Despertar con mi mujer al lado, además de tener ventajas, es de las mejores cosas que tengo en mi vida. Desde aquella noche en el Magnolia, no hay un solo día en que no hayamos hecho el amor, ahora mismo quiero hacérselo, pero es el lanzamiento de la nueva colección y ambos tenemos trabajo, tal parece que mi chica se ha metido un poco en el asunto y está preparada para las ofertas que puedan llegar de compradores externos.
—Vamos, arriba señora Castelli…—¡Señorita! Que todavía no firmo nada —se burla ella, intento levantarme, pero ella me atrapa en un abrazo y tira de mí, en pocos segundos estoy bajo su cuerpo y ella me besa con esa sonrisa que amo—. Y cuando firme seguiré siendo la señora Martínez.—Entonces nos vamos a un país en donde quede claro que eres la señora Castelli, mi mujer…—Sí, tuya…Me da un beso que comienza a provocarme esas deliciosas sensaciones, mis manos suben por sus muslos, llego a sus nalgas y hago que su centro se frote en mi erección, de ella sale un gemido que me enloquece, pero antes de hacer cualquier cosa, ella se pone de pie y corre al baño.—¡Vamos arriba, señor Martínez, que hoy hay mucho que hacer!Salto de la cama, me meto al baño tras ella y la aprisiono contra la pared de la ducha.Allí la hago mía una vez más, porque quiero que se acuerde de mí todo el día mientras camina. Salimos para prepararnos, tomamos desayuno allí y luego nos vamos a nuestros respectivos trabajos, a ella la dejo en Cavalcanti Moda con ganas de no dejarla, pero tampoco soy un adolescente que no es capaz de controlar sus hormonas.Durante todo el día es recibir llamadas, hacer ajustes en los nuevos diseños de insumos y con suerte puedo escribirle a mi chica en el almuerzo. Quiero terminar pronto para irme a Cavalcanti Moda a esperar la colección y para ver a mi mujer.Cuando son las cuatro treinta al fin me desocupo, me meto al baño de mi oficina, me cambio de ropa y salgo disparado al lanzamiento. Una de las cosas que más me gusta es que puedo llegar como si nada, porque a los invitados siempre los hacen esperar si llegan antes, pero por ser parte de la familia siempre me dejan entrar sin problemas.Me estaciono en uno de los lugares reservados, me bajo del auto con elegancia y llego a la entrada.—Lorenzo Castelli Cavalcanti —le digo al chico que sostiene la lista, me busca, pero niega.—No puedo dejarlo entrar, señor Castelli.—Debe haber un error…—No lo hay, su madre me dio esta lista hace media hora, usted está en la lista de quienes deben esperar hasta las siente para entrar —me muestra la lista, le saco una foto y le escribo a mi madre, quien me llama de inmediato.—Antes de que hagas algún reclamo, no eres el único que se quedará afuera, sólo Fabio, Alex, Agustín y Ángello están aquí. Todos los demás deberán esperar hasta las siente.—Madre son las cinco y media, ¿por qué tanto misterio?—Porque así lo decidieron las cabezas de este proyecto… por cierto, si ves a tu tío Luca, le dices lo mismo. Adiós, tesoro.Me quedo viendo el teléfono, camino de regreso al estacionamiento y allí me apoyo en mi auto. Para las seis de la tarde llega mi tío Luca solo, lo cual me extraña muchísimo.—Lorenzo, ¿no piensas entrar?—¡No puedo! Es más ni tú ni yo… —llega mi tío Gabriel y se acerca a nosotros.—¿Reunión familiar en el estacionamiento?—No, nos dejarán entrar, mi hermana nos mandó a la lista negra Jajajaja —al menos mi tío Luca se lo toma con humor.—Bueno, nos vemos dentro —mi tío camina, mi tío Luca se acerca a mí y se ríe, pero cuando lo ve caminar de regreso con expresión confundida larga la carcajada—. ¡Tampoco puedo entrar!Nos quedamos allí sin entender qué pasa, van llegando los demás hombres de la familia, todos solos y yo no entiendo qué está pasando, hasta que una idea se me pasa por la cabeza.—Oigan, ¿dónde están sus esposas?—La mía dijo que se tardaría en la peluquería —dice mi tío Luca, todos fruncen el ceño y cada uno comienza a decir lo mismo.—Habrán ido a la misma —dice Fabián, pero mi tío Gabriel niega.—Lo dudo… vemos la hora, caminamos a la puerta y esta vez el chico nos deja entrar, sin embargo, en lugar de dejarnos entrar a donde queramos, nos mandan a sentarnos directo a nuestros lugares. Toda la primera fila está reservada para la familia, vemos a todos lados y nuestras esposas no aparecen. Un rato después, llegan a sentarse Fabio, Ángello y Alex, Agustín se queda hablando con alguien que está tras la puerta y luego llega con nosotros.—Hijo, ¿qué es lo que pasa?—Nada… sólo cumplí con lo que mi tía Pía me pidió… ni siquiera yo sé que pasa.—Pero…—Va a comenzar, luego me matan.Me volteo para saber por qué vamos a comenzar si no ha llegado nadie, pero lo cierto es que está lleno. Estaba tan sumido en la incertidumbre que ni siquiera oí el murmullo de la gente.Una tenue luz azul ilumina el escenario y veo que mi madre sale con un hermoso vestido de color rojo, con escote reina Ana, de manga corta y que le queda perfecto.—Mierda… —escucho a mi padre—. Ese vestido…—¿Qué tiene el vestido? —se ríe mi tío Luca.—Ese es el vestido que usó cuando fuimos a celebrar que expondría, la misma noche que le conté la verdad de Marco…—¿Que yo qué? —el señor Russo también está allí, mi padre lo mira feo, pero regresa a ver adelante.—¿Y qué tiene? Se ve espectacular —dice mi tío y mi padre asiente embobado.—Por eso mismo… esa mujer no deja de sorprenderme.La música se detiene, mi madre se acerca al podio y expresa esa sonrisa que nos calma a todos los Castelli, la imito porque me siento orgulloso de ella y quiero que viva muchos años más.—Bienvenidos a este lanzamiento de Cavalcanti Moda, para los nuevos espectadores, agradecemos su voto de confianza y para los antiguos, queremos agradecer su preferencia a través del tiempo. Hoy, hemos venido a presentar una nueva colección que ha reunido nuestras raíces familiares, que pasan por cinco países y quisimos hacer algo que los uniera para mostrarlo al mundo.«Señores, les presentamos CIRTI… —las luces cambian y las modelos comienzan a salir con gracia.Reconocemos la primera parte que es de Inglaterra, con toques sobrios, elegantes y de buen gusto. Cuando se está terminando, salen tres modelos, quienes resultan ser mis primas Rebeca y Josefa, escucho a Esteban el marido de Rebeca aplaudir atrás de nosotros porque ha llegado tarde. Pero lo que más nos deja impactados es ver a mi tía Alissa en un bello vestido de gala, con el mismo escote que mamá, pero este vestido está totalmente pegado a su cuerpo.—¡No la miren, que es mi esposa! —grita mi tío Gabriel y nos reímos, mi tía trata de no hacerlo, pero es obvio que se ha divertido con su reacción.Luego, es el turno del siguiente país, Turquía.Las telas se ven ligeras, el movimiento de las prendas, los colores y todo lo que es característico de aquel país. Cuando las modelos se retiran, salen tres modelos, una de ellas resulta ser mi hermana Francesca.—No puede ser… ¡Se ve hermosa! —Fabián se pone de pie para aplaudir a mi hermana y ella se ríe negando la euforia de su esposo.Al retirarse, es el turno de Irlanda. Mi tío ya se imagina lo que le espera, pero nada lo prepara para cuando mi tía Emily sale con un vestido de infarto, al lado de Aíne.—¡Esa es mi mujer, mírenla señores, pero no se puede tocar! —grita mi tío Luca y nos reímos de su escándalo.—Mi tía se la jugó muy bien… —dice Agustín lanzándole besos a Aíne.Luego viene el turno de Italia, todas se mueven con gracia, mostrando lo magníficos de los diseños. Al final, salen Pía, Alejandra y la hermana de Agustín. Por supuesto que todos aplauden orgullosos de sus mujeres, en verdad se han lucido con todo esto. Y por último, Chile.Sabemos que al final saldrá mi madre tal vez, pero nada me prepara para cuando salen las modelos finales: Aurora, la señora Daniela, mi abuela… y mi Isabella.Se ven preciosas, tanto Aurora como Isabella van del brazo de mi abuela, quien luce un bello vestido de gala. Aunque ya es mayor, se ve preciosa, todos nos ponemos de pie emocionados de verla allí, sabemos lo que es para ella estar en esa pasarela, porque así es cómo comenzó su historia de amor.Veo a mi chica y le sonrío feliz, se ve preciosa con un traje que se asemeja al típico chileno, pero verla con mi abuela me hace saber que elegí bien.Mi abuela saluda, todos aplauden de pie y se acerca al podio para hablar, veo a mi tío Gabriel derramar algunas lágrimas al ver a su hermana y sólo allí soy consciente de lo adultos que son ellos.—Hace cincuenta y cinco años me paré en una pasarela para Cavalcanti Moda y fue el mejor día de mi vida, porque me sentí tan bonita como me veo hoy —se ríe—. Y también porque conocí al amor de mi vida… quiero agradecer a mis nietos, porque todos ustedes son mis nietos, el haber hecho algo tan hermoso… pero también a mi nuera, mi hija, por darme la oportunidad de estar aquí.Todos aplaudimos en su honor, mi madre le da un fuerte abrazo y luego cada una de las mujeres de la familia se acerca para hacer lo mismo. Yo no me aguanto más, sé que quedaré como loco, pero no pienso contenerme.Me salto al escenario y corro para abrazar a mi abuela, ella me aprieta y agradezco tenerla para que vea lo feliz que seré con la mujer que amo.—Mi niño… al fin te dijo que sí la muchacha —me acaricia el rostro y lloro, porque ahora mismo me embargan las emociones—. Cuídala, ya sufriste mucho cariño, ahora sólo es tiempo de ser feliz.Le da la mano a Isabella, nos obliga a tomarnos de las manos y yo no me aguanto más, la beso allí, la levanto y al bajarla vemos a los demás hombres subir, mi padre se acerca a su madre llorando como un bebé, haciendo pucheros y todo, hasta que mi madre y mi abuela lo amenazan al mismo tiempo de que le halarán las orejas.Lo que pasa a continuación es magnífico, toda la familia es ovacionada, somos enormes y eso nos hace más fuertes ante las adversidades, por eso es por lo que quiero que mis hijos sepan desde pequeños que pueden contar con nosotros, sus padres… pero también con sus abuelos, primos y tíos.No quiero que sientan esas inseguridades que alguna vez sentí yo, o que lleguen a creer que no merecen ser amados, que no merecen una nueva oportunidad de ser feliz con la persona correcta, tal como la tuve yo.Miro a mi mujer y sé que la semilla de nuestro amor está allí, no soy tonto y no nos hemos cuidado para nada, aunque parece que a ella no le importa en lo más mínimo, porque en cuanto puede se acerca a mi oído y me dice coqueta.—Me dieron permiso de que me saques el vestido, siempre que tengas mucho cuidado al hacerlo —nos vemos a los ojos y esa propuesta queda allí, pendiente de satisfacer y por supuesto que será a lo grande.Comenzamos a trabajar y pronto logramos hacer un recuento de los contratos que nos han ofrecido, al terminar la velada, todos estamos satisfechos, algunos más deseosos que otros y sé que, al igual que yo, mis hermanos agradecen que ya ninguno de nosotros vive en casa de mis padres, porque lo que harán hoy seguro nos espantaría…Aunque en realidad, es lo mismo que haremos todos, excepto por Fabio, quien está solo.Al llegar a mi departamento, la llevo al cuarto y allí con mucho cuidado le quito el vestido, cuando ya sé que no corre peligro, la levanto por las nalgas, me lanzo a la cama con ella y me convierto en un animal salvaje que disfruta a su mujer, llevándola al goce más perfecto y sublime una y otra vez.Ya estoy en mi límite, pero sigo moviéndome, la veo a los ojos y le digo con dulzura.—Te amo, Isabella…—Y yo te amo a ti, mi Lorenzo.—Tuyo… siempre. Y nos dejamos ir en ese delicioso clímax, que nos lleva a lo más alto, para luego terminar abrazados en la cama, soñando las mismas cosas y todas esas que queremos alcanzar, esta vez juntos.Estoy en una de las habitaciones de invitados de la casa en la playa rodeado de todos los hombres de la familia. Mi padre me ayuda a colocarme el saco del traje negro que mi madre ha diseñado para mí exclusivamente para esta ocasión, el señor Russo me ayuda con la pajarita mientras me dice. —Hijo, ya la cagaste mucho en tu vida, así que ahora procura no volver a hacerlo. —No le digas hijo, Russo —le advierte mi padre y él sólo se ríe. —Él sabe que es de cariño, al final le pasaron casi las mismas cosas que a mí, sólo que no se ha muerto ni mucho menos ha estado en la cárcel. —Pero estuvo a punto —señala mi tío Luca. —Eso es porque tiene consciencia, eso se lo sacó a su madre —dice mi tío Gabriel. —¡¿Acaso yo no tengo consciencia, tío?! —exclama mi padre y todos nos reímos. —No mucha si te las diste de amante —se ríe el señor Russo, esa parte de sus vidas ahora la cuentan como la mejor de las anécdotas, porque los llevó a las mujeres que en verdad debían estar en sus vidas. —¡T
Luego de una magnífica luna de miel, en donde no me cansé de disfrutar a mi mujer cada día, hemos llegado a la ciudad con varias cosas que hacer, una de ellas visitar a un doctor que le dé un método anticonceptivo para evitar un embarazo por ahora. Aunque no fue sencillo explicarle a Isabella que sólo quiero su bienestar y que cumpla sus metas, lo que no pude hacer fue convencerla de que yo podía usar el método en lugar de ella. Se negó rotundamente y contra eso ya no pude hacer nada. Así que aquí estamos, esperando a que el doctor nos haga pasar y nos diga cuál es el mejor método para ella. —En serio, amor, no tienes que estar aquí —me dice ella con dulzura—. Ni siquiera sabemos si te dejarán entrar. —No importa, aquí estoy y punto —le doy un beso en su mano y seguimos esperando. Varios minutos después la llaman y me pongo de pie con ella, el doctor no me dice que debo quedarme afuera, así que entro. Ella me mira divertida, yo me encojo de hombros y tomamos asiento. —Bien, seño
La noticia de nuestro primer hijo es motivo de felicidad para todos, ese fin de semana nos asaltaron todos en el departamento y en serio que no teníamos dónde meter tanta gente, hasta que mi madre nos mandó salir a todos e irnos a su casa a celebrar como corresponde. Los días siguieron pasando y el momento de uno de los acontecimientos más importantes de mi vida al fin ha llegado. Isabella no tiene idea de nada, porque no la dejé entrar a mi taller ni una sola vez. Así que vamos de camino a la misma galería donde expuso mi madre hace años atrás, los nervios me invaden, pero sé que podré manejarlo después de todo. —En serio que no te perdono que no me dejaras conocer la primicia —me dice mi esposa cuando la ayudo a bajar del auto. —No importa, mi amor… seguro que cuando la veas te va a encantar y se te pasará el enojo. Hace un gesto con su boca muy parecido a un piquito y me caminamos al interior. Todas las pinturas están cubiertas, la gente espera expectante y una chica nos recib
Dos años después de que Tamara llegara a crear caos a nuestras vidas, tuvimos a nuestros gemelos, Lorenzo Andrés y Flavio Alonzo los que ahora corren en su cumpleaños número cinco entre las mesas, los invitados que son pura familia y un par de amigos, comiendo, jugando y siendo tan felices como yo lo fui en mi infancia. Si alguien alguna vez alguien les dice que los pecados no se pagan con los hijos… ¡ES MENTIRA! Mis niños son unos caballeros, inteligentes y muy respetuosos, pero Tamara… de mi princesa no puedo decir lo mismo. Con siete años ya he tenido que cambiar el auto dos veces, la primera a sus tres años porque le echó azúcar al tanque y la segunda hace seis meses, cuando creyó que el motor debía lavarse por dentro porque el humo salía muy sucio y le metió lavalozas con agua. Tiene un carácter fuerte, es decidida con las cosas que quiere y no te suelta hasta que haces un compromiso con ella de que harás lo que quiere. Bueno, creo que soy el único con quien lo consigue, porq
Ocho años después… Miramos nuestra casa con cierta nostalgia por última vez. Todos los grandes muebles se han quedado en sus lugares tapados con enormes telas blancas que los protegerán de la luz y el polvo. Las cosas más pequeñas han quedado dentro de cajas seguras en ciertos espacios de nuestra mansión. Pero todo lo que son los recuerdos y aquellos trabajos hermosos que los niños hicieron mientras estaban en el colegio se van en otras cajas rumbo a Italia. Aunque no fue algo que planeásemos desde hace mucho tiempo, la verdad es que tanto mi mujer como mis hijos han aceptado la idea que nos vayamos a Florencia para reemplazar a José en su estadía en la empresa que mi abuelo heredó. La madre de su mujer ha estado bastante enferma y quiere acompañarla en caso de que algo le suceda. —¿Papá, crees que volvamos alguna vez a Chile? —me pregunta algo emocionado mi pequeño. Flavio. —Creo que sí, hijo, vendremos en las vacaciones y cada vez que podamos. —Yo extrañaré los cumpleaños aqu
—¿Estás segura de que esto es lo que quieres? —le pregunto a mi hija al llegar con ella al cuarto en donde espera solitaria al momento más importante de su vida. La tradición de la familia esta vez no se cumplió, porque mi pequeña no quiso que ninguna de las mujeres la ayudara a prepararse, puesto que su futuro esposo contrató un equipo profesional para que se encargara del maquillaje, peinado e incluso del vestido. Hasta ahora, todas las bodas se caracterizaban porque los novios llevaban hermosos trajes diseñados por mi madre, aunque ahora es Amanda (la segunda hija de Pía) quien se encarga de confeccionar los diseños junto a mi madre. Mi hija me mira con decisión, sé que está triste por todo lo que ha pasado, desde que Joel Prato llegó a su vida todo se volvió muy diferente. Aquella niña sonriente, traviesa, da a hacernos la vida de cuadritos con sus bromas y preguntas. Esa chica espontánea que se caracterizaba por reírse de todo y de ser tremenda, con un carácter fuerte… De esa
Miro por la ventana de mi oficina, con las manos en los bolsillos, buscando la respuesta a esa duda que he tenido desde hace años.¿Por qué me ha ido tan mal en el amor?Desde pequeño siempre quise ser libre, hacer lo que se me viniera en gana, pero cuando las consecuencias de hacerlo llegaban, no me gustaba para nada. De adulto fue casi lo mismo, solo que las travesuras se convirtieron en errores y las consecuencias fueron más altas que de pequeño.Dejo salir un suspiro mientras espero a que llegue la cita de las tres, una gerente de una nueva empresa de distribución, que ofrece mejores prestaciones, además de más garantías en caso de maltrato o pérdida de los insumos.Para eso falta un rato, pero siento que me va ganando la ansiedad de verla, porque según me dijo Agustín, yo ya la conozco… y desde hace mucho.Y, como casi siempre que estoy así, mi mente se va al pasado, a ese en que cometí muchos errores, incluso algunos que pudieron dañar mi familia. A pesar de todo eso, ellos nunc
Estamos con Isabella en el estudio de trabajo que usamos para nuestras cosas de artes mi padre, mi madre y yo. Es una excelente alumna, aprende rápido y además tiene iniciativa propia. Yo estoy terminando una pintura, que es precisamente de ella trabajando en el busto, se me hace de lo más adorable verla con el ceño fruncido, la trompa estirada y muy concentrada.Llaman a la puerta, se asoma Hellen y sonríe al ver a su hija haciendo su tarea.—Joven, disculpe que lo interrumpa, pero una muchacha lo busca en la sala.—¿Muchacha? ¿Quién?—Me dijo que se llama Mariela y que necesita hablar con usted lo antes posible.—¡¿Mariela?! —digo saltando de la silla, sin poder evitar que caiga con un estruendo sordo.Salgo de allí hecho una furia, porque le dejé claro que no quería nada con ella, ni siquiera en la universidad le he dirigido la mirada, nada. Llego a la sala, con las manos en los bolsillos, mi expresión de odio sin reservas y la voz gélida.—¿Qué haces aquí? ¿Acaso no dejé claro que