48

—¡Yuma! —exclamó Manuel, justo antes de ver al muchacho atado a la silla. Resopló y se llevó las manos a la cabeza. Seguramente ni Cala ni Yuma sabían el lío en el que podía meterse él si alguien se enteraba de que tenía a aquel muchacho retenido en la cabaña— ¡Mierda! —gritó, mirando al muchacho.

—Desáteme —ordenó Pablo. Estaba rojo como un tomate y las venas se le marcaban en el cuello debido a la rabia y vergüenza que estaba pasando.

Se había mantenido calmado mientras Manuel no estaba allí, pero al ver al guardabosques se envalentonaba y mostraba su indignación. Aún así, sus ojos se dirigían con cautela y curiosidad hacia Yuma.

—Te dije que no nos molestaras más —gritó Manuel, fuera de sí.

El muchacho, aun en aquellas circunstancias, le mir&oa

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo