25

Cala se incorporó en el suelo con las mejillas ruborizadas y se colocó descuidadamente el pelo con los dedos. Yuma la acarició la espalda aún recostado sobre la hierba. Cala se metió la túnica de piel por la cabeza y se volvió a mirarlo.

—¿Qué va a pasar ahora?— preguntó bajito.

—Nada —dijo él—, ahora ya no hay marcha atrás

Se puso de pie de un golpe con la agilidad de un tupi y le tendió la mano a Cala para ayudarla a levantarse. Le apartó el pelo del rostro y la besó suavemente en los labios.

—Tenía miedo —dijo Cala —, miedo de que no funcionara al no ser yo una tupi.

Yuma se rió.

—¡Cala! Eres una miedosa, todo te da miedo, incluso la tontería más grande del mundo como esa que acabas de decir.

Cala se ruborizó.

—Es cierto,

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