Capítulo 21

Cuando Cala cumplió los quince años, Yuma, que estaba a punto de cumplir los veinte, decidió que había llegado el momento de partir en busca de una pareja. El abuelo le hizo llamar de nuevo la noche antes de su salida.

—Me alegra que al fin hayas tomado una decisión —le dijo el abuelo, tendiéndole la mano.

Yuma se la tomó y se sentó a su lado. El abuelo se apagaba, despacio, pero de forma constante y evidente.

—Sí, aunque no es la que querías que tomara —dijo Yuma con voz ronca.

El abuelo sonrió.

—El caso es este ¿es la que querías tomar tú?

Yuma esquivó la mirada del abuelo. Aquella sospecha de que podía leer en su interior le hacía sentir nervioso porque pensaba que lo que el abuelo veía no le gustaba. No era algo bueno. Yuma luchaba contra aquel deseo que sabía irrealizable.

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