Al acostarse, después de aquella charla que había mantenido con Namid, Yuma no podía dejar de dar vueltas en su cabeza a la idea de que Cala, un día, también quisiera tener su pareja. Tenía entonces dos sentimientos encontrados, por un lado tristeza ante la idea de que los tupi la rechazarían sin duda y ella se sentiría muy mal, y, de otro lado, sentía una angustia tremenda si pensaba que algún Tupi, por qué no iba a poder ser, la escogiera como pareja y entonces Cala abandonara el clan. La sola idea de estar lejos de Cala hacía que su corazón comenzara a latir acelerado.
Sin dudar, y aún sabiendo que su primo ya dormía, se acercó a su lecho y lo zarandeó suavemente hasta despertarlo.
—¿Qué pasa? —preguntó Namid, asustado.
Yuma le hizo un gesto con el dedo en la boca para que no gritara. Estaban en completa oscur
Once años después de su encuentro con Yuma, Manuel sintió que su vida volvía a tener sentido. Se había pasado once años preguntándose si no estaría buscando a un fantasma, a un ser creado por su imaginación después de que un compañero de trabajo le hubiera contado una historia increíble, o, en el mejor de los casos, se había pasado aquellos once años buscando a un ser que se había ido lo más lejos posible el mismo día que él le había descubierto.Ahora, frente a los dibujos pegados en una de las paredes de la cabaña, y observando el vacío que había dejado el cochecito, sabía que aquel ser existía y no sólo no se había ido, sino que, incluso, había estado mucho más cerca de lo que él habría podido imaginarse nunca.Sintió un escalofrío al pensar que
El resto de la noche, desde que dio la vuelta de la cabaña del guardabosques, se la pasó dando vueltas en la cama mientras imaginaba la cara que pondría Cala cuando viera el cochecito. En cambio, Namid respiraba pesadamente sumido en un sueño profundo que a Yuma le hacía sentir cierta envidia.Apenas comenzó a amanecer, Yuma volvió a escabullirse de su cama y se coló en el dormitorio de Cala. Se agachó a su lado, muy cerca de su rostro y, de nuevo, sintió aquella ternura que las facciones finas y pequeñas de Cala le inspiraban. Tenía el brazo derecho doblado por el codo y su mano, abierta y completamente relajada le rozaba los labios con la punta de alguno de los dedos.Yuma posó su mano sobre la de ella. Le doblaba el tamaño, luego acarició suavemente su nariz respingona haciéndola cosquillas y ella se apartó sin abrir los ojos.—Caaaalaa
Tres días después de que Cala cumpliera once años, Namid abandonó el clan para ir en busca de pareja. Tras su marcha, Cala comenzó a comportarse de una forma extraña, cada vez más alejada de Yuma, y éste llegó a preocuparse. Léndula trataba de tranquilizarle.—Son cosas de mujeres, no le des más vueltas —le decía.Yuma se dio cuenta de que, realmente, Cala ya no era la niña pequeña a la que cargaba en su espalda para recorrer el bosque, de hecho Cala se negaba a subir sobre él y se esforzaba en seguirlo por el bosque con su escasa velocidad y su nulo equilibrio, por lo que no era raro que terminara en el suelo y agotada. Un día, se echó a llorar y comenzó a golpear el suelo con rabia. Yuma se agachó a su lado y la sujetó los brazos, la abrazó contra él y trató de tranquilizarla acunándola com
Cala se sentó en el lecho junto a su abuelo y cogió una de sus manos entre las suyas. Llevaba días enfermo, demasiado débil como para levantarse. La habitación que ocupaban los abuelos era la más amplia de la guarida. Tenía, además de su cama un pequeño escritorio y unas estanterías clavadas en la pared terrosa. En el escritorio siempre había velas encendidas, incluso ahora que el abuelo no se levantaba de la cama, y allí tenía una colección de hojas escritas que había ido acumulando a lo largo de su vida. No le era fácil conseguir papel y cuando lo lograban era obligatorio entre los clanes comunicarlo al consejo. Este luego lo repartía entre los más ancianos y estos lo atesoraban y dejaban en herencia a las generaciones siguientes. Aparte, el abuelo se había encargado de esconder en un lugar seguro, que solo los adultos conocían, alguno de los
Manuel terminó la ronda de la mañana sin novedad alguna, como siempre. El bosque era tranquilo y los incidentes no eran frecuentes.Volvía a la cabaña sin haber avistado nada interesante. Los hombres puma seguían reacios a dejarse ver. Sin embargo, tras la inesperada visita nocturna que había recibido, Manuel había renovado las esperanzas de volverles a ver.Se acercaba a la cabaña, concentrado en sus pensamientos, cuando vio que la puerta estaba completamente abierta mostrando la oscuridad del interior en contraste con el sol cegador.El corazón de Manuel se aceleró. Se limpió el sudor de la frente y comenzó a caminar cada vez más despacio.No debía hacerse ilusiones pero era imposible no pensar en ello.Él siempre dejaba la puerta abierta. Cualquier animal podía haberla empujado. Pero no, ¿qué animal iba a ser capaz de gir
Sush se recuperó, pero ya no volvió a ser el mismo. Su debilidad era evidente para todos y Cala pasaba con él mucho tiempo haciéndole compañía e interrogándole sobre sus diferencias. Sush contestaba a todas sus preguntas sin perder nunca la paciencia, no como Yuma, pero era tan misterioso en sus respuestas que Cala no llegaba a comprenderle muchas veces. Todos sabían que Sush era un hombre sabio y Cala pensaba que a ella le quedaba mucho camino por recorrer antes de poder llegar a comprender a su abuelo.Namid regresó con Sasa, su pareja, una tupi menuda y tímida de mirada dulce y gesto asustado. Miró a Cala con desconfianza y apenas se atrevió a darle la mano cuando se saludaron. Cala, que había tomado aquello como una prueba de fuego para ella, sintió que Sasa no la aceptaba.Namid parecía muy feliz y Cala se alegraba por él, pero sorprendía las mira
Cuando Cala cumplió los quince años, Yuma, que estaba a punto de cumplir los veinte, decidió que había llegado el momento de partir en busca de una pareja. El abuelo le hizo llamar de nuevo la noche antes de su salida.—Me alegra que al fin hayas tomado una decisión —le dijo el abuelo, tendiéndole la mano.Yuma se la tomó y se sentó a su lado. El abuelo se apagaba, despacio, pero de forma constante y evidente.—Sí, aunque no es la que querías que tomara —dijo Yuma con voz ronca.El abuelo sonrió.—El caso es este ¿es la que querías tomar tú?Yuma esquivó la mirada del abuelo. Aquella sospecha de que podía leer en su interior le hacía sentir nervioso porque pensaba que lo que el abuelo veía no le gustaba. No era algo bueno. Yuma luchaba contra aquel deseo que sabía irrealizable.
Cala se sentía prácticamente abandonada.El abuelo murió. Min se encerró en un silencio hermético y Léndula se pasaba el día tratando de animarla. Kasa y Namid se ocupaban de la caza, para suministrar al clan, y a Cala le daba la sensación de que todo el mundo tenía un plan en su vida, excepto ella.Antes de que Yuma se fuera, y a pesar de que su relación ya no era la misma, ella nunca se había parado a pensar en su futuro, ni en su vida, ni en nada que no tuviera que ver con el clan. Pero, ahora, se daba cuenta de que se acercaba a una edad en la que los tupis comenzaban a pensar en tener pareja y a ella se le hacía impensable que ningún chico quisiera estar con ella. Tampoco le parecía que ella pudiera estar con un chico de cualquier otro clan. Sasa se convirtió en su confidente y sobre ella descargaba sus miedos y sus dudas.—Me quedaré sola &