Nada más llegar bajó casi corriendo y gritando que necesitaba a un doctor, una enfermera se acercó junto a un camillero, con cuidado la acostaron.
- ¿Qué le pasó? –pregunta un doctor comenzando a revisarla, checa el pulso y los reflejos pupilares, así como su respiración y corazón.
- Se desmayó de la nada, noté que le dolía la cabeza porque se frotaba las sienes y cerraba con fuerza los ojos y se desplomó –el doctor asiente, no parecía tener alguna afección cardíaca o respiratoria.
- ¿Sabe si tiene alguna enfermedad? –Faddei niega, la verdad es que no sabía mucho de ella, podría llamar a Dolores, pero eso lo expondría y eso era lo último que necesitaba en este momento–. ¿Probabilidad de embarazo? –lo mira atento.
- No, imposible –niega confundido, debía calmarse, era una pregunta de rigor.
- Le haremos varios estudios para determinar qué fue lo que pasó, por favor aguarde en la sala de espera y en cuanto tenga los resultados se lo haré saber –Faddei iba a replicar, pero se detuvo permitiendo que el doctor hiciera su trabajo.
Y ahí estaba él, el hombre más poderoso de todo Long Beach dando vueltas en el pasillo de aquel hospital esperando a que le informaran que tenía su esposa, se sentía tan desesperado, estaba seguro que Mark le diría alguna idiotez como que al estar tan enamorado la preocupación por tu persona amada era normal, gracias al cielo no estaba o lo mandaría a freír espárragos, no estaba para soportar estupideces como esa, aunque si era sincero, le gustaría tener a alguien aquí para sentirse menos sólo, así que estaba tentado de hablarle a su mejor amigo y que viniera, sin duda, una distracción más que bienvenida.
- Doctor –se había cansado de esperar así que había ido a buscar al doctor, lo había encontrado leyendo algo en una tableta.
- Señor Grigoryev, estaba revisando los análisis que pedí, justo lo iba a buscar –dice con calma, Faddei quería zangolotearlo para que le dijera de una buena vez que tenía Hester, pero se contuvo.
- ¿Es algo grave doctor?, ¿necesita operación? –lo mira impaciente, el doctor niega.
- La señora Hester está muy bien, lo que ocurre es que está embarazada, felicidades –el doctor le sonríe, Faddei lo ve por una obscena cantidad de tiempo antes de poder reaccionar.
- ¿Embarazada? –repite sin poder entender del todo aquello.
- Sí, revisando su expediente es que me di cuenta –le mira desconcertado–, le hice estudios sólo para descartar cualquier cosa, sobre todo por el malestar en la cabeza que mencionó, pero salió bien, quizás fue estrés, ¿ocurrió algo malo antes de que se desmayara? –el doctor lo mira con atención.
- Una pequeña discusión –miraba hacia la nada, el doctor asiente antes de marcharse dejándolo ahí con sus pensamientos.
¿Era eso lo que intentaba decirle? Él había asumido que quería divorciarse, pero quizás intentaba decirle del embarazo, Dios, ella estaba embarazada.
Tras unos minutos más le permitieron pasar a la habitación, esto sin duda cambiaba por completo sus planes.
Hester parpadea un par de veces antes de poder abrir los ojos por completo, mira a todos lados y se da cuenta que está en el hospital, gira su cabeza y lo ve, está sentado a su lado, en un sillón que le queda pequeño, era demasiado gracioso de ver, claro, si tuviera los ánimos de reírse o sí él fuera alguien con sentido del humor.
- ¿Qué pasó? –frota su frente, el malestar en su cabeza se había ido, agradecía eso.
- Te desmayaste –ella asiente, estaba segura de que eso había pasado–, ¿por qué no me dijiste que estabas embarazada? –la mira con una seriedad que la irrita, suspira alejando esos sentimientos, no era el momento para esto, era mejor hablarlo de una vez.
- Me enteré temprano en la mañana –miente mirando por la ventana de la habitación–, no te dije porque no me diste tiempo, lo primero que hiciste nada más verme llegar fue lanzarme pregunta tras pregunta y acusarme de todo, ¿en qué momento te lo iba a decir?, ¿entre una acusación o un reclamo? –suspira, estaba tan cansada de toda esa m****a, y sobre todo, decepcionada porque cuando creía conocer al verdadero Faddei, resultaba que no, todo era una ilusión–. Estuve pensando y voy a abortar –se gira a verlo segura–, es lo mejor para ambos, tú tienes planes y eso no nos incluye, y yo no podría criarlo estando sola y con el ritmo de vida que tenía antes, además, no quiero que creas que me embarace a propósito o alguna cosa similar –vuelve la vista al frente.
- No lo harás, no te lo voy a permitir –se levanta furioso, eso sorprende a Hester, la verdad no espera ese tipo de reacción.
- ¿Por qué lo quieres? No creo que tu amorcito se sienta muy feliz por esto –se cruza de brazos molesta, ¿quién se creía para decir aquello?
- No está a discusión Hester –sentencia serio, su tono de voz y mirada no deja lugar a replicas, Hester cierra los ojos, no se sentía en la condición de pelear o discutir con él, en otro momento le haría ver que no tener a ese ser era lo mejor, por ahora lo dejaría así.
Hester se sentía muy confundida, él había estado cuidándola durante los dos días que estuvo en el hospital, era atento, amable y caballeroso, algo que la confundía mucho, sin embargo, no planeaba bajar la guardia de nuevo, ya había aprendido, cuando estuviera mejor hablaría de porque no seguiría con el embarazo, después de todo, era su cuerpo, los cambios los sufriría ella, su vida estaría en riesgo no sólo por llevar a buen termino el embarazo, si no por la vida que tenía Faddei y que ella aparentaba llevar.
- Todo está en orden, y en vista de que los dolores no han vuelto, la daré de alta, sin embargo, cualquier cosa que note o el más mínimo dolor, debe venir de inmediato –Hester asiente.
- ¿Ya me puedo ir? –el doctor asiente y Hester suspira de alivio.
- Voy a llenar el alta, puedes ir cambiándote –ella asiente, el doctor sale y Faddei entra con una pequeña maleta, cierra la puerta y se gira permitiendo que se cambie, le ayuda a colocarle las pantuflas, una vez lista vuelve el doctor con una enfermera y una silla de ruedas.
- Gracias –toma la hoja que le dio el doctor, carga a Hester y la sienta en la silla con cuidado, la lleva fuera del cuarto y después del hospital, en la entrada lo espera Yakov.
- Buenas tardes, ¿se encuentra mejor señora Hester? –pregunta mientras le abre la puerta.
- Sí, gracias por preguntar Yakov –el hombre asiente, su señor la alza y le deja dentro, él se lleva la silla y la entrega a recepción, vuelve y sube al auto.
Una vez llegan, Faddei la carga de nuevo para entrar en la casa, con cuidado y pese a las oposiciones de ella; la lleva a su habitación, ella se sentía en condiciones de caminar, pero Faddei no la dejaba.
- Katina, quiero que todas estén al pendiente de la señora, día y noche van a cuidarla, si algo pasa será su responsabilidad, ¿estamos claros? –la mujer asiente, seleccionaría al menos una docena, se turnarían para estar con la señora y así cumplir. Hester suspira y suspira con fastidio, no necesitaba ni quería esto, no era una muñequita frágil.
- No es necesario, seguro tienes cosas que hacer Katina –le había dicho Hester por séptima vez.
- Esta bien señora, ¿necesita algo más? –Hester niega, se acomoda y suspira, tenía tanto que pensar y no quería, sin embargo, era inevitable perderse en la marea de pensamientos que asaltaban su mente.
Hester se sentía un poco cohibida con toda la atención, sabía porque había tantas sirvientas al pendiente de cada cosa que hacía, temía que fuese a hacer alguna locura, no iba a mentir y decir que se sentía convencida de tener a ese pequeño a pesar de que Faddei se había negado en rotundo a que lo abortara, se sentía confundida y harta de sobre pensar todo, de buscar todas las posibles respuestas a las acciones de él, sólo quería estar en paz. - Faddei –había entrado unas horas después de haber llegado, necesitaba hacerle ver lo que era mejor sin pelear y sin alterarse. - Sé lo que quieres decir y no, no quiero que te deshagas de mi hijo –susurra suave tomando sus manos con delicadeza–, sé que todo esto es jodido, pero no saques conclusiones apresuradas, sé que no tengo derecho a decirte esto pero necesito que confíes en mí, sólo por esta vez, ¿puedes? –por primera vez Hester vio algo en los ojos de Faddei que no eran frialdad, indiferencia u odio, había algo cálido que, pese a lo q
El tiempo pasaba lento, o al menos así le parecía a Hester, no sabía cómo sentirse e incluso ir con su abuela no la hacía sentir mejor, sí, se distraía un rato, pero en cuanto se alejaba de ahí, todo parecía volverse gris, todo era igual. Cuando estaba en la mansión prefería mantenerse en su habitación, se lamentaba todo el tiempo y rara vez probaba bocado, sentía que todo le sabía a cartón, además sentía el estómago demasiado apretado para siquiera retener algo. - Señora, debe comer un poco –le susurra Katina acercándole un plato con fruta, no le había agregado nada más por temor a que le cayera mal, como la otra vez. - No quiero –se gira y se hace un ovillo, se abriga y mete las manos en medio de sus rodillas, cierra los ojos y se queda quieta, como si durmiera, la verdad es que ni siquiera lloraba ya, sólo se quedaba quieta, cual estatua. - Se lo dejaré aquí por si quiere comer –la mira con tristeza antes de salir, le preocupaba que casi no quisiera comer, estaba triste y por m
El tiempo transcurría normal, o al menos así lo sentía Hester, él era tan amable y considerado con ella, solía acompañarla a todas partes, incluso le había cuestionado sobre el trabajo, él le había informado que había adelantado cuanto había podido para poder estar con ella más tiempo, y lo que saliera, se encargaría Mark. Sabía por Lola que la estaba pretendiendo, su amiga no quería salir con él porque tenía fama de mujeriego, pero igual se mensajeaban de vez en cuando, aunque estaba segura de que Lola no tardaría en caer. - Aquí tienes –dice un muy feliz Faddei extendiéndole un plato con frutos rojos, a Hester se le habían antojado y él había corrido a buscarlos. - Gracias –le sonríe antes de comenzar a comer, la abuela veía todo complacida, si llegaba a fallecer, le alegraba que su amada nieta no se quedase sola. Hester no podía evitar sentirse feliz con cada detalle que él tenía hacía con ella, más pronto que tarde se dio cuenta que estaba enamorada de él, y también descubrió qu
Yakov se detiene frente al hotel, según le había dicho Clarisse, se estaba quedando ahí por algunos problemas que tenía con otros integrantes, para ella era mejor estar ahí que cerca de esos tipos, a él poco le importaba, quería que le dijera eso tan importante que no podía esperar a mañana temprano. - La señorita Capshaw lo espera, señor –asiente sin decir nada más, toma la tarjeta y sube hasta el piso que le indicaron. Clarisse había sido muy clara, entra sin más, no quería hacerlo, prefería estar junto a Hester y su bebé que ver la desagradable cara de su ex. Entra tras pasar la tarjeta, frunce el ceño cuando ve que esta a oscuras, rueda los ojos mientras camina buscando el maldito interruptor, parpadea cuando la luz se enciende y entonces la ve, luce lencería muy fina y delgada que no deja nada a la imaginación, le sonríe coqueta mientras se acerca contoneándose, la verdad es que no le generaba nada, menos cuando a su mente venía el recuerdo de su única noche con Hester, el calo
Esa mañana no pudo ver a Hester a los ojos, si bien sabía que no había hecho nada malo, sentía que decirle los haría retroceder, así que le dijo que había sido una reunión larga, que había dormido unas horas en una sala de reuniones evitando molestarla tan de madrugada, ella pareció sospechar algo pero terminó por creerle, ¿por qué le ocultaría algo después de arreglar todo?Esa tarde se reunió con Mark y le relató a grandes rasgos lo que había pasado.- Esa mujer me tiene harta, si me dejarás encargarme de ella –dice él molesto, aunque sabía porque la dejaba vivir, aún necesitaban el control que ella tenía sobre los enemigos.- Sólo debo ser paciente y mucho más listo, me siento como un imbécil por haber caído en ese juego, cualquiera pudo notar la trampa –dice antes de vaciar su vaso, el cantinero le sirve otro.Cerca de media noche ambos se retiraron, lo que más le gustaba a Faddei de volver a casa era verla dormir con el centenar de cobijas encima, él alzaba unas dos mantas, se ac
Hester había decidido no ir con su abuela hoy, estaba cerca de los siete meses y le costaba un poco de trabajo moverse, tenía hambre y sueño la mayor parte del tiempo, así que había decidido estar un rato en el jardín trasero con algo de comida. Miraba a los perros guardianes jugar, solían dejarlos salir unas horas por la mañana para que se distrajeran; mientras acariciaba su vientre, podía imaginarla como su madre o parecida a su abuela, quizás tendría algún rasgo de los padres de él, de los cuales le había hablado un poco, quizás sería buena idea pedirle una fotografía, al menos podría saber si ella tendría rasgos de ellos o de sus padres. Sonríe al sentir la pequeña patada, parecía más despierta cuando le hablaba alguno de los dos, se sentía muy dichosa. Se pone en alerta cuando ve a los perros correr hacia el frente, algo atípico de ellos. Su inquietud aumenta al escuchar el escándalo dentro de la propiedad, se gira para ver las puertas de cristal abrirse y dos hombres entrar,
Había comenzado a llorar al recordar lo que sintió cuando le hablaron del hospital aquella vez que su abuela se había puesto muy mal, ve a Clarisse sonreír y eso la alivia, parecía que la había engañado, baja la cabeza dejando que el cabello cubra su cara.- ¿Te das cuenta lo mucho que me ama y que no puede resistirse a mí? ‒se jacta con tono victorioso, muerde su labio evitando decirle algunas cuantas verdades, había conocido personas con algún trastorno mental, pero ella estaba a otro nivel.- Basta ‒su voz había salido ahogada, Clarisse ríe. Siente un tirón en su cabello, chilla al tiempo que alza su rostro, la ve tomar su teléfono y después, sacarle una foto, suelta su cabeza con algo de fuerza y la maldice por lo bajo, era probable que su destinatario fuera él.- Me encantaría ver su cara al ver esta foto, seguro se estará burlando de ti y de tu patético sentir ‒tira suave de su cabello, si tuviera las manos desatadas seguro le hubiese dado una buena bofetada, pero debía aguantar
Clarisse miraba con desprecio el vientre abultado de Hester, ella no tenía intención de ser madre, pero si lograba casarse con Faddei tendría que darle un hijo para quitarle el poder al engendro que llevaba esa mujer.- Pobre de tu hijo, no ha nacido y su padre no lo querrá ‒dice con fingida pena, Hester muerde su labio, debía pensar como seguir entreteniéndola, no sabía cuánto tiempo tardarían en venir por ellas, una idea nada agradable vino a su mente, perdóname pequeña mía, no es en serio, piensa mirando su vientre.- Quiero que me ayudes a no tener a este bebé ‒dice con voz apagada, no le diría el sexo de su pequeña, ya se sentía mal por decir aquello‒, no quiero tener al hijo de ese infiel, lo único que ha hecho es mentirme y usarme ‒había comenzado a llorar de nuevo.- Claro que no, eso le corresponde a él decidirlo ‒le dice con burla‒, pero seguro que te dirá que no lo quiere y te llevará a dónde puedas abortarlo o yo qué sé ‒se encoge de hombros.Ella sigue llorando mientras p