Capítulo 18

Nada más llegar bajó casi corriendo y gritando que necesitaba a un doctor, una enfermera se acercó junto a un camillero, con cuidado la acostaron.

- ¿Qué le pasó? –pregunta un doctor comenzando a revisarla, checa el pulso y los reflejos pupilares, así como su respiración y corazón.

- Se desmayó de la nada, noté que le dolía la cabeza porque se frotaba las sienes y cerraba con fuerza los ojos y se desplomó –el doctor asiente, no parecía tener alguna afección cardíaca o respiratoria.

- ¿Sabe si tiene alguna enfermedad? –Faddei niega, la verdad es que no sabía mucho de ella, podría llamar a Dolores, pero eso lo expondría y eso era lo último que necesitaba en este momento–. ¿Probabilidad de embarazo? –lo mira atento.

- No, imposible –niega confundido, debía calmarse, era una pregunta de rigor.

- Le haremos varios estudios para determinar qué fue lo que pasó, por favor aguarde en la sala de espera y en cuanto tenga los resultados se lo haré saber –Faddei iba a replicar, pero se detuvo permitiendo que el doctor hiciera su trabajo.

Y ahí estaba él, el hombre más poderoso de todo Long Beach dando vueltas en el pasillo de aquel hospital esperando a que le informaran que tenía su esposa, se sentía tan desesperado, estaba seguro que Mark le diría alguna idiotez como que al estar tan enamorado la preocupación por tu persona amada era normal, gracias al cielo no estaba o lo mandaría a freír espárragos, no estaba para soportar estupideces como esa, aunque si era sincero, le gustaría tener a alguien aquí para sentirse menos sólo, así que estaba tentado de hablarle a su mejor amigo y que viniera, sin duda, una distracción más que bienvenida.

- Doctor –se había cansado de esperar así que había ido a buscar al doctor, lo había encontrado leyendo algo en una tableta.

- Señor Grigoryev, estaba revisando los análisis que pedí, justo lo iba a buscar –dice con calma, Faddei quería zangolotearlo para que le dijera de una buena vez que tenía Hester, pero se contuvo.

- ¿Es algo grave doctor?, ¿necesita operación? –lo mira impaciente, el doctor niega.

- La señora Hester está muy bien, lo que ocurre es que está embarazada, felicidades –el doctor le sonríe, Faddei lo ve por una obscena cantidad de tiempo antes de poder reaccionar.

- ¿Embarazada? –repite sin poder entender del todo aquello.

- Sí, revisando su expediente es que me di cuenta –le mira desconcertado–, le hice estudios sólo para descartar cualquier cosa, sobre todo por el malestar en la cabeza que mencionó, pero salió bien, quizás fue estrés, ¿ocurrió algo malo antes de que se desmayara? –el doctor lo mira con atención.

- Una pequeña discusión –miraba hacia la nada, el doctor asiente antes de marcharse dejándolo ahí con sus pensamientos.

¿Era eso lo que intentaba decirle? Él había asumido que quería divorciarse, pero quizás intentaba decirle del embarazo, Dios, ella estaba embarazada.

Tras unos minutos más le permitieron pasar a la habitación, esto sin duda cambiaba por completo sus planes.

Hester parpadea un par de veces antes de poder abrir los ojos por completo, mira a todos lados y se da cuenta que está en el hospital, gira su cabeza y lo ve, está sentado a su lado, en un sillón que le queda pequeño, era demasiado gracioso de ver, claro, si tuviera los ánimos de reírse o sí él fuera alguien con sentido del humor.

- ¿Qué pasó? –frota su frente, el malestar en su cabeza se había ido, agradecía eso.

- Te desmayaste –ella asiente, estaba segura de que eso había pasado–, ¿por qué no me dijiste que estabas embarazada? –la mira con una seriedad que la irrita, suspira alejando esos sentimientos, no era el momento para esto, era mejor hablarlo de una vez.

- Me enteré temprano en la mañana –miente mirando por la ventana de la habitación–, no te dije porque no me diste tiempo, lo primero que hiciste nada más verme llegar fue lanzarme pregunta tras pregunta y acusarme de todo, ¿en qué momento te lo iba a decir?, ¿entre una acusación o un reclamo? –suspira, estaba tan cansada de toda esa m****a, y sobre todo, decepcionada porque cuando creía conocer al verdadero Faddei, resultaba que no, todo era una ilusión–. Estuve pensando y voy a abortar –se gira a verlo segura–, es lo mejor para ambos, tú tienes planes y eso no nos incluye, y yo no podría criarlo estando sola y con el ritmo de vida que tenía antes, además, no quiero que creas que me embarace a propósito o alguna cosa similar –vuelve la vista al frente.

- No lo harás, no te lo voy a permitir –se levanta furioso, eso sorprende a Hester, la verdad no espera ese tipo de reacción.

- ¿Por qué lo quieres? No creo que tu amorcito se sienta muy feliz por esto –se cruza de brazos molesta, ¿quién se creía para decir aquello?

- No está a discusión Hester –sentencia serio, su tono de voz y mirada no deja lugar a replicas, Hester cierra los ojos, no se sentía en la condición de pelear o discutir con él, en otro momento le haría ver que no tener a ese ser era lo mejor, por ahora lo dejaría así.

Hester se sentía muy confundida, él había estado cuidándola durante los dos días que estuvo en el hospital, era atento, amable y caballeroso, algo que la confundía mucho, sin embargo, no planeaba bajar la guardia de nuevo, ya había aprendido, cuando estuviera mejor hablaría de porque no seguiría con el embarazo, después de todo, era su cuerpo, los cambios los sufriría ella, su vida estaría en riesgo no sólo por llevar a buen termino el embarazo, si no por la vida que tenía Faddei y que ella aparentaba llevar.

- Todo está en orden, y en vista de que los dolores no han vuelto, la daré de alta, sin embargo, cualquier cosa que note o el más mínimo dolor, debe venir de inmediato –Hester asiente.

- ¿Ya me puedo ir? –el doctor asiente y Hester suspira de alivio.

- Voy a llenar el alta, puedes ir cambiándote –ella asiente, el doctor sale y Faddei entra con una pequeña maleta, cierra la puerta y se gira permitiendo que se cambie, le ayuda a colocarle las pantuflas, una vez lista vuelve el doctor con una enfermera y una silla de ruedas.

- Gracias –toma la hoja que le dio el doctor, carga a Hester y la sienta en la silla con cuidado, la lleva fuera del cuarto y después del hospital, en la entrada lo espera Yakov.

- Buenas tardes, ¿se encuentra mejor señora Hester? –pregunta mientras le abre la puerta.

- Sí, gracias por preguntar Yakov –el hombre asiente, su señor la alza y le deja dentro, él se lleva la silla y la entrega a recepción, vuelve y sube al auto.

Una vez llegan, Faddei la carga de nuevo para entrar en la casa, con cuidado y pese a las oposiciones de ella; la lleva a su habitación, ella se sentía en condiciones de caminar, pero Faddei no la dejaba.

- Katina, quiero que todas estén al pendiente de la señora, día y noche van a cuidarla, si algo pasa será su responsabilidad, ¿estamos claros? –la mujer asiente, seleccionaría al menos una docena, se turnarían para estar con la señora y así cumplir. Hester suspira y suspira con fastidio, no necesitaba ni quería esto, no era una muñequita frágil.

- No es necesario, seguro tienes cosas que hacer Katina –le había dicho Hester por séptima vez.

- Esta bien señora, ¿necesita algo más? –Hester niega, se acomoda y suspira, tenía tanto que pensar y no quería, sin embargo, era inevitable perderse en la marea de pensamientos que asaltaban su mente.

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