La locura del abuelo de Magnus no lo dejará en paz ni después de muerto. Obligarlo a casarse para conservar la fortuna era lo peor que podía pasarle. No, peor es la suciedad, los microbios, las infecciones, el contacto físico con otro ser humano. ¿Cuántas bacterias se traspasan al darse un beso? Magnus lo sabe y no quiere confirmarlo, pero su futura esposa por contrato tiene otros planes. ¿Podrá Magnus mantener su matrimonio hasta conseguir su herencia?
Leer másLa primera en llegar a la casa de Bea y Magnus fue Irene. Ya no trabajaba para los Grandón, al menos desde que recibiera su parte de la herencia. Álvaro también se había acordado de ella y había sido generoso. Y con los consejos de Magnus, las utilidades de sus inversiones la libraron de volver a trabajar en su vida. Separada y con una hija ya independiente, por primera vez podía dedicarse a pensar en ella misma y vivir para ella misma.—Espero que a tu padre no se le ocurra aparecer con alguna chiquilla maleducada. Esta cena es familiar.—Creo que lleva un buen tiempo sin salir con nadie. Aunque tú debes saberlo mejor. Después de todo, hacen negocios juntos.Los consejos de Magnus habían estado influenciados por los secretos deseos de Bea de juntar a sus padres.—Sí... Da igual. Lo que haga con su vida privada no es asunto mío —aseguró Irene, mirando su reflejo en el ventanal.Cada día parecía más joven. Había que ver lo bien que hacía la buena vida.La gran cantidad de invitados requ
Agustina no dejaba de reír.—¡Hay que ver el buen sentido del humor que tenía papá! Y nosotros preocupándonos. Una vez que Magnus y Bea firmen el divorcio todo volverá a ser como al principio y aquí no ha pasado nada. ¡Es grandioso! Iré a preparar mis maletas.Uno a uno todos fueron saliendo del comedor, sólo Bea y Magnus permanecieron en sus puestos."Él ya se había hecho a la idea de perder la herencia", recordaba ella. "Esto no cambia nada". "Es la prueba final", pensaba él. "¿El amor o el dinero?" Tal vez, todas las absurdamente sádicas cláusulas del abuelo perseguían aquel propósito. No se podía tenerlo todo en la vida y había llegado el momento de escoger lo más valioso.Y al final, el amor debía triunfar.—Divorciémonos —dijo Bea de pronto—. No hacerlo echará todos nuestros esfuerzos por la borda. Hagámoslo. Terminemos con esto y seamos libres.Magnus la miró con curiosidad. ¿Sería una prueba también? ¿Esperaría Bea que él se negara y le dijera que la prefería a ella antes que
La mente humana era como una caja de sorpresas. A veces uno no tenía idea con qué podía encontrarse hasta que miraba dentro. Otras veces ni eso. Y el contenido podía ser tan resistente como el acero que servía de base para enormes rascacielos o tan frágil como un suspiro que se llevaba el viento. Bea necesitaba saber de cuál extremo estaba más cerca Magnus.Se levantó cuando él todavía dormía y dio un paseo por las instalaciones de la clínica. Aún no amanecía y Bea estaba sentada en un banco del patio, mirando las ventanas de las habitaciones frente a ella. Cada una guardaba un mundo, un pequeño infierno, una prisión.Los enfermeros y enfermeras del turno diurno empezaron a llegar para rotar con los del nocturno. Ellos se irían esperando que la locura no los siguiera a casa, que no se les hubiera impregnado sobre la piel como el sudor frío.La locura tenía aroma, Bea lo había sentido. Olía a medicamentos amargos, a jeringas asépticas y a saliva rancia. Esa mezcla flotaba por los pasil
Hoy sería el gran día.—Esto es increíble. Mamá no volverá a decir que eres un vago cuando sepa todo el dinero que estás ganando con tus conciertos.—Para ella seré un vago hasta que me muera, aunque me sepulten en un ataúd de oro.Pese a su creciente fortuna, el estilo de Steve no cambiaba. Las ropas viejas y gastadas eras sus prendas predilectas, aunque la gente se volviera para darle una moneda en la calle.—Stevo, ¿ya terminaste? —preguntó una mujer, asomándose a la oficina donde él y Bea revisaban unos documentos.A Bea los piercings en su cara le recordaron a los de Serafina.—Ya voy, nena. Espérame en el descapotable.La mujer se retiró luego de sonreírle juguetonamente.—Recuérdale que haga las tareas de la escuela entre follada y follada —recalcó Bea.—Envidiosa. Para que lo sepas, está a poco de graduarse de cirujana. Y no seas vulgar. No me esperes despierta.Ella siguió ordenando mucho después de que su padre hubiera partido. Esa habilidad del hombre para no comprometerse
Dermatitis, anemia, déficit de vitamina B12, D y traumatismo encefalocraneano. Ese era el resumen del diagnóstico de Bea en el hospital.—¿Cuál es tu nombre? —fue lo primero que la doctora le preguntó al recuperar la conciencia.—La arcilla huele tan bien... no sé por qué no te gusta —respondió ella, mirando con un ojo a la doctora y con otro al enfermero.Tal vez habría que agregar a la lista una conmoción cerebral y estrabismo.Irene se enteró de lo ocurrido cuando la policía fue a buscar a Magnus a las montañas. Gracias al dramático testimonio de la vecina, en cuestión de horas se convirtió en el criminal más buscado de la ciudad. El hermano de Isabel la llamó, Diego no aparecía, no contestaba las llamadas. A los cargos de maltrato y tortura en contra de su esposa se sumó pronto el secuestro de menores. Iban a secarlo en la cárcel. 〜✿〜Luego de todo un día de descanso, el cerebro de Bea pudo estabilizarse. Irene dormitaba en el sillón de su habi
Primero una visita de su madre y ahora una llamada de su padre. A poco de levantarse Bea él la llamó. El problema de señal del teléfono se había solucionado.—¿Cómo va tu gira, Steve?—De lujo, como siempre. ¿A que no sabes que pasó?—¿Conseguiste una novia más joven que yo?—¡JAJAJAJA! Todavía no. Me llamó tu madre.—¿Para pelear contigo?—Fíjate que no, eso también me sorprendió. Está preocupada por ti.—Mamá todavía no puede aceptar que ya maduré y no soy la chiquilla a la que solía andar riñendo. Siempre se quejaba de que era una hoja al viento y ahora que por fin me asenté, también se queja. No hay cómo darle en el gusto.—Dijo que estabas usando un vestido mientras cocinabas. Y que te subiste a una silla para huir de una cucaracha. ¿Qué rayos es eso, Bea?—El vestido es lindo y las cucarachas transmiten enfermedades.—Dormías junto a las cucarachas cuando íbamos al rancho y nunca te enfermaste.—¿Recuerdas cuando se me infectó un ojo y casi se me sale?—Eso no fue por las cucara
La visita de Irene una mañana sorprendió a Bea.—Ya son dos los fines de semana que no van a vernos. Estaba preocupada.—Hemos estado dedicados a disfrutar de la vida en pareja, sólo eso. —¿Es así? El joven Ale me contó de los problemas que ha habido en la empresa. Supuse que Magnus estaría... más quisquilloso que de costumbre.—No lo subestimes, él lidia bastante bien con el estrés. De hecho, ahora salió con un amigo. Imagino que irán a beber a algún lado.—¡¿Amigo?!Bea se carcajeó de la cara de sorpresa de su madre.—Magnus tiene un amigo, se llama Diego. Pueden pasarse tardes enteras hablando por teléfono sobre libros, cine y cosas de hombres. Anoche le dije que se juntaran, pero me dijo que no le daban permiso para salir tan tarde. Su esposa debe ser una bruja mandona. —Es bueno saber que socializa con otras personas. ¿Y tú? ¿Volviste a la universidad? —No, lo dejaré para el año que viene. Bea fue a la cocina. Estaba preparando el almuerzo antes de que Irene llegara.—¿Ada ti
Una hora estuvo Magnus en la ducha, como en los viejos tiempos. Esta vez Bea no derribó la puerta, aunque ganas no le faltaron. Y no precisamente para salvarlo. —Ya me siento mejor —dijo él cuando salió.—Pues te va a durar poco. Explícame lo que pasó, Magnus y más te vale que sea una explicación convincente.—Ya te lo dije, fue para ayudarte. Si mis peores empleados pueden pasear impunemente por Europa en un Ferrari gracias a mi dinero y darse la gran vida, ¿cómo podría permitir que mi esposa tenga deudas?—¡Lo hiciste a propósito, confiésalo! ¡Lo hiciste para que ya no trabajara con la arcilla! —¿Por qué querría eso?—¡Oh, por Dios! No seas cínico.—Bea, me estás tratando como si fuese alguna especie de mente criminal. No sé el tipo de trato que tenían tu ex jefe y tú, pero ya no le debes nada. Bea inhaló profundamente, la cabeza iba a explotarle. Necesitaba también un baño con agua fría porque la sangre le ardía.—Tienes razón, amor. Disculpa por mi reacción tan apasionada. Creo
Junto a la consumación de su matrimonio llegó para Magnus y Bea la cómoda estabilidad de la rutina. Él se enfocó en descubrir a quienes le estaban jugando sucio en la empresa y ella en resolver sus asuntos pendientes.—Ya sólo me falta pagar la mitad de la deuda —dijo ella.Se había reunido en un café con su ex jefe.—Y ha sido en menos tiempo del que me esperaba. No sé de dónde has logrado sacar tanto dinero, pero ya pude volver a abrir el negocio. De momento estoy con una tienda on line.—Me alegra mucho oír eso.—Mi stock es limitado, así que se me ocurrió que podrías ir abonando a tu deuda haciendo piezas para mí. —Podría intentarlo, tengo muchas ideas en mente.—Si se venden, el monto se descontará de tu deuda, menos los impuestos. Si no, te las devuelvo.Bea estuvo de acuerdo y cerraron el trato con un apretón de manos. Pasó a una tienda a abastecerse de materiales y fue a preparar un espacio en la casa para trabajar.La cena la preparó Ada, la sirvienta de la casa. No alojaba