Siento sus manos tomar mi rostro con firmeza, niego sin decir una palabra, me resisto a que ella me bese. Meto mis manos bajo mis muslos para no tocarla y de pronto ella se incorpora, abro los ojos y veo cómo arranca una de las tiras de tela de la falda que lleva, me rodea por el cuello con ella y tira de mí hacia adelante al tiempo que se sienta a horcajadas sobre mí.
—Mira, eres linda, bailas bien, pero de verdad no puedo estar contigo… yo amo a otra mujer y si ella se llega a enterar de que siquiera te besé, no querrá verme jamás… y no la puedo perder, es todo lo que me queda… por favor…
Vuelvo a mirar alrededor para buscar ayuda, algo, pero nadie… se fueron y sé que es una trampa para que la olvide, pero yo no puedo hacerlo, no…
Estamos en un silencio abrumador, la música se ha terminado y ella pasa sus manos por mi pecho. De más está decir que tengo una erección de los mil demonios, ella la está sintiendo y me muero por hacerle mil cosas, pero me contengo.
Sus manos van subiendo, juguetean con mi corbata y le digo con un hilo de voz.
—Es linda, ¿verdad? Es del mismo color de sus ojos —la veo directo a los suyos y puedo sentir una conexión… esos ojos son idénticos a los de mi chica.
Puedo ver en ellos que sonríe, lleva sus manos al velo y se lo quita, dejándome con la boca abierta.
—Tú…
—Sí, yo… lamento haberte hecho sufrir tanto, pero tu madre y tus hermanas tenían razón, tenía miedo de que siguieras siendo el mismo —me toma el rostro, lo acaricia y posa sus labios sobre los míos.
Por supuesto que ahora sí no me contengo, mis manos la rodean para pegarla a mi pecho y me dejo llevar por lo delicioso de este dulce beso, ella manda cada una de mis terminaciones nerviosas, siento que ese fuego que estaba conteniendo ante aquella figura desconocida ahora se está propagando más allá de mi cuerpo.
—Eras tú… —le digo con voz ronca cuando ella me da una tregua y se separa a penas un poco.
—Sí… lo siento por tardarme tanto en decidirme.
—No lo sientas, mi madre me contó una historia de familia, donde la perla más preciosa es la más difícil de encontrar y obtener. Y tú eres mi perla, mi amor… mi Isabella.
—Me dijeron lo que hiciste con Norma, no creí que estuviera tan mal —me acaricia el rostro y cierro los ojos ante aquel contacto tan sublime de nuestras pieles.
—Ahora ya sabes que siempre has sido tú…
—Sí… ¿quieres que vayamos a un lugar más privado?
—Sí, déjame ver una reservación y hablamos aquí, es que no quiero romper la magia.
—Tu padre nos dejó una habitación, tengo la llave.
—Tú sólo indícame el camino y yo te llevaré, no quiero romper la magia.
Me levanto con ella como si fuera un koala, salimos de aquí directo al cuarto y luego de sus indicaciones, entramos a una hermosa suite. La bajo en la sala, porque antes de cualquier cosa, tengo que pedirle algo. Ella mira la vista que ofrece el lugar, se gira y me encuentra arrodillado frente a ella, le tomo una mano y me sonríe.
—Mi Isabella, te amo, eso ya lo sabes, no hay nada que no sepas de mí… por eso te pido que seas mi novia.
—Por supuesto que sí, mi Lorenzo.
Se oye tan hermoso mi nombre en sus labios, que no me aguanto más y me lanzo sobre ella para besarla sin límites. Me quito el saco del traje y ella me afloja la corbata, sin darnos cuenta terminamos en la habitación, el deseo nos tiene por completo invadidos y sé que no podemos continuar más allá si no hago algo aún más radical.
El pecho de Isabella sube y baja como si hubiese corrido, yo vuelvo a arrodillarme y esta vez su expresión es de sorpresa, saco un anillo de mi bolsillo, uno que llevo cargando semanas sólo por esperar el momento para pedírselo.
—Isabella, eres mi todo, la mujer que me inspira ser mejor y de quien quiero ocuparme cada día, despertar a tu lado, con quien quiero tener hijos, nietos, una muerte feliz y seguir amándonos en la eternidad —le tomo la mano derecha y la miro a los ojos—. ¿Quieres casarte conmigo?
—Lorenzo… hace veinte minutos acepté ser tu novia, ¿no crees que vamos muy rápido? Debemos conocernos mejor, asegurarnos de que es la decisión correcta.
—Yo no necesito conocerte más, ya sé de ti todo lo que debo saber.
—No te creo, a ver… ¿cuál es mi comida favorita? ¿Mi animal favorito? ¿Música? ¿Ciudad? ¿Color?
—Te gustan las pastas, pero prefieres los canelones con carne asada. Amas a los perros y los gatos, pero prefieres lo gatos; te gusta la música tranquila cuando quieres relajarte, el rock para estudiar y cualquiera para bailar; siempre quisiste ir a Cambridge para estudiar, pero en realidad quieres conocer Rapa Nui y tu color favorito es el azul.
—Pero no cualquier azul —me dice tirando de mí para que me ponga de pie—. Es el azul de tus ojos, ese que he amado desde pequeña.
—Esperaste tanto por mí… ahora entiendo que me mereciera esperar yo por ti —nos miramos con intensidad y luego ella me sonríe.
—Acepto —me dice sin titubeos, le coloco el anillo y luego nos miramos entendiendo lo que viene a continuación.
—Quiero hacerte el amor tal como me lo imaginé mientras bailabas —mi voz sale ronca y puedo verla estremecerse.
—Yo también quiero… pude… —baja la mirada sonrojada para ver sus manos—. Pude sentirte mientras estaba sobre ti.
—Yo sé que me sentiste, estaba a punto de explotar.
—Lorenzo, en verdad quiero, pero tengo miedo —me mira a los ojos y sé que no miente.
—¿De qué? ¿Tienes miedo de que te haga el amor y luego me desaparezca?
—No… es que yo nunca —se me cae la quijada y ella termina de decirme su verdad—. Yo soy virgen, Lorenzo… jamás he tenido un orgasmo siquiera…
Y ahora sé que me he sacado el premio gordo con mi chica, sonrío y la abrazo porque quiero que sepa cuánto la amo y que la protegeré incluso de mi propio deseo.
Llevo sus manos a mi torso, ella entiende que lo quiero y con sus dedos temblorosos comienza a desabotonar mi camisa. No dejamos de mirarnos a los ojos, la sensación de saber que ella me verá desnudo me pone nervioso, siento que se puede decepcionar de mí por mi edad, aunque sólo tenemos ocho años de diferencia, se nota demasiado. Cuando me saca la camisa, fija su mirada en su nombre tatuado en mi corazón, pasa sus dedos por allí provocándome un estremecimiento, sube su mano hasta mi cuello y llega a mi rostro. —Eres hermoso… —Y tú eres más que eso. Comienzo yo con la tarea de desnudarla, ella no se cohíbe, aunque sí se sonroja. Mis dedos son más topes porque siento que de alguna manera la estoy profanando, ella sonríe y me dice burlándose de mí. —Ahora mismo estoy dudando de tu experiencia, Castelli. —Es que siento que estoy cometiendo un delito —ella se ríe y se saca la parte superior dejando expuestos sus senos ante mí, paso saliva porque quiero comérmelos. —Pues asegúrate d
Despertar con mi mujer al lado, además de tener ventajas, es de las mejores cosas que tengo en mi vida. Desde aquella noche en el Magnolia, no hay un solo día en que no hayamos hecho el amor, ahora mismo quiero hacérselo, pero es el lanzamiento de la nueva colección y ambos tenemos trabajo, tal parece que mi chica se ha metido un poco en el asunto y está preparada para las ofertas que puedan llegar de compradores externos. —Vamos, arriba señora Castelli… —¡Señorita! Que todavía no firmo nada —se burla ella, intento levantarme, pero ella me atrapa en un abrazo y tira de mí, en pocos segundos estoy bajo su cuerpo y ella me besa con esa sonrisa que amo—. Y cuando firme seguiré siendo la señora Martínez. —Entonces nos vamos a un país en donde quede claro que eres la señora Castelli, mi mujer… —Sí, tuya… Me da un beso que comienza a provocarme esas deliciosas sensaciones, mis manos suben por sus muslos, llego a sus nalgas y hago que su centro se frote en mi erección, de ella sale un g
Estoy en una de las habitaciones de invitados de la casa en la playa rodeado de todos los hombres de la familia. Mi padre me ayuda a colocarme el saco del traje negro que mi madre ha diseñado para mí exclusivamente para esta ocasión, el señor Russo me ayuda con la pajarita mientras me dice. —Hijo, ya la cagaste mucho en tu vida, así que ahora procura no volver a hacerlo. —No le digas hijo, Russo —le advierte mi padre y él sólo se ríe. —Él sabe que es de cariño, al final le pasaron casi las mismas cosas que a mí, sólo que no se ha muerto ni mucho menos ha estado en la cárcel. —Pero estuvo a punto —señala mi tío Luca. —Eso es porque tiene consciencia, eso se lo sacó a su madre —dice mi tío Gabriel. —¡¿Acaso yo no tengo consciencia, tío?! —exclama mi padre y todos nos reímos. —No mucha si te las diste de amante —se ríe el señor Russo, esa parte de sus vidas ahora la cuentan como la mejor de las anécdotas, porque los llevó a las mujeres que en verdad debían estar en sus vidas. —¡T
Luego de una magnífica luna de miel, en donde no me cansé de disfrutar a mi mujer cada día, hemos llegado a la ciudad con varias cosas que hacer, una de ellas visitar a un doctor que le dé un método anticonceptivo para evitar un embarazo por ahora. Aunque no fue sencillo explicarle a Isabella que sólo quiero su bienestar y que cumpla sus metas, lo que no pude hacer fue convencerla de que yo podía usar el método en lugar de ella. Se negó rotundamente y contra eso ya no pude hacer nada. Así que aquí estamos, esperando a que el doctor nos haga pasar y nos diga cuál es el mejor método para ella. —En serio, amor, no tienes que estar aquí —me dice ella con dulzura—. Ni siquiera sabemos si te dejarán entrar. —No importa, aquí estoy y punto —le doy un beso en su mano y seguimos esperando. Varios minutos después la llaman y me pongo de pie con ella, el doctor no me dice que debo quedarme afuera, así que entro. Ella me mira divertida, yo me encojo de hombros y tomamos asiento. —Bien, seño
La noticia de nuestro primer hijo es motivo de felicidad para todos, ese fin de semana nos asaltaron todos en el departamento y en serio que no teníamos dónde meter tanta gente, hasta que mi madre nos mandó salir a todos e irnos a su casa a celebrar como corresponde. Los días siguieron pasando y el momento de uno de los acontecimientos más importantes de mi vida al fin ha llegado. Isabella no tiene idea de nada, porque no la dejé entrar a mi taller ni una sola vez. Así que vamos de camino a la misma galería donde expuso mi madre hace años atrás, los nervios me invaden, pero sé que podré manejarlo después de todo. —En serio que no te perdono que no me dejaras conocer la primicia —me dice mi esposa cuando la ayudo a bajar del auto. —No importa, mi amor… seguro que cuando la veas te va a encantar y se te pasará el enojo. Hace un gesto con su boca muy parecido a un piquito y me caminamos al interior. Todas las pinturas están cubiertas, la gente espera expectante y una chica nos recib
Dos años después de que Tamara llegara a crear caos a nuestras vidas, tuvimos a nuestros gemelos, Lorenzo Andrés y Flavio Alonzo los que ahora corren en su cumpleaños número cinco entre las mesas, los invitados que son pura familia y un par de amigos, comiendo, jugando y siendo tan felices como yo lo fui en mi infancia. Si alguien alguna vez alguien les dice que los pecados no se pagan con los hijos… ¡ES MENTIRA! Mis niños son unos caballeros, inteligentes y muy respetuosos, pero Tamara… de mi princesa no puedo decir lo mismo. Con siete años ya he tenido que cambiar el auto dos veces, la primera a sus tres años porque le echó azúcar al tanque y la segunda hace seis meses, cuando creyó que el motor debía lavarse por dentro porque el humo salía muy sucio y le metió lavalozas con agua. Tiene un carácter fuerte, es decidida con las cosas que quiere y no te suelta hasta que haces un compromiso con ella de que harás lo que quiere. Bueno, creo que soy el único con quien lo consigue, porq
Ocho años después… Miramos nuestra casa con cierta nostalgia por última vez. Todos los grandes muebles se han quedado en sus lugares tapados con enormes telas blancas que los protegerán de la luz y el polvo. Las cosas más pequeñas han quedado dentro de cajas seguras en ciertos espacios de nuestra mansión. Pero todo lo que son los recuerdos y aquellos trabajos hermosos que los niños hicieron mientras estaban en el colegio se van en otras cajas rumbo a Italia. Aunque no fue algo que planeásemos desde hace mucho tiempo, la verdad es que tanto mi mujer como mis hijos han aceptado la idea que nos vayamos a Florencia para reemplazar a José en su estadía en la empresa que mi abuelo heredó. La madre de su mujer ha estado bastante enferma y quiere acompañarla en caso de que algo le suceda. —¿Papá, crees que volvamos alguna vez a Chile? —me pregunta algo emocionado mi pequeño. Flavio. —Creo que sí, hijo, vendremos en las vacaciones y cada vez que podamos. —Yo extrañaré los cumpleaños aqu
—¿Estás segura de que esto es lo que quieres? —le pregunto a mi hija al llegar con ella al cuarto en donde espera solitaria al momento más importante de su vida. La tradición de la familia esta vez no se cumplió, porque mi pequeña no quiso que ninguna de las mujeres la ayudara a prepararse, puesto que su futuro esposo contrató un equipo profesional para que se encargara del maquillaje, peinado e incluso del vestido. Hasta ahora, todas las bodas se caracterizaban porque los novios llevaban hermosos trajes diseñados por mi madre, aunque ahora es Amanda (la segunda hija de Pía) quien se encarga de confeccionar los diseños junto a mi madre. Mi hija me mira con decisión, sé que está triste por todo lo que ha pasado, desde que Joel Prato llegó a su vida todo se volvió muy diferente. Aquella niña sonriente, traviesa, da a hacernos la vida de cuadritos con sus bromas y preguntas. Esa chica espontánea que se caracterizaba por reírse de todo y de ser tremenda, con un carácter fuerte… De esa