Capítulo 6

Léndula se encomendó en cuerpo y alma al cuidado de la pequeña. Se la veía feliz, su carácter se había suavizado y la amargura había desaparecido de su rostro. Yuma nunca hubiera imaginado que el rostro de su madre pudiera ser tan bonito ahora que sus labios se veían relajados. Hasta sus ojos parecían más grandes y las pequeñas arrugas de su frente habían desaparecido al tiempo que lo había hecho la tensión en su gesto. Se alegraba de haber traído a la pequeña humana al clan sólo por el cambio que había pegado su madre. Se decía a sí mismo que había valido la pena.

El resto de tupis también le prestaba mucha atención a la niña. Se convirtió en el centro del grupo familiar, y, a menudo, Min se reía y le decía a Léndula que no quería ni pensar el día que tuviera una nieta

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