega a la cara junto con el aroma que ella desprende y es casi como si tuviera una epifanía.
—Limón y berries…
—¿Eh? —se gira ella para verme en el momento que estoy abriendo los ojos.
—Tu perfume, sigues usando ese de limón y berries —ella abre los ojos sorprendida, gira la mirada y se va a sentar frente a la piscina.
—Sí, no me gustan las otras fragancias. Ahora dime eso que me querías decir.
—Quiero pedirte perdón —me ve con sus ojitos hermosos, me siento vulnerable, pero no de una manera mala—. Sé que no fui el mejor de los amigos, especialmente con alguien que sentía cosas importantes por mí.
—Eso ya pasó, dejémoslo en el pasado.
—Es que no quiero… —ella levanta las cejas realmente sorprendida de mis palabras y se ríe—. Isabella, tú me gustas.
—¿Disculpa?
—Eso, me gustas, me di cuenta de eso esta noche y…
—Y nada, Lorenzo. Eso sería lindo si yo sintiera algo por ti, si tuviera quince años o si estuviera ebria, pero nada de eso ocurre ahora.
—Pero…
—Lo siento, Lorenzo, yo estoy con alguien más, que por cierto —se pone de pie y camina a la puerta—. Estuvo conmigo mis seis cumpleaños, en mi graduación, mi titulación y en cada momento importante para mí. Y pretendo que siga siendo así hasta el día que me muera, porque no descarto la posibilidad de que William me pida ser su esposa y le diré que sí con todo el gusto del mundo.
Se mete a la casa, dejándome un terrible dolor en el alma, al menos es feliz, pero lo más importante, fue directa. Sé que está enojada porque la dejé, pero eso no quiere decir que no vaya a luchar.
Me meto dentro y todos están hablando animados, Isabella le da un beso a William mientras él le da palomitas en la boca, empuño las manos en mis bolsillos, pero decido aguantarme las ganas de estamparle un golpe en la cara, porque esto se trata de despedir a mi hermano, no de arruinar el festejo por celos.
«¿Celos?», me pregunto internamente… y ahora soy consciente que jamás en la vida los sentí, ni por Mariela, ninguna de las chicas con las que salía… ni siquiera por Melike.
«Me lleva la que me trajo, pero me toca aguantar».
Tiro el bolígrafo en el escritorio y me pongo de pie con un resoplido de frustración pura y dura, miro por la ventana para ver si lanzarme de aquí sería suficiente para matarme o quería vivo conectado a las máquinas de un hospital.—Sí, esa es la solución, Lorenzo…—¿Hablando solo? —la voz de Isabella me hace girar rápido y no puedo evitar sonreír al verla allí.—¡Isabella! —camino hacia ella para darle un abrazo, pero ella me detiene estirando su mano, no me queda más remedio que estrecharla, pero aun así estoy contento—. ¿Qué haces aquí?—Vengo a hacer mi trabajo —la veo con un atuendo formal y se ve preciosa, se ve como una mujer de mundo, va con el cabello recogido en una coleta alta y lleva unas gafas de sol que la hacen ver más adulta y misteriosa.—No llamaste… no tengo nada listo.—No te preocupes, ya me puse de acuerdo con tu asistente, pero ella no está allí afuera y no sé dónde instalarme.—Envié a la señora Elena a otro departamento, ven…Le indico que salga de la oficina
No estoy tranquilo, siento que algo está pasando con Isabella y eso no me ha dejado concentrarme en toda la mañana.«Claro que está pasando, está con Fabio y ya sabes cómo es tu hermano», le hago caso a mi consciencia y decido que es momento de llamarla. Se demora en responder, pero al menos lo hace.—Hola, Isabella, ¿cómo estás?—Muy… ocupada —me responde jadeando y doy un respingo en mi asiento. Salto de allí y salgo de la oficina mientras sigo hablando con ella.—¿Ah sí? ¿Y qué haces? ¿Ejercicio?—No… estoy tratando de cerrar una maleta, pero no hay caso.—¿Y Fabio no te ayuda?—No ha llegado —la oigo suspirar—, lo estuve llamando, pero no me responde, lo malo es que tengo menos de una hora para dejar el cuarto y esto es lo único que me falta.—Yo voy.—Pero…—Yo voy, es más, ya estoy caminando al ascensor —mentira, estoy a punto de llegar al primer piso.—Gracias. Te espero entonces.Debo admitir que estaba pensando algo muy distinto de lo que estaba pasando en realidad, pero al m
Estamos terminando una reunión de coordinación con Agustín y Ángello en las inmediaciones de Cavalcanti Moda, lo cierto es que nuestros números son excelentes y lo que tenemos programado para el futuro es estupendo.—Lorenzo, en verdad cada vez me sorprendo más —Agustín deja una carpeta en la mesa y sonríe satisfecho—. Cuando dijiste que tú te harías cargo de esta empresa, no creí que duraras tanto ni mucho menos que lo hicieras tan bien.—Lo más importante es que pides consejo —dice Ángello con una amplia sonrisa.—Yo no estudié para esto, pero me gusta.—¿Y tu talento? —me pregunta Ángello preocupado.—Escondido de momento, en mi departamento, quién sabe si alguna vez haré alguna exposición. Pero no crean que por llevar la empresa no hago lo que me gusta, es una de las exigencias de mi madre.Los dos se ríen y me dicen que así es ella, preocupada de todos, marcando el orden y alentando a todos a que hagan lo que aman, no lo que piensan es lo mejor para los demás. Es cierto que yo es
Con las ganas de verla, pero seguro de que ella no quiere verme, llamo a la casa para saber si está y mi madre me dice que ha salido con Helen.—Iré a verlos entonces, necesito ayuda con algo y quiero buscar algo que se me quedó en mi cuarto.—Le diré a tu padre, estará contento.Corto la llamada, dejo salir un suspiro y decido ir ahora, para tratar de estar lo menos posible. Parece tonto, porque es la casa de mis padres, pero no voy a incomodar a Isabella si no quiere verme.Durante el trayecto trato de recordar un regalo que tengo guardado en su caja original, espero que mi madre no mandara a ordenar y guardar mis cosas, como lo hizo con Alex, porque eso me tomará mucho más tiempo del que tengo previsto para sacarlo.Al llegar entro a la casa y mi padre se acerca a darme un fuerte abrazo. Me quedo allí unos segundos porque estar entre sus brazos es una de las cosas que ahora más valoro, porque él mismo ha perdido a su padre y veo lo mucho que le hace faltan esos abrazos.Veinticuatr
Estoy sentado frente a mi escritorio con un documento en frente, revisando algunas de las nuevas propuestas para los diseños de varios de los insumos. Estamos evaluando la posibilidad de incorporar dentro de nuestro catálogo productos con materiales un poco más económicos y sencillos para aquellos que realizan manualidades más simples.De esta manera podríamos captar a aquellos clientes que no requieren de elementos tan elaborados y de magnífica calidad como los que hemos realizado hasta ahora.Mi cabeza está apoyada en mi mano libre y en mi boca, jugueteo con un lápiz de grafito. Sí, realmente estoy aburrido, quisiera estar en casa, pintando aquí el cuadro que se me ha venido a la mente y cuyo boceto está en mi tablet, pero no puedo sacarme del trabajo porque estamos en una etapa de mejoramiento e innovación crítica.—¿Estoy en la oficina de Insumos Manterola o en la escuela? —levanto la mirada y frente a mí veo parada a Isabella. Me pongo de pie como si tuviese un resorte de la sill
Alguna vez mi padre me enseñó que muchas veces, cuando queremos un lienzo más grande, tenemos que hacerlo nosotros mismos. Lo que no sabía es que esa enseñanza me serviría no sólo para mis pinturas, sino que también para mi vida.Pero por ahora lo estoy usando de manera literal.Me aparto del marco que acabo de crear y veo satisfecho que los bordes han quedado perfectos, alineados y listos para colocar la tela. Tengo una idea en la cabeza y para eso necesito un lienzo grande que no encontraré en las tiendas a menos que las pida y el traslado será un problema, por lo que he confeccionado uno de dos metros de ancho por tres metros de largo.Me siento satisfecho, he logrado todo esto durante la mañana de mi sábado. Pero ahora mismo estoy sintiendo un poco de hambre, así que decido ponerme de pie, ir a cambiarme, darme una buena ducha y salir a comer afuera.Tengo en mente el restaurante donde nuestros padres nos llevaban cuando éramos pequeños, se me hace bastante especial y decido ir al
Melike me mira con los ojos abiertos, sin poder creer lo que acabo de hacer, mientras que yo la miro con mi sonrisa de satisfacción porque sé que le he dado un golpe bajo y el estoy dejando claro que esta vez no me voy a dejar manipular ni mucho menos voy a dejar que ella vuelva a jugar conmigo.—¿Qué demonios estás haciendo? —me dice con los dientes apretados.—Estoy haciendo lo que cualquier hombre decente debería hacer —le respondo sin apartar el teléfono de mi oído, porque sé que él está escuchando—. Ya jugaste con los dos hace ocho años y no te voy a permitir que vuelvas a hacerlo. Yo ya no soy joven y no estoy para estarme recuperando de las idioteces que mujeres como tú dejan en mi vida.—Señor Castelli —me dice Serkam—, ¿mi esposa está frente a usted?—Sí, así es. Se ha aparecido en un restaurante donde viene almorzar tranquilamente y solo. La verdad, no sé si me está siguiendo o si fue una casualidad. Sin embargo, me dijo que salió a comer porque usted no está en la ciudad y
Luego de la conversación con mi hermano, me he sentido un poco más relajado en cuanto a la situación con Isabella. Al menos sé que por parte de él no hay peligro de que mi chica pueda enamorarse porque él ha desistido completamente de intentarlo.Sin embargo, todavía quedan muchos hombres por ahí que podrían intentar conquistarla, muchos de ellos mejor que yo.Es viernes, he salido temprano de la empresa y voy de regreso a mi departamento para distraerme un poco, he decidido comprar una pizza en el camino, algunas gaseosas y otras cosas más. Pretendo no salir en todo el fin de semana porque estoy preparando lo que será un hito en mi vida.El otro día en una conversación con mi padre, le conté que tenía intenciones de probar con una exposición, pero que no estaba muy seguro. Él me respondió que no cometiera los mismos errores que ellos. Mi madre se tardó mucho tiempo en hacer una exposición, me motivó a que, si ya la tenía avanzada, que sólo lo hiciera.Por supuesto que desde entonces