Mi madre me ha llamado para invitarme a un almuerzo familiar, Piero ha llegado con su esposa y sus hijos desde Italia y quiere a todos reunidos.
Eso seguro será un caos, porque no sólo somos los Castelli Cavalcanti, también irán todos los demás. Lo gracioso de todo esto es cómo nos enteramos de los récords de Fabio en cuanto a conquistas, quien se ha dispuesto a vencer a mi tío Luca, Agustín y a mí, pero lo que mi madre le hace cuando comienza con esas cosas… pobre de él.Con veintitrés años recién cumplidos, mi hermano se ha vuelto en el dolor de cabeza de mis padres de una manera en que yo nunca lo fui.Mientras manejo para ir a casa de mis padres, me pongo a pensar en qué es lo que será de mi vida cuando ellos no estén, porque como va la cosa me veo como el tío solterón, porque aunque Fabio sea tremendo, es obvio que en algún momento alguien le pondrá atajo a sus andadas y se casará.—Lo mejor que puedo hacer es comenzar a pensar en una casa para invitarlos a jugar y que tengan dónde hacer sus fiestas.Me río de mis ocurrencias y sigo el camino al hogar, mi refugio.Cuando llego mi madre corre hacia mí y a me da todo, ella ya no tiene edad para andar haciendo esas cosas, con sesenta y dos años mi madre debería cuidarse más.—¡Mamá no corras así! —la regaño.—No me digas que es por la edad, porque te aseguro que si hacemos una carrera con las chicas, les gano a todas —me un beso en cada mejilla y se ríe—. Tu padre se encarga de mantenerme muy en forma.—¡¡Mamá!!—¡Tú eres el mente de alcantarilla! Él es quien me saca a correr, me alimenta bien, mal pensado.—Sí, como no… —rodea mi cintura con una mano y yo paso mi brazo por su hombro. Me encanta estar así con ella, besar su cabello cada vez más platinado por la edad y que solo la vuelve más hermosa.Allí está Fabio, ayudando a mi padre con la parrilla y me extraña que esté con una playera de manga larga, porque el día está lindo y el calor del fuego no debe ser para nada cómodo.—¡Lorenzo! —me dice mi hermano y nos damos un fuerte abrazo. Me acerco a mi padre y también le doy un abrazo, que es más largo porque me encanta sentirlo.—Hijo, que gusto tenerte aquí.—No podía perderme la reunión familiar… esto será un caos.—Y eso que todavía no llegan las chicas —se ríe.—¿Pía ya se decidió a abrir la guardería? —me burlo y mi madre me mira feo.—Deja a tu hermana, que tenga los hijos que quiera si después de todo entre ella y Ángello se las arreglan bastante bien.—Están locos, pero tienes razón, que tengan los hijos que yo no podré —lo digo a modo de burla, pero a mi madre no le agrada nada.—No me digas esas cosas, yo quiero nietos de todos mis hijos.—¡Oh no, mamita linda! —dice Fabio—. De mí sí que no esperes que te dé nietos, porque quiero mucho a mis sobrinos, pero no tengo intenciones de dejar de divertirme por cuidar niños, limpiar mocos y cambiar pañales.—Yo te cambié los pañales —le digo mientras les sirvo un refresco frío—. Y no es tan terrible.—Para ti no, pero para mí sí que lo es… sólo mira esta facha, ¿crees que me vería galán con un hijo en mis brazos?—Hasta guapo —me burlo—. Y con esos tatuajes en los brazos, hasta rudo…—¡¿Qué tatuajes, Fabio Alonzo?! —dice mi madre, Fabio me fulmina con la mirada y yo sólo me carcajeo.—Ninguno, mamá, Lorenzo está molestando… —pero mi madre le levanta la manga del brazo que sostiene el refresco y luego se lleva las manos a la boca—. ¡No te espantes mamita! —se saca la playera y deja ver el tatuaje que le cubre todo el brazo—. Mira, aquí está tu nombre… y el de las chicas.—¿Y por qué no están el de nosotros ahí? —azuzo más y sé que Fabio me quiere matar.—Porque sólo quería a las mujeres de mi vida y no tendré más.—Fabio Alonzo Castelli Cavalcanti, estás castigado.—Mamá, tengo veintitrés años, no puedes…—¡Te quedas sin postre!—¡¡No es justo!! ¡Hoy hiciste tiramisú!—¡Pues no te voy a dar y pobre del que se atreva a darte tu porción! Si creen que no tengo autoridad para regañarlos o que no puedo halarles las orejas, están muy equivocados —mi madre se mete a la cocina y yo me río junto con mi padre.—No sé por qué se molesta tanto, es arte —dice Fabio colocándose la playera de regreso, pero esta vez se sube las mangas hasta el codo.—Sabes lo que madre piensa sobre el arte, para todos lados, menos en el cuerpo.—Como sea, a mí me gusta, es mi cuerpo, mi decisión.—Y tu postre me lo quedaré yo —dice mi padre, Fabio le hace un puchero y nos reímos más. Así nos encuentra Alex, quien al ver el brazo de Fabio se lanza a verlo y le parece bastante bueno.—Si quieres te doy el dato de dónde me lo hice.—¡¿Estás loco?! Yo no solo tengo madre, también tengo esposa y suegra, entre las tres me hacen papilla.—Ponte los pantalones, ¿quién manda en tu casa? —le dice Fabio.—Obvio que yo… cuando Aurora no está —soltamos la carcajada—, porque cuando ella llega a casa, es la única gran emperatriz —se nos unen Ángello, Agustín, mis tíos Luca y Gabriel, quienes se ponen al tanto de lo que estamos hablando.—No puede ser, ¿todos los hombres de esta familia están castrados por sus mujeres?—¡Sí! —responden todos y yo me río.—No puede ser…—Tu tía Emily una vez me mandó a dormir al sofá porque no le quise cumplir uno de los antojos que tenía en el embarazo… y se lo negué porque se quejaba a cada rato que estaba gorda.—A mí Aíne me sacó del cuarto porque le dije que se veía extraña con un vestido ajustado y con ocho meses de embarazo.—A mí Alissa me odió porque una vez no quise cambiarle el pañal a Rebeca, pero estaba cocinando, ¡no podía ir a cambiarle el pañal!Así, con cada historia, Fabio se convence más de que se quedará soltero y sin hijos, mientras que yo por dentro daría todo por tener algo como ellos. Al fin llegan Piero y su esposa, los que han llegado con Alex. Al fin la familia completa y eso me llena de una felicidad tremenda.Nos vamos repartiendo las tareas, algunos se encargan de preparar el pollo, mi padre y Fabio son los parrilleros oficiales, mientras que los demás nos encargamos de ensaladas y la carne, ¿y las mujeres?Mi madre las reunió a todas en frente de la piscina, están hablando de sus logros y vigilando a los niños, motivo suficiente para que ninguno de nosotros se queje de tener que preparar la comida. Para cuando van saliendo las primeras pechugas de pollo, Ángello y Agustín comienzan a cortar pequeños trocitos para darle a los niños primero. Alex se les une en organizar los platos con las ensaladas y sirviendo según los gustos de cada uno.En menos de cinco minutos todos los niños están con las manos lavadas y sentados en una mesa bajo un enorme toldo para protegerlos del sol, cada madre se encarga de atenderlos, pero los padres también y vaya que la batallan para que coman.Luego es nuestro turno, nos sentamos en nuestros lugares de siempre y empieza la risotada que es estar todos juntos.Cuando llegamos al postre, veo que Helen llega con una budinera, mi madre trae otra y Pía la tercera, comienzan a repartir las porciones y, tal como lo advirtió, a Fabio no le sirve. Por supuesto que nos reímos de él, mi madre se sienta con su sonrisa malvada y Helen se retira, pero antes de que llegue a la cocina, Fabio le pregunta.—¿Cuándo llega Isabella?—El miércoles… Y delante de tus padres te advierto, nada de andarla acosando, porque viene con su novio inglés y no respondo de mis acciones.—¡Sólo quería saber!Y de pronto, una revelación me llega a la mente… pero tendré que comprobarlo el miércoles, cuando la vea.El día se me pasa volando y debe ser porque estoy con todas las ganas de irme a casa de mi madre. Veo la hora en mi reloj, corro a mi oficina, apago todo y salgo de allí apresurado. —¡Señor Castelli, no firmó estos papeles! —No importa, mañana lo hago. Sé que es raro, yo nunca dejo nada para después, pero por alguna razón desde que supe que Isabella llegaría me siento como en una nube de ansiedad y se me quitará sólo viéndola. Isabella se fue un año después que yo dejara la casa, a los dieciséis años mis padres la ayudaron a que se fuera de intercambio a Cambridge, Helen se sintió muy mal por eso, porque no se imaginó que su pequeña se fuera tan lejos, pero mis padres la halaron de un brazo y la llevaron a ver dónde estaría su hija. La familia que la acogió era bastante especial, según las propias palabras de Helen, quien al final la llamaba una vez a la semana y ese escribían diariamente. Para las vacaciones, mis padres le daban los dos meses de verano y un mes en invierno para
En el trayecto a la oficina siento que me voy a caer dormido, pero sigo manteniéndome alerta porque no sería bueno que colisione justo ahora. Al llegar cerca del edificio de la empresa me detengo por un par de cafés, los dos para mí. A veces se me olvida que antes podía quedarme despierto toda la noche, pero ya no soy el jovencito de veinte que lo hacía. Y ahora se me vienen a la mente todas esas bromas de cuando llegas a los treinta. Aunque en realidad no son bromas. Al llegar a la oficina, Elena me está esperando con las cosas que dejé pendientes ayer, pasamos a mi oficina, tiro el primer vaso de café a la basura y sigo con el otro, aunque puede que no sea suficiente. —Señora Elena, puede ser que llame Isabella Martínez, mi agenda para ella está disponible para cuando lo desee, ella manda. —Sí, señor… ¿pero y si ya está ocupado? —Señora Elena, si tiene que reagendar otra cita, cancelar, lo que sea… el tiempo que ella quiera, estoy disponible y punto. La mujer asiente, firmo
—Esta condenada chiquilla… ¡¡Es que ni siquiera a se le puede llamar vestido a ese trozo de tela que trae!!Isabella va con un vestido negro, brillando por las lentejuelas, es de tirantes con escote V bastante pronunciado, por la espalda no hay nada de tela hasta la consciencia y hacia abajo… es que me imagino va con bragas o le verán hasta el alma si se mueve de más.¿Cómo es posible que se novio suyo no sea capaz de decirle que no vaya así?¿Acaso nadie le dijo que en Chile no son tan avanzados como en Europa?¡¿Es que ese vestido no es para ningún país?!Siento que me dará un infarto del coraje, pero también es cierto que no tengo idea cuál de mis corazones terminará afectado, porque mi pantalón está bastante apretado, algo que no me pasaba desde hace mucho. El sólo imaginar las nalgadas que le daría si fuera mi mujer… me pica todo.Respiro profundo, trato de calmarme y sigo con lo mío, que es vigilarla. Los veo instalarse en una mesa, se ven bastante cercanos, se ríen y se beben l
Dudo un poco de ir a la cena de despedida para Piero, pero no porque no lo quiera, es mi hermano, es sólo que allí estará Isabella con su novio, al que besa mucho, abraza mucho y se me viene a la mente la manera en que bailó con él.Esa era la misma manera de bailar que usaban las chicas para seducirme, nunca me pude negar ante una mujer con movimientos de ese tipo.Y si alguien cree que me relajé con mi día libre… terminé metiéndome en la oficina de todas maneras porque no podía quedarme sin hacer nada imaginando que en alguna habitación del hotel estaría ella con el inglesito idiota haciendo… pues esas cosas que los novios hacen.—Mejor voy a la cena o mamá es capaz de venir a buscarme.Y como si fuera brujo, mi madre me llama para decirme que ya falta poco para la cena y sólo falto yo.—No te creo —le digo tomando mis llaves y salgo del departamento—. Seguro que Pía todavía no llega.—No, ya está aquí.—¿Y Alejandra?—¿Por qué mejor no preguntas por ella? Lorenzo, no soy tonta y re
Tiro el bolígrafo en el escritorio y me pongo de pie con un resoplido de frustración pura y dura, miro por la ventana para ver si lanzarme de aquí sería suficiente para matarme o quería vivo conectado a las máquinas de un hospital.—Sí, esa es la solución, Lorenzo…—¿Hablando solo? —la voz de Isabella me hace girar rápido y no puedo evitar sonreír al verla allí.—¡Isabella! —camino hacia ella para darle un abrazo, pero ella me detiene estirando su mano, no me queda más remedio que estrecharla, pero aun así estoy contento—. ¿Qué haces aquí?—Vengo a hacer mi trabajo —la veo con un atuendo formal y se ve preciosa, se ve como una mujer de mundo, va con el cabello recogido en una coleta alta y lleva unas gafas de sol que la hacen ver más adulta y misteriosa.—No llamaste… no tengo nada listo.—No te preocupes, ya me puse de acuerdo con tu asistente, pero ella no está allí afuera y no sé dónde instalarme.—Envié a la señora Elena a otro departamento, ven…Le indico que salga de la oficina
No estoy tranquilo, siento que algo está pasando con Isabella y eso no me ha dejado concentrarme en toda la mañana.«Claro que está pasando, está con Fabio y ya sabes cómo es tu hermano», le hago caso a mi consciencia y decido que es momento de llamarla. Se demora en responder, pero al menos lo hace.—Hola, Isabella, ¿cómo estás?—Muy… ocupada —me responde jadeando y doy un respingo en mi asiento. Salto de allí y salgo de la oficina mientras sigo hablando con ella.—¿Ah sí? ¿Y qué haces? ¿Ejercicio?—No… estoy tratando de cerrar una maleta, pero no hay caso.—¿Y Fabio no te ayuda?—No ha llegado —la oigo suspirar—, lo estuve llamando, pero no me responde, lo malo es que tengo menos de una hora para dejar el cuarto y esto es lo único que me falta.—Yo voy.—Pero…—Yo voy, es más, ya estoy caminando al ascensor —mentira, estoy a punto de llegar al primer piso.—Gracias. Te espero entonces.Debo admitir que estaba pensando algo muy distinto de lo que estaba pasando en realidad, pero al m
Estamos terminando una reunión de coordinación con Agustín y Ángello en las inmediaciones de Cavalcanti Moda, lo cierto es que nuestros números son excelentes y lo que tenemos programado para el futuro es estupendo.—Lorenzo, en verdad cada vez me sorprendo más —Agustín deja una carpeta en la mesa y sonríe satisfecho—. Cuando dijiste que tú te harías cargo de esta empresa, no creí que duraras tanto ni mucho menos que lo hicieras tan bien.—Lo más importante es que pides consejo —dice Ángello con una amplia sonrisa.—Yo no estudié para esto, pero me gusta.—¿Y tu talento? —me pregunta Ángello preocupado.—Escondido de momento, en mi departamento, quién sabe si alguna vez haré alguna exposición. Pero no crean que por llevar la empresa no hago lo que me gusta, es una de las exigencias de mi madre.Los dos se ríen y me dicen que así es ella, preocupada de todos, marcando el orden y alentando a todos a que hagan lo que aman, no lo que piensan es lo mejor para los demás. Es cierto que yo es
Con las ganas de verla, pero seguro de que ella no quiere verme, llamo a la casa para saber si está y mi madre me dice que ha salido con Helen.—Iré a verlos entonces, necesito ayuda con algo y quiero buscar algo que se me quedó en mi cuarto.—Le diré a tu padre, estará contento.Corto la llamada, dejo salir un suspiro y decido ir ahora, para tratar de estar lo menos posible. Parece tonto, porque es la casa de mis padres, pero no voy a incomodar a Isabella si no quiere verme.Durante el trayecto trato de recordar un regalo que tengo guardado en su caja original, espero que mi madre no mandara a ordenar y guardar mis cosas, como lo hizo con Alex, porque eso me tomará mucho más tiempo del que tengo previsto para sacarlo.Al llegar entro a la casa y mi padre se acerca a darme un fuerte abrazo. Me quedo allí unos segundos porque estar entre sus brazos es una de las cosas que ahora más valoro, porque él mismo ha perdido a su padre y veo lo mucho que le hace faltan esos abrazos.Veinticuatr