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Yuma contempló el Land Rover. Estaba pasmado ante la puerta que Manuel mantenía abierta ante él. Cómo podía él ni tan siquiera soñar que un día montaría en uno de los automóviles de los humanos. Recordó la cantidad de tardes que se había pasado, antes de encontrar a Cala, observando los autos de los humanos que podía ver, como hormiguitas, desde lo alto de aquella cima, moviéndose a gran velocidad. Cuántas veces se había imaginado viajando en uno de ellos.

Entonces le dio por pensar que era a él, y no a Cala, a quien le maravillan todas aquellas cosas de los humanos, aquellas de las que Léndula hablaba.

Manuel le empujó suavemente para hacerle entrar, y Cala entró tras él y se sentó a su lado. Le dio la mano y se la apretó con fuerza, pero Yuma apenas se enteró.

Cala le protegía, ahora le t

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