Epílogo
La primera en llegar a la casa de Bea y Magnus fue Irene. Ya no trabajaba para los Grandón, al menos desde que recibiera su parte de la herencia. Álvaro también se había acordado de ella y había sido generoso. Y con los consejos de Magnus, las utilidades de sus inversiones la libraron de volver a trabajar en su vida. Separada y con una hija ya independiente, por primera vez podía dedicarse a pensar en ella misma y vivir para ella misma.

—Espero que a tu padre no se le ocurra aparecer con alguna chiquilla maleducada. Esta cena es familiar.

—Creo que lleva un buen tiempo sin salir con nadie. Aunque tú debes saberlo mejor. Después de todo, hacen negocios juntos.

Los consejos de Magnus habían estado influenciados por los secretos deseos de Bea de juntar a sus padres.

—Sí... Da igual. Lo que haga con su vida privada no es asunto mío —aseguró Irene, mirando su reflejo en el ventanal.

Cada día parecía más joven. Había que ver lo bien que hacía la buena vida.

La gran cantidad de invitados requ
NatsZ

Y aquí nos despedimos. Espero que hayan disfrutado de este viaje por el miedo y el amor. Pronto empezaré a publicar una nueva historia, espero que me acompañen también en ella.

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