- Buenos días ‒le sonríe Hester cuando ve entrar a su esposo a la cocina, su cara de sorpresa era épica‒, me desperté temprano porque Darice no quería dormir más y pensé que hace tiempo no te cocinaba nada ‒siente sus mejillas sonrojarse, se sentía nerviosa.
- Muchas gracias a ambas ‒se acerca sonriendo, la rodea con sus brazos y la besa con ternura.
- Se te enfría y vas a llegar tarde ‒él asiente antes de volver a besarla, se sienta y la observa servir el desayuno, tenía un suéter largo y unas mallas gruesas junto a unas botas afelpadas, era demasiado tierna.
- Gracias ‒susurro cuando pone el plato enfrente, me sirvo café y la veo prepararse un té‒. Hoy haré muchas cosas, una de ellas ir a verla, necesito ir anexando la parte de la mafia que tiene bajo su poder, además de unas cuantas reuniones en las empresas, en fin ‒suspira, ella ríe bajito ante la obvia molestia de él.
- ¿Vendrás a cenar? Puedo preparar algo ‒le mira emocionada, hace mucho no se sentían tan en paz, él asiente.
Durante un mes y medio aquella fue su rutina, a veces él lograba estar libre a la hora de la comida y solía mandar por ella para llevarla a comer fuera.
- Hoy no vendré a cenar prekrasnyy ‒besa sus labios, de vez en cuando él le hablaba en ruso, investigando con Sergei se dio cuenta que eran halagos, como ese, le llamaba preciosa, otras veces belleza, se escuchaban curiosos, pero le encantaba.
- Esta bien, igual me siento algo cansada ‒le sonríe frotando su vientre, tenía ocho meses y medio, así que estaba más exhausta de lo normal.
- Duerme temprano, no hagas esfuerzo, Katina se quedara a hacerte compañía ‒ella sonríe enternecida, su corazón saltaba de emoción cuando lo veía así, tan dulce, amable y atento.
- Claro, no te preocupes, se nos antoja leer ‒él asiente de acuerdo, eso no implicaba mucho esfuerzo.
La besa con amor antes de salir, ella va a su cuarto y comienza a leerle a su pequeña, al parecer le gustaban las historias de romance, claro que omitía las partes eróticas y las malas palabras, eso no era para su edad.
- Le traje un té, afuera comenzó a llover, seguro hará más frío ‒asiente mientras toma la taza, estaba tan calientito, le gustaba la sensación.
- Gracias Katina ‒le da un sorbo antes de dejarlo en la mesa, da un salto al escuchar un fuerte trueno, lo que faltaba, tormenta eléctrica.
- Este clima sí que está loco ‒la ve acercarse a la ventana, afuera parecía caerse el cielo.
- Estaba bien la lluvia, pero los truenos ‒niega, le tenía un poco de miedo, siendo pequeña se había quedado encerrada en la bodega de la escuela, comenzó a llover y estando la construcción afuera, todo fue malo.
- No tenga miedo, me quedaré con usted hasta que pase ‒se acerca a ella tras cerrar todas las cortinas, Hester aprieta su mano y le agradece sonriéndole, da un salto cuando escucha otro, toma su móvil y enciende la música, se acomoda mejor entre las cobijas y continúa leyéndole a su bebé, o al menos lo intenta, un trueno hace retumbar las ventanas junto con el viento, grita por el miedo y las luces se van, no es que la oscuridad en si le diera miedo, pero había truenos‒. Calma señora, todo está bien ‒pronto se enciende la linterna del móvil de Katina, ella hace lo mismo, su corazón latía muy rápido, le costaba trabajo respirar bien.
- Katina, no me siento bien ‒respiraba con rapidez, la escucha gritar mientras se dobla, la ve aferrarse a las mantas‒, creo que ya viene ‒alza la vista, estaba asustada, no respiraba bien y dolía.
- Tranquila señora, todo va a estar bien ‒se acerca a la puerta, comienza a gritarles a todos.
- Yo la llevaré, Ariosha, cárgala ‒a lo lejos escuchaba las voces, pudo reconocer la de Sergei. Se aferraba con fuerza a la camisa del hombre, tenía miedo.
- Faddei ‒llora mientras lo llama, intenta tomar aire y entonces su mente no puede más y se desmaya.
- Ya le avise al señor, esta camino al hospital, ten cuidado ‒susurra Katina mientras camina a la par de su señora con un paraguas.
- Lo tendré, no te preocupes ‒ella asiente mientras Ariosha entra junto a su señora, nada más cerrar la puerta Sergei arranca, rezaría porque llegaran con bien, más que nada por el clima, seguro el miedo había hecho mella en su salud, que si bien ahora se cuidaba más, durante varios meses no se alimentó bien.
Sergei iba lo más rápido que el clima le permitía, podía oír a su señora llamando a su joven amo y también como se quejaba del dolor, el pobre Ariosha debía tener el brazo lleno de marcas de uñas de lo fuerte que apretaba.
Tras unos veinte minutos que le parecieron eternos, al fin pudieron llegar, Faddei había informado al doctor de la señora Hester así que ya los estaban esperando, nada más bajar la subieron a una camilla y la metieron dentro, la cara de Faddei al verla pálida y con dolor, hizo su corazón tambalearse, ellas debían estar bien.
Estaba por terminar algunos negocios cuando Katina lo llamó, así que salió disparado hacia el hospital, estaba aterrado y se veía en su cara, pero sobre todo, en que no dejaba de caminar por toda la sala de espera.
- Señor Grigoryev ‒la voz del doctor le hizo dar un salto cual resorte, en tres largos pasos estaba frente a él.
- ¿Cómo están?, ¿cómo va? ¡Dígame doctor! ‒su ansiedad era palpable, el doctor lo entendía y no se lo tomaría personal.
- Esta muy mal, sufrió un ataque de pánico, eso le provocó disnea más taquicardia, por los antecedentes de su alimentación más el episodio de estrés, temo que haya complicaciones, así que tengo que hacerle una pregunta que no le será sencilla de responder, ¿quiere quedarse con su esposa o su hija? ‒aquello fue como una bofetada, sin poder evitarlo comenzó a llorar, amaba a su hija, con el alma, pero amaba a Hester, ella era luz entre tanta oscuridad, quizás podía sonar como un maldito desalmado, pero podrían tener más a futuro.
- A mi esposa ‒su voz tembló al decir aquello, pero había seguridad en sus palabras, el doctor asiente antes de irse.
No supo cómo pasó el tiempo, para él estaba congelado igual que su cuerpo y su corazón, seguro Hester lo odiaría por haberla elegido a ella en lugar de a su hija, pero siendo alguien que creció sin madre, no pudo hacerlo, darle esa vida sin una figura materna.
- Señor Grigoryev ‒nada más escucharlo nombrar se puso de pie, estaba ansioso‒, tuvo una pequeña hemorragia pero logramos estabilizarla, felicidades, ambas están bien ‒todos pudieron ver como el alma le regreso al cuerpo.
- ¿Puedo verlas? ‒quería comprobar por sí mismo que ellas estaban sanas.
- La señora está en la sala de recuperación, en un momento la pasaremos a piso, la pequeña está en valoración pediátrica, por que nació medio mes antes, pero aseguro un buen pronóstico para ambas ‒sin poder contener su emoción abraza al doctor, se gira para abrazar a Sergei y al hombre.
- Gracias, gracias ‒no dejaba de mirar al cielo, no recordaba cuando fue la última vez que lloró o que pidió a Dios, pero justo ahora se sentía agradecido.
Tras unos veinte minutos más al fin pudo ver a su pequeña, estaba en el cunero con su nombre, Darice Valentine Grigoryev, tenía sus ojitos cerrados y el boca su puño, supo en ese instante que sería capaz de todo por ella, incluso recibir una bala, nada ni nadie le haría daño jamás, les haría pagar caro si llegaban a tocarle uno solo de sus preciosos cabellos negros.
- Señor Grigoryev, ya puede pasar al cuarto para ver a su esposa –asiente sin apartar la vista de su bebé, era hermosa y no podía dejar de verla.
Camina por donde la enfermera le indica, entra al cuarto y ve a Hester durmiendo, parecía tener mejor semblante, eso lo aliviaba mucho. Se acomoda a un lado y sostiene suave su mano.
- Perdón por lo que elegí, pero no puedo vivir sin ti –besa su palma, coloca la mano de ella sobre la mejilla de él.
- ¿Faddei? –dice ella bajito, con voz pastosa.
- Dime querida –se alza y le mira con ternura.
- ¿Y Darice? –podía ver el sueño que tenía, pero sólo le importaba su pequeña.
- En los cuneros, esta perfecta y es hermosa, como tú –dice con amor, la ve asentir antes de quedarse dormida.
- No es necesario que te quedes aquí día y noche, puedes ir a trabajar y Katina se quedará con nosotras ‒no sabía cuántas veces le había dicho aquello en lo que iba de la semana, debido a lo que pasó estaba en observación, pronto podrían irse, uno o dos días más.- Puedo trabajar desde aquí ‒señala su computadora y toda la pila de documentos que tenía, cada cierto tiempo venía Ariosha con papeles y así mismo se llevaba los que ya estaban listos.- Al menos podrías ir a la casa para bañarte y descansar bien, al menos una noche ‒miro a Darice, dormía en completa calma.- Estoy muy bien, tranquila ‒deja la computadora y se acerca a nuestra pequeña, la alza con cuidado y mece suave‒, además, no me perdería ni un minuto con ella ‒besa su cabeza, no podía evitar sonreír al ver lo feliz que era, la mirada tan dulce y cargada de amor con la que la veía, no podía pedir nada más.Tras su salida del hospital, Faddei instalo un despacho provisional dentro de la habitación, le ayudaba a cambiarle
Faddei había vuelto tres día después, por su cara Hester supo que no eran buenas noticias. - Hester ‒susurra bajo tras besarla con intensidad, nada más verla la había abrazado como si se hubiese estado ahogando‒, al parecer ese mocoso es mío ‒dice serio tras separarse, ella quería reír por como lo había dicho, pero intuía que era algo muy serio. - Por tu tono, sé que no lo crees ‒él sonríe como si hubiese resuelto el misterio del siglo. - Es así, no creo que lo sea, por eso mande a que hicieran la prueba de nuevo, no siento la conexión que tengo con Darice, no siento ganas de abrazarlo y mimarlo, y no es porque sea un varón, eso es lo de menos, porque estoy convencido que si tenemos otro bebé y es niño, será lo mismo que con Darice ‒Hester le mira con sorpresa, sus mejillas se ponen rojas, no había esperado que él quisiera más hijos fuera de su pequeña. - ¿Quieres más hijos? ‒pregunta bajo, apenada. - Claro, no ahora pero más adelante me gustaría, si estás de acuerdo ‒le sonríe a
- Papi debe ir a un lugar desagradable, ojalá pudiera llevarte para que todo fuera perfecto, mi sladkaya printsessa ‒besa su cuello, ella ríe removiéndose, su pequeña ahora tenía siete meses, verla crecer había sido un deleite, aunque no le emocionaba que se convirtiera en adulta‒. No te vas a volver grande, ningún glupyy mal'chik posmotrit svoimi gryaznymi glazami na tvoye krasivoye litso, yesli on kosnetsya khotya by odnogo voloska, ya zastavlyu yego poznat' ad (estúpido chico pondrá sus asquerosos ojos en tu precioso rostro, si te llega a tocar un sólo cabello lo haré conocer el infierno) ‒suelta en ruso, pensar en eso le hacía hervir la sangre. - No necesito hablar ruso para saber que acabas de maldecir a un chico que ni siquiera existe y que tardará años en aparecer ‒ríe bajito, se acerca y lo besa de manera casta, su pequeña ni enterada estaba de la rabieta de su papá, estaba entretenida chupando su puño con ganas. - Ninguno será merecedor de ella ‒refunfuña mientras la pega a
Tras llegar a la casa de su abuela le había explicado que él saldría de la ciudad y ella había preferido pasar unos días aquí en lugar de quedarse en esa enorme mansión, como sólo tenía una maleta y la pañalera, su abuela no dudo de aquello. Tras instalarse en la habitación de invitados llama a su amiga, se sentiría mejor si ella estaba aquí con ella, aunque no pudiera decirle más que mentiras, era mejor eso a nada.- Vamos Mark, esto se acaba hoy ‒su mejor amigo asiente antes de salir de la mansión, había enviado a detalle el plan al resto de sus hombros, debían dejar los pisos francos y reunirse en el viejo almacén junto al puerto norte, ahí es donde la inteligencia había marcado que estaba esa mujer.En el momento en que salió tomo el lugar del conductor y arranco casi con furia, iba a más de lo permitido pero poco le importaba, debía conseguir que esas familias retrocedieran y esperaba que tras la muerte de Clarisse eso ocurriera.Nada más llegar baja sacando su arma, sus hombres
- M*****a, mil veces m*****a, te mataré ‒grita antes de toser, apunta y dispara, sonríe al escuchar el grito de ella. - Se acabo Clarisse ‒se gira a la voz de Mark, sí, al fin todo sería suyo‒, fue tan fácil, ¿no lo crees? ‒él sonreía de una manera extraña, sin darle tiempo a reaccionar él alza la mano y le dispara en medio de la frente, lo único que pudo hacer fue una gran o con la boca antes de caer muerta‒. Ya pueden apagar el gas ‒dice mediante el comunicador que traía en la ropa. - ¡Mark! Ayúdame a sacarlo de aquí ‒le grita con desesperación, este se acerca y lo alza con cuidado, sale mientras sus hombres se encargan del resto, podía ver que algunos todavía luchaban pero otros se habían dado por vencidos al escuchar las declaraciones de esa mujer, además Faddei seguía en la jugada por lo que tomaría represalias, ahora que Clarisse estaba muerto, no había quién pudiera competir contra su amigo, todo era suyo. Una vez fuera Hester comenzó a revisarlo, gracias al cielo la bala se
Había pasado más de un mes sin tener noticias de ellas, eso lo estaba desquiciando. - Faddei, necesito hablar de algo importante contigo ‒dice Mark sentándose frente a él, había analizado la situación con detenimiento y él ya no lo necesitaba como al inicio. - ¿Qué pasa?, ¿ocurre algo malo? Sólo el cielo sabe que no podría con otra cosa ‒frota su rostro. - No es nada malo, al menos eso espero ‒le sonríe bromista‒, después de todo esto me di cuenta que me enamoré de Lola, es amable, dulce y considerada, sin embargo y viendo como fueron las cosas con Hester, no podría arrastrarla a esta vida, así que he decidido retirarme y llevar una vida normal junto a ella, estaremos en contacto y si me necesitas, ahí estaré, ¿verdad que comprendes? ‒Faddei asiente, lo entendía muy bien. - Haz lo que te haga feliz amigo mío ‒se pone de pie y lo abraza, ya no usaba el cabestrillo pero tenía que tener cuidado. - Gracias ‒lo abraza con fuerza, lo suelta antes de salir, suspira una vez fuera de la ma
Estaba cansada, adolorida, tenía sueño y harta de los constantes acosos de aquel hombre, y claro, como siempre que ocurría, la persona con más poder era la víctima, no malinterpreten, amaba lo que hacía, ser enfermera era lo más cercano a un doctor, ella habría querido serlo pero sus posibilidades no se lo permitieron, así que optó por enfermería, le encantaba atender a los pacientes, los sentía como de su familia. Pero también estaban tipos nefastos como el doctor Cranston, que pretendía a todas las mujeres de aquel pequeño hospital a pesar de ser un hombre casado, pero ella no quería y no tenía el tiempo de seguirle el juego, y eso lo molestaba mucho.Lo único que le importaba era su abuela, pagar las deudas y sobrevivir un día más sin caer en colapso por estrés ya que era la única que trabajaba, la pensión de su abuela no era mucha y su padre, su querido y desobligado padre no aportaba nada, salvo problemas y más deudas.Se dejó caer en el asiento del autobús, esta semana había est
- Bueno, entonces le pagaré a usted, deme su teléfono o algo –lo único que quería era largarse de una buena vez.- ¿Crees que podrías? –la mira con burla, era bonita pero no una belleza–, en realidad sí –la ve dar un respingo por la sorpresa–, salgan, necesito hablar con ella en privado –hace un ademán con la mano, Dimitri se acerca y hace como pide.- No me voy a acostar contigo, si pretendes que con eso te pague –sentencia seria, ella no iba a hacer nada que fuera contra sus principios.- ¿Qué? –comienza a reír con ganas–, no me acostaría contigo ni aunque fueses la última mujer en la faz de la tierra –la mira con fría burla, ella se sonroja pero en sus ojos puede ver ira contenida.- Que bueno es saber que compartimos el sentimiento de repulsión hacia el otro –se encoge de hombros como si hubiese anunciado el clima, eso lo molesto, estaba acostumbrado a que todas las mujeres se pusieran a sus pies con sólo una sonrisa–. Entonces, ¿cómo pretendes que te pague? –por una ayuda que no