Capítulo 21

El tiempo transcurría normal, o al menos así lo sentía Hester, él era tan amable y considerado con ella, solía acompañarla a todas partes, incluso le había cuestionado sobre el trabajo, él le había informado que había adelantado cuanto había podido para poder estar con ella más tiempo, y lo que saliera, se encargaría Mark. Sabía por Lola que la estaba pretendiendo, su amiga no quería salir con él porque tenía fama de mujeriego, pero igual se mensajeaban de vez en cuando, aunque estaba segura de que Lola no tardaría en caer.

- Aquí tienes –dice un muy feliz Faddei extendiéndole un plato con frutos rojos, a Hester se le habían antojado y él había corrido a buscarlos.

- Gracias –le sonríe antes de comenzar a comer, la abuela veía todo complacida, si llegaba a fallecer, le alegraba que su amada nieta no se quedase sola.

Hester no podía evitar sentirse feliz con cada detalle que él tenía hacía con ella, más pronto que tarde se dio cuenta que estaba enamorada de él, y también descubrió que le hacía ilusión tener a ese pequeño o pequeña, y se lo haría saber cuando estuvieran en la casa.

- He pensado en mudarme aquí, contigo –Hester se gira a verlo con sorpresa–, digo por lo que pueda querer el bebé, digo, si tienes un antojo o quieres lo que sea –balbucea, se sentía apenado por la diarrea verbal.

- También quería hablarte del bebé –se sienta en el sofá y lo invita a sentarse–, creo que esta bien que te quedes aquí porque he decidido tenerlo, y creo –su frase es interrumpida cuando él la abraza, sin pensarlo mucho la besa con emoción. El corazón de ella no pudo evitar latir con fuerza.

- No te arrepentirás de esto –le sonríe sosteniendo suave sus mejillas.

- Yo –se aclara la garganta–, decía que creo que es buena idea porque tenemos que hablar sobre los cuidados y en general, todo –Faddei asiente, todo sería diferente a partir de ahora.

- Claro, llegaremos a acuerdos, los que quieras –se pone de pie y va a la cama, la prepararía para ella, él se quedaría en el sofá, no sería cómodo pero estaría cerca por sí algo necesitaba. Se acerca al closet y saca una cobija.

- ¿Qué haces? –pregunta extrañada cuando le ve colocar la cobija en el sofá largo.

- Me preparo para dormir –dice suave, en su tono pudo detectar la obviedad de la situación.

- Yo, bueno, creí –pasa saliva, ¿por qué se ponía tan nerviosa? Dios santo, sólo iban a dormir, la cama era demasiado grande para no tocarse–, que tú, aquí –señala el otro lado de la cama, su cara debía estar muy roja–, o sea, es muy grande y así –mira a otro lado, era mejor que se callara de una buena vez.

- ¿No te molesta? –Faddei le sonríe, podía decir que verla así era un placer, por lo regular no actuaba de esa manera y verla apenada, la hacía ver muy tierna.

- No, esta bien –dice segura, toma el pijama y corre al baño para vestirse, además la ayudaba a calmarse.

Cuando sale él ya está en pijama, va a su lado de la cama y se mete bajo las mantas, tenía un poco de frío.

- Buenas noches Hester –dice suave mientras apaga la luz de su lado.

- Buenas noches Faddei –un bostezo sale tras decir aquello, se acomoda y de a poco se queda dormida.

Por la mañana él se había levantado temprano, necesitaba preparar el desayuno y concertar la cita para el médico, era momento de ver como estaban.

Lo primero que Hester noto al despertar era que estaba sola en la cama y encima tenía otra cobija, seguro había tiritado en la noche y él le había colocado otra cobija, sin poder evitarlo sonríe.

Se pone de pie, va al baño y tras una pequeña ducha sale, se había puesto pantalones calientes y un enorme suéter antes de bajar a la cocina, moría de hambre. Su sorpresa es grande cuando ve a Faddei revolviendo lo que le parecen, huevos, se acerca sonriendo, parecía concentrado.

- Buenos días Hester –le sonríe sin apartar la vista de la estufa–, hay fruta, miel, leche, agua para té y jugo, esto estará en un momento –ella asiente, se acerca para prepararse un té, sabía que no podía beber café–, por cierto, terminando el desayuno toca cita con el doctor, ya sabes, estudios de rutina –asiente mientras sopla la taza, huele, era de menta, se sentía muy bien.

- ¿Te molesta si no me cambio? Es que tengo algo de frío –susurra apenada, Faddei niega.

- Usa lo que te apetezca –lo ve apagar la llama y tomar el sartén para colocarlo en medio de todo, había pan tostado, un poco de tocino y pan, ahora que estaban mejor, volvería a cocinarle–. Sé que es sencillo, pero no puedo hacer nada más que esto –le confiesa apenado mientras comienzan a comer.

- Es perfecto, gracias –le sonríe antes de seguir comiendo.

El desayuno fue tranquilo, hablaban y reían, le gustaba esta cercanía.

Cuando terminan, Katina se ofrece a limpiar todo para que puedan ir al hospital, estaba feliz por sus señores y por el futuro bebé, esta casa lo necesitaba con urgencia.

Habían salido de la casa tras abrigarse, Faddei había sentido ternura al verla abrigada hasta las orejas, sólo podía ver sus ojos, y entonces un deseo apareció en su corazón, quería una niña, igual a Hester. Tras subir emprendieron la marcha, el hospital estaba a quince minutos, por lo que fue rápido, nada más llegar los hicieron pasar.

- Buenos días señores Grigoryev, adelante –el doctor con tono amable, Hester se quita el abrigo, la bufanda, los guantes y las orejeras, Faddei las toma todas, por suerte había calefacción en el consultorio–, recuéstese ahí, si es tan amable –ella asiente y hace como le pide, alza un poco su blusa mientras el doctor prepara todo, ya podía verse su vientre, era un pequeño bulto–, la veo mejor, espero que su alimentación haya mejorado –ella asiente apenada–, esto estará un poco frío –se disculpa antes de colocar el gel, se estremece pero pronto su cuerpo se adapta, el doctor coloca el transductor y comienza a moverlo. Hester sonríe viendo el monitor, podía ver su columna, su carita, por otro lado, Faddei sólo veía manchas negras–. Este es su corazón –le ve mover algo y entonces el sonido suena por toda la sala, lo que ella sintió en ese momento fue algo indescriptible, lloro sabiendo que haría lo que fuera por ese pequeño ser. Faddei sintió que todo lo vivido cobraba sentido, se sintió de tantas maneras que no podía definirlas todas, la que más se acercaba era dicha.

- ¿Y qué es? –la tonta sonrisa en su rostro no se iba, sin importar lo que pasará, lo amaría, bueno, ya lo hacía.

- Veamos –sigue moviendo el transductor, sonríe–, ahí esta –Faddei no miraba nada, sin embargo, pudo saber que ella sí que sabía.

- Es una niña –susurra bajo, no sabía si Faddei hubiese querido un varón.

- Es perfecto –parecía calmado al decir aquello, sin embargo, estaba dichoso porque eso es lo que él más deseaba, que fuese una niña.

- Listo, todo marcha muy bien –le extiende algunas toallas para que se limpie, Faddei se acerca para ayudarle–, los espero el siguiente mes –ambos asienten antes de salir, afuera Faddei le ayuda a ponerse toda la ropa, era un maravilloso día, o lo habría sido de no ser por el mensaje que Clarisse le envió, le decía que era una emergencia, algo respecto a unos asuntos de la mafia enemiga, sólo pudo suspirar y aceptar ir a verla, si quería quedarse con ese poder debía ir, hacerle creer que no habían quedado tan mal.

- Debo atender algunos asuntos, no tardo mucho –Hester ya estaba acostada, abrigada y con un calentador encendido, Faddei se moriría de calor, pero sólo pensar en su pequeña no le importaba nada.

- Ten cuidado –bosteza, se sentía muy cansada con poco que hiciera, incluso tomaba siestas largas con su abuela.

Faddei besa su frente antes de salir, esperaba que fuese algo de vida o muerte, o él se encargaría de matarla.

Jeanne H.A

Ya empiezan a latir a la par esos corazones, veamos que pasa.

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